España 1898-1936: De la Crisis de la Restauración a la Segunda República

La Crisis de la Restauración (1898 – 1931)

El Desastre de 1898 marcó las dificultades del sistema de la Restauración. La reina regente María Cristina mandó formar nuevo gobierno a Francisco Silvela, que inicia una política reformista (descentralización e impuestos). En 1902 sube al trono Alfonso XIII, con 16 años. Tras la muerte de Sagasta, los nuevos líderes fueron Antonio Maura (Partido Conservador) y José Canalejas (Partido Liberal), ambos influidos por el “regeneracionismo”.

El Reformismo Dinástico

En 1904, Maura, como jefe de gobierno, impulsó un reformismo dentro del conservadurismo, pretendiendo reformas desde el gobierno para evitar una revolución popular. Llevó a cabo:

  • La reforma de la ley electoral.
  • Avances sociales como la ley del descanso dominical.
  • La creación del Instituto Nacional de Previsión.

Sin embargo, la brutal represión durante la Semana Trágica (1909) y la dureza del orden público acabaron con el gobierno conservador de Antonio Maura.

En 1910 formó gobierno liberal presidido por José Canalejas, quien impulsó:

  • La separación Iglesia-Estado y la limitación de la creación de nuevas órdenes religiosas (ley del candado).
  • La creación de un impuesto progresivo sobre la renta (paga más quien más tiene).
  • El reclutamiento obligatorio en tiempo de guerra.
  • Leyes para mejorar las condiciones laborales, como la normativa sobre el trabajo de las mujeres.
  • La elaboración de la ley de mancomunidades para dar respuesta al problema de las autonomías, aunque solo se constituyó la Mancomunidad de Cataluña.

La Oposición al Sistema

Al margen de los partidos dinásticos (conservadores y liberales), existían otras fuerzas políticas:

  • Republicanismo: Principal fuerza de oposición. Se agrupó en la Unión Republicana, liderada por Nicolás Salmerón y Alejandro Lerroux. Lerroux se separó y fundó el Partido Radical. Otra escisión fue el Partido Reformista, fundado por Melquiades Álvarez, del que formaron parte Manuel Azaña y José Ortega y Gasset; este último evolucionó a posiciones monárquicas y formará parte del último gobierno constitucional en 1922.
  • Carlismo: Tras la muerte de Don Carlos, su sucesor fue su hijo Jaime. Se disgregó en el Partido Tradicionalista, fundado por Juan Vázquez De Mella, y el Partido Católico Nacional, extremadamente conservador.
  • Socialismo: Integrado por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y la Unión General de Trabajadores (UGT) (sindicato). En el partido destacó Pablo Iglesias (que fue diputado) y también Francisco Largo Caballero, quien pasó al sindicato como secretario general. Partido y sindicato siempre actuaron unidos y defendían una política reformista y moderada. En 1921, tras el estallido de la Revolución Rusa, un grupo del partido socialista se decantó por los bolcheviques y se escindieron para crear el Partido Comunista de España (PCE).
  • Anarcosindicalismo: Fundaron la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), de carácter anarquista y revolucionario. Sus acciones se centraban en las huelgas para acabar con el capitalismo. Eran apolíticos y querían “eliminar” la figura del Estado.
  • Nacionalismos: Principalmente en Cataluña y el País Vasco.
  • Derecha Carlista.

La Semana Trágica (1909)

Las tropas españolas sufrieron una gran derrota en el Protectorado de Marruecos (en el Rif) con un gran número de bajas. Para suplirlas, se decidió enviar a los reservistas. Esto provocó muchas protestas, sobre todo en Cataluña, desembocando en una huelga general y una revuelta que fue duramente sofocada. La represión levantó una oleada de protestas, y los liberales y los republicanos se unieron para pedir la dimisión de Maura. Alfonso XIII disolvió las Cortes y entregó el gobierno a los liberales.

