España Siglo XIX: Regencias, Reinado de Isabel II, Revolución y Primera República

Siglo XIX en España: Regencias, Reinado de Isabel II, Revolución y Primera República

La Regencia de María Cristina (1833-1840): Del Estatuto Real a la Constitución de 1837

Cuando Fernando VII murió en 1833, su hija Isabel II era muy pequeña para gobernar, así que su madre, María Cristina, asumió el poder como regente. Para mantenerse en el trono, tuvo que apoyarse en los liberales, que querían acabar con el absolutismo. Para intentar equilibrar el poder, en 1834 aprobó el Estatuto Real, una especie de carta con algunas normas políticas, aunque sin llegar a ser una verdadera constitución. Pero la situación era difícil. Por un lado, muchos liberales exigían una verdadera constitución y no una simple carta otorgada. Por otro, estalló la Primera Guerra Carlista (1833-1839), en la que los seguidores del hermano del rey fallecido, Carlos María Isidro (los carlistas), lucharon contra los partidarios de Isabel II (los cristinos o isabelinos). La guerra tuvo tres etapas:

  1. (1833-1835): Los carlistas controlaban el norte de España (País Vasco, Navarra y Cataluña).
  2. (1835-1837): Intentaron avanzar hacia Madrid con la llamada Expedición Real, pero fracasaron.
  3. (1837-1839): El ejército isabelino tomó la iniciativa y debilitó a los carlistas.

Mientras tanto, los liberales siguieron presionando a María Cristina para que aprobara una constitución. En 1836, un grupo de soldados se sublevó en el motín de los sargentos de La Granja, obligándola a restablecer la Constitución de 1812. Para financiar la guerra, en 1836 el gobierno de Mendizábal llevó a cabo una desamortización, vendiendo propiedades de la Iglesia al mejor postor. Finalmente, la guerra terminó con el Abrazo de Vergara (1839), un acuerdo entre el líder isabelino Espartero y el general carlista Maroto, que consolidó el reinado de Isabel II.

La Regencia de Espartero (1840-1843)

Después de la guerra, Espartero se convirtió en el líder más poderoso. En 1840, María Cristina tuvo que abdicar y se fue a vivir a París. Espartero asumió la regencia, pero su carácter autoritario y sus políticas económicas (como abrir el comercio a productos ingleses) provocaron conflictos. En 1842, bombardeó Barcelona para sofocar una revuelta industrial. Finalmente, en 1843, un golpe militar lo obligó a exiliarse y el general Narváez tomó el poder.

La Mayoría de Edad de Isabel II y la Década Moderada (1844-1854)

Para evitar más regencias, en 1843 se declaró mayor de edad a Isabel II con solo 14 años. Así comenzó su reinado, con el partido moderado en el poder, liderado por Narváez. Durante esta época:

  • Se aprobó la Constitución de 1845, con un sistema político más conservador.
  • Se creó la Guardia Civil (1844) para mantener el orden en el campo.
  • Se firmó el Concordato con la Iglesia (1851), asegurando que el Estado la mantendría económicamente tras las desamortizaciones.

Sin embargo, el gobierno se volvió corrupto e ineficaz. Además, la Guerra de Crimea (1853-1856) provocó crisis económica, aumentando los precios y el descontento social.

La Vicalvarada y el Bienio Progresista (1854-1856)

En 1854, un grupo de militares dirigido por O’Donnell se sublevó en Vicálvaro, apoyados por un manifiesto escrito por Cánovas del Castillo. La protesta fue creciendo hasta que el gobierno moderado cayó, dando paso al Bienio Progresista (1854-1856), con Espartero de nuevo en el poder. Durante este período:

  • Se impulsó el ferrocarril para mejorar la economía.
  • Se fundó el Banco de España para estabilizar las finanzas.
  • Se aprobó la Desamortización de Madoz (1855), vendiendo tierras de los ayuntamientos para recaudar dinero.

Sin embargo, la inestabilidad política hizo que el bienio terminara pronto. En 1856, O’Donnell dio un golpe de Estado y expulsó a Espartero del poder.

El Gobierno de O’Donnell (1858-1863) y la Política Exterior

O’Donnell lideró un gobierno estable e impulsó más infraestructuras, pero también se lanzó a varias expediciones militares:

  • Guerra de Marruecos (1859-1860): Terminó con la victoria española en el Tratado de Wad-Ras.
  • Intervención en México (1861): España participó junto a Francia y Reino Unido, pero se retiró antes de la llegada de Maximiliano de Habsburgo.
  • Expedición a Vietnam (1862): Junto a Francia, España firmó el Tratado de Saigón.

