Evolución: Conquista, Emirato y Califato de Córdoba
En 711, Tarik derrota al rey Rodrigo en Guadalete y entra en Toledo. En 712, Musa toma Sevilla, Mérida y Zaragoza. Al-Ándalus se integra como provincia desmoronando el reino visigodo. La escasa cohesión, la tolerancia hacia los cristianos y judíos, además de pagar menos impuestos, facilitaron que la mayoría se fuera convirtiendo al islamismo. Los pueblos invasores eran los bereberes y árabes. Tras la derrota de los musulmanes en la batalla de Poitiers (732), Abd al-Rahman se proclama emir de Córdoba independiente de Bagdad. La economía era próspera, con un gran esplendor cultural y centralización administrativa. En 929, Abd al-Rahman III se proclama califa. Al-Ándalus llega al cenit político, económico y cultural, reunificando el reino y frenando la expansión cristiana. Almanzor, chambelán de Hisham II, controlará militarmente a los cristianos del norte.
Diversidad Cultural: Cristianos, Musulmanes y Judíos
Las tres culturas colaboraron mutuamente con traducciones de una lengua a otra. El judío Juan Hispalense y el clérigo Gundisalvo tradujeron mutuamente las obras de Avicena y Ptolomeo; un inglés, un dálmata y un judío realizaron una versión del Corán; un italiano traducía al latín los libros de astronomía y medicina; y un musulmán estudiaba el planisferio ptolemaico. En el siglo XIII, Miguel Scoto tradujo las obras de Averroes, gracias a esto la ciencia árabe llegó a Europa.
La Proyección Exterior: Política Italiana y Norteafricana
Se cambió la tradicional alianza castellano-francesa por el antagonismo de la corona de Aragón. Las guerras con Francia se produjeron por la invasión de los estados pontificios y el reino de Nápoles. La actuación de Gonzalo Fernández de Córdoba supuso la victoria de Fernando. Una nueva guerra en Italia daría pie a Fernando para invadir y anexionar Navarra para evitar nuevas invasiones musulmanas. Con apoyo de bereberes, se conquistaron algunas plazas norteafricanas entre 1497 y 1510.
La Monarquía Hispánica de Felipe II: La Unidad Ibérica
Felipe II (1556-1598) fue el hijo y heredero de Carlos V. Este fue un monarca absolutamente español, tras la abdicación de su padre, los dominios austriacos fueron heredados por Fernando (hermano de Carlos V). Felipe gobernó en un imperio mucho más español, su base fue la corona de Castilla, donde situó la capital, Madrid. Sus principios eran: fortalecer el catolicismo y mantener el Imperio. Los problemas fueron continuos con los turcos hasta el triunfo de Lepanto, con los ingleses hasta la derrota de la Armada Invencible y su mayor triunfo fue la anexión de Portugal. Portugal formó parte de la Monarquía Hispánica por algunos años, este era un país con problemas económicos pero con posesiones ultramarinas. En 1578 el rey Sebastián I de Portugal murió sin descendencia. Felipe II quería conseguir unificar la península, pero tenía que conseguir que le reconocieran sus derechos. Se creó un Consejo de Portugal y el rey prometió respetar sus leyes, instituciones y moneda. Con la unión había un nuevo periodo naval, estas ventajas fueron desaprovechadas. En 1640 se inició una revolución para la independencia de España, triunfaron y proclamaron rey al duque de Braganza con el nombre de Juan IV.
El Modelo Político de los Austrias: La Unión de Reinos
Los dominios de los Austrias tenían en común únicamente la figura del rey, que tenía todos los poderes. El gobierno del reino se organizaba en consejos: Consejo Real de Castilla, Consejo Real de Aragón, Consejo de Estado, Consejo de Indias, a ellos había que añadir el de Italia, Portugal, Flandes, Finanzas e Inquisición. Garantizaba una considerable autonomía a las diferentes partes del imperio pero complicaba la coordinación y la toma de decisiones. Uno de sus mayores triunfos fue conseguir la unidad ibérica con la anexión de Portugal y sus dominios, al hacer valer sus derechos sucesorios en 1581 en las Cortes de Tomar. En 1561 Felipe II fijó la capital en Madrid, lo que provocó el rápido crecimiento de la villa y corte.
Esplendor Cultural: El Siglo de Oro
El Siglo de Oro español, a finales del siglo XVI y la primera mitad del XVII, se caracteriza por el espíritu religioso contrarreformista, es el momento de ceremonias que exaltan la monarquía absoluta en actos masivos y muy emocionales. En contrapartida, los arbitristas diagnostican los males socioeconómicos: despoblación, presión fiscal y proponen medidas. Literariamente este momento lo inicia el Quijote y se culmina con el teatro de Lope de Vega, Calderón de la Barca y la poesía de Quevedo y Góngora.
La Guerra de Sucesión y el Sistema de Utrecht
A la muerte sin hijos de Carlos II se produce un doble conflicto por su sucesión: uno internacional para evitar el aumento de hegemonía francesa. Tras renunciar el futuro Felipe V a la corona francesa, producirse derrotas del bando austriaco en España y la retirada de dicho pretendiente al convertirse en emperador, además de derrotas del bando francés en Europa, se firma el Tratado de Utrecht. Aquí los Decretos de Nueva Planta uniforman legalmente casi todo el país.
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