España en el Primer Tercio del Siglo XX: Demografía, República y Reformas

Factores de la Evolución Demográfica de España en el Primer Tercio del Siglo XX

La transición demográfica se produjo en nuestro país en el primer tercio del siglo XX, con retraso respecto a otros países de Europa occidental, en los que este proceso tuvo lugar en el último tercio del siglo XIX. En España, la caída de las tasas de mortalidad y de natalidad fue simultánea, mientras que en los países industrializados la reducción de la Tasa de Mortalidad precedió al descenso de la Tasa de Natalidad. A pesar de todo, el descenso más rápido de la mortalidad que de la natalidad explica que la población experimentase un importante crecimiento. Esta fue la clave de la modernización demográfica de España que se prolongaría hasta la segunda mitad del siglo XX.

Crecimiento de la Población Española

Desde finales del siglo XIX comenzó el descenso de la Tasa de Mortalidad (del 29‰ en 1900 al 17‰ en 1930) y en particular de la Tasa de Mortalidad Infantil (de 204 fallecidos de menos de un año por cada mil nacidos en 1900 a 117 en 1930), por lo que aumentó la Esperanza Media de Vida al nacer de 35 años en 1900 a 50 en 1930.

Los factores que contribuyeron a ese descenso fueron:

  • La práctica desaparición de mortalidad catastrófica, con la excepción de la letal epidemia de gripe de 1918.
  • La mejora de las necesidades básicas (alimentación, vestido y vivienda).
  • La mejora de los servicios públicos higiénicos y sanitarios, de limpieza, alcantarillado y agua potable.

Estas mejoras atenuaron e incluso acabaron con las enfermedades infectocontagiosas (diarreas y gastroenteritis) que causaban la mayor parte de las defunciones, sobre todo en la infancia.

Por su parte, el descenso de las tasas de natalidad fue más lento (del 34‰ en 1900 al 28‰ en 1930) y se debió a la modernización de la vida urbana y la incipiente incorporación de la mujer al trabajo no doméstico, hecho que favoreció el control de la natalidad con medidas anticonceptivas elementales.

El tardío pero intenso descenso de la mortalidad elevó las tasas de crecimiento natural a nivel de las europeas del siglo XIX (por encima del 1% anual).

Movimientos Migratorios y Proceso de Urbanización

Los movimientos migratorios, tanto los interiores como los exteriores, se multiplicaron a partir de fines del siglo XIX. En los primeros años del siglo XX aumentó de forma muy notable la emigración a ultramar (Cuba, Argentina, …), teniendo un espectacular aumento hasta 1914 por el comienzo de la Gran Guerra. El proceso migratorio interior estuvo íntimamente relacionado con el progreso del sector industrial y terciario y con el desarrollo urbano de este periodo.

El proceso de urbanización comenzó en la segunda mitad del siglo XIX y se aceleró a partir de las décadas de 1910 y 1920 por el desarrollo de la industria. En 1930 Madrid y Barcelona superaban ya el millón de habitantes y diez capitales de provincia, los 100.000 habitantes. Entre 1900 y 1930 la población urbana creció pero todavía España estaba lejos de la tasa de urbanización de los principales países industriales europeos.

La modernización demográfica y económica se reflejó también en la distribución de la población activa con un descenso en la agricultura y una creciente mano de obra industrial y de servicios.

Causas de la Proclamación de la Segunda República y Dificultades Económicas

La monarquía de Alfonso XIII, estrechamente vinculada al desacreditado sistema político de la Restauración y a la experiencia de la dictadura, era incapaz de renovarse y por tanto satisfacer la demanda de gran parte de la sociedad española.

La causa inmediata de la caída de la monarquía y la proclamación de la república fueron unas elecciones municipales celebradas el 12 de abril de 1931, en las que triunfó la conjunción republicano-socialista en la mayor parte de las provincias y grandes ciudades españolas donde el poder caciquil era mucho menor. El triunfo de la conjunción republicano-socialista se interpretó como un rechazo a la monarquía, por lo que Alfonso XIII decidió abandonar España. El 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República.