El Impacto de la Gran Guerra

En 1914 estalló la Primera Guerra Mundial. El jefe de gobierno, Eduardo Dato, declaró la neutralidad de España. Esto benefició económicamente al país, ya que permitió exportar productos industriales y agrarios e ingresar una gran cantidad de dinero. Sin embargo, los precios interiores de productos básicos (pan, arroz, etc.) subieron exageradamente, y no hubo una subida de salarios equivalente. Este conflicto social desembocó en la huelga general de 1917, origen de una profunda crisis.

La Crisis de 1917

El descontento militar por el excesivo número de oficiales, la facilidad para ascender de los militares destinados en África (“africanistas”) en comparación con los peninsulares, y los bajos salarios, hizo que formaran las Juntas de Defensa (asociaciones militares) para presentar reclamaciones al gobierno. La corrupción política y el descontento social llevaron al Conde de Romanones, presidente liberal, a disolver las Cortes, declarar el estado de excepción y reforzar la censura. Se convocó una huelga general revolucionaria que pedía el fin de la monarquía y la formación de un gobierno provisional que convocara Cortes Constituyentes para establecer un sistema republicano.

La Descomposición del Sistema (1917-1923)

Entre 1917 y 1923, los distintos gobiernos fueron incapaces de reformar el sistema político y resolver los conflictos sociales y políticos, lo cual hizo imposible la supervivencia de la Restauración. Los partidos dinásticos se fragmentaron, dificultando la formación de gobiernos estables. Se intentaron “Gobiernos de concentración”, pero las diferencias entre los aliados los hicieron inviables. Se recurrió de nuevo al “turno dinástico” y al fraude electoral para conseguir mayorías, pero no siempre se lograban, obligando a usar medidas de excepción, como la suspensión de las garantías constitucionales y la clausura del Parlamento.

A todo esto se unieron las movilizaciones obreras y la acción de los sindicatos, en auge, que convocaban huelgas duramente reprimidas. Debido a la radicalización de los sindicatos, la patronal formó la Federación Patronal para frenar la acción sindical y fundaron el Sindicato Libre para realizar acciones violentas contra el sindicalismo anarquista. Contrataron a pistoleros a sueldo para asesinar a dirigentes sindicales y utilizaron el lockout (cierre patronal de empresas). Se produjo una fuerte represión contra los sindicalistas y se puso en práctica la “ley de fugas”, que permitía disparar a cualquier preso que intentara escapar. Por todo esto, a esta época se la conoce como el “pistolerismo”. En 1921, el presidente Dato fue asesinado por miembros de la CNT.

La Dictadura de Primo de Rivera (1923 -1930)

En septiembre de 1923, el general Miguel Primo de Rivera dio un golpe militar, declaró el estado de guerra y le pidió al rey Alfonso XIII que aceptase un nuevo gobierno militar presidido por él. El rey aceptó y suspendió el régimen parlamentario constitucional.

Fases de la Dictadura

La dictadura tuvo dos fases:

  1. Directorio Militar (1923-1925): Gobierno totalmente militar.
  2. Directorio Civil (1925-1930): Incorporó civiles, aunque los militares mantuvieron su estilo autoritario.

Directorio Militar

En la primera etapa se disolvieron las Cámaras legislativas, cesaron las autoridades civiles, se prohibieron los partidos y sindicatos, se militarizó el orden público y se reprimió al obrerismo más radical (CNT y comunistas). Se disolvieron los ayuntamientos y se sustituyeron por “juntas locales”, formadas por los mayores contribuyentes de cada localidad, supuestamente para acabar con el caciquismo, objetivo que no se cumplió. En esta etapa se abordó el “conflicto de Marruecos”; se organizó el Desembarco de Alhucemas (1925), se derrotó a Abd-el-Krim y se concluyó la ocupación militar del protectorado.

Directorio Civil

En la segunda etapa, se abandonó la idea inicial de que la dictadura era transitoria y Primo de Rivera intentó institucionalizarla creando la Asamblea Nacional Consultiva, cuyos miembros serían elegidos por ciudadanos pertenecientes a municipios, universidades, administraciones, patronales y representantes obreros. El sufragio universal desapareció. También se creó un partido único, la Unión Patriótica, con la finalidad de dar apoyo social a la dictadura. Se reactivó el Sometent (milicia de ciudadanos armados voluntarios) para colaborar en el mantenimiento del orden público.

