Diferencias económicas y sociales entre el Paleolítico y el Neolítico. Factores que motivaron el cambio.
La Prehistoria abarca la trayectoria humana anterior a la escritura y se halla dividida en dos grandes periodos: la Edad de Piedra y la Edad de los Metales. La Edad de Piedra se divide a su vez en Paleolítico, Mesolítico (transición) y Neolítico.
Paleolítico
El Paleolítico es el periodo más largo de la Prehistoria. En la Península Ibérica comienza hace aproximadamente 1.200.000 años. Este primer periodo estuvo marcado por las glaciaciones en el norte y por periodos pluviales en el sur peninsular. Los grupos humanos se organizaban en clanes, es decir, en pequeños grupos nómadas, autosuficientes e igualitarios, en los que el colectivo tenía una mayor importancia que el individuo. Se desplazaban por grandes espacios en busca de recursos. Habitaban en cuevas o refugios al aire libre y tenían una economía depredadora basada en el carroñeo, la recolección de frutos silvestres, la caza y la pesca. Su subsistencia estaba muy condicionada por los recursos naturales disponibles. En relación con la economía, desarrollaron una tecnología lítica basada en la piedra tallada (bifaces, puntas de flecha, raspadores). Practicaban rituales de enterramiento y creían en la magia. Su arte se manifestó en pinturas rupestres (como las de Altamira) y arte mueble (pequeñas esculturas como las venus).
Neolítico
Tras un periodo de transición (Mesolítico), comienza el Neolítico en la Península Ibérica hacia el 6000 a. C. Durante este periodo se produjo un notable aumento demográfico. La población comenzó a organizarse en poblados estables (sedentarismo) y desarrolló una economía productora, basada en la agricultura y la ganadería. Esto propició la aparición de la división social del trabajo y una mayor complejidad social. Se organizaban en grupos más amplios, socialmente diferenciados. Surgió una división social basada en la riqueza y el poder. Las nuevas actividades económicas impulsaron el desarrollo de nuevas técnicas para trabajar la piedra (piedra pulimentada), así como la aparición de la cerámica (como la cardial, decorada con conchas), la cestería y el tejido. Mantuvieron sus creencias espirituales y surgieron formas más complejas de religiosidad, como el culto a la fertilidad y posiblemente el animismo. En cuanto al arte, destacan las construcciones megalíticas (dólmenes, menhires), la escultura y la pintura levantina, más esquemática y narrativa que la paleolítica.
El diferente nivel de desarrollo de las áreas celta e ibérica en vísperas de la conquista romana en relación con la influencia recibida de los indoeuropeos, el reino de Tartessos y los colonizadores fenicios y griegos.
Hacia el final del segundo milenio y comienzos del primer milenio a. C., comenzaron a penetrar por los Pirineos pueblos indoeuropeos, portadores de la cultura de los Campos de Urnas y, posteriormente, de la metalurgia del hierro. Tradicionalmente se les ha identificado como celtas o preceltas. Se produjo una lenta evolución cultural por la mezcla de las aportaciones indoeuropeas con las culturas autóctonas y la influencia de los colonizadores mediterráneos (fenicios y griegos). A partir del siglo VIII a. C. se consolidaron las culturas de la Edad del Hierro en la Península.
El Reino de Tartessos
Tartessos fue el nombre dado por los griegos a una rica y avanzada civilización ubicada en el suroeste de la Península Ibérica (aproximadamente en el triángulo Huelva-Sevilla-Cádiz). Este reino, mencionado en fuentes griegas y bíblicas, alcanzó su apogeo entre los siglos VIII y VI a. C. Poseía una sociedad jerarquizada, con una monarquía, y practicaba una economía basada en la agricultura, la ganadería y, fundamentalmente, en la explotación y comercio de metales (plata, cobre, estaño) con los fenicios. Su decadencia se produjo a partir del siglo VI a. C., posiblemente debido al agotamiento de las minas, a cambios en las rutas comerciales controladas por Cartago o a conflictos internos.
Pueblos Prerromanos: Íberos y Celtas
A partir del siglo VIII a. C., y como resultado de la interacción entre los pueblos indígenas, los indoeuropeos y los colonizadores mediterráneos, se configuraron los principales pueblos prerromanos:
- Los Íberos: Asentados en el sur y levante peninsular, recibieron una fuerte influencia de fenicios y griegos. Desarrollaron una cultura más avanzada, con escritura propia, moneda, urbanismo (oppida) y una economía agrícola, ganadera y comercial potente. Su organización social era compleja, con estructuras estatales o paraestatales y una sociedad jerarquizada.
