España 1902-1975: De la Crisis de la Restauración al Final del Franquismo

La Crisis de la Restauración: Intentos Regeneradores y Oposición al Régimen

El reinado de Alfonso XIII (1902-1931) estuvo marcado por la inestabilidad política, el intervencionismo del rey, las luchas sociales (Semana Trágica, 1909), el anticlericalismo, el descontento militar tras el Desastre del 98, el auge de los nacionalismos (Cataluña y País Vasco) y el problema de Marruecos (protectorado desde 1906).

Los intentos regeneracionistas comenzaron con Francisco Silvela (1902-1903), pero fracasaron por la resistencia del sistema canovista. La crisis de 1905 en Cataluña llevó a la Ley de Jurisdicciones (1906), aumentando el poder del Ejército en política.

Antonio Maura (1907-1909) impulsó una reforma profunda con medidas como la Ley Electoral (1907) y el Instituto Nacional de Previsión. Su plan descentralizador (Ley de Administración Local) no prosperó. La Semana Trágica de Barcelona (1909), provocada por el envío de tropas a Marruecos desde Barcelona, terminó con una dura represión y la caída de Maura.

José Canalejas (1910-1912) impulsó reformas clave: Ley del Candado (limitación de órdenes religiosas), impuestos progresivos, reducción de la jornada laboral y el proyecto de Mancomunidades (autogobierno regional). Su asesinato (1912) paralizó estos avances y dejó el liderazgo en crisis, favoreciendo la oposición al régimen y la alternancia de partidos.

La oposición estuvo formada por:

  • Republicanos (el PSOE consiguió su primer diputado en 1910).
  • Carlistas (milicia Requeté).
  • Nacionalistas (Lliga Regionalista en Cataluña, PNV en el País Vasco).
  • El movimiento obrero: Los anarquistas promovieron huelgas y atentados (CNT, 1910), mientras que los socialistas (PSOE y UGT) crecieron con líderes como Pablo Iglesias y Francisco Largo Caballero.

El fracaso de los intentos regeneradores, el desprestigio de la monarquía y la radicalización de la oposición llevaron al colapso del sistema y la llegada de la Segunda República en 1931.

Impacto Internacional en España: Marruecos, Primera Guerra Mundial y Revolución Rusa

Tras la muerte de Canalejas (1912), la inestabilidad política aumentó y el régimen de la Restauración entró en crisis. La Primera Guerra Mundial (1914-1918) marcó un punto de inflexión. España se mantuvo neutral bajo el gobierno de Eduardo Dato, lo que impulsó la economía con el aumento de exportaciones, pero generó inflación, escasez y un empeoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores. La crisis social derivó en huelgas y disturbios.

La Crisis de 1917 reflejó un descontento generalizado y se manifestó en tres movimientos:

  1. Protesta militar: Oficiales del ejército formaron las Juntas de Defensa, exigiendo mejores sueldos y rechazando ascensos por méritos de guerra. El gobierno cedió a sus demandas con la Ley del Ejército (1918).
  2. Oposición política: La Lliga Regionalista exigió la reapertura de las Cortes y la autonomía para Cataluña. Al ser rechazados, convocaron la Asamblea de Parlamentarios, pero el gobierno la disolvió.
  3. Movimiento obrero: UGT y CNT convocaron una huelga general en agosto de 1917 contra la carestía y el sistema. El gobierno respondió con represión (70 muertos, 2.000 detenidos).

Tras la crisis de 1917, el régimen se debilitó aún más. La Revolución Rusa (1917) inspiró al movimiento obrero español. Entre 1918 y 1920, el “trienio bolchevique” en Andalucía llevó a huelgas, ocupaciones de tierras y tomas de ayuntamientos, pero fue sofocado con la declaración del estado de guerra.

El problema de Marruecos se agravó tras la Conferencia de Algeciras (1906). La resistencia bereber causó la Semana Trágica de 1909, que llevó a la caída de Maura. Tras la guerra mundial, España intentó completar la ocupación, pero sufrió la humillante derrota del Desastre de Annual (1921), donde Abd-el-Krim aniquiló al ejército español. El Expediente Picasso responsabilizó a mandos militares e incluso al rey. Para evitar que las Cortes juzgaran a los responsables, el general Primo de Rivera dio un golpe de Estado en 1923, instaurando una dictadura.

