Evolución Histórica de la Península Ibérica: Paleolítico a Visigodos

1. Diferencias socioeconómicas entre los grupos paleolíticos y neolíticos

Los grupos paleolíticos y neolíticos presentaban diferencias fundamentales en su organización social y económica. Durante el Paleolítico, los seres humanos dependían de la caza, la pesca y la recolección de frutos silvestres, lo que los obligaba a llevar un estilo de vida nómada. Se desplazaban constantemente en busca de alimento y refugio, organizándose en pequeñas bandas sin una jerarquía social establecida. No existía la propiedad privada ni la acumulación de bienes, y las diferencias entre individuos se basaban principalmente en la edad o la experiencia. En cambio, con la llegada del Neolítico, alrededor del 5700 a.C., la domesticación de plantas y animales permitió el sedentarismo y el desarrollo de la agricultura y la ganadería. Esto llevó a la formación de poblados estables y a una mayor especialización en el trabajo, con el surgimiento de nuevos oficios como la cerámica, la tejeduría y la construcción. La producción de excedentes agrícolas fomentó el comercio y provocó una diferenciación social, con la aparición de líderes y estructuras de poder. Además, el desarrollo de la cerámica y el tejido mejoró las condiciones de vida, mientras que la construcción de viviendas más permanentes marcó el inicio de sociedades más complejas. En resumen, mientras el Paleolítico estuvo marcado por la supervivencia en pequeños grupos móviles con una economía de subsistencia, el Neolítico trajo consigo un modelo de vida sedentario, con mayor organización social y una economía basada en la producción y el intercambio de bienes.

2. Diferencias entre las dos etapas del Neolítico peninsular

El Neolítico peninsular se divide en dos etapas: el Neolítico inicial y el Neolítico pleno, que se diferencian tanto en la forma de vida como en los avances culturales y tecnológicos. El Neolítico inicial, que se desarrolló a mediados del VI milenio a.C., se caracterizó por la llegada de la agricultura y la ganadería a la península, probablemente a través de la ruta mediterránea. Durante esta etapa, los asentamientos eran pequeños y se ubicaban principalmente en cuevas, lo que refleja una transición gradual entre el nomadismo y el sedentarismo. Una de sus características distintivas es la “cerámica cardial”, decorada con impresiones de conchas de molusco, que aparece en yacimientos como la cueva de Nerja (Málaga). Por otro lado, el Neolítico pleno, que abarcó desde finales del V milenio hasta el III milenio a.C., supuso una consolidación del sedentarismo y una expansión de las comunidades agrícolas hacia el interior peninsular, incluyendo las mesetas y el valle del Ebro. En esta etapa, los poblados se volvieron más estables y se empezaron a construir las primeras necrópolis. La cerámica evolucionó hacia la “cerámica a la almagra”, de color rojo brillante, y destacan culturas como la de los “sepulcros en fosa” en Cataluña. Además, el desarrollo de una economía más diversificada, con mayor especialización en el trabajo, favoreció la aparición de una estratificación social más marcada, reflejada en los ajuares funerarios encontrados en las tumbas.

3. Diferencias entre las culturas calcolíticas y del Bronce peninsular

Las culturas calcolíticas y del Bronce en la península ibérica presentan diferencias clave en su desarrollo tecnológico, social y urbanístico. El Calcolítico, también llamado Eneolítico, surgió a mediados del III milenio a.C. con la introducción de la metalurgia del cobre. En esta etapa, comenzaron a aparecer los primeros poblados fortificados, como el de Los Millares en el sureste peninsular, lo que indica una mayor complejidad en las relaciones sociales y posibles conflictos entre comunidades. Además, se desarrolló la costumbre de las necrópolis colectivas, impulsando el fenómeno del megalitismo, con construcciones como dólmenes, menhires y crómlech. Por otro lado, la Edad del Bronce, que comenzó en el II milenio a.C., supuso una mejora en la metalurgia con la aleación de cobre y estaño para producir bronce, lo que permitió fabricar herramientas y armas más eficientes. En esta etapa se observa una mayor diversidad cultural en la península, con el surgimiento de distintas sociedades como la cultura del Argar en el sureste, caracterizada por su complejidad urbanística y jerarquización social, y la cultura de Las Cogotas en la Meseta, que tuvo un desarrollo más autóctono.

4. Dos pueblos colonizadores de la península ibérica en la etapa del Hierro y diferencias en su colonización

Durante la etapa del Hierro, la península ibérica recibió la influencia de diversos pueblos colonizadores que se establecieron principalmente en las zonas costeras. Entre ellos, destacan los fenicios y los griegos, quienes, aunque compartían el interés por el comercio, llevaron a cabo procesos de colonización distintos. Los fenicios, originarios del actual Líbano, llegaron a la península alrededor del siglo IX a.C. y fundaron importantes factorías comerciales como Gadir (Cádiz), Malaca (Málaga) y Sexi (Almuñécar). Su colonización se centró en el comercio de metales preciosos y en la introducción de innovaciones como la salazón del pescado, el torno de alfarero y la escritura alfabética. Por otro lado, los griegos llegaron a la península en el siglo VI a.C. desde su colonia de Marsalia (Marsella) y establecieron asentamientos como Emporion (Ampurias) y Rhode (Rosas). A diferencia de los fenicios, los griegos promovieron un mayor intercambio cultural, introduciendo la vid, el olivo, la acuñación de moneda y nuevos tipos de cerámica, influyendo significativamente en las culturas locales del Levante peninsular.

