Fundamentos Ideológicos y Apoyos Sociales del Franquismo
Los Fundamentos Ideológicos del Franquismo
Los fundamentos ideológicos del franquismo eran una mezcla de totalitarismo e integrismo religioso. Como legitimación de la guerra, el episcopado español se dirigió en julio de 1937 a los católicos del mundo con una carta colectiva, escrita por el cardenal Gomá, en la que explicaba la naturaleza religiosa de la guerra. La definía como cruzada y suponía la legitimación religiosa de la sublevación. Salvo Vidal y Barraquer, arzobispo de Tarragona, y Mateo Múgica, arzobispo de Vitoria, esta apuesta por el bando franquista fue firmada por todos los obispos españoles.
Otro de los elementos fue la visión nacional-católica del régimen. Se trataba de un fundamentalismo religioso según el cual Franco se consideraba a sí mismo como hombre providencial elegido por Dios para la salvación de España. El sentido político del nuevo Estado se caracterizaba por ser:
- Un régimen defensor de la fe y de la civilización.
- Un Estado misional y totalitario.
- Negación de la lucha de clases.
- Unidad del pueblo en torno a la cruzada.
Los principios ideológicos podrían resumirse en el profundo antiliberalismo de las leyes y medidas políticas que promulgó y llevó a la práctica. Las formas externas, el lenguaje utilizado y la simbología del franquismo procedían principalmente de la Falange Española, el partido fundado por José Antonio Primo de Rivera en 1933, a los que añadiría algunos elementos del Tradicionalismo, convertidos en el Partido Único que se constituyó en 1937 como Falange Española Tradicionalista y de las JONS.
El franquismo fue un régimen militar en el que siempre estuvo presente el recuerdo de la Guerra Civil y la victoria. El orden que Franco estableció no se concibe sin el Ejército, a cuyos oficiales asignó un papel relevante. Durante los cuarenta años de dictadura el Ejército gozó de prerrogativas muy amplias, incluida la existencia de la jurisdicción militar para cualquier tipo de delito. Franco tuvo 114 ministros en sus diferentes gobiernos, de ellos 40 fueron militares.
Al mismo tiempo, el régimen configuró un verdadero estado policial con un enorme aparato policíaco que garantizase el orden público y persiguiese cualquier forma de disidencia. En la organización del Estado, el régimen fue centralista, desapareciendo toda la legislación republicana que había reconocido la autonomía de municipios, regiones y nacionalidades. Por otra parte, tuvo un acusado carácter nacionalista, en el que toda la retórica oficial se llenaba de alusiones al pasado grandioso de España. En esencia fue durante largos años un régimen totalitario, en el que el Estado intervenía en todos los aspectos de la vida social, económica, cultural, etc., y que establecía la adscripción obligatoria de las personas a instituciones oficiales. Como en todo régimen totalitario se producía una identificación entre la nación, el Partido único y el jefe político («el caudillo»).
La Institucionalización del Régimen Franquista
La institucionalización del régimen fue lenta y se produjo en respuesta a acontecimientos externos y a presiones de quienes en España querían asegurar su continuidad. Por ello, promulgó un conjunto de Leyes Fundamentales que se planteaban según las necesidades políticas del régimen.
Leyes Fundamentales del Franquismo
- El Fuero del Trabajo (1938): Inspirado en la Carta del Lavoro italiana, que articulaba las relaciones del mundo del trabajo, estableciendo sindicatos verticales y con las libertades sindicales prohibidas. Los sindicatos verticales estaban integrados por todos los factores, ordenados por ramas, bajo la jerarquía del partido, es decir, dirigidos por militantes de FET y de las JONS. En conclusión, en este aspecto el sindicalismo vertical del régimen responde fielmente al modelo totalitario propio de los fascismos: la economía y las relaciones de producción sometidas al Estado y dirigidos por él.
- La Ley Constitutiva de las Cortes (1942): Aconsejadas por la evolución de la Segunda Guerra Mundial