- Los Celtas: Ocupaban el centro, oeste y norte de la Península. Su nivel de desarrollo era menor que el de los íberos, con una economía predominantemente ganadera y agrícola menos desarrollada. Su organización social era de tipo tribal, basada en clanes y gentilidades, con núcleos de población fortificados (castros). Conocían la metalurgia del hierro.
En las zonas de contacto, como la Meseta oriental y el Sistema Ibérico, surgieron los Celtíberos, pueblos con características mixtas de ambas culturas.
Colonizadores Mediterráneos
Desde principios del primer milenio a. C., diversos pueblos mediterráneos llegaron a las costas peninsulares atraídos por su riqueza mineral y establecieron colonias comerciales:
- Fenicios: Llegaron hacia el siglo IX a. C., fundando colonias como Gadir (Cádiz), Malaka (Málaga) o Sexi (Almuñécar) en la costa andaluza. Introdujeron el torno de alfarero, la escritura alfabética y la metalurgia del hierro, y comerciaron intensamente con Tartessos.
- Griegos: Arribaron a partir del siglo VIII a. C., estableciéndose principalmente en la costa catalana, donde fundaron colonias como Emporion (Ampurias) y Rhode (Rosas). Difundieron la vid, el olivo, su moneda y su alfabeto.
- Cartagineses: Herederos de los fenicios, intensificaron su presencia a partir del siglo VI a. C., especialmente tras la caída de Tiro. Su colonización tuvo un carácter más militar y de control territorial, sobre todo en el sureste y levante. Fundaron Carthago Nova (Cartagena). Su enfrentamiento con Roma por el control del Mediterráneo (Guerras Púnicas) llevaría a la conquista romana de la Península.
Estos pueblos ejercieron una influencia decisiva en el desarrollo de los pueblos íberos.
Define el concepto de romanización y describe los medios empleados para llevarla a cabo.
Tras la conquista militar de Hispania por Roma, un proceso que se extendió durante casi 200 años (218 a. C. – 19 a. C.), se inició la romanización. La romanización es el proceso de aculturación por el cual los pueblos indígenas de la Península Ibérica asimilaron gradualmente la lengua (latín), la cultura, las estructuras sociales, económicas, políticas y jurídicas, y las formas de vida de Roma. Este proceso no fue uniforme ni en el tiempo ni en el espacio: fue más rápido e intenso en las áreas del sur y levante, zonas con mayor desarrollo previo y contacto con los colonizadores mediterráneos, y más lento y superficial en el interior, norte y noroeste peninsular.
Medios de Romanización
Los principales vehículos para llevar a cabo la romanización fueron:
- La vida urbana y las obras públicas: Roma impulsó la creación de nuevas ciudades (colonias) y transformó las existentes (municipios), dotándolas de infraestructuras (acueductos, teatros, anfiteatros, templos, termas). Las ciudades actuaron como centros administrativos, económicos y culturales, difundiendo el modo de vida romano. Una extensa red de calzadas comunicaba las ciudades y facilitaba el comercio, el movimiento de tropas y la administración.
- El ejército: Fue un importante vehículo de romanización. Los soldados difundían la lengua y costumbres romanas. Además, los indígenas que servían en las tropas auxiliares obtenían la ciudadanía romana al licenciarse, lo que fomentaba su integración.
- La concesión de la ciudadanía romana: Otorgar la ciudadanía romana a individuos o comunidades enteras era un incentivo para la asimilación, ya que implicaba derechos y privilegios. Este proceso culminó con el edicto de Caracalla (212 d. C.), que concedió la ciudadanía a casi todos los habitantes libres del Imperio.
- El latín: Se impuso como lengua común y de cultura, desplazando a las lenguas prerromanas (excepto el vasco). Fue fundamental para la cohesión administrativa y cultural.
- El derecho romano: Regulaba las relaciones privadas y el funcionamiento de las instituciones, unificando jurídicamente el territorio.