A pesar de estos éxitos militares, la crisis económica de 1861 debilitó su gobierno y en 1863 dimitió.

El Final del Reinado de Isabel II y el Pacto de Ostende (1866)

Tras O’Donnell, Narváez volvió al poder, pero su gobierno fue muy represivo. La situación empeoró con:

  • La Noche de San Daniel (1865): Protestas estudiantiles reprimidas violentamente.
  • La sublevación del Cuartel de San Gil (1866): Un intento de golpe militar fallido.

Finalmente, en 1866, la oposición se unió en el Pacto de Ostende, con el objetivo de derrocar a Isabel II, lo que llevaría a la Revolución de 1868 y su exilio.

Las Guerras Carlistas (1833-1876)

Las luchas entre liberales y absolutistas continuaron en distintos momentos:

  1. Primera Guerra Carlista (1833-1839): Terminó con el Abrazo de Vergara.
  2. Segunda Guerra Carlista (1846-1849): Se centró en Cataluña y tuvo menor impacto.
  3. Tercera Guerra Carlista (1872-1876): Aprovechó la inestabilidad de la Primera República.

Los carlistas siguieron existiendo como movimiento político y participaron en la Guerra Civil Española (1936-1939) apoyando a Franco. Después, su influencia desapareció casi por completo, aunque hubo un último episodio en los sucesos de Montejurra (1976), durante la Transición.

La Desamortización de Mendizábal

Cuando Fernando VII murió y comenzó la guerra carlista, España tenía graves problemas económicos. En 1836, el gobierno confió en Juan Álvarez Mendizábal, un experto en finanzas, para encontrar dinero y así poder ganar la guerra. Como el Estado no tenía suficientes ingresos, decidió vender tierras eclesiásticas (propiedad de la Iglesia) para conseguir dinero. El objetivo de esta venta era financiar el ejército liberal (o cristino) que luchaba contra los carlistas. Sin embargo, hubo un gran debate sobre cómo debía hacerse. Algunos, como Flórez de Estrada y Espronceda, creían que no debía venderse en subastas públicas porque solo los ricos podían comprarlas. En su lugar, proponían un sistema que permitiera a los campesinos y antiguos arrendatarios de la Iglesia convertirse en propietarios de esas tierras, lo que les haría apoyar al nuevo régimen liberal. A pesar de las críticas, el sistema de subastas se llevó a cabo y el dinero obtenido ayudó a ganar la guerra. Sin embargo, aunque fue un éxito financiero, tuvo consecuencias negativas: no creó una nueva clase de pequeños propietarios y perjudicó a muchos campesinos, que pasaron a depender de nuevos dueños que solo buscaban obtener rentas sin mejorar la producción agrícola. Esto provocó tensiones en el campo y llevó a la creación de la Guardia Civil en 1844 para mantener el orden.

La Desamortización de Madoz

Después de la desamortización de Mendizábal, el gobierno siguió vendiendo tierras de la Iglesia en 1841, bajo el mandato de Espartero. Sin embargo, la desamortización más grande y problemática fue la de Pascual Madoz en 1855. Esta nueva desamortización no solo afectó a bienes eclesiásticos, sino también a propiedades municipales (como tierras comunales usadas por los pueblos). Estas tierras eran esenciales para muchas familias pobres, ya que les permitían obtener alimentos y recursos básicos. Además, proporcionaban ingresos a los ayuntamientos para pagar servicios como la educación y la sanidad. Al venderlas, muchos municipios quedaron sin dinero y en quiebra, lo que perjudicó a los más vulnerables.

A pesar de estas consecuencias, la desamortización de Madoz generó mucho dinero, que se usó para reducir la deuda del Estado y financiar infraestructuras como el ferrocarril.