La Dictadura de Primo de Rivera y el Final del Reinado de Alfonso XIII

En un contexto de crisis política, social y económica, el general Miguel Primo de Rivera dio un golpe de Estado el 13 de septiembre de 1923 con el apoyo de Alfonso XIII, el Ejército, la Iglesia y la burguesía, justificándolo como una medida temporal para regenerar el país. Una vez en el poder, suspendió la Constitución, disolvió las Cortes, prohibió los partidos políticos y estableció una fuerte censura de prensa, consolidando un régimen autoritario.

El Directorio Militar (1923-1925)

Los primeros años de su gobierno estuvieron marcados por un Directorio militar, compuesto únicamente por generales. Durante esta etapa, se reorganizaron los ayuntamientos, se restringió el uso del catalán, se reprimieron las huelgas y se creó la Unión Patriótica como partido único de apoyo al régimen. En el ámbito laboral, se intentó atraer a los sindicatos moderados con la creación del Consejo Superior del Trabajo. Sin embargo, su mayor éxito fue la victoria en la guerra de Marruecos tras el desembarco de Alhucemas en 1925, que puso fin a la resistencia de Abd-el-Krim.

El Directorio Civil (1925-1930)

A partir de 1925, Primo de Rivera intentó institucionalizar la dictadura con un Directorio civil, en el que participaron tanto civiles como militares. Se creó la Asamblea Nacional Consultiva para sustituir a las Cortes, aunque su propuesta de nueva Constitución nunca entró en vigor. En el plano económico, el régimen impulsó un modelo intervencionista, con medidas proteccionistas, la creación de monopolios estatales como Telefónica y CAMPSA, y un ambicioso programa de obras públicas. Aunque inicialmente estas políticas generaron cierta prosperidad, con el tiempo dispararon la inflación y la deuda pública.

Oposición y Caída

Si bien al principio la dictadura fue aceptada, su intención de prolongarse en el tiempo generó una creciente oposición. Tanto monárquicos como republicanos y nacionalistas comenzaron a criticar el régimen, al igual que intelectuales como Ortega y Gasset y Unamuno. El movimiento obrero, especialmente los anarquistas y comunistas, también se opuso, mientras que en el Ejército se produjeron conspiraciones, como la fallida Sanjuanada de 1926.

Finalmente, debilitado y sin apoyos, Primo de Rivera dimitió el 30 de enero de 1930 y se exilió en París, donde murió poco después. Tras su caída, Alfonso XIII intentó restaurar el sistema constitucional con el general Berenguer, pero este fracasó en estabilizar la situación. En agosto de 1930, republicanos, nacionalistas y socialistas firmaron el Pacto de San Sebastián, acordando derrocar la monarquía y proclamar la República. Aunque un primer intento revolucionario en Jaca fracasó en diciembre de 1930, la crisis política continuó agravándose. Finalmente, en las elecciones municipales de abril de 1931, el triunfo republicano en las ciudades precipitó la proclamación de la Segunda República el 14 de abril, llevando al exilio a Alfonso XIII.

Proclamación de la Segunda República, Gobierno Provisional y Constitución de 1931

La proclamación de la Segunda República el 14 de abril de 1931 marcó un cambio de régimen en España tras las elecciones municipales que dieron la victoria a las candidaturas republicanas en las principales ciudades. El rey Alfonso XIII partió al exilio, y el Gobierno provisional, encabezado por Niceto Alcalá-Zamora, inició una serie de reformas en un contexto internacional difícil, con la crisis de 1929 y el auge de movimientos autoritarios en Europa.

Este gobierno, formado por republicanos, socialistas y nacionalistas, aprobó medidas como la amnistía política, la reforma educativa y laboral, y la limitación del poder de la Iglesia, lo que generó tensiones con sectores conservadores. La quema de conventos en mayo de 1931 erosionó el apoyo de parte de la burguesía y de la población católica.

Las elecciones a Cortes Constituyentes en junio de 1931 dieron la mayoría a republicanos de izquierda y socialistas, quienes elaboraron la Constitución de 1931, aprobada el 9 de diciembre. Este texto definió España como una “república democrática de trabajadores”, estableció la separación de poderes y consagró derechos como el sufragio universal, incluyendo por primera vez el voto femenino. También instauró un Estado laico, con la separación entre Iglesia y Estado, y permitió la autonomía de algunas regiones bajo un proceso regulado. El Presidente de la República, elegido por un sistema indirecto, tenía funciones moderadoras, mientras que las Cortes unicamerales ostentaban el poder legislativo.

