España en el Siglo XX: Crisis de la Restauración, Dictadura y II República
8.1 – La crisis de la Restauración: intentos regeneradores y oposición al régimen
El reinado de Alfonso XIII estuvo marcado por una crisis política y social. La debilidad del sistema permitió el ascenso de la oposición. Huelgas, revueltas obreras, el descontento militar tras el Desastre del 98 y los fracasos en Marruecos aumentaron la inestabilidad. La intervención del rey en política generó rechazo, culminando en la proclamación de la II República en 1931, tras la dictadura de Primo de Rivera.
Intentos regeneracionistas y reformas políticas:
El Regeneracionismo, impulsado por Joaquín Costa y Santiago Alba, denunció la corrupción y el falseamiento de la democracia, exigiendo la modernización del país. Los partidos dinásticos intentaron reformas, pero mantuvieron el bipartidismo hasta la dictadura de Primo de Rivera.
El asesinato de Cánovas llevó a Francisco Silvela a intentar elecciones más limpias, favoreciendo al republicanismo, pero dimitió por presiones internas. Antonio Maura promovió reformas regeneracionistas, pero sus desacuerdos con el rey lo apartaron del poder.
Nacionalismos y conflictos internos
El Nacionalismo catalán cobró fuerza en 1905 con la Lliga Regionalista, tras el asalto militar a una revista que ridiculizaba al ejército. Llevó a la Ley de Jurisdicciones que sometía los delitos contra el ejército a la justicia militar, lo que unió a los nacionalistas catalanes en Solidaritat Catalana, logrando triunfos electorales en 1907.
Antonio Maura volvió al poder con un programa reformista conservador, pero su mandato estuvo marcado por la Semana Trágica de 1909, causada por el malestar social y la movilización de reservistas en Marruecos. La represión y ejecución de Ferrer i Guardia provocaron su dimisión.
Modernización y crisis política:
José Canalejas (1910) intentó modernizar el país con la Ley del Candado (para limitar nuevas órdenes religiosas) y la eliminación del sistema de quintas. Impulsó la Ley de Mancomunidades, avanzando hacia la autonomía regional. Su asesinato en 1912 frenó su programa y profundizó la crisis de los partidos dinásticos.
Crecimiento de la oposición y radicalización política:
El republicanismo se consolidó con la Unión Republicana, dividiéndose en el Partido Radical de Lerroux (anticlerical y anticatalanista) y el Partido Reformista de Melquiades Álvarez (moderado). El nacionalismo catalán creció con la Lliga Regionalista y el nacionalismo vasco evolucionó hacia el autonomismo tras la muerte de Sabino Arana.
Socialismo y anarquismo
El socialismo, liderado por el PSOE y Pablo Iglesias, creció lentamente y logró representación parlamentaria en 1910. En 1921, una escisión fundó el PCE. El anarquismo se organizó en la CNT (1910), con algunos sectores defendiendo la violencia y otros la huelga general.
Colapso del sistema y dictadura de Primo de Rivera:
La crisis económica tras la I Guerra Mundial y el crecimiento de la oposición llevaron al colapso del sistema en 1917. La inestabilidad culminó en la dictadura de Primo de Rivera en 1923, que intentó sofocar los conflictos sociales y políticos.
8.2. El impacto de acontecimientos internacionales: Marruecos, la Primera Guerra Mundial y la Revolución rusa.
El reinado de Alfonso XIII (1902-1931) estuvo marcado por una crisis política y social continua. Aunque inicialmente el Regeneracionismo intentó estabilizar la situación, la muerte de Canalejas truncó estos esfuerzos, desencadenando un periodo de inestabilidad caracterizado por crisis políticas, huelgas, revueltas y creciente oposición. Esta situación se mantuvo hasta la dictadura de Primo de Rivera en 1923.
Durante la Primera Guerra Mundial, España se mantuvo neutral, lo que generó un boom económico al convertirse en proveedor de productos para los países en guerra. Sin embargo, el retorno de emigrantes provocó aumento del paro y escasez de productos básicos. El enriquecimiento empresarial no mejoró los salarios, generando tensión social con huelgas y disturbios. Tras el conflicto, la caída de las ventas llevó al cierre de fábricas y minas, lo que derivó en la suspensión de las Cortes y la restricción de derechos civiles.
La crisis de 1917 tuvo tres causas principales:
- Militar: El malestar por los ascensos de los “africanistas” provocó que los “peninsulares” crearan las Juntas de Defensa, desafiando al gobierno y causando la caída del gabinete liberal de Romanones, reemplazado por el conservador Eduardo Dato, quien suspendió las garantías constitucionales.
- Político: La oposición reaccionó ante el cierre de las Cortes, formando una Asamblea Nacional de Parlamentarios con miembros de la Lliga Regionalista, republicanos, socialistas y algunos liberales. La Asamblea exigió un cambio de gobierno y la convocatoria de Cortes Constituyentes, pero fue disuelta.
- Social: La huelga general de agosto de 1917, promovida por sindicatos, fue reprimida duramente por el gobierno conservador, que dimitió en octubre, dando paso a una sucesión de gobiernos débiles.