Consecuencias de las Desamortizaciones

Las desamortizaciones tuvieron efectos negativos a largo plazo. En primer lugar, hicieron que la vida en el campo se polarizara más: los campesinos que antes trabajaban tierras de la Iglesia o comunales quedaron sin recursos y pasaron a depender de una nueva clase de grandes propietarios. Esta nueva élite agraria se convirtió en una fuerza política poderosa, controlando tanto la economía como el voto de los campesinos (lo que dio origen a los llamados “caciques”). En segundo lugar, aunque la venta de tierras aumentó la cantidad de terrenos productivos, no mejoró la producción agrícola de inmediato. De hecho, la productividad del campo apenas creció hasta la década de 1860. Los nuevos propietarios no eran innovadores ni se preocupaban por mejorar la agricultura, sino que solo buscaban obtener beneficios. En tercer lugar, aunque las desamortizaciones ayudaron a reducir la deuda del Estado y financiaron infraestructuras, no solucionaron los problemas financieros a largo plazo. Además, debilitaron a los ayuntamientos, que ya no podían pagar servicios esenciales como la educación y la salud, lo que empeoró la calidad de vida en los pueblos.

Apostillas o Aclaraciones

  1. El supuesto atraso del campo español: Durante mucho tiempo se ha dicho que la agricultura española estaba atrasada, pero algunos historiadores han comenzado a cuestionar esta idea. La producción agrícola española tenía dificultades por el clima y otros factores ecológicos, no solo por una mala distribución de la tierra. Para entender mejor este debate, se pueden comparar las ideas de James Simpson, que habla de un “estancamiento” de la agricultura, con el libro El pozo de todos los males, que analiza otros factores que influyeron en la evolución del campo español.
  2. La actitud del campesinado y los cambios políticos: Al inicio del siglo XIX, muchos campesinos apoyaban a los absolutistas (defensores del Antiguo Régimen) y veían el liberalismo como algo ajeno a sus intereses. Esto se debía, en parte, a la influencia de la Iglesia y a que las reformas liberales los perjudicaron al dejarlos sin tierras. Con el tiempo, sin embargo, la situación cambió. A finales del siglo XIX, los movimientos anarquistas comenzaron a tener éxito entre los campesinos, defendiendo la idea de que “la tierra es para quien la trabaja”. Al mismo tiempo, el ejército, que al principio era un bastión del liberalismo, se fue volviendo más conservador. Mientras tanto, los políticos regeneracionistas, como Joaquín Costa, insistieron en la necesidad de una reforma agraria para corregir los problemas creados por las desamortizaciones.

La Revolución de 1868: “La Gloriosa”

En 1866, se firmó el Pacto de Ostende, un acuerdo entre diferentes grupos liberales (progresistas y demócratas) para unirse contra la reina Isabel II. Su gobierno era visto como corrupto y autoritario, lo que generaba un gran descontento en el país. Cuando en 1867 murió Leopoldo O’Donnell, líder de la Unión Liberal, su lugar fue ocupado por Francisco Serrano, lo que ayudó a que todas las fuerzas opositoras se unieran contra la monarquía. Finalmente, en 1868, estalló la Revolución Gloriosa, también llamada “La Septembrina”, encabezada por Juan Bautista Topete, Juan Prim y Francisco Serrano. Esta revuelta logró expulsar a Isabel II, quien se exilió en Francia con 38 años, tras haber reinado 35. Con su caída, España entró en un período de transición política que buscaba crear un nuevo modelo de gobierno, aunque esto no sería fácil. Este periodo de cambios duraría hasta la proclamación de la Primera República en 1873.

Búsqueda de un Nuevo Rey

Después de la revolución, Prim y Serrano se repartieron el poder:

  • Prim se convirtió en jefe del gobierno.
  • Serrano asumió la regencia (es decir, gobernó de manera provisional mientras se buscaba un nuevo rey).

El problema fue que encontrar un monarca adecuado resultó muy difícil:

  • Espartero, un héroe del liberalismo, rechazó el trono por su edad.
  • El príncipe de Portugal también dijo que no.
  • El duque de Montpensier, cuñado de Isabel II, quedó descartado porque mató en duelo a su primo, lo que dañó su imagen.
  • Fernando de Coburgo, otro posible candidato, fue rechazado por su matrimonio morganático (se casó con alguien de rango inferior).

Con pocas opciones, se intentó buscar un rey en una dinastía extranjera, lo que generó conflictos con Francia y Alemania. Cuando se propuso al príncipe Leopoldo de Hohenzollern-Sigmaringen, Napoleón III (emperador de Francia) se opuso. Esto llevó a la crisis del telegrama de Ems, que, manipulado por el canciller alemán Bismarck, fue una de las causas de la Guerra Franco-Prusiana (1870). Ante esto, Prim optó por un rey de la Casa de Saboya, de origen italiano. Se votó en las Cortes, y el ganador fue Amadeo de Saboya, quien recibió 191 votos, superando a la opción de la República Federal (60 votos) y al duque de Montpensier (27 votos). Así, Amadeo I de España fue proclamado rey en 1871.