El Sufragio Femenino

El sufragio femenino fue uno de los debates más controvertidos. Clara Campoamor defendió la plena igualdad política de las mujeres, mientras que Victoria Kent y otros sectores republicanos temían que su voto favoreciera a fuerzas conservadoras eclesiásticas. Finalmente, el derecho al voto femenino fue aprobado en diciembre de 1931, aunque generó divisiones dentro del propio bloque progresista.

El Bienio Reformista (1931-1933): Reformas y Reacciones

El Bienio Reformista (1931-1933), bajo la presidencia de Manuel Azaña, impulsó un ambicioso programa de reformas con el objetivo de modernizar el país y consolidar la democracia republicana.

Reformas Clave

  • Reforma militar: Se llevó a cabo con la Ley Azaña, que reducía el número de oficiales y garantizaba la lealtad del Ejército a la República.
  • Reforma laboral: Se estableció la jornada de ocho horas, el derecho de huelga y los jurados mixtos de arbitraje.
  • Reforma educativa: Se impulsó un modelo laico, público y gratuito, aunque la falta de recursos impidió cumplir todos los objetivos.
  • Reforma agraria: Intentó redistribuir tierras para mejorar las condiciones de los campesinos, pero su aplicación fue lenta y generó descontento en jornaleros y terratenientes, lo que llevó a conflictos como la sublevación de Sanjurjo en 1932.

Política Territorial y Oposición

En política territorial, la República reconoció la autonomía de Cataluña con el Estatuto de 1932, lo que provocó el rechazo de la derecha. El ambiente político se volvió más tenso con el ascenso de la CEDA, liderada por Gil Robles, y la fundación de Falange Española por José Antonio Primo de Rivera en 1933. La oposición conservadora, la falta de consenso y la creciente conflictividad social debilitaron al gobierno. En 1933, la represión de la revuelta anarquista de Casas Viejas marcó un punto de inflexión. Los socialistas se distanciaron del gobierno y la coalición con los republicanos se rompió. Finalmente, Azaña dimitió y Alcalá-Zamora convocó nuevas elecciones en noviembre de 1933.

Ámbito Cultural

En el ámbito cultural, la Segunda República promovió la educación y la cultura con iniciativas como las Misiones Pedagógicas y el teatro ambulante La Barraca, de Lorca. Intelectuales como Ortega y Gasset, Marañón y Pérez de Ayala apoyaron inicialmente la República, pero pronto se mostraron críticos. La Generación del 27, en cambio, se identificó con el proyecto republicano.

Reacciones

El Bienio Reformista suscitó fuertes reacciones: la izquierda apoyó las reformas, aunque los anarquistas se mostraban escépticos; la derecha, la Iglesia y sectores militares vieron en ellas una amenaza al orden tradicional. Esta polarización marcó el fracaso del proyecto reformista y allanó el camino hacia un periodo de reacción conservadora.

El Bienio Conservador (1933-1936) y el Frente Popular

El Bienio Radical-Cedista (1933-1936) representó un giro conservador en la Segunda República. Tras las elecciones de 1933, el Partido Radical de Lerroux formó gobierno con el apoyo de la CEDA de Gil Robles.

El Gobierno Radical-Cedista

Su gestión deshizo muchas reformas del bienio anterior: se paralizó la reforma agraria, se devolvieron tierras a los antiguos propietarios, se reintrodujo la asignación al clero y se bloqueó el avance de los Estatutos de Autonomía. La radicalización política creció en ambos bandos: la CEDA y Falange (que se unió con las JONS) se fortalecieron en la derecha, mientras que en la izquierda, los republicanos se agruparon en Izquierda Republicana y socialistas y anarquistas endurecieron su postura.

La Revolución de Octubre de 1934

La tensión culminó en la Revolución de Octubre de 1934, cuando la entrada de la CEDA en el gobierno desató una huelga general convocada por UGT. En Cataluña, Lluís Companys proclamó el Estat Català dentro de una República Federal, pero la insurrección fue sofocada y la autonomía suspendida. En Asturias, los mineros socialistas, comunistas y anarquistas tomaron la región e instauraron un gobierno revolucionario. La represión fue brutal: Franco dirigió la intervención del Ejército, con más de mil muertos y miles de detenidos. Este episodio fracturó aún más la política española.