La Revolución Rusa de 1917 inspiró el Trienio Bolchevique (1918-1920), un periodo de huelgas y disturbios liderados por obreros. En 1921, una facción prosoviética fundó el Partido Comunista de España (PCE). Aunque se crearon el Ministerio de Trabajo y algunas reformas laborales, la represión no frenó el descontento, fortaleciendo el sindicalismo.
En la industria, la huelga de “La Canadiense” (1919), organizada por la CNT, logró la jornada laboral de 8 horas, consolidando a la CNT como fuerza obrera. En Barcelona, la patronal creó el “Sindicato Libre” para combatir al movimiento obrero con violencia, lo que llevó a atentados y al asesinato del presidente Eduardo Dato (1921) y del anarquista Salvador Seguí.
En el campo, la miseria llevó a jornaleros de la UGT y la CNT a huelgas y ocupaciones de tierras entre 1918 y 1920, lo que el gobierno reprimió declarando el estado de guerra en 1920.
En Marruecos, la resistencia liderada por Abd-el-Krim culminó en el Desastre de Annual (1921), con 13.000 soldados españoles muertos. Este fracaso generó malestar en el ejército y salpicó a Alfonso XIII, aumentando la oposición socialista y republicana. El Expediente Picasso investigó el desastre, pero el golpe de Primo de Rivera en 1923 impidió su conclusión. Ese mismo año, Primo de Rivera dio un golpe de Estado y proclamó el estado de guerra, poniendo fin a la crisis del reinado de Alfonso XIII.
8.3 La dictadura de Primo de Rivera y el final del reinado de Alfonso XIII
Durante el reinado de Alfonso XIII (1902-1931), el régimen de la Restauración entró en crisis por la creciente oposición política y la conflictividad social, reflejada en huelgas como La Canadiense (1919), revueltas y la resistencia obrera y campesina. La guerra de Marruecos agravó la situación, favoreciendo el golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923, respaldado por el rey, el Ejército, la Iglesia y la burguesía. La justificación del golpe se basó en la necesidad de resolver los problemas del país mediante un régimen autoritario y temporal. Sin embargo, su dictadura no alteró la estructura de poder de la oligarquía de terratenientes e industriales, quienes continuaron dominando la vida económica y social.
Dividida en dos fases, su dictadura comenzó con el Directorio Militar (1923-1925), caracterizado por la disolución de las Cortes, la suspensión de la Constitución y un régimen autoritario y centralista. Se prohibieron los partidos políticos, se impuso la censura en la prensa y se reprimieron los nacionalismos, además de crearse la Unión Patriótica, un partido único inspirado en el fascismo. En cuanto a la situación en Marruecos, aunque en un principio Primo de Rivera se mostró partidario de la retirada, terminó cediendo ante la propuesta de Francia para una intervención conjunta. En 1925, tuvo lugar el Desembarco de Alhucemas, que supuso la rendición de Abd-el-Krim. Este éxito militar reforzó su relación con el Ejército, consolidó su imagen entre la ciudadanía y benefició a los empresarios con intereses en Marruecos.
En el Directorio Civil (1925-1930), intentó institucionalizar la dictadura con una Asamblea Nacional Consultiva, pero el intento de una nueva Constitución fracasó por su carácter autoritario. En economía, bajo el liderazgo de Calvo Sotelo, se aplicó un modelo intervencionista y proteccionista, con la creación de monopolios estatales como CAMPSA y Telefónica y un ambicioso plan de infraestructuras. Aunque esto redujo el paro y aseguró la paz social temporalmente, la política generó una deuda pública que, agravada por la Crisis de 1929, afectó a la Segunda República. Se buscó mejorar las condiciones laborales con la creación de un sindicato único para la regulación de las relaciones laborales y las condiciones de trabajo entre trabajadores, Estado y empresa.
A partir de 1928, la situación empeoró. La movilización obrera se reactivó mientras que la UGT rompió su colaboración con la dictadura. Paralelamente, las fuerzas opositoras, los partidos liberales y conservadores, los republicanos y los catalanistas, se reorganizaron. La división en el Ejército provocó levantamientos como la del Cuerpo de Artillería y futuras intentonas golpistas, como la Sanjurjada de 1932. El malestar también se extendió a los estudiantes, provocando revueltas estudiantiles.
Ante la creciente falta de apoyos y la inminente crisis económica tras el crack de 1929, Primo de Rivera presentó su dimisión en 1930, que fue aceptada de inmediato por el rey. Para restaurar el orden, Alfonso XIII nombró a Berenguer, quien prometió el retorno a la Constitución de 1876, pero su ineficacia llevó a su gobierno a ser llamado “dictablanda”. La oposición monárquica creció con figuras como Alcalá Zamora y Miguel Maura, mientras los socialistas, anarquistas y nacionalistas también se alineaban con el republicanismo.