La Constitución de 1869: Una Monarquía Moderna

Antes de que Amadeo llegara a España, ya se había redactado la Constitución de 1869, la más avanzada hasta ese momento. Establecía:

  • Soberanía nacional (el poder lo tenía el pueblo).
  • Un sistema bicameral (Senado y Congreso de Diputados).
  • Libertades fundamentales, como libertad de expresión, de prensa, de reunión, de asociación y de culto religioso.
  • Separación entre Iglesia y Estado, reduciendo la influencia del clero en la política.
  • Sufragio universal masculino, lo que permitía votar a todos los hombres (pero no a las mujeres).

Sin embargo, el reinado de Amadeo estuvo condenado desde el principio. Antes de que llegara a España, su mayor apoyo, Juan Prim, fue asesinado el 27 de diciembre de 1870. Esto dejó al nuevo rey sin su principal aliado y con un país dividido.

El Reinado de Amadeo I (1871-1873)

Desde su llegada, Amadeo enfrentó problemas constantes:

  • Falta de apoyo político, ya que los liberales estaban divididos y los conservadores lo rechazaban.
  • Los monárquicos alfonsinos, liderados por Antonio Cánovas del Castillo, querían restaurar a los Borbones con Alfonso XII (hijo de Isabel II).
  • Los republicanos, divididos entre unitarios (querían una república centralizada) y federales (buscaban un sistema descentralizado).
  • Los carlistas, que querían que el trono fuera para Carlos María de Borbón, también generaban inestabilidad.
  • Las guerras, como la Guerra de Cuba (1868-1878) y la Tercera Guerra Carlista (1872-1876), debilitaban aún más su reinado.

Amadeo intentó mantenerse en el trono, pero la situación era insostenible. Recordando lo que había pasado en México con Maximiliano de Austria, fusilado en 1867, el rey temió correr la misma suerte. Finalmente, el 11 de febrero de 1873, Amadeo abdicó y regresó a Italia.

La Primera República (1873-1874)

Tras la marcha de Amadeo, se proclamó la Primera República Española. Sin embargo, fue un gobierno muy inestable y lleno de problemas.

El primer presidente, Estanislao Figueras, dimitió el 11 de junio de 1873. Después de él, llegaron otros tres presidentes en muy poco tiempo:

  1. Pi y Margall (11 de junio – 18 de julio de 1873): intentó un modelo federal pero dimitió porque no quería usar el ejército contra las revueltas.
  2. Nicolás Salmerón (18 de julio – 7 de septiembre de 1873): aplicó mano dura, pero dimitió porque no quería firmar condenas de muerte.
  3. Emilio Castelar (7 de septiembre de 1873 – 3 de enero de 1874): continuó la represión contra carlistas, independentistas cubanos y los levantamientos cantonales (rebeliones de ciudades que querían autonomía).

El gobierno de Castelar empezó a perder apoyos y, cuando el 3 de enero de 1874 se iba a votar una moción de censura contra él, el general Pavía dio un golpe de Estado y disolvió las Cortes.

Este golpe acabó con la República y dio paso a un gobierno autoritario.

La Dictadura de Serrano (1874): El Camino Hacia la Restauración

Tras el golpe de Pavía, el general Francisco Serrano asumió el poder, gobernando de manera autoritaria mientras el país seguía en guerra con los carlistas y los independentistas cubanos.

Durante este tiempo, Antonio Cánovas del Castillo preparó la vuelta de la monarquía borbónica.

El 1 de diciembre de 1874, el joven Alfonso de Borbón (hijo de Isabel II) publicó el Manifiesto de Sandhurst, donde prometía gobernar como un rey constitucional y respetar las libertades.

Poco después, el 29 de diciembre de 1874, el general Martínez Campos dio un pronunciamiento militar en Sagunto, restaurando la monarquía borbónica y proclamando a Alfonso XII como rey de España. Así terminó este periodo de revoluciones e inestabilidad, dando paso a la Restauración Borbónica (1874-1931).