La Política Económica y Social

La dictadura coincidió con una buena situación económica internacional, lo cual la benefició. Se fomentó la industria, las infraestructuras y las obras públicas (ferrocarriles, carreteras, etc.). Se llevó a cabo la nacionalización de algunos sectores de la economía, la creación de monopolios estatales (Telefónica, CAMPSA) y de las Confederaciones Hidrográficas.

En lo social, se creó la Organización Corporativa Nacional, que agrupaba a patronos y obreros en grandes corporaciones (sindicalismo vertical) y regulaba los conflictos laborales a través de Comités Paritarios (con igual número de patronos y de obreros). Su misión era reglamentar los salarios y las condiciones de trabajo, así como la mediación y el arbitraje en caso de conflicto.

La Oposición a la Dictadura

La oposición estaba formada por los políticos dinásticos apartados del poder, los republicanos, los nacionalistas, los comunistas, los anarquistas, sectores del ejército y casi la totalidad de los intelectuales. Los antiguos partidos del turno participaron en conspiraciones militares como “la Sanjuanada” en 1926. Los intelectuales y universitarios fueron sometidos a una férrea censura y a una gran limitación de su libertad, llegando a cerrarse universidades, lo cual dio origen a la Federación Universitaria Española (FUE) (sindicato estudiantil de tendencia republicana). Los republicanos organizaron la Alianza Republicana. Las medidas tomadas en Cataluña (liquidación de la Mancomunidad, prohibición del uso público del catalán y de la sardana) provocaron el distanciamiento de importantes sectores catalanistas con el Gobierno.

La Caída de Primo de Rivera

La oposición a Primo de Rivera se agravó cuando el rey constató que la dictadura suponía un peligro para la propia monarquía. El rey le retiró su confianza y Primo de Rivera dimitió en enero de 1930. El general Dámaso Berenguer le sustituyó con la misión de celebrar elecciones y volver a la normalidad constitucional (periodo conocido como la “dictablanda”).

Los republicanos, los catalanistas de izquierdas y el PSOE firmaron el Pacto de San Sebastián en agosto de 1930, acordando una estrategia conjunta para presentarse a las elecciones y constituir un comité revolucionario que debería convertirse en el gobierno provisional de la futura República. Sin embargo, Berenguer fue incapaz de convocar elecciones y fue sustituido por el almirante Juan Bautista Aznar, que puso en marcha un proceso electoral en tres niveles: municipales, provinciales (diputaciones) y legislativas. Las primeras que se convocaron fueron las municipales (abril de 1931) porque se consideraban menos peligrosas para la monarquía. No obstante, como el rey se había comprometido mucho con la dictadura, estas elecciones se convirtieron en un plebiscito a favor o en contra de la monarquía.

La Segunda República Española (1931 – 1936)

La Proclamación y el Periodo Constituyente

El 12 de abril de 1931 se celebraron las elecciones municipales. Aunque los monárquicos obtuvieron más concejales en total (sobre todo en zonas rurales), los republicanos ganaron en la mayoría de las grandes ciudades. El 14 de abril, en Éibar, se proclamó la República, y le siguieron otras ciudades como Valencia, Sevilla, Oviedo, Barcelona… Ante esta situación, el rey Alfonso XIII renunció a la potestad real y salió hacia el exilio. En Madrid se constituyó un gobierno provisional, presidido por Niceto Alcalá Zamora, que el día 14 proclamó oficialmente la Segunda República Española y convocó elecciones a Cortes Constituyentes. Paralelamente, concedió una amnistía general a los presos políticos y sindicales y nombró a altos cargos de la Administración.

Las elecciones generales de junio de 1931 las ganó la coalición republicano-socialista. Las nuevas Cortes ratificaron a Alcalá Zamora como presidente del gobierno provisional (luego sería elegido Presidente de la República) y elaboraron un proyecto de constitución que sería aprobado en diciembre de 1931.