En 1930, el Pacto de San Sebastián unió a los republicanos en un levantamiento que fracasó, pero desató una ola de protestas, huelgas y manifestaciones que forzaron la dimisión de Berenguer. El rey intentó estabilizar la situación con el gobierno de Aznar, quien convocó elecciones municipales en abril de 1931. Sin embargo, el resultado fue un plebiscito contra la monarquía, con una victoria republicana en las ciudades que precipitó la proclamación de la Segunda República el 14 de abril de 1931. Ese día, Alfonso XIII partió al exilio.
13.1. La normalización democrática y la alternancia política hasta 2018. La amenaza del terrorismo de ETA y el terrorismo yihadista
En octubre de 1982, Calvo Sotelo convocó elecciones. El PSOE consiguió un triunfo arrollador con más de 10 millones de votos y mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados. El proyecto de “cambio” de Felipe González había arrollado a una UCD que casi desapareció en las elecciones y fue sustituida por la Alianza Popular de Manuel Fraga como el principal partido de la derecha.
Entre 1982 y 2018, España atravesó un periodo de intensas transformaciones políticas y sociales, marcado por el ascenso y caída de diferentes gobiernos que moldearon la historia contemporánea del país. La llegada al poder del PSOE bajo Felipe González en 1982 representó un cambio radical en el paisaje político español, después de años de dictadura franquista. Durante sus cuatro legislaturas, González enfrentó desafíos significativos, comenzando con una grave crisis económica. Para estabilizar la economía, su gobierno implementó un plan de ajuste que incluyó la reconversión industrial, provocando el cierre de numerosas industrias obsoletas, lo que generó descontento en el seno de los sindicatos. A pesar de estas tensiones, las reformas lograron sanear la economía y sentar las bases para un crecimiento sostenido en los años siguientes.
Durante su mandato, González también abordó la amenaza del terrorismo de ETA, implementando reformas en el Ejército y liderando un esfuerzo por combatir el golpismo. En este contexto, se llevaron a cabo importantes avances sociales, como la despenalización parcial del aborto y la reforma universitaria, así como la implementación de la Ley de Ordenación del Derecho a la Educación (LODE), que garantizaba la enseñanza gratuita y obligatoria hasta los dieciséis años. La culminación de estos esfuerzos fue la entrada de España en la Comunidad Económica Europea en 1986, un hito que marcó el inicio de la integración plena de España en Europa.
Sin embargo, el gobierno de González no estuvo exento de controversias. Su cambio de postura respecto a la OTAN, pasando de un rechazo inicial a un apoyo decidido, culminó en un referéndum en 1986 que ratificó la permanencia de España en la alianza militar. A medida que avanzaba su mandato, comenzaron a surgir escándalos de corrupción, como el caso de los GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación), que socavaron su popularidad y dieron pie a una creciente crisis de legitimidad en el PSOE.
La llegada al poder del PP bajo José María Aznar en 1996 marcó un giro hacia la derecha. Aznar centró su gobierno en implementar políticas económicas liberales con el objetivo de cumplir con los criterios de convergencia del Tratado de Maastricht, lo que llevaría a un notable crecimiento económico y a la entrada de España en la eurozona en 1999. Sin embargo, su gobierno también enfrentó la tragedia del terrorismo y las tensiones políticas internas, especialmente en el País Vasco. La cruel muerte del concejal Miguel Ángel Blanco en 1997 generó una ola de repulsa popular y llevó a un cambio en la dinámica de la lucha contra ETA, aunque el final del terrorismo no llegó hasta mucho después.
Con la llegada de Zapatero en 2004, España experimentó un nuevo ciclo político, caracterizado por la búsqueda de consensos en un contexto de creciente tensión. Su gobierno logró importantes avances sociales, incluida la aprobación de la ley del matrimonio homosexual y la declaración de un alto el fuego por parte de ETA. Sin embargo, el estallido de la crisis económica global en 2008, en parte provocada por el colapso del mercado inmobiliario, golpeó a España con especial dureza. La crisis llevó a un aumento del desempleo y a una profunda recesión, lo que obligó a Zapatero a implementar recortes de gasto público y reformas que, aunque necesarias, resultaron impopulares y generaron un descontento social creciente.
A medida que la crisis se profundiza, el gobierno de Rajoy (2011-2018) se vio obligado a adoptar políticas de austeridad drásticas. Estas medidas, que incluyeron aumentos de impuestos y recortes en educación y sanidad, provocaron un aumento en la conflictividad social, manifestada en huelgas generales y protestas masivas. Además, la corrupción dentro del PP, ejemplificada en escándalos como el caso Gürtel, minó la confianza en el partido y en la política en general. La situación culminó en 2018, cuando la oposición unida presentó una moción de censura que destituyó a Rajoy y llevó a Pedro Sánchez al poder.
Este periodo de la historia española no solo refleja una evolución política, sino también la lucha de la sociedad por enfrentar y superar desafíos económicos, sociales y éticos, y subraya la complejidad de construir una democracia robusta en un contexto de profundas transformaciones. La narrativa de estos años está marcada por tensiones entre la modernización y la tradición, entre la lucha contra el terrorismo y la defensa de los derechos humanos, y entre el crecimiento económico y la justicia social, configurando así el camino hacia la España contemporánea.
