España en Crisis: Alfonso XIII, Marruecos y el Trienio Bolchevique

Alfonso XIII y la Crisis del Sistema de la Restauración: Fuerzas de Oposición

La crisis del 98 y la corrupción del sistema político extendieron un sentimiento de crisis de la conciencia nacional en el ámbito intelectual. Teóricamente, España era una monarquía constitucional democrática y pluripartidista gracias al sufragio universal y a los derechos recogidos en la Constitución de 1876. En la práctica, un corrupto sistema electoral fundamentado en el caciquismo hacía que una oligarquía política detentara el poder para mantener un orden social injusto. En resumen, la situación de España no era la apropiada para el desarrollo de un estado democrático.

El gran problema social del país era que la mayor parte de la población era pobre y prácticamente analfabeta, y su subsistencia básica pendía en muchas ocasiones de un hilo. La mayor parte de la riqueza se concentraba en un pequeño grupo de personas que, por ineficacia o por falta de interés, no ponían en marcha las reformas necesarias para impulsar el país hacia una modernidad que posibilitara la industrialización y el desarrollo. Con una gran parte de la población sumida en estas circunstancias era muy difícil desarrollar un sistema realmente democrático.

Joaquín Costa encabezó una corriente de pensamiento, el regeneracionismo, que en literatura dio lugar a la generación del 98, y de la que se convirtió en figura principal, con libros como “Oligarquía y caciquismo” que denunciaba la situación política y social de España. Sus propuestas pasaban por mejorar la educación, europeizar el país, descentralizarlo y realizar mejoras en obras públicas y agricultura. Esta tarea la debían llevar a cabo las clases medias y la clase obrera conducidas por un fuerte liderato. Este movimiento tuvo su reflejo en la actividad política y aparecieron una serie de gobiernos entre 1899 y 1912 que recogieron parte de este ideario pero sin establecer reformas estructurales: es decir, intentaron regenerar el sistema pero sin transformarlo.

Entre los políticos más importantes de esta corriente están:

  • Antonio Maura: Presidente del gobierno entre 1907-1909. Había tenido como precedente regeneracionista el gobierno conservador de Francisco Silvela de 1899-1900 y el del General Polavieja de 1902-1905, que realizaron legislación social, reformas en la política presupuestaria y proyectos para descentralizar el Estado. Maura presidió un gobierno moderado cuyo lema era “hacer la revolución desde arriba” para evitar que la hagan los de abajo. Es decir, hacer reformas en el sistema para mantenerlo. No eliminó el caciquismo, pero hizo importantes reformas legales como la Ley de Reforma Electoral de 1907, dio una mayor autonomía en la administración local, estableció medidas intervencionistas en economía y desarrolló una legislación social, que por ejemplo, establece el descanso dominical.

El gobierno de Maura se enfrentó a la primera gran crisis del reinado de Alfonso XIII: la Semana Trágica (crisis de 1909), relacionada con el problema de Marruecos.

Desde 1906, el norte de Marruecos estaba bajo tutela española, ya que, ante la disputa entre Francia y Alemania por su posesión, en la Conferencia de Algeciras se había resuelto conceder esta posesión para que el norte del Estrecho no cayese en manos de ninguna de las dos grandes potencias.

El ejército español trataba de establecer en la zona un orden favorable a los intereses económicos de las empresas nacionales, y, en esta coyuntura, una unidad española fue exterminada en una emboscada en el Gurugú (macizo situado en el entorno de Melilla) cuando trataba de proteger las obras de construcción de un ferrocarril minero. Los hechos son conocidos como el desastre del Barranco del Lobo. Maura decide entonces el envío de tropas reservistas a Melilla a través del puerto de Barcelona, en julio de 1909. Se inicia entonces la conocida como “Semana Trágica”. Ante la salida de los soldados, comienza una protesta popular que tendría su punto álgido en la huelga general del 24 de julio. Esta huelga degenera en una insurrección popular de carácter antimilitar y anticlerical. Las protestas son convocadas por el movimiento obrero y apoyada por los republicanos de Lerroux, pero el gobierno las ahoga por la fuerza al declarar el estado de guerra, lo que le permitió una intervención militar que originó 100 muertos y 500 heridos. La represión continúa después de la Semana Trágica, cometiéndose muchas arbitrariedades como la ejecución de Francesc Ferrer i Guàrdia (pedagogo anarquista fundador de la “Escuela Moderna”). Esto provocó el desprestigio del gobierno y de la monarquía y forzó la dimisión a Maura.

  • José Canalejas (1910-12): Liberal que presidió el último gobierno regeneracionista, que fue de los más sinceros, al tratar de realizar importantes reformas. Trató de frenar la influencia de la Iglesia, separándola del Estado, y aprobando en 1910 la Ley de Asociaciones Religiosas, que limita la creación de nuevas Órdenes; procuró liberalizar el sistema educativo; realizó legislación social regularizando las condiciones de trabajo; abolió el impuesto sobre el consumo; trató de establecer la obligatoriedad del servicio militar, evitando las redenciones en metálico; apoyó el regionalismo preparando un proyecto de mancomunidades provinciales para Cataluña que se aprobará en 1913. Pero el proyecto regeneracionista se viene abajo con el atentado anarquista en el que muere Canalejas. Nadie recogerá su testigo y comienza una etapa de inestabilidad política.