La economía española, aunque estaba fuertemente protegida por una política arancelaria, era dependiente de los países desarrollados, por lo que la crisis internacional tuvo también consecuencias:

  • Contracción del comercio exterior y de las exportaciones.
  • Colapso de las inversiones extranjeras en España.
  • Interrupción de la emigración a América y aumento del retorno de muchos emigrados, lo que supuso un considerable incremento del desempleo en España.

Aunque la economía de la Segunda República se desenvolvió en un escenario de crisis internacional, sus principales problemas no vinieron tanto de la situación exterior como del comportamiento de los agentes internos. La desconfianza y el boicot de terratenientes y capitalistas, por un lado, y la radicalización y conflictividad social de campesinos y obreros, por otro, se reforzaron mutuamente y generaron un clima de incertidumbre poco propicio para el desarrollo de la economía.

Apoyos y Oposición a la República

Los apoyos a la República provenían de:

  • Los partidos y sindicatos obreros (PSOE, PCE, UGT e, inicialmente, la CNT).
  • Sectores de la izquierda burguesa y clases medias con ansias de renovación (Izquierda Republicana, …).
  • Los nacionalismos periféricos (Esquerra Republicana de Catalunya, PNV, …).

Todos tenían en común el rechazo al corrupto sistema de la monarquía y sus deseos de transformar el país.

En la oposición se encontraron:

  • Los Anarquistas (FAI-CNT) que, tras un inicial apoyo a la República, pronto la declararon tan enemiga de la clase obrera como cualquier otra forma de Estado.
  • Los partidos de derechas: la derecha monárquica y antirrepublicana (Partido Carlista y Renovación Española) y la extrema derecha totalitaria (Falange Española de las JONS). También hubo una derecha posibilista que quería crear una República conservadora.
  • La Iglesia y una parte del Ejército. El Ejército se dividió entre partidarios y enemigos de la República. A la Iglesia le preocupaba la política laicista de la República.

Reformas Impulsadas Durante el Bienio Reformista (1931-1933)

El Bienio Reformista (1931-1933) impulsó una política general de reformas cuyo objetivo era la modernización y democratización del país.

  • Reforma Religiosa

    El gobierno quería establecer una clara separación Iglesia-Estado y reducir la influencia de la Iglesia Católica en la sociedad española. Para ello desarrolló una serie de leyes en cumplimiento de los principios secularizadores de la constitución: Ley del Divorcio, Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas.

  • Reforma Educativa

    La reforma educativa pretendía que la educación gratuita y laica fuera un derecho universal. Entre 1931 y 1933 se construyeron unas 13.000 escuelas y aumentó el número de maestros de 36.000 a 51.000.

  • Reformas Laborales

    El socialista Francisco Largo Caballero aprobó leyes que mejoraban la situación de los trabajadores, como la Ley de Contratos de Trabajo y la Ley de Jurados Mixtos.

  • Reforma Territorial: los Estatutos de Autonomía

    La Constitución intentó resolver el problema territorial mediante el reconocimiento del derecho a la autonomía de las regiones. Regiones como Cataluña, País Vasco y Galicia comenzaron a promover sus estatutos de autonomías, logrando Cataluña la autonomía efectiva en una serie de competencias.

  • Reforma del Ejército

    Sus objetivos fueron ganarse la fidelidad del Ejército para la República y aumentar su eficacia. Se creó la Guardia de Asalto, que es el antecedente lejano e indirecto de la actual Policía Nacional.

  • Reforma Agraria

    Era sin duda el proyecto económico y social de mayor magnitud que debía acometer la República, y además con urgencia, para paliar la situación de los campesinos. Se tardó muchísimo en aprobar la Ley de Reforma Agraria.