9.1-Proclamación de la 2ª República. El gobierno provisional, la constitución de 1931. Voto femenino
El 14 de abril de 1931, España cambió su sistema de gobierno y se convirtió en una república, dejando atrás la monarquía. Este nuevo régimen era republicano y democrático, pero el país estaba muy dividido. Estas diferencias fueron creciendo con el tiempo y, finalmente, llevaron a la Guerra Civil entre 1936 y 1939. Surgió tras la dimisión de Primo de Rivera en 1930 y los intentos fallidos del rey Alfonso XIII de restaurar la monarquía constitucional. Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 dieron la victoria a los partidos republicanos y antimonárquicos en las principales ciudades, lo que llevó a Alfonso XIII a abandonar el país y proclamar la Segunda República.
El poder fue asumido por un Gobierno Provisional con Niceto Alcalá-Zamora como presidente y Manuel Azaña como Ministro de la Guerra. Este gobierno, compuesto mayormente por figuras de clase media con intenciones reformistas, impulsó una serie de reformas mediante decretos ministeriales y convocó elecciones a Cortes Constituyentes con el fin de consolidar el nuevo régimen.
Las reformas impulsadas por el Gobierno Provisional se centraron en diferentes ámbitos. En el sector militar, se estableció la obligación de que los militares jurasen fidelidad a las instituciones republicanas. En el ámbito laboral y agrario, se instauró la jornada laboral de 8 horas, se obligó a los propietarios de tierras a cultivarlas y a emplear a trabajadores del mismo término municipal, y se crearon los jurados mixtos para mediar en los salarios y las condiciones de trabajo. En el ámbito educativo, se promovieron la creación de escuelas, el aumento de puestos de maestros y la eliminación de la enseñanza religiosa en las aulas. Además, se fundó el Patronato de Misiones Pedagógicas para fomentar la educación en zonas rurales.
Desde el inicio, la República enfrentó importantes conflictos con diversos sectores. En Cataluña, Francesc Macià proclama unilateralmente la República Catalana dentro de una Federación Ibérica, lo que obligó al Gobierno a negociar y aprobar un Estatuto de Autonomía. La Iglesia, que inicialmente mantuvo una actitud prudente, pronto comenzó a oponerse al nuevo régimen debido a las reformas laicistas, lo que provocó tensiones con los sectores más conservadores de la sociedad. Esto derivó en disturbios y la quema de conventos en mayo de 1931, aunque con escasas víctimas mortales. Como respuesta, el Gobierno declaró el estado de guerra para restaurar el orden.
En junio de 1931 se celebraron elecciones a Cortes Constituyentes, caracterizadas por una elevada participación y el triunfo de partidos de izquierda y centro. Estas Cortes redactaron y aprobaron la Constitución de 1931, un texto de carácter progresista que establecía el sufragio universal, incluyendo por primera vez el voto femenino para mayores de 23 años. Además, establecía un sistema unicameral, la subordinación del derecho de propiedad al interés público (permitiendo expropiaciones), la autonomía de las regiones, una amplia declaración de derechos como el divorcio y el matrimonio civil, la equiparación de hijos legítimos e ilegítimos, y el derecho a la educación y al trabajo. La separación entre la Iglesia y el Estado se reforzó con la prohibición de que la Iglesia ejerciera actividades económicas o educativas. El Tribunal Supremo quedó en la cúspide del poder judicial, garantizando su independencia.
Uno de los debates más relevantes en las Cortes Constituyentes fue el del sufragio femenino. Clara Campoamor defendió firmemente el derecho al voto de las mujeres, argumentando que era un derecho fundamental basado en la igualdad. Victoria Kent, por su parte, se oponía a la concesión inmediata del voto femenino, temiendo que la influencia de la Iglesia sobre las mujeres favoreciera a los partidos conservadores. A pesar de la oposición, Campoamor logró convencer a la mayoría parlamentaria, y el sufragio femenino fue aprobado en 1931, permitiendo que las mujeres votaran por primera vez en las elecciones de 1933.
Durante la Segunda República, España sufrió las consecuencias del Crack del 29, aunque al principio el impacto fue menor por su economía semicerrada. Sin embargo, el comercio exterior cayó por el proteccionismo de otros países, y el desempleo aumentó gravemente. A pesar de los intentos de modernización, la inestabilidad política y la lucha entre izquierdas y derechas debilitaron el sistema, preparando el camino para la Guerra Civil en 1936.
9.2-El bienio reformista: reformas estructurales y realizaciones sociales, culturales y territoriales
La Segunda República comenzó el 14 de abril de 1931 con un régimen democrático, pero también con una fuerte división política que llevó a la Guerra Civil. Durante el Bienio Reformista (1931-1933), el gobierno de Manuel Azaña impulsó reformas para mejorar las condiciones laborales, como la jornada de ocho horas y leyes para proteger a los jornaleros. Sin embargo, estas medidas fueron rechazadas por los grandes propietarios y empresarios, aumentando la tensión entre conservadores y progresistas.
