España en el Primer Tercio del Siglo XX: Guerra Mundial, Marruecos y Dictadura

España y la Primera Guerra Mundial

Supuso el debate político e ideológico constante entre los partidarios de las potencias centrales y los partidarios de las potencias aliadas. Este debate alteró la política nacional y se fue agravando conforme avanzaban los años de la guerra. En principio, supuso el relanzamiento económico por las peticiones de los países en guerra de todo tipo de productos.

La situación del país fue empeorando porque fueron aumentando las diferencias entre las clases sociales: el enriquecimiento de unos pocos y las graves dificultades de las clases obreras y campesinas provocaron aún mayor malestar social debido a la subida de los precios de productos básicos. Esta situación de tensión social contribuyó a la huelga general de 1917. Una vez que la guerra finalizó…

La Cuestión de Marruecos

Tras un periodo de calma durante la Primera Guerra Mundial, las autoridades españolas decidieron reemprender sus acciones militares para afianzar el territorio. En el sector occidental, con base en Ceuta y Tetuán, la intervención española tuvo éxito, pero en el sector oriental las cabilas ofrecieron una gran resistencia. El general Silvestre inició una campaña, en julio de 1921, para controlar el territorio alrededor de Melilla.

Las cabilas rifeñas, dirigidas por Abd-El-Krim, atacaron por sorpresa el puesto español de Annual. La derrota fue fulminante, el general Silvestre ordenó la retirada general que se convirtió en una carnicería: murieron alrededor de 14.000 hombres y se perdió todo el territorio que se controlaba hasta Melilla.

La impopularidad de la empresa marroquí, agravada por el “Desastre de Annual” crispó a la opinión pública que culpó al gobierno y al ejército de este desastre. El gobierno dimitió y se inició una investigación. El informe llamado el “Expediente Picasso” contó con la clara oposición del ejército y llegaba, en sus conclusiones, a inculpar a la propia persona de Alfonso XIII.

La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)

En 1923, Primo de Rivera dio un golpe de estado y el rey Alfonso XIII le encomendó un nuevo gobierno, integrado por militares.

Factores del Golpe de Estado

El ejército se encontraba dividido entre los miembros que habían pertenecido a las Juntas de Defensa y los africanistas. El propio ejército intentaba evitar las repercusiones políticas del Desastre de Annual. Al intervencionismo del ejército, se unía la preocupación de la oligarquía en el poder, que veía en la agitación social constante un grave peligro para sus intereses económicos. El golpe de estado significaba paralizar el proceso de democratización del régimen político. La dictadura militar de Primo de Rivera contó con el apoyo de la gran masa neutra del país. El movimiento obrero reaccionó de forma tranquila e incluso los socialistas aceptaron colaborar con el régimen en los primeros años.

El Directorio Militar: Reformas Políticas (1923-1925)

Las primeras medidas:

  • Suspensión del régimen constitucional.
  • Disolución de las Cortes.
  • Cese de las autoridades civiles.
  • Prohibición de las actividades de los partidos políticos y sindicatos.
  • Militarización del orden público y represión del mundo obrero más radical: cenetistas y comunistas.
  • Elaboración de un Estatuto Municipal y otro provincial para liquidar el caciquismo.

Creación de la Unión Patriótica

Creación de un único partido llamado la Unión Patriótica.

La Cuestión de Marruecos bajo la Dictadura

Primo de Rivera debía resolver una cuestión pendiente: Marruecos. Su actuación fue rápida y de gran éxito. Tras un acuerdo con Francia, consiguió liquidar la rebelión de Abd El Krim mediante la victoria hispano-francesa del Desembarco de Alhucemas (1925). Fue el éxito más importante de la dictadura.

El Directorio Civil: Reformas Económicas (1925-1930)

Primo de Rivera sustituyó el Directorio Militar por un gobierno civil. Se rodeó de políticos de derechas, como José Calvo Sotelo. En el Directorio Civil, que incluyó a políticos civiles como José Calvo Sotelo, se afirmó la voluntad de construir un régimen inspirado en las dictaduras autoritarias de la Europa de entreguerras.

Se vio favorecido por la buena coyuntura económica internacional, lo que posibilitó importantes reformas económicas:

  • Gran desarrollo de las obras y servicios públicos.
  • Decreto de protección de la industria nacional.
  • Concesión de monopolios.
  • Regulación de las relaciones laborales mediante la creación de comités paritarios, formados por patronos y obreros, con el apoyo del Partido Socialista.

Estas medidas aumentaron considerablemente el déficit público.

La Oposición y la Caída de la Dictadura

La oposición a la Dictadura estuvo integrada por los republicanos, los anarquistas y comunistas, algunos sectores del ejército y la gran mayoría de los intelectuales como Unamuno, Ortega y Gasset y Menéndez Pidal. La CNT sufrió enfrentamientos internos entre los que defendían una actitud más radical y partidaria de la violencia y los que defendían posturas más negociadoras. El PSOE rechazó abiertamente al régimen y se pronunció a favor de la república.

A estas fuerzas opositoras se sumó el nacionalismo catalán aunque la Liga Regionalista apoyó a la Dictadura. La política centralista del régimen originó una fuerte oposición al mismo. Este fue uno de los problemas que no supo resolver sino agravar.

Alfonso XIII decidió retirar la confianza a Primo de Rivera. Se formó un gobierno de transición. Mientras tanto, la oposición se coordinó y firmó el Pacto de San Sebastián (1930), por el que se comprometían a formar un gobierno provisional en la futura república. El último gobierno de la monarquía preparó las elecciones municipales, fijadas para el 12 de abril. Estas elecciones se iban a convertir en un plebiscito a favor o en contra de la monarquía.

En consecuencia, el nuevo régimen llegó en un ambiente festivo. Para muchos, la República era el símbolo de las reformas políticas y sociales. La Iglesia, parte de las clases medias católicas, terratenientes, industriales y financieros reaccionaron con hostilidad frente a las primeras reformas. Las organizaciones obreras de izquierdas rechazaron la vía parlamentaria y optaron por la revolución. La depresión económica de los años treinta obstaculizó también la consolidación de la democracia.