Guerra Colonial y Crisis de 1898
Introducción
Con el traslado de los restos de Colón, finalizaron 400 años de presencia española en América. El desastre colonial finaliza una etapa en la historia de España y da comienzo a otra.
El Imperio Colonial de Ultramar
Al inicio de la década de 1890, a España solo le quedaban Cuba, Puerto Rico, Filipinas y diversos archipiélagos.
Cuba presentaba unos rasgos muy peculiares:
- Economía social: Escasas posibilidades de crecimiento económico y dependencia de España, lo que provocaba malestar en criollos y campesinos. La actividad más importante era la producción agraria de plantaciones destinadas a la exportación a España y EE. UU. Importaban maquinaria, herramientas y tejidos españoles. La negativa española a permitir una plena iniciativa económica y una mayor libertad de comercio con los norteamericanos generaba un gran malestar con España y fomentaba los deseos de independencia de los cubanos, apoyados por EE. UU. El dominio español significaba el mantenimiento de una explotación esclavista.
- Sociedad: Cuba contaba con una población de 2,2 millones de habitantes. Existía una fuerte vinculación con la península debido a la emigración española. No era fácil encontrar una solución que contentara a todos.
- Estructura social: Reducida oligarquía que dominaba completamente la isla, pequeños comerciantes y funcionarios, campesinos y arrendatarios, esclavos (mano de obra mayoritaria hasta la abolición definitiva en 1886, después se convertirían en jornaleros).
- Política: Administración española, sin autogobierno. Existía un Partido Autonomista Cubano partidario de reformas.
Filipinas no tenía importancia económica para España.
1. Antecedentes: Las Causas del Independentismo
- Madurez del movimiento independentista dirigido por Máximo Gómez, Antonio Maceo y José Martí, que crearon el Partido Revolucionario Cubano (1892).
- Errores del gobierno español: No cumplió lo establecido en la Paz de Zanjón (1878) sobre la concesión de autonomía y el final de la esclavitud, lo que motivó la Guerra Chiquita (1879-80). No persiguió los abusos de empresarios y terratenientes contra los trabajadores en las plantaciones. Estos, para defender sus beneficios, habían constituido un grupo político, la Liga Nacional, que obstaculizó la abolición de la esclavitud y la posible autonomía. Reforzó con el arancel de 1891 las dificultades para poder comprar en EE. UU., cuyos precios libres eran más favorables que los de España (principal comprador de productos cubanos), lo que provocó un malestar tanto en los cubanos como en EE. UU.
- Respaldo de EE. UU. por intereses económicos, políticos y estratégicos. Necesitaban expulsar a España y ofrecieron ayuda material y económica a favor de la insurrección.
2. El Conflicto Colonial: La Guerra de Cuba (1895-1898)
Estalla la insurrección independentista cubana en 1895. El gobierno liberal envió al general Martínez Campos, quien, no queriendo actuar brutalmente para reprimirla, solicitó su sustitución. El gobierno conservador de Cánovas envió al general Weyler, que optó por la guerra total: concentró a los campesinos en aldeas cerradas y vigiladas por el ejército para aislarlos de los insurrectos y evitar que los apoyasen, y dividió la isla en tres sectores separados por líneas vigiladas para impedir que las tropas cubanas se extendieran hacia La Habana. Contuvo la revuelta, pero provocó hambre. La feroz guerra era apoyada por la opinión pública, excepto por el PSOE. Solo iban a la guerra soldados de la clase obrera y campesina, que carecían de medios para librarse de ella. La táctica de guerrilla impedía a las tropas españolas dominar la situación, y había elevadas bajas debidas a las enfermedades tropicales. Los insurrectos cubanos tenían la ventaja del apoyo de la población y el conocimiento del terreno. La guerra, la falta de alimentos y medicinas provocaron una elevada mortalidad y la destrucción de las vías férreas. La dura actuación de Weyler aumentó los deseos de independencia y alentó la campaña internacional de desprestigio contra España, dirigida por la prensa de EE. UU. El gobierno norteamericano amenazaba con la intervención si no se ponía fin al conflicto. En 1897 se produce un cambio de rumbo: Cánovas es asesinado. Sagasta forma gobierno y en EE. UU. toma posesión McKinley, partidario de la intervención. Sagasta se encontraba ante un dilema: persistir en una guerra por Cuba o ceder a las pretensiones vendiendo la isla, a riesgo de ser acusado de traición, incluso de sufrir un golpe militar que podría acabar con el régimen monárquico-constitucional de la Restauración. Por ello, decidió dar pasos hacia una pacificación que permitiera poner fin a la guerra.