Respecto a la Iglesia, el gobierno republicano emprendió una política laicista, suprimiendo la enseñanza religiosa en las escuelas y limitando la influencia de las órdenes religiosas, lo que provocó el rechazo de los sectores conservadores y católicos, que identificaron a la República como un régimen “rojo y ateo”.
En el ámbito militar, se implementó la Ley de Retiro de la Oficialidad, permitiendo la jubilación voluntaria de los militares, y se creó la Guardia de Asalto como cuerpo policial para mantener el orden público. Sin embargo, sectores del Ejército, especialmente los africanistas, vieron estas reformas como una amenaza a la tradición militar.
En cuanto a la política autonómica, la República intentó equilibrar un Estado fuerte con concesiones a las regiones nacionalistas. Se aprobó el Estatuto de Autonomía en Cataluña y se restableció la Generalitat, mientras que en el País Vasco, el Estatuto de Estella encontró oposición por su contenido confesional, y en Galicia el proceso estatutario fue más lento.
La educación y la cultura fueron pilares fundamentales del proyecto republicano, con un fuerte impulso a la enseñanza pública, la construcción de escuelas, la eliminación de la asignatura de religión y la creación de iniciativas como las Misiones Pedagógicas y bibliotecas ambulantes.
La reforma agraria fue un proyecto clave, buscando redistribuir tierras a campesinos sin recursos y debilitar el poder de los latifundistas. Sin embargo, su implementación fue lenta y generó frustración, especialmente en el sur, lo que provocó tensiones sociales.
A medida que avanzaba el periodo, la conflictividad política y social aumentó. La expulsión de la Compañía de Jesús y los debates sobre la reforma agraria y el Estatuto de Cataluña generaron oposición de sectores conservadores. En 1932, se produjo el intento fallido de golpe de Estado de Sanjurjo (la Sanjurjada), y en 1933, la represión de la revuelta anarquista de Casas Viejas debilitó aún más al gobierno.
La derecha se reorganizó con la CEDA y la Falange, mientras que la izquierda estaba dividida. En 1933, las mujeres votaron por primera vez y la derecha ganó. Esto terminó con el Bienio Reformista y dio paso a una etapa de radicalización política que debilitó la República y preparó el camino para la Guerra Civil.
10.2 Evolución política y económica en las dos zonas. La dimensión internacional del conflicto.
La Guerra Civil Española (1936-1939) fue un conflicto complejo que reflejó las tensiones políticas y sociales de la época. La sublevación liderada por Franco desarticuló el Estado republicano, generando un vacío de poder ocupado rápidamente por sindicatos y partidos obreros. Durante los primeros meses, la falta de control republicano provocó una violenta represión conocida como “terror rojo”, dirigida contra sospechosos de colaborar con los rebeldes, aunque también hubo ajustes de cuentas personales. La Iglesia sufrió ataques que dañaron la imagen de la República.
Las diferencias ideológicas entre la izquierda se hicieron evidentes: socialistas y comunistas querían ganar la guerra antes de la revolución, mientras anarquistas y socialistas radicales buscaban una revolución simultánea. En 1936, Francisco Largo Caballero asumió la presidencia, legalizó incautaciones de tierras y militarizó las milicias. Sin embargo, las tensiones internas llevaron a enfrentamientos en Barcelona en 1937, con más de 200 muertos y una crisis de gobierno. Tras la dimisión de Largo Caballero, Juan Negrín asumió el poder y apostó por resistir, con apoyo de la URSS, pero la caída de Cataluña en 1938 hizo inevitable la derrota. En marzo de 1939, un golpe de Estado liderado por el coronel Casado destituyó a Negrín, pero Franco exigió rendición incondicional y, finalmente, Madrid cayó el 28 de marzo de 1939.
En la zona sublevada, Franco estableció una dictadura militar de régimen totalitario, anulando reformas republicanas, prohibiendo partidos y sindicatos, y estableciendo un partido único (Falange Española). La represión conocida como “terror blanco” implicó ejecuciones sistemáticas de opositores políticos e intelectuales.
Económicamente, la República sufrió desde el inicio del conflicto, con inflación y colapso económico en 1939, mientras que el bando nacional contó con mejor manejo de recursos gracias al apoyo de Alemania e Italia, que enviaron material bélico y financiamiento.
A nivel internacional, el conflicto reflejó la confrontación entre democracia y fascismo. Las potencias democráticas, como Francia y el Reino Unido, adoptaron una postura de no intervención que perjudicó a la República. En cambio, Alemania e Italia intervinieron activamente a favor de Franco, mientras que la URSS apoyó a la República, lo que aumentó la influencia comunista y provocó tensiones internas. El Vaticano y otras potencias fascistas respaldaron el régimen franquista, influyendo en la opinión pública internacional.
La guerra no solo fue un conflicto nacional, sino también un símbolo de la lucha contra el avance del fascismo, movilizando simpatizantes de la causa republicana en todo el mundo.
12.1. La evolución política tras la muerte de Franco. Retos, logros, dificultades y resistencias al establecimiento de la democracia.