5. Diferencias entre los pueblos ibéricos y celtas en la península ibérica

Los pueblos ibéricos y celtas en la península ibérica presentaban diferencias significativas en su origen, cultura y organización social. Los iberos eran poblaciones autóctonas asentadas en el sur y el Levante, que recibieron una fuerte influencia de las colonizaciones fenicia y griega. Se caracterizaban por una sociedad jerarquizada, con aristocracia guerrera y siervos, una economía basada en la agricultura y el comercio, y el uso de la escritura. Sus poblados, llamados oppida, estaban fortificados y contaban con una estructura urbana avanzada. En cambio, los celtas eran pueblos de origen indoeuropeo que llegaron a la península a principios del I milenio a.C., asentándose en el centro, norte y oeste. Su sociedad se organizaba en clanes y tribus, con una economía predominantemente ganadera y una estructura social menos desarrollada. No conocían la escritura y sus asentamientos, llamados castros, eran fortificaciones en zonas elevadas. En algunas regiones, como en la Meseta, la interacción entre ambos grupos dio lugar a la cultura celtibérica, que combinaba elementos de ambas tradiciones.

6. Dos aspectos destacados de la romanización de Hispania y sus diferencias en cuanto a su influencia sobre los habitantes

El proceso de romanización de Hispania tuvo un impacto profundo en la sociedad peninsular, destacando en dos aspectos fundamentales: la infraestructura y la difusión del latín y el derecho romano. En primer lugar, la construcción de calzadas, acueductos, teatros y ciudades facilitó la integración económica y política del territorio. Ciudades como Itálica, León y Astorga surgieron como núcleos de control militar y comercial. En segundo lugar, la difusión del latín como lengua común y del derecho romano permitió la unificación cultural y jurídica de los habitantes de Hispania. Sin embargo, mientras que en regiones como la Bética la romanización fue rápida y profunda debido a su contacto previo con los colonizadores mediterráneos, en el norte y noroeste, donde predominaban sociedades más aisladas, la asimilación fue más lenta y superficial.

7. Dos monarcas visigodos importantes y diferencias en su política

Dos de los monarcas visigodos más importantes fueron Leovigildo y Recesvinto. Leovigildo buscó la unificación territorial y social del reino, permitiendo los matrimonios mixtos entre visigodos e hispanorromanos. Recesvinto, en cambio, promulgó el Liber Iudiciorum, que estableció un código de leyes común para todos los habitantes del reino, consolidando la igualdad jurídica entre ambos grupos.


1. Diferencias socioeconómicas entre los grupos paleolíticos y neolíticos

Los grupos paleolíticos eran cazadores-recolectores, llevaban un estilo de vida nómada y vivían en pequeñas comunidades sin jerarquía social. Su economía era de subsistencia y no acumulaban bienes. En el Neolítico, con la agricultura y la ganadería, surgieron los primeros asentamientos estables, lo que permitió la especialización del trabajo y la diferenciación social. Se desarrollaron la cerámica, el tejido y el comercio, favoreciendo la acumulación de excedentes y el crecimiento demográfico.

2. Diferencias entre las dos etapas del Neolítico peninsular

El Neolítico inicial (VI milenio a.C.) se caracterizó por el uso de cuevas como hábitat y la “cerámica cardial”. La agricultura y la ganadería eran incipientes y los asentamientos pequeños. En el Neolítico pleno (V-III milenio a.C.), las comunidades se expandieron hacia el interior, se construyeron poblados estables y necrópolis. Apareció la “cerámica a la almagra” y se evidenció una mayor estratificación social.

3. Diferencias entre las culturas calcolíticas y del Bronce peninsular

El Calcolítico (III milenio a.C.) marcó el inicio de la metalurgia del cobre y la aparición de poblados fortificados como Los Millares. Se desarrolló el megalitismo y las necrópolis colectivas. En la Edad del Bronce (II milenio a.C.), se mejoró la metalurgia con la aleación de bronce, apareciendo culturas como El Argar, con mayor complejidad urbanística y social, y Las Cogotas en la Meseta.

4. Dos pueblos colonizadores en la etapa del Hierro y diferencias en su colonización

Los fenicios (siglo IX a.C.) fundaron factorías como Gadir y promovieron el comercio de metales y la escritura alfabética. Su influencia fue principalmente comercial. Los griegos (siglo VI a.C.) establecieron colonias como Emporion y difundieron la vid, el olivo y la acuñación de moneda, dejando un impacto cultural más profundo en las poblaciones locales.

5. Diferencias entre los pueblos ibéricos y celtas en la península ibérica

Los iberos, en el sur y el Levante, tenían una sociedad jerarquizada, economía agrícola y comercio, además de escritura y ciudades fortificadas (oppida). Los celtas, en el centro, norte y oeste, vivían en clanes y tribus, con economía ganadera y sin escritura. Sus asentamientos eran castros, más rudimentarios. En la Meseta surgieron los celtíberos, con una mezcla de ambas culturas.

6. Dos aspectos de la romanización de Hispania y sus diferencias

La romanización destacó por la construcción de ciudades y calzadas, facilitando la integración económica y militar. Además, la difusión del latín y del derecho romano unificó cultural y jurídicamente la península. Sin embargo, mientras la Bética se romanizó rápidamente por su contacto con Roma, en el norte y oeste el proceso fue más lento debido a su aislamiento y resistencia.

7. Dos monarcas visigodos y diferencias en su política

Leovigildo consolidó el reino visigodo, permitiendo matrimonios mixtos y expandiendo el territorio. Recesvinto promulgó el Liber Iudiciorum, que igualó jurídicamente a visigodos e hispanorromanos, fortaleciendo la unidad legal del reino.