El Frente Popular y la Escalada de Tensión

El segundo tramo del bienio estuvo marcado por el desgaste del gobierno, agravado por el escándalo de corrupción del estraperlo, que llevó a la dimisión de Lerroux en 1935 y a convocar elecciones. Las elecciones de febrero de 1936 dieron la victoria al Frente Popular, una coalición de izquierdas que incluía a republicanos, socialistas y comunistas. Su gobierno, liderado inicialmente por Azaña, aprobó la amnistía para los presos de la Revolución de 1934, restauró el Estatuto de Cataluña y retomó las reformas sociales.

Sin embargo, la polarización y la violencia aumentaron: socialistas como Largo Caballero promovían la revolución, mientras que sectores militares, liderados por el general Mola, preparaban un golpe de Estado. El asesinato de Calvo Sotelo en julio de 1936 aceleró la conspiración militar y precipitó el inicio de la Guerra Civil Española.

La Guerra Civil Española (1936-1939): Historiografía, Desarrollo y Consecuencias

La Guerra Civil Española (1936-1939) ha sido objeto de un intenso debate historiográfico.

Debate Historiográfico

  • La historiografía marxista o socialista, representada por autores como Paul Preston o Tuñón de Lara, considera que el conflicto fue consecuencia de la reacción del bloque dominante ante la pérdida de poder, la tradición intervencionista del Ejército y la polarización ideológica en una Europa convulsa.
  • En contraste, la historiografía revisionista, con figuras como Stanley Payne o Pío Moa, sostiene que la izquierda radicalizó la República y marginó a la mitad conservadora del país, lo que unido a la violencia política y al fraude electoral de 1936 desembocó en el golpe militar.

Desarrollo Bélico

El conflicto comenzó el 17-18 de julio de 1936 con un golpe de Estado militar que fracasó en las principales ciudades, derivando en una guerra entre los sublevados (nacionales) y los republicanos.

Primera etapa (julio 1936 – marzo 1937)

Los nacionales cruzaron el Estrecho con ayuda alemana e italiana, avanzaron por Andalucía y Extremadura y cercaron Madrid, aunque fracasaron en su toma.

Segunda etapa (marzo – octubre 1937)

El bando franquista centró su ofensiva en el Norte, con la toma de Bilbao, Santander y Gijón, apoyado por la aviación alemana en el bombardeo de Guernica.

Tercera etapa (octubre 1937 – abril 1939)

Franco aisló Cataluña tras la batalla del Ebro y lanzó la ofensiva final sobre Barcelona. El 5 de marzo de 1939, el general Casado intentó negociar la rendición republicana, pero Franco exigió una capitulación incondicional. El 1 de abril de 1939, con la toma de Madrid, la guerra concluyó con la victoria franquista.

Consecuencias

Las consecuencias fueron devastadoras:

  • Demográficas: La guerra dejó unos 300.000 muertos, además de 500.000 exiliados, principalmente en Francia, México y Argentina.
  • Económicas: La destrucción de infraestructuras y la falta de reservas de oro provocaron un largo período de escasez y racionamiento.
  • Políticas: Franco estableció una dictadura autoritaria y centralista, con aislamiento internacional hasta 1950.
  • Sociales: Se intensificó la división entre vencedores y vencidos, con represión institucionalizada a través de leyes como la de Responsabilidades Políticas (1939).
  • Culturales: El exilio de científicos, intelectuales y artistas (como Picasso o Buñuel) supuso un retroceso en el desarrollo intelectual del país.

Evolución Política y Económica Durante la Guerra Civil

Durante la Guerra Civil Española, la evolución política en las dos zonas siguió caminos opuestos.

Zona Republicana

Tras el fracaso del golpe de Estado, se sucedieron tres gobiernos:

  1. Gobierno de José Giral (julio-septiembre de 1936): Armó a los obreros, lo que desató una revolución descontrolada y violencia contra sectores conservadores y religiosos.
  2. Gobierno de Largo Caballero (septiembre de 1936 – mayo de 1937): Intentó restaurar el orden con la creación del Ejército Popular y la disolución de los comités revolucionarios, pero la guerra interna entre comunistas y anarquistas debilitó aún más al gobierno.
  3. Gobierno de Juan Negrín (mayo de 1937 – marzo de 1939): Reforzó la disciplina militar y apostó por la resistencia prolongada, esperando la intervención extranjera con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, pero su estrategia fracasó.