La Transición Democrática en España comenzó con la muerte de Franco el 20 de noviembre de 1975 y la proclamación de Juan Carlos I como rey. Este periodo abarca hasta la victoria del PSOE en 1982, siendo el quinquenio 1975-1979 crucial para el diseño del Estado español actual. Fue un proceso gradual y pacífico hacia la democracia, basado en acuerdos políticos, que restauró instituciones democráticas, garantizó libertades y promovió la convivencia pacífica. La movilización ciudadana tras la muerte de Franco exigía libertad, amnistía y autonomía, mostrando un deseo colectivo de democracia e integración en Europa.
Tras ser proclamado rey, Juan Carlos I mantuvo a Carlos Arias Navarro como Presidente del Gobierno, lo que generó incertidumbre sobre la continuidad del régimen. En el verano de 1976, surgieron tres proyectos políticos: el inmovilista, compuesto por sectores franquistas que instigaron terrorismo de Estado y apoyaron intentonas golpistas; el reformista, que buscaba reformas sin reconocer derechos plenos, liderado por figuras como Manuel Fraga y Adolfo Suárez; y el rupturista, impulsado por la oposición democrática, que abogaba por una nueva Constitución.
En marzo de 1976, la oposición se unificó en la “Platajunta”, formada por diversas fuerzas políticas. Tras la presión del rey, Arias Navarro dimitió en julio de 1976, y Juan Carlos I nombró a Adolfo Suárez presidente del Gobierno, lo que marcó un paso crucial hacia la consolidación democrática. Suárez presentó la Ley para la Reforma Política, aprobada por las Cortes franquistas y ratificada en referéndum, estableciendo la soberanía popular y un sistema bicameral. También logró la legalización del Partido Comunista de España (PCE) a pesar de la oposición militar.
Las primeras elecciones democráticas desde 1936 se celebraron el 15 de junio de 1977, resultando ganadora la UCD, aunque sin mayoría absoluta, con el PSOE como principal oposición. Suárez formó un gobierno para redactar la nueva Constitución y abordar la crisis económica. En octubre de 1977, se firmaron los Pactos de la Moncloa, acuerdos entre gobierno, empresarios y sindicatos para estabilizar la situación. También impulsó la descentralización, restaurando instituciones autonómicas como la Generalitat en Cataluña. La Constitución fue aprobada en referéndum el 6 de diciembre de 1978.
Durante la Transición, la violencia fue un problema significativo, con más de 3,200 actos violentos y casi 600 víctimas, principalmente atribuidos a ETA y otros grupos extremistas. En 1980, Suárez enfrentó una crisis interna en la UCD y una moción de censura promovida por el PSOE. Dimitió en enero de 1981, siendo sucedido por Leopoldo Calvo Sotelo. El 23 de febrero de 1981, un golpe de Estado fracasó cuando el rey Juan Carlos I reafirmó la democracia tras el intento golpista liderado por Antonio Tejero.
Calvo Sotelo continuó con el proceso autonómico y la integración en la OTAN, pero la UCD sufrió una crisis interna que llevó a la creación del CDS por Adolfo Suárez en 1982. Finalmente, en las elecciones de octubre de 1982, el PSOE, liderado por Felipe González, obtuvo la victoria, marcando el fin de la Transición Democrática en España.
11.1 El franquismo. Fundamentos ideológicos del franquismo en el contexto histórico europeo.
El franquismo fue un régimen dictatorial surgido durante la Guerra Civil Española, con Francisco Franco como figura central. Duró hasta su muerte en 1975 y se caracterizó por la dictadura personal y vitalicia de Franco, quien concentró el poder como jefe de Estado, líder de un partido único y generalísimo de los ejércitos. A pesar de no tener una ideología clara, el nacionalcatolicismo fue su característica definitoria, y se basó en tres pilares fundamentales: la Iglesia, el Ejército y la Falange.
Durante el franquismo, la represión política y social fue constante, y Franco logró mantener su control sobre un conglomerado de grupos políticos conservadores. Aunque el régimen no fue estrictamente militar, el Ejército fue la base sobre la cual Franco construyó su poder, garantizando el orden con una fuerte presencia en las instituciones, como las Cortes y el Consejo de Ministros. La Falange, que inicialmente ocupó posiciones de poder, perdió influencia tras la derrota del fascismo en la Segunda Guerra Mundial. Aportó principios ideológicos como el anticomunismo, antiparlamentarismo y antiliberalismo, además de elementos del fascismo, como el adoctrinamiento a través de la Sección Femenina, el Frente de Juventudes y la Organización Juvenil Española.
La Iglesia Católica, como legitimadora del régimen, controló muchos aspectos de la vida social, como la educación, la censura y los medios de comunicación. También se encargó de difundir la visión de la Guerra Civil como una Cruzada y promovió el culto a Franco. El Opus Dei jugó un papel importante en la política, aunque con el tiempo se distanció del régimen tras el Concilio Vaticano II. Los monárquicos, divididos entre carlistas y juanistas, apoyaron el franquismo en busca de un futuro monárquico.