La Constitución de 1931

Era una constitución avanzada, democrática y progresista. Establecía que:

  • Los poderes de todos los órganos del Estado emanan del pueblo.
  • El Estado se configura como “integral”, compatible con la autonomía de municipios y regiones (aceptando los gobiernos autónomos).
  • Las Cortes son unicamerales.
  • El poder ejecutivo recaía en el Gobierno (Consejo de Ministros y Presidente del Gobierno) y el Presidente de la República.
  • El poder judicial recae en jueces independientes.

También reconocía amplios derechos y libertades:

  • Igualdad ante la ley.
  • Derecho a la educación y al trabajo.
  • No discriminación por razón de origen, sexo o riqueza.
  • Facultad del gobierno de expropiar bienes de utilidad social previa indemnización.
  • Se concede el voto a las mujeres.
  • Se declara la laicidad del Estado (separación Iglesia-Estado).
  • Se reconoce el matrimonio civil y el divorcio.

La Constitución no consiguió el consenso de todas las fuerzas políticas. Los artículos referentes a la cuestión religiosa provocaron la dimisión de los sectores católicos del gobierno. Manuel Azaña sustituyó a Alcalá Zamora como jefe de gobierno, y este último pasó a ser Presidente de la República.

Partidos y Sindicatos durante la República

  • Izquierda: Destacan los radical-socialistas, Acción Republicana (liderada por Azaña, luego Izquierda Republicana); el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), con dos tendencias: una socialdemócrata (representada por Indalecio Prieto y Julián Besteiro) y otra más revolucionaria (liderada por Largo Caballero, secretario general de UGT); y el Partido Comunista de España (PCE). El anarcosindicalismo, representado por la CNT y la FAI (Federación Anarquista Ibérica), mantenía su oposición al Estado republicano.
  • Centro-Derecha: Grupos como el Partido Radical de Lerroux y la Derecha Liberal Republicana (de Alcalá Zamora).
  • Derecha: El gran partido de la derecha católica y conservadora fue la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), dirigida por José María Gil Robles. También la Lliga Regionalista (luego Lliga Catalana) en Cataluña y el Partido Nacionalista Vasco (PNV) en el País Vasco.
  • Monárquicos: Renovación Española (liderada por Calvo Sotelo).
  • Extrema Derecha: Grupos de tendencia nacionalista autoritaria y fascista, como las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS) y Falange Española, fundada y dirigida por José Antonio Primo de Rivera (hijo del dictador). Tenían una ideología antidemocrática, nacionalista española y eran partidarios de la acción directa y el enfrentamiento violento con la izquierda.

Las Reformas del Bienio de Izquierdas (1931 – 1933)

Entre diciembre de 1931 y septiembre de 1933, Azaña presidió un gobierno formado por republicanos de izquierda y socialistas que impulsaron las reformas iniciadas en el Periodo Constituyente:

  • Secularización del Estado: Se aplicó la Ley de Congregaciones, que limitaba la posesión de bienes a las órdenes religiosas y disolvía a la Compañía de Jesús (Jesuitas) en España.
  • Reforma Militar: Buscaba modernizar el ejército para convertirlo en un ejército profesional y democrático, sometido al poder civil republicano. Se suprimieron algunos rangos, se redujo el número de oficiales (ofreciendo el retiro voluntario con paga íntegra), se eliminaron los tribunales de honor y se creó la Guardia de Asalto (fuerza de orden público fiel a la República).
  • Reforma Agraria: Pretendía acabar con el latifundismo y mejorar las condiciones de los jornaleros y campesinos. La Ley de Reforma Agraria (1932) permitía la expropiación (con indemnización, salvo las tierras de la nobleza Grandeza de España) de latifundios no cultivados directamente por sus dueños para asentaren ellos a campesinos sin tierra. Su aplicación fue lenta y compleja.
  • Reformas Territoriales: Se inició la elaboración de los Estatutos de Autonomía. Se aprobó el de Cataluña en 1932, cuyo presidente de la Generalitat era Francesc Macià. El del País Vasco no llegó a aprobarse hasta octubre de 1936 (ya iniciada la Guerra Civil) y el de Galicia fue aprobado en plebiscito pero no llegó a ser ratificado por las Cortes debido al estallido de la Guerra Civil.
  • Reformas Educativas y Culturales: Se promovió la escuela pública, mixta, obligatoria, laica y gratuita. Se crearon miles de escuelas y plazas para maestros. Para mejorar el nivel cultural, se crearon las Misiones Pedagógicas para llevar bibliotecas ambulantes, conferencias, cine y teatro (como el grupo La Barraca de Federico García Lorca) a las zonas rurales.
  • Reformas Laborales: Impulsadas por el ministro socialista Largo Caballero. Se reguló la negociación colectiva, el arbitraje (Ley de Jurados Mixtos), la jornada de 40 horas semanales y se promovió el aumento de salarios y los seguros sociales.