Zona Sublevada

Franco consolidó rápidamente su poder. La Junta de Defensa Nacional (julio de 1936) organizó el gobierno, pero la victoria en el Alcázar de Toledo permitió que Franco fuera nombrado Jefe del Estado y Generalísimo (octubre de 1936). Con el Decreto de Unificación (abril de 1937), creó un partido único, la Falange Española Tradicionalista y de las JONS, con apoyo de la Iglesia, que legitimó la guerra como una “cruzada”. En enero de 1938, estableció su primer gobierno en Burgos, con militares, falangistas y monárquicos, sentando las bases de la dictadura.

Situación Económica

  • Zona Republicana: Sufrió escasez y desorganización. La colectivización de fábricas y tierras en Cataluña y Aragón causó una caída productiva. La inflación se disparó tras la impresión masiva de billetes y el envío del oro del Banco de España a la URSS.
  • Zona Sublevada: La economía fue más estable, con apoyo financiero de empresarios y terratenientes, control de regiones agrícolas y mineras y créditos de Alemania, Italia y EE.UU.

Dimensión Internacional

  • República: Recibió ayuda de la URSS y las Brigadas Internacionales, pero la política de no intervención de Francia y Reino Unido limitó su apoyo.
  • Bando Sublevado: Franco obtuvo tropas y armamento de Alemania, Italia y Portugal, lo que le permitió imponerse militarmente y garantizar la victoria nacional.

Fundamentos Ideológicos del Régimen Franquista

El régimen franquista (1939-1975) se configuró como una dictadura personalista y autoritaria que fue adaptando sus fundamentos ideológicos a lo largo del tiempo según las circunstancias políticas internacionales. A diferencia de otros regímenes totalitarios como el fascismo italiano o el nazismo alemán, el franquismo no se basó en una ideología única y definida, sino en una combinación de principios que evolucionaron para garantizar la estabilidad del sistema.

Adaptación Ideológica

En sus inicios, durante la Segunda Guerra Mundial, mostró una clara influencia fascista y una afinidad con las potencias del Eje, pero tras la derrota de estas en 1945, modificó su discurso para alinearse con Occidente en el contexto de la Guerra Fría, destacando su carácter anticomunista y nacional-católico.

Pilares Fundamentales (Primera Etapa)

En la primera etapa del franquismo, hasta 1945, el régimen mostró una fuerte influencia de las doctrinas totalitarias europeas. Se consolidó una visión tradicionalista de España basada en la exaltación de la religión, la familia y la propiedad privada, en oposición a los valores republicanos y liberales. Además, el nacional-sindicalismo, heredado de la Falange, defendía un Estado corporativo y una estructura política jerárquica en la que Franco, como Caudillo, asumía un liderazgo absoluto. El militarismo, por su parte, se convirtió en un pilar fundamental del régimen, ya que el Ejército desempeñó un papel central en el gobierno y en la vida cotidiana de la sociedad, impregnando la educación y las organizaciones juveniles con valores castrenses como la disciplina y la obediencia.

Reorientación (Posguerra y Guerra Fría)

El final de la Segunda Guerra Mundial y el inicio de la Guerra Fría supusieron un punto de inflexión en la evolución ideológica del franquismo. A medida que el fascismo europeo desaparecía, el régimen buscó distanciarse de su pasado filofascista y redefinió su discurso en torno al nacional-catolicismo. Se reforzó la alianza con la Iglesia, que pasó a tener un papel determinante en la vida política y social del país. El catolicismo se convirtió en el principal pilar ideológico del régimen. La firma del concordato con el Vaticano en 1953 consolidó esta estrecha relación y contribuyó al reconocimiento internacional del franquismo.

En este nuevo contexto, el anticomunismo se convirtió en otro de los fundamentos esenciales del régimen. La creciente tensión entre Estados Unidos y la Unión Soviética llevó a Franco a presentarse como un firme defensor del orden frente a la amenaza comunista, lo que facilitó su acercamiento a las potencias occidentales. A pesar de su aislamiento inicial, España fue integrándose progresivamente en el bloque occidental gracias a su valor estratégico en el enfrentamiento entre los dos grandes bloques. En 1953, la firma de los Pactos de Madrid con Estados Unidos permitió la instalación de bases militares estadounidenses en territorio español a cambio de apoyo económico y militar, lo que marcó el fin del aislamiento internacional del régimen.