El régimen encontró apoyo en diversos grupos sociales que deseaban recuperar los valores tradicionales y el orden, especialmente entre propietarios rurales, clases medias en pequeñas ciudades y pueblos, y sectores de la oligarquía agraria, industrial y financiera, además del ejército y el clero.
El franquismo se nutrió de diferentes corrientes ideológicas, destacándose el antiliberalismo al rechazar el sistema parlamentario, el anticomunismo con la persecución de cualquier ideología de izquierda, y el militarismo con valores de obediencia y honor. También adoptó rasgos de autoritarismo propios de los regímenes fascistas italianos y nazis alemanes, con la figura de Franco como un caudillo y un culto en torno a su figura. El régimen promovió un nacionalismo basado en la división entre “buenos” y “malos” españoles, utilizando la Iglesia para sostener esta visión.
A pesar de sus elementos autoritarios, el franquismo mostró un gran pragmatismo para adaptarse a los cambios sociales y al contexto internacional. Tras la victoria de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial, fue abandonando algunos rasgos del fascismo, aunque sin renunciar a sus principios fundamentales. A lo largo de los años, el régimen se mantuvo fiel a su visión de un orden social basado en la tradición, la autoridad y la unidad nacional, aunque se vio obligado a adaptarse a un entorno cambiante tanto en España como en el mundo.
11.2-Institucionalización del régimen
. Relaciones internacionales y etapas políticasEl franquismo fue un régimen dictatorial que surgió tras la Guerra Civil Española y perduró hasta la muerte de Francisco Franco en 1975. Franco asumió el poder en 1936 y estableció un régimen personalista basado en el nacionalcatolicismo, fusionando varios bloques ideológicos como falangistas y requetés. El régimen se consolidó con la creación de un partido único, la Falange Española Tradicionalista y de las JONS (FET de las JONS), y un gobierno centralizado que concentró todos los poderes en manos de Franco. Durante las primeras etapas del régimen, se implementaron leyes como la Ley de Responsabilidades Políticas de 1939, que perseguían a los opositores y reforzaban el control absoluto sobre la sociedad española.El franquismo se estructuró en torno a varias leyes fundamentales, como la Ley de Referéndum Nacional y la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado, que confirmaban a Franco como líder vitalicio y le otorgaban el derecho a nombrar a su sucesor. El régimen pasó por tres fases principales:1.Triunfo y asentamiento (1939-1959): El régimen empezó con una fuerte represión interna, especialmente hacia los partidarios de la República, y una política autárquica en la economía. Tras la Segunda Guerra Mundial, España fue aislada internacionalmente, pero con el inicio de la Guerra Fría, el régimen encontró apoyo en los Estados Unidos, firmando acuerdos que aliviaron su aislamiento. A pesar de la autarquía, los primeros intentos de apertura económica se dieron en esta etapa.2.Desarrollismo económico (1959-1973): Durante esta fase, el régimen se abrió al exterior y experimentó un crecimiento económico. Los tecnócratas asumieron el control de la economía y gestionaron un proceso de modernización económica, implementando el Plan de Estabilización en 1959. Aunque el crecimiento fue notable, el régimen seguía siendo autoritario y controlado por Franco y su partido.3.Crisis final (1973-1975): En los últimos años del régimen, la crisis económica global de 1973 y la inestabilidad interna marcaron el final del franquismo. La recesión económica, las tensiones internas y la creciente obsolescencia del régimen llevaron a su colapso tras la muerte de Franco en 1975.A nivel internacional, España sufrió un aislamiento tras la Segunda Guerra Mundial debido a su vinculación con las potencias fascistas. No obstante, la Guerra Fría permitió que los Estados Unidos apoyaran al régimen debido a su carácter anticomunista, lo que ayudó a suavizar el aislamiento y permitió la firma de acuerdos con Estados Unidos y el Vaticano. A partir de 1955, España fue admitida en la ONU y, aunque no pudo integrarse a la Comunidad Económica Europea, su situación internacional mejoró, marcando el fin del aislamiento.