- La economía: Se implantó un sistema económico basado en la producción para el mercado, la propiedad privada de la tierra (con el desarrollo de las villae o latifundios trabajados a menudo por esclavos) y el uso de la moneda romana. Hispania se integró en los circuitos económicos del Imperio, destacando por su producción de metales (oro, plata, cobre), aceite, vino y trigo, así como salazones y garum.
- La religión: Se difundió el culto a los dioses romanos y el culto imperial, aunque a menudo se sincretizaron con divinidades indígenas. Posteriormente, el cristianismo se extendió por Hispania y se convirtió en la religión oficial del Imperio en el siglo IV d. C.
La sociedad hispana se estructuró según criterios romanos, diferenciando entre ciudadanos romanos (colonos o indígenas asimilados), indígenas libres sin ciudadanía, libertos y esclavos, base fundamental del sistema productivo.
Definiciones Clave
Atapuerca
Conjunto de yacimientos paleoantropológicos situado en la Sierra de Atapuerca (Burgos), declarado Patrimonio de la Humanidad. Su descubrimiento sistemático comenzó en el siglo XX. Alberga algunos de los restos fósiles de homininos más antiguos de Europa. Destacan los hallazgos de Homo antecessor (con una antigüedad de unos 800.000-900.000 años), considerado uno de los primeros pobladores de Europa, y de Homo heidelbergensis (preneandertal, con unos 400.000 años de antigüedad), hallados en la Sima de los Huesos. También se han encontrado evidencias de ocupación humana de hasta 1,2 millones de años de antigüedad (Homo sp.).
Pueblos Prerromanos
Término que designa al conjunto de pueblos indígenas que habitaban la Península Ibérica antes de la conquista romana (siglo III a. C.). Estos pueblos se desarrollaron durante la Edad del Hierro (primer milenio a. C.), recibiendo influencias de pueblos indoeuropeos y de los colonizadores mediterráneos (fenicios, griegos, cartagineses). Se distinguen principalmente dos grandes áreas culturales: la ibérica (sur y levante), con mayor desarrollo urbano, económico (agricultura, comercio, minería), social (estados jerarquizados) y cultural (escritura, moneda) debido al contacto con los colonizadores; y la céltica (centro, oeste y norte), con predominio de la ganadería, organización tribal y poblados fortificados (castros). En las zonas de confluencia surgieron los celtíberos.
Tartessos
Civilización que floreció en el suroeste de la Península Ibérica (actual Andalucía occidental y sur de Portugal) durante la Edad del Bronce Final y la primera Edad del Hierro (aproximadamente siglos IX-VI a. C.). Conocida a través de fuentes griegas y hallazgos arqueológicos, destacó por su riqueza minera (plata, cobre, estaño) y sus intensos contactos comerciales con los fenicios. Se considera la primera formación estatal de la Península. Desarrolló una cultura propia, con elementos orientales adoptados de los fenicios. Su desaparición en el siglo VI a. C. sigue siendo objeto de debate.
Romanización
Proceso histórico de aculturación mediante el cual los pueblos prerromanos de Hispania adoptaron la lengua (latín), la cultura, las instituciones, la economía, las leyes y las formas de vida de Roma tras la conquista. No fue uniforme, siendo más intenso y rápido en las zonas del sur y levante y más lento y superficial en el norte y oeste. Se llevó a cabo a través de diversos medios como la vida urbana, las calzadas, el ejército, la concesión de la ciudadanía, el latín y el derecho romano.
Invasiones Bárbaras
Proceso histórico que se desarrolló principalmente entre los siglos III y V d. C., caracterizado por la entrada masiva de diversos pueblos germánicos y de otras procedencias (llamados ‘bárbaros’ por los romanos) en el territorio del Imperio Romano de Occidente. En el caso de Hispania, en el año 409 penetraron suevos, vándalos y alanos, que se asentaron en distintas zonas. Posteriormente, los visigodos entraron en la Península, primero como aliados de Roma para combatir a estos pueblos y, tras la caída del Imperio en 476, para establecer su propio reino.
Concilios de Toledo
Asambleas legislativas y religiosas celebradas en la capital del reino visigodo, Toledo, entre los siglos V y VIII. Convocadas por el rey, reunían a las altas jerarquías de la Iglesia y, a partir de la conversión de Recaredo al catolicismo (III Concilio, 589), también a miembros de la alta nobleza (Aula Regia). En ellas se trataban tanto cuestiones religiosas (dogmáticas, disciplinares) como políticas y legislativas, reflejando la estrecha unión entre la Iglesia y la monarquía visigoda. Tuvieron una gran importancia en la consolidación del reino y en la unificación jurídica y religiosa.