Esencia Antiliberal

A pesar de estos cambios, el franquismo nunca abandonó su esencia antiliberal. Desde sus inicios, el régimen rechazó el parlamentarismo y el sistema de partidos, estableciendo un modelo de poder concentrado en la figura de Franco, quien ejercía simultáneamente el poder legislativo, ejecutivo y militar. Aunque en 1945 se promulgó el Fuero de los Españoles, una aparente declaración de derechos, y la Ley del Referéndum, que permitía la consulta popular en plebiscitos, en la práctica estas medidas solo servían para dar una imagen de apertura sin alterar el carácter dictatorial del régimen.

Con el paso de los años, el franquismo evolucionó desde un sistema de corte fascista y militarista hacia un modelo más tecnocrático, impulsado por la necesidad de modernización económica y de integración en la comunidad internacional. Sin embargo, sus fundamentos ideológicos permanecieron intactos en lo esencial hasta la muerte de Franco en 1975, momento en el que se abrió el proceso de Transición hacia la democracia.

Institucionalización, Relaciones Internacionales y Etapas del Franquismo

Desde el final de la Guerra Civil, Franco buscó dotar de una estructura legal y política a su régimen a través de las Leyes Fundamentales, que establecieron los principios del franquismo y garantizaron su continuidad.

Marco Legal: Las Leyes Fundamentales

Estas leyes definieron un sistema basado en el autoritarismo y la ausencia de democracia, eliminando el sufragio universal y sustituyéndolo por una “democracia orgánica”, en la que la representación se realizaba a través de la familia, el municipio y el sindicato. Entre estas leyes destacan:

  • El Fuero del Trabajo (1938): Organizaba la estructura laboral sin derecho a huelga.
  • La Ley de Cortes (1942): Creaba un parlamento sin funciones legislativas reales.
  • El Fuero de los Españoles (1945): Una declaración de derechos sin garantías efectivas.
  • La Ley de Sucesión (1947): Preveía la restauración monárquica bajo el control de Franco.

La institucionalización del régimen culminó con la Ley Orgánica del Estado (1967), que intentó dar una apariencia de normalidad institucional separando las figuras de Jefe de Estado y Presidente del Gobierno, aunque el poder seguía concentrado en Franco.

Apoyos Sociales y Políticos (“Familias” del Régimen)

El régimen contó con el respaldo de diversas “familias” políticas, entre ellas:

  • El Ejército: Clave en su instauración pero perdió influencia con el tiempo.
  • La Iglesia: Reforzó su papel con el concordato de 1953 y controló la educación y la moral pública.
  • La Falange: Funcionó como el único partido oficial bajo el Movimiento Nacional.

A estos grupos se sumaron sectores sociales como la oligarquía agraria e industrial, la burguesía de provincias y, desde los años 50, la burguesía industrial vasca y catalana, que vieron en el franquismo una oportunidad para la estabilidad y el desarrollo económico.

Relaciones Internacionales

El franquismo atravesó tres etapas diferenciadas:

  1. Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945): Aunque España se declaró no beligerante, Franco mostró su simpatía por las potencias del Eje (enviando la División Azul a la URSS). En 1943 optó por la neutralidad.
  2. Aislamiento internacional (1945-1950): Debido a su vinculación con el fascismo, España fue excluida de la ONU en 1946. Solo Portugal y Argentina mantuvieron relaciones estrechas.
  3. Apertura y reconocimiento (1950-1975): La Guerra Fría cambió la actitud de Occidente. En 1953 se firmaron los Pactos de Madrid con EE.UU. y el concordato con la Santa Sede. En 1955, España ingresó en la ONU y, en 1959, la visita del presidente Eisenhower consolidó la relación con Estados Unidos. España entró en la OCDE y fortaleció lazos con América Latina y países árabes, pero no logró entrar en la CEE.

Etapas Políticas

El franquismo se divide en dos grandes etapas políticas:

  • Primer franquismo (1939-1959): Inicio marcado por la represión y la influencia de la Falange (“periodo azul”). Años 40: aislamiento internacional y autarquía agravaron la crisis económica. Años 50: Lento proceso de apertura, incorporación de tecnócratas del Opus Dei al gobierno.
  • Segundo franquismo (1959-1975): Modernización económica (Plan de Estabilización de 1959, planes de desarrollo) y mayor integración internacional. Crecimiento industrial y transformación social. Mantenimiento del control político (Ley de Principios del Movimiento Nacional, 1958). Años 70: Crecimiento de la oposición y protestas, debilitando el régimen.

La muerte de Franco el 20 de noviembre de 1975 puso fin a la dictadura y abrió el camino a la Transición democrática.