El Bienio Conservador (1933 – 1935)

En 1933, la coalición republicano-socialista era insostenible debido al desgaste del Gobierno y a las tensiones internas. Azaña dimitió y Alcalá Zamora, presidente de la República, disolvió las Cortes y convocó elecciones para noviembre de 1933. Estas elecciones fueron las primeras en las que votaron las mujeres y dieron la victoria a los partidos de centro-derecha: el Partido Radical de Lerroux y la CEDA de Gil Robles.

El nuevo gobierno lo presidió Lerroux (con apoyo parlamentario de la CEDA) e inició la paralización o rectificación de la mayoría de las reformas iniciadas en el Bienio de izquierdas (reforma agraria, legislación religiosa, etc.). Esta paralización y el giro conservador generaron un gran malestar popular que se plasmó en revueltas, conflictos y huelgas. La tensión culminó en la Revolución de Octubre de 1934:

  • En Cataluña: El presidente de la Generalitat, Lluís Companys (sucesor de Macià tras su muerte), proclamó el Estado Catalán dentro de la República Federal Española, en protesta por la entrada de ministros de la CEDA en el gobierno. El ejército sofocó rápidamente la rebelión.
  • En Asturias: Los mineros protagonizaron una verdadera revolución social. UHP (Uníos Hermanos Proletarios) fue la consigna. Los mineros, armados, ocuparon los pueblos de la cuenca minera y los cuarteles de la guardia civil. Sustituyeron los Ayuntamientos por comités revolucionarios que asumieron el abastecimiento de alimentos, agua, electricidad y los transportes. Sitiaron Oviedo y se enfrentaron a las fuerzas del orden público. El Gobierno envió a la Legión y a los Regulares (tropas coloniales) para sofocar el levantamiento, con el general Francisco Franco coordinando las operaciones desde Madrid. La resistencia duró unos diez días, pero fue finalmente derrotada. La represión fue muy dura: más de 1000 mineros muertos, ejecuciones sumarias, unos 2000 heridos y miles de detenidos (se habla de hasta 30.000).

La Crisis del Bienio Conservador (1935-1936)

Las consecuencias de la Revolución de Octubre fueron importantes. La CEDA aumentó su poder en el gobierno (entraron más ministros, incluido Gil Robles como Ministro de la Guerra), se suspendió el Estatuto Catalán, se anuló la Ley de Contratos de Cultivo catalana (perjudicando a los campesinos arrendatarios o rabassaires), se les devolvieron propiedades a los Jesuitas, y Franco fue nombrado Jefe del Estado Mayor Central.

En el otoño de 1935 se produjo una fuerte crisis de gobierno. El Partido Radical se vio implicado en casos de corrupción y malversación de fondos (escándalo del Estraperlo y caso Nombela). Ello hizo que los radicales de Lerroux quedasen deslegitimados para gobernar. Gil Robles intentó que le nombraran presidente del gobierno para poder aplicar plenamente el programa de su partido (que incluía una posible reforma constitucional), pero Alcalá Zamora se negó, temiendo una deriva autoritaria, y decidió convocar nuevas elecciones generales para febrero de 1936.