Recaredo
Rey visigodo (586-601), hijo y sucesor de Leovigildo. Continuó la labor de consolidación territorial de su padre, enfrentándose a francos, bizantinos y vascones, y sofocando revueltas internas. Su hecho más trascendental fue su conversión del arrianismo al catolicismo, proclamada oficialmente en el III Concilio de Toledo (589). Esta decisión fue clave para lograr la unidad religiosa y la fusión entre la minoría visigoda y la mayoría hispanorromana, fortaleciendo la monarquía y el reino.
Resume las características de la monarquía visigoda y explica por qué alcanzaron tanto poder la Iglesia y la nobleza
Tras la caída del Imperio Romano de Occidente (476 d. C.), diversos pueblos germánicos se asentaron en sus antiguas provincias. Los visigodos, tras un periodo inicial en la Galia (Reino de Tolosa), se establecieron definitivamente en la Península Ibérica, fundando el Reino Visigodo de Toledo, que perduró hasta la invasión musulmana del 711.
Características de la Monarquía Visigoda
- Unificación territorial: Los monarcas visigodos, especialmente Leovigildo, lograron unificar políticamente casi toda la Península Ibérica, expulsando a los suevos (noroeste), conteniendo a los vascones (norte) y reduciendo la presencia bizantina (sureste). Establecieron la capital en Toledo.
- Monarquía electiva y débil: La monarquía era teóricamente hereditaria, pero en la práctica fue electiva. Los reyes eran elegidos por la alta nobleza, lo que generaba constantes luchas por el poder, intrigas y asesinatos, debilitando la institución monárquica.
- Unificación religiosa y jurídica: Inicialmente, visigodos (arrianos) e hispanorromanos (católicos) estaban separados religiosamente. La conversión del rey Recaredo al catolicismo (589) logró la unidad religiosa, un paso fundamental para la cohesión del reino. Posteriormente, el rey Recesvinto promulgó el Liber Iudiciorum (Fuero Juzgo) en el 654, un código de leyes único para ambos pueblos, logrando la unidad jurídica. (Solo la población judía quedó al margen de esta unificación, sufriendo persecuciones).
- Instituciones de gobierno: El rey gobernaba con la ayuda de varias instituciones: el Officium Palatinum (formado por los nobles de mayor confianza que desempeñaban cargos en la corte), el Aula Regia (asamblea consultiva formada por la alta nobleza y los principales funcionarios) y los Concilios de Toledo (asambleas eclesiásticas que, tras la conversión, adquirieron también funciones políticas y legislativas).
Poder de la Iglesia y la Nobleza
Tanto la Iglesia como la nobleza (laica y eclesiástica) alcanzaron un gran poder en el reino visigodo por varias razones:
- Debilidad de la monarquía: El carácter electivo de la monarquía permitía a la nobleza influir decisivamente en la elección del rey y limitar su poder. Las luchas internas por el trono debilitaban aún más la autoridad real.
- Apoyo de la Iglesia a la monarquía: Tras la conversión al catolicismo, la Iglesia se convirtió en un pilar fundamental para la legitimación de la monarquía. Los reyes buscaban el apoyo eclesiástico, y a cambio, la Iglesia obtuvo importantes privilegios, influencia política (a través de los Concilios de Toledo) y un gran poder económico y social (control de tierras, exenciones fiscales, monopolio cultural).
- Base económica: La nobleza (tanto la de origen godo como la hispanorromana que se fusionó con ella) y la Iglesia acumularon grandes latifundios, controlando la tierra y a los campesinos que la trabajaban. Este poder económico se traducía en poder político y militar.
- Papel en la administración y el ejército: Los nobles ocupaban los principales cargos en la administración (Officium Palatinum, Aula Regia) y lideraban los ejércitos, lo que les confería un control directo sobre los resortes del Estado.
Esta concentración de poder en manos de la nobleza y la Iglesia, junto con la debilidad intrínseca de la monarquía electiva, contribuyó a la inestabilidad política del reino y facilitó su rápida desintegración ante la invasión musulmana del 711.