10.1. La guerra civil: Aproximación a la historiografía, desarrollo de la guerra y consecuencias. La Guerra Civil Española, que tuvo lugar entre 1936 y 1939, es el conflicto más trágico y relevante de la historia de España en el siglo XX. Fue provocada por el golpe militar fascista del 18 de julio de 1936, tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones y el asesinato de Calvo Sotelo. El golpe se inició en Marruecos bajo la dirección del general Emilio Mola, cuyo objetivo principal era acabar con el régimen republicano y “restablecer el orden”.Sin embargo, el gobierno republicano reaccionó tarde ante el golpe. Ni el presidente Azaña ni Quiroga tomaron medidas iniciales. Tras la dimisión de Quiroga, Martínez Barrio asumió el cargo e intentó negociar con Mola, pero este se negó rotundamente. Finalmente, el nuevo gobierno de Giral decidió entregar armas a las organizaciones de izquierdas para resistir a los golpistas. De esta manera, lo que en principio iba a ser un golpe de Estado se convirtió en una guerra civil abierta.En cuanto a la historiografía de la guerra, inicialmente estuvo marcada por un carácter militante, cargado de propaganda y en muchos casos con visiones maniqueas. En estos relatos, la guerra civil se presentaba tanto como una gesta épica como una tragedia nacional. Sin embargo, a partir de los años 60, con la modernización socioeconómica y el reemplazo generacional, la perspectiva comenzó a cambiar. Se empezó a considerar el conflicto como un fracaso colectivo que abrió las puertas a la transición democrática.Desde el extranjero, la historiografía fue mucho más objetiva, ya que al ver el conflicto desde fuera se podía escribir con mayor libertad. El historiador Stanley George Payne destaca en este contexto, ya que sus obras representan una visión imparcial y detallada de la guerra.Desarrollo de la guerra: 1. Inicios del conflicto: La guerra de columnas y el avance hacia Madrid (julio-diciembre 1936)El primer objetivo de los sublevados fue conquistar Madrid. Franco, desde el sur, y Mola, desde el norte, avanzaron hacia la capital. El ejército de África cruzó el estrecho de Gibraltar con la ayuda de la aviación y la marina proporcionadas por Hitler y Mussolini. Mientras tanto, Queipo de Llano aseguró el sudoeste de Andalucía, y Franco avanzó hacia Extremadura y el valle del Tajo, liberando el Alcázar de Toledo, donde la guarnición rebelde se había atrincherado.Esta unión estratégica consolidó las zonas controladas por los sublevados. Sin embargo, Madrid resistió gracias a la organización de una Junta de Defensa, el ejército leal a la República, milicias populares y brigadas internacionales (sovieticos, comunistas). La batalla de Madrid se extendió obligando al gobierno republicano a trasladarse a Valencia.2. La campaña del Norte (marzo-octubre 1937)Franco decidió centrar sus esfuerzos en el norte republicano, donde las minas, por estrategia. Durante esta campaña, cayeron Bilbao, Santander y Asturias, consolidando el control sublevado en el norte de FRANCO. En este contexto se produjo el bombardeo de Guernica contra los republicanos en abril de 1937, llevado a cabo por la Legión Cóndor alemana. Fue el primer bombardeo aéreo contra una población civil, causando una gran conmoción internacional y quedando plasmado en el famoso cuadro de Pablo Picasso.Los republicanos, en un intento de aliviar la presión sobre Madrid, lanzaron ofensivas en Brunete (Madrid) y Belchite (Zaragoza), pero ambas fracasaron, consolidando el poder franquista en el norte.3. La batalla de Teruel y la ruptura del frente de Aragón (noviembre 1937-abril 1938)Los republicanos iniciaron una ofensiva en Aragón para levantar la moral y lograron conquistar Teruel, pero Franco contraatacó con fuerza, retomando Teruel y avanzando hasta el Mediterráneo, conquistando Vinaroz. Esto dividió el territorio republicano en dos partes, aislando Cataluña del resto del país.4. La batalla del Ebro y la toma de Cataluña (julio 1938-febrero 1939) Los republicanos querían que Cataluña se uniese al territorio republicano y querían que el estallido de una guerra europea cambiase el conflicto y lanzan la ofensiva del Ebro. Esta fue la batalla más larga y sangrienta de la guerra, durando 114 días, pero resultó en una derrota decisiva para el ejército republicano. Franco, viendo debilitada la resistencia republicana, lanzó una ofensiva final sobre Cataluña, conquistando Barcelona en febrero de 1939.5. El final de la guerra (febrero-marzo 1939)Las divisiones internas en el bando republicano se hicieron patentes cuando el coronel Casado dio un golpe de Estado en Madrid contra el gobierno de Negrín, intentando llegar a un acuerdo de paz con Franco. Sin embargo, Franco solo aceptaba la rendición incondicional. El 28 de marzo de 1939, Madrid cayó en manos franquistas, y el 30 de marzo Alicante, donde se encontraban los últimos republicanos intentando escapar. Finalmente, el 1 de abril, Franco firmó el último parte de guerra en Burgos, poniendo fin al conflicto.Consecuencias sociales: Las consecuencias humanas fueron devastadoras, con miles de muertos en combate, bombardeos y fusilamientos. La represión y la censura se intensificaron tras la guerra, afectando especialmente a los sectores republicanos. Consecuencias demográficas: Hubo un descenso significativo de la natalidad, una reducción de la población activa y un éxodo masivo hacia el extranjero, especialmente a países como México y Francia.Consecuencias económicas: La destrucción de infraestructuras y la pérdida de población activa dejaron al país en una situación económica crítica. Además, la oligarquía terrateniente recuperó su hegemonía social y económica. Consecuencias políticas: El fin de la guerra significó la instauración del régimen franquista, que perduró hasta 1975, dejando una sociedad marcada por la división y la falta de reconciliación entre vencedores y vencidos La Guerra Civil Española dejó una profunda huella en la memoria colectiva, no solo por las pérdidas humanas y materiales, sino también por el impacto emocional y político que perduró durante décadas.