Sagasta sustituyó a Weyler por el general Blanco y en 1898 puso en marcha un nuevo proyecto autonomista más amplio, en el que los cubanos tendrían gobierno y parlamento propio y los mismos derechos que los peninsulares, pero no consiguió su aceptación. Se produce la intervención norteamericana. El incidente que propició la intervención directa de EE. UU. fue la explosión del acorazado Maine, anclado en La Habana, con muchas víctimas. El gobierno norteamericano responsabilizó al gobierno español por no haber garantizado la seguridad del buque. El gobierno norteamericano hizo una oferta de compra y lanzó un ultimátum amenazando con la guerra si España no renunciaba a la soberanía. La guerra era inevitable.
La Guerra Hispano-Norteamericana en el Caribe
El ejército norteamericano desembarcó en Cuba y fue rechazado por las tropas españolas en las Lomas de San Juan, pero la batalla decisiva se desarrollaría en el mar. La derrota fue total con la destrucción de la flota española. Los norteamericanos habían desembarcado también en Puerto Rico, acabando con la resistencia española. El 12 de agosto se firmó el armisticio y se iniciaron las negociaciones de paz en París.
La Guerra de Filipinas
El descontento de grupos indígenas con la administración española derivó en un movimiento insurreccional contra España. Su líder, José Rizal, fundó la Liga Filipina, cuyos objetivos eran la independencia y la expulsión de las órdenes religiosas. La guerra duró tres años, lo que obligó a enviar más tropas bajo el mando del general Primo de Rivera. La intervención estadounidense cambió el panorama; su superioridad facilitó una rápida victoria sobre la flota española. La capital, Manila, fue conquistada. Los filipinos continuaron la guerra contra los americanos, que masacraron a la población filipina para someterla.
El Tratado de París (1898)
España renunciaba a su soberanía sobre Cuba, que fue reconocida independiente, permitiéndole a EE. UU. establecer una base militar en la isla, la base de Guantánamo. España cedía Filipinas y Puerto Rico a EE. UU. España no tuvo más remedio que aceptar las imposiciones estadounidenses, porque podía poner en peligro otras posesiones españolas en África, Canarias y Guinea Ecuatorial. En España, el tratado fue rechazado por las Cortes, pero ratificado por la Reina Regente. En EE. UU., muchos se oponían a un tratado que violaba los principios de la Constitución; sin embargo, fue aprobado.
3. Las Consecuencias del Desastre: La Crisis del 98
- Consecuencias económicas: Se perdieron unos mercados privilegiados para los productos españoles.
- Consecuencias humanas: Un elevadísimo número de víctimas.
- Consecuencias ideológicas: Todos se sumieron en un estado de frustración llamado desastre del 98. España había pasado a un segundo plano en el contexto internacional. Supuso la quiebra ideológica y de los valores de la Restauración. Aparición de un pesimismo. Se crearon propuestas de reformas efectuadas por el Regeneracionismo, impulsado por Joaquín Costa.
- Consecuencias políticas: Los partidos dinásticos sufrieron una profunda pérdida de autoridad que les obligó a ceder el paso a otros políticos. El desastre impulsó los nacionalismos periféricos y el movimiento obrero internacionalista. Se produjo un divorcio entre el ejército y la sociedad, y entre el ejército y la clase política, por el avance de las ideologías proletarias y por entender que la clase política era responsable de su derrota.
La conclusión es la pérdida de las colonias o desastre del 98, que supone un antes y un después en la historia española.