La Triple Crisis de 1917
La tensión política llegó a un punto culminante, ya que la reforma constituyente de la España de la Restauración era inminente en muchos sectores, como la fuerza creciente del catalanismo político o la coalición republicano-socialista. Sin embargo, la tensión política creció aún más en tiempos de protesta organizada por una parte del ejército y la movilización revolucionaria del movimiento obrero. El cambio político y la presión revolucionaria condujeron a lo que se conoce como la crisis de la Restauración. A partir de 1917 fue imposible mantener el juego político del turno entre los partidos liberal y conservador, heredado del siglo anterior.
Las Juntas Militares de Defensa
Canalizaron la protesta de una parte muy importante de los oficiales de baja graduación del Arma de Infantería del Ejército. El núcleo inicial y más importante fue Barcelona desde 1916. Las quejas se fundamentaban frente al poder de la alta oficialidad, que vivía de los beneficios de proximidad a la corona o de las ventajas del ejército colonial africano, ya que recibía la mayor parte del presupuesto de defensa. Las causas de la protesta eran múltiples. La guerra europea, con la atención evidente por los temas militares, se centraba en temas internos como los ascensos. Estos motivos provenían de los cambios que la guerra provocaba en la vida en las ciudades. El costo de vida aumentaba, los sindicatos obtenían beneficios y estos militares se encontraban desprotegidos ante el encarecimiento.
El malestar fue expresado por las juntas con proclamas, manifiestos y artículos periodísticos de tono radical para hacer frente a la corrupción, la inestabilidad política y la falta de implicación social. Esto se agravó cuando las juntas, extendiéndose hacia el resto de España, quisieron controlar el movimiento, incluso encarcelando a algunos de sus jefes.
La presión militar fue muy fuerte y la aprovecharon los sectores del partido conservador de Juan de la Cierva. Así, los militares ayudaron al gobierno a reprimir al movimiento sindicalista, a cambio, el gobierno reformó el reglamento militar, introduciendo medidas para el ascenso de grado y de salario según la antigüedad.
La Asamblea de Parlamentarios
La protesta militar dio pie a pensar que el ambiente era favorable al cambio político. Algunos sectores políticos, además, pensaban que era imprescindible la modernización política y que había que poner fin al recurso de cerrar las Cortes, si no se quería naufragar en la tormenta bélica y revolucionaria que afectaba a toda Europa. Las Juntas Militares de Defensa ayudaron a extender la sensibilidad regeneracionista.
En este ambiente, y con el apoyo de la Liga Regionalista, Francesc Cambó encabezó un movimiento de reforma que, además, pretendía asociar a la concesión de la autonomía para Cataluña. Aunque no disponía de la ayuda de Maura y sus seguidores, Cambó propuso la convocatoria de una reunión de parlamentarios para que discutieran la reforma constitucional. La noticia de la caída del zar ruso se presentó como el ejemplo de lo que pasaba cuando el poder se empeñaba en no moverse, desoyendo las demandas populares.
A principios de julio de 1917 se pidió la reapertura urgente de las Cortes y, como no se produjo, se convocó para el día 19 una reunión de parlamentarios en Barcelona. A pesar de ser considerada ilegal por el gobierno, la reunión se hizo como un acto testimonial, y antes de ser disuelta por la policía, acordó la apertura de un proceso constituyente y un gobierno de emergencia, hecho sobre la base de la colaboración de todas las fuerzas políticas.
Las Juntas Militares, sin embargo, se negaron a colaborar en él, y todos los sectores conservadores se asustaron. Ese mismo verano se produjeron movilizaciones obreras importantes. Aunque se hizo una segunda reunión en Madrid en el mes de octubre, este movimiento político fracasó.
La Huelga Revolucionaria
La conflictividad social impactó no tanto por el volumen y la violencia como por el carácter político que adquirió, y porque coincidió con las otras dos crisis (política y militar), dando la sensación de que el país se encontraba en las puertas de la crisis total y de la revolución.
La colaboración entre el sindicato anarcosindicalista CNT y el socialista UGT venía de finales de 1916. Durante 1917 se repitió y se añadieron los sectores políticos del republicanismo y del mismo socialismo (PSOE). Todos unidos hicieron coincidir las reivindicaciones sociales con las peticiones de reforma política hechas por las Juntas Militares y el movimiento parlamentario.
La huelga estalló el 13 de agosto, alcanzó su punto máximo el día 15 y el 19 ya estaba sofocada del todo. De hecho, sólo tuvo una incidencia real en Asturias, Vizcaya y Cataluña. En la zona norte, la represión fue dirigida por el joven comandante Francisco Franco; y en Cataluña, por el coronel Márquez, que había sido el jefe de las Juntas Militares. La represión sobre los sectores políticos de la conjunción republicano-socialista también fue notable. Solo en el área de Barcelona, los hechos produjeron treinta y tres muertos y un centenar de heridos, además de innumerables detenciones.
La radicalización política era un hecho. Bajo el impulso de la Internacional Comunista, en noviembre de 1921 se creó el Partido Comunista de España, con un núcleo importante de gente surgida del socialismo, sobre todo de las Juventudes Socialistas. Entre 1917 y 1920, una ola importante de protestas y revueltas en el campo terminó de proporcionar esta sensación generalizada de crisis.