España Siglo XX: Dictadura de Primo de Rivera, Crisis de 1917 y Camino a la República

La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)

El 13 de septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera, capitán general de Cataluña, llevó a cabo un golpe de Estado antes de que el Congreso pudiera discutir el Informe Picasso, que revelaba las responsabilidades en el Desastre de Annual y podía comprometer al propio rey Alfonso XIII. El monarca aceptó el golpe, disolvió el gobierno y otorgó a Primo de Rivera la tarea de formar un Directorio Militar.

La dictadura se vio impulsada por diversos factores: la preocupación ante el auge del nacionalismo catalán y vasco, la crisis de los partidos tradicionales, el descontento social generado por la corrupción y el impacto persistente de la cuestión marroquí. Inicialmente, el poder continuó en manos de la oligarquía de terratenientes e industriales.

El Directorio Militar (1923-1925)

Durante esta primera fase, el régimen implementó las siguientes medidas:

  • Represión del nacionalismo catalán: prohibición de símbolos y restricción del uso del catalán.
  • Política de orden público basada en la represión de movimientos obreros y opositores.
  • Creación de la Unión Patriótica: un partido único de inspiración fascista para dar apoyo social al régimen.
  • Desembarco de Alhucemas (1925): una operación militar conjunta con Francia que puso fin a la guerra del Rif y consolidó la popularidad del dictador.

El Directorio Civil (1925-1930)

Buscando institucionalizar la dictadura, Primo de Rivera incorporó civiles al gobierno, entre los que destacó José Calvo Sotelo como Ministro de Hacienda. Sus principales políticas fueron:

  • Políticas económicas: Fomento del nacionalismo económico, creación de monopolios estatales como CAMPSA (petróleo) y la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE).
  • Infraestructuras: Expansión de la red de carreteras, ferrocarriles y desarrollo de obras hidráulicas (confederaciones hidrográficas).
  • Políticas laborales: Implementación de comités paritarios (Organización Corporativa Nacional) para mediar entre obreros y empresarios, combinando ciertas concesiones con una fuerte represión del sindicalismo independiente.

Oposición y Caída de Primo de Rivera

La resistencia al régimen fue creciendo con el tiempo:

  • Intelectuales: figuras como Miguel de Unamuno criticaron abiertamente el régimen y sufrieron persecución y exilio.
  • Movimiento estudiantil: la Federación Universitaria Escolar (FUE) organizó protestas significativas.
  • Grupos republicanos: se reorganizaron y ganaron fuerza, firmando pactos como el de San Sebastián.
  • Crisis interna en el ejército: conspiraciones y descontento debilitaron el apoyo militar al dictador.
  • Nacionalismos periféricos: la represión avivó la oposición catalana y vasca.
  • Movimiento obrero: anarquistas y comunistas mantuvieron una oposición clandestina.

En 1928, Primo de Rivera intentó imponer una Constitución de corte conservador a través de una Asamblea Nacional Consultiva, pero la oposición generalizada marcó el inicio de su declive. La crisis económica mundial de 1929 agravó la situación, provocando huelgas y disturbios, lo que aumentó la presión social. El PSOE, que inicialmente había mostrado cierta tolerancia, rompió definitivamente con la dictadura y comenzó a apoyar una salida republicana.

Finalmente, sintiéndose falto de apoyos, especialmente del ejército y del rey, en enero de 1930, Primo de Rivera presentó su dimisión, que fue aceptada por Alfonso XIII. Falleció dos meses después en el exilio en Francia. Su caída despejó el camino hacia la proclamación de la Segunda República Española en abril de 1931.

El Camino hacia la Guerra Civil (1934-1936)

Al final del Bienio Radical-Cedista (1934-1936), la crisis política en España se intensificó. La corrupción gubernamental, evidenciada por escándalos como el del Estraperlo, desacreditó profundamente al Partido Radical de Alejandro Lerroux. La creciente polarización política y social llevó a la disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones generales en febrero de 1936.

El resultado dio una victoria ajustada al Frente Popular, una coalición de partidos de izquierda que incluía a Izquierda Republicana (Azaña), PSOE, PCE, POUM y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Mientras la izquierda obtuvo la mayoría de sus votos en las grandes ciudades y las regiones periféricas, la derecha (principalmente la CEDA y los monárquicos del Bloque Nacional) mantuvo un fuerte apoyo en las zonas rurales del interior y el norte del país.

Manuel Azaña fue nombrado presidente de la República, y el nuevo gobierno, presidido por Casares Quiroga (de Izquierda Republicana), inició rápidamente la implementación de su programa:

  • Amnistía para los presos políticos de la Revolución de 1934.
  • Reanudación de la reforma agraria.
  • Restablecimiento del Estatuto de Autonomía de Cataluña.

El gobierno también intentó neutralizar la conspiración militar trasladando a generales considerados desafectos, como Francisco Franco (a Canarias), Emilio Mola (a Navarra) y Manuel Goded (a Baleares).

Sin embargo, el clima político se deterioró rápidamente, volviéndose cada vez más violento. Entre febrero y julio de 1936, los enfrentamientos callejeros, principalmente entre militantes de Falange Española y milicias de izquierda, causaron alrededor de 262 muertos. Paralelamente, la conspiración militar para derrocar al gobierno republicano se consolidaba, liderada por generales como Mola (el ‘Director’), Franco y Goded, y contando con el apoyo de líderes políticos de la derecha como José María Gil Robles y José Calvo Sotelo. Los conspiradores establecieron contactos con la Italia fascista de Mussolini y la Alemania nazi de Hitler en busca de apoyo.

La tensión llegó a su punto álgido el 12 de julio de 1936 con el asesinato del teniente José Castillo, un conocido oficial izquierdista de la Guardia de Asalto, a manos de pistoleros de extrema derecha. Como represalia, la madrugada siguiente, compañeros de Castillo secuestraron y asesinaron al destacado líder monárquico y derechista José Calvo Sotelo.

Este doble asesinato actuó como catalizador y precipitó el golpe de Estado militar, largamente preparado. La sublevación comenzó el 17 de julio de 1936 en el Protectorado de Marruecos y se extendió a la península al día siguiente. El fracaso parcial del golpe, que no logró controlar rápidamente todo el país, desembocó en la Guerra Civil Española (1936-1939), uno de los conflictos más trágicos de la historia de España.

La Crisis Española de 1917

Contexto: Impacto de la Primera Guerra Mundial

Aunque España se mantuvo neutral durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), el conflicto tuvo profundas consecuencias económicas y sociales. Los beneficios se repartieron de forma muy desigual: la burguesía industrial y financiera se enriqueció enormemente con las exportaciones a los países beligerantes, mientras que las clases populares sufrieron una fuerte inflación (alza de precios de productos básicos) que no fue compensada por los salarios, provocando un grave malestar social.

La Triple Crisis de 1917

En el verano de 1917 convergieron tres graves problemas que sacudieron los cimientos del sistema de la Restauración:

Crisis Militar

Surgió por el descontento de los oficiales de baja y media graduación destinados en la península, agrupados en las Juntas Militares de Defensa. Protestaban contra el sistema de ascensos por méritos de guerra, que beneficiaba a los ‘africanistas’ (oficiales destinados en Marruecos), y reclamaban mejoras salariales y mayor respeto para el ejército. Inicialmente, el gobierno de García Prieto intentó disolverlas, pero su sucesor, Eduardo Dato, cedió ante la presión y legalizó las Juntas, evidenciando la debilidad del poder civil frente al militar.

Crisis Política

Se manifestó con la Asamblea de Parlamentarios celebrada en Barcelona en julio. Ante la decisión del gobierno de Dato de suspender las garantías constitucionales y clausurar las Cortes, unos 70 diputados y senadores de la oposición (catalanistas de la Lliga Regionalista, republicanos, socialistas y algunos liberales disidentes) se reunieron para exigir la convocatoria de Cortes Constituyentes que reformaran el sistema político en un sentido democratizador y descentralizador. Sin embargo, la Asamblea careció de apoyos sólidos (fue rechazada por las Juntas Militares) y fue disuelta por el gobierno sin lograr sus objetivos.

Crisis Social

Culminó con la Huelga General Revolucionaria de agosto, convocada conjuntamente por los sindicatos UGT (socialista) y CNT (anarcosindicalista). Motivada por el deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores y la falta de respuesta política, la huelga tuvo un seguimiento importante en las zonas industriales y urbanas (Madrid, Barcelona, País Vasco, Asturias), pero fue duramente reprimida por el ejército (hubo más de 70 muertos y miles de detenidos). El fracaso de la huelga se debió a la represión, la falta de coordinación y la ausencia de apoyo por parte de las Juntas Militares y los parlamentarios reformistas.

Consecuencias de la Crisis de 1917

Aunque los tres movimientos fracasaron en sus objetivos inmediatos, la crisis de 1917 demostró la profunda debilidad del sistema de la Restauración. El rey Alfonso XIII intervino para buscar una solución, forzando la dimisión de Dato y promoviendo un gobierno de concentración nacional (con conservadores, liberales y catalanistas de la Lliga) que resultó inestable. La crisis acentuó la inestabilidad política, reforzó el protagonismo del ejército en la vida política y agudizó la conflictividad social (que se intensificaría en los años siguientes, especialmente durante el llamado Trienio Bolchevique entre 1918 y 1920, influido por la Revolución Rusa). Todo ello preparó el terreno para el golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923.

Regeneracionismo y Crisis de la Restauración (Inicios Siglo XX)

A inicios del siglo XX, el sistema político de la Restauración, caracterizado por el turno pacífico entre los dos partidos dinásticos (Conservador y Liberal), seguía vigente. Sin embargo, arrastraba un profundo descrédito debido al fraude electoral (caciquismo) y la incapacidad para resolver los problemas del país, evidenciada por el Desastre de 1898. En este contexto surgió el Regeneracionismo, una corriente ideológica que criticaba la corrupción del sistema y proponía medidas para modernizar España económica, social y políticamente.

Con el inicio del reinado efectivo de Alfonso XIII en 1902, los partidos dinásticos incorporaron a líderes influidos por el Regeneracionismo: Antonio Maura en el Partido Conservador y José Canalejas en el Partido Liberal. Ambos intentaron llevar a cabo reformas desde el poder, en lo que se conoce como Revisionismo Político.

El Gobierno Largo de Maura (1907-1909)

Antonio Maura impulsó un ambicioso programa de reformas conocido como la ‘revolución desde arriba’. Su objetivo era reformar el sistema liberal-parlamentario desde el poder para evitar una revolución popular, pero sin alterar las bases fundamentales del régimen (monarquía y bipartidismo). Su proyecto estrella fue la Ley de Administración Local, que buscaba desmantelar el caciquismo otorgando mayor autonomía a los ayuntamientos y diputaciones, y contemplaba la posibilidad de crear mancomunidades (agrupaciones de diputaciones provinciales).

Su programa también incluyó:

  • Una política económica de intervencionismo estatal y proteccionismo para fomentar la industria nacional.
  • Medidas sociales pioneras, como la creación del Instituto Nacional de Previsión (origen de la seguridad social) y leyes sobre descanso dominical y huelga.
  • Una política de orden público más firme.

Sin embargo, la gestión de la Guerra de Marruecos (el envío de reservistas) y la dura represión de la Semana Trágica de Barcelona (1909), una revuelta popular antimilitarista y anticlerical, provocaron una fuerte campaña de desprestigio (“¡Maura, no!”) liderada por los liberales y republicanos, que forzó su dimisión.

El Reformismo Liberal de Canalejas (1910-1912)

José Canalejas, líder del Partido Liberal, continuó la senda reformista con un programa que buscaba la progresiva democratización del sistema y la modernización del Estado. Sus principales medidas fueron:

  • Intento de secularización del Estado: Promovió la ‘Ley del Candado’ (1910), que prohibía temporalmente el establecimiento de nuevas órdenes religiosas en España, buscando limitar la influencia de la Iglesia católica.
  • Intervención en materia social: Estableció el servicio militar obligatorio sin redenciones en metálico (eliminando un privilegio clasista), reguló el trabajo nocturno femenino y aprobó leyes sobre contratos laborales.
  • Cuestión catalana: Intentó dar una solución al problema catalán mediante un proyecto de Ley de Mancomunidades, que permitía la asociación de diputaciones provinciales para gestionar servicios comunes (finalmente sería aprobada en 1914, tras su muerte, y daría lugar a la Mancomunidad de Cataluña).

A pesar de estos intentos reformistas del Revisionismo Político, el sistema de la Restauración siguió enfrentando una fuerte oposición por parte de los partidos republicanos, los nacionalismos (especialmente el catalán) y el creciente movimiento obrero (socialista y anarquista). El asesinato de Canalejas en noviembre de 1912 a manos de un anarquista truncó este último gran intento de regeneración del sistema desde dentro y abrió un periodo de profunda inestabilidad en los partidos dinásticos, fragmentados ahora en facciones enfrentadas, lo que debilitó aún más al régimen.