Entre los problemas que motivarían el fracaso del regeneracionismo estarían:

  • El problema social: Cada vez hay más agitación entre el campesinado sin tierra y los trabajadores industriales organizados por el movimiento obrero. En estos años hay un crecimiento de la UGT y se crea la CNT, de inspiración anarquista, en 1910. Estas organizaciones atacan el injusto orden social mediante huelgas de carácter nacional, manifestaciones y ocupaciones de tierras. Algunos grupúsculos, especialmente anarquistas, realizan acciones terroristas.
  • La decadencia del turnismo: El sistema bipartidista se resquebraja ante la falta de líderes carismáticos. El partido conservador quedó dividido tras el asesinato de Cánovas en 1897 y la defenestración de Maura en 1909; entre los Liberales ocurrirá lo mismo a la muerte de Sagasta en 1903 y después del asesinato de Canalejas en 1912.
  • El intervencionismo de Alfonso XIII: Sus intromisiones contribuyen a la inestabilidad.
  • El descontento del ejército, que recelaba del sistema y del regionalismo, y que hacía temer un golpe de estado.

La Intervención en Marruecos, Repercusiones de la Primera Guerra Mundial y la Crisis de 1917

Entre 1912 y 1917, diferentes motivos provocan que vaya creciendo la tensión en el país:

  • Aumenta la inestabilidad política ante la disgregación en facciones de los principales partidos, ya que esta situación provoca la formación de gobiernos de coalición débiles y sin mayoría parlamentaria. Incluso se llega a cerrar periódicamente las Cortes. El sistema de turnos de partidos queda definitivamente roto.
  • El impacto de la I Guerra Mundial (1914-1918), conflicto en el que España es neutral, pero que genera especulación e inflación. Los primeros años, la contienda supuso un empuje económico debido al aumento de las exportaciones a los países beligerantes; sin embargo, esto provocó un aumento de precios y carencia de productos en el interior, situación que se agrava al contraerse la demanda en 1917. Lógicamente, las consecuencias de la crisis económica son padecidas básicamente por los trabajadores, lo que originará conflictividad social.

Esta tensión estallará en el verano de 1917, y tendrá un triple aspecto:

  • El malestar en el ejército por la inestabilidad política, los bajos salarios y la Ley de Ascensos de Guerra, que favorece a los africanistas, lleva a algunos grupos de oficiales a formar Juntas de Defensa. Son agrupaciones de militares encaminadas en principio a la defensa de sus intereses, pero que al ser legalizadas aumentarán las posibilidades de injerencia del ejército en la vida civil.
  • La crisis política se manifiesta en la creación de la Asamblea de Parlamentarios en julio, por un grupo de diputados descontentos por el cierre de las Cortes. Formada en Barcelona, acudieron regionalistas, un sector de los liberales y buena parte de los diputados de izquierda. La Asamblea reclamaba el fin del sistema y la redacción de una nueva Constitución.
  • La CNT y la UGT, aprovechando la complicada situación general, convocan la Huelga General revolucionaria (13 de agosto), para conseguir un cambio político. La huelga será objeto de una durísima represión, con 70 muertos, 700 heridos y unos 2.000 detenidos.

El miedo a la revolución social (hay que considerar que la huelga coincide con la Revolución Rusa, que ha situado a un partido obrero en el poder y ha alterado totalmente el orden económico y social en el país), hace que la Asamblea se disuelva, y que las Juntas apoyen al gobierno moderado en la represión contra la huelga.

Los acontecimientos de 1917 dejan muy debilitado al sistema. Sus últimos años se caracterizan por:

  • La inestabilidad política, manifestada en la creación de Gobiernos de Concentración, la respuesta de las oligarquías centralistas y regionalistas al movimiento obrero. Estarán formados por liberales, conservadores y la Lliga regionalista de Cataluña, y, aunque efectuaron algunas reformas, en general fueron un rotundo fracaso, habiendo trece gobiernos en cinco años. De parte de su fracaso fue responsable el ejército, apoyado por el Rey.
  • La crisis económica, especialmente dura desde 1919 por el fin de la guerra; la contracción de la demanda supuso el cierre de empresas y la bajada de salarios.
  • La creciente conflictividad social, cada vez mayor tanto por la crisis económica como por influencia de la revolución bolchevique. Estaba dirigida por la UGT y la CNT, que contaban, respectivamente, con 200.000 y 70.000 afiliados. Actuaban tanto en las zonas industriales de Asturias, País Vasco, Cataluña y Madrid como entre los jornaleros andaluces. La fuerza del movimiento obrero provocará fenómenos como el llamado “trienio bolchevique” andaluz (1918-1920), con numerosas huelgas y ocupaciones de tierras duramente reprimidas, o como el nacimiento del “pistolerismo” en Barcelona, una forma de violencia social ejercida por los patronos contra los sindicalistas con el concurso de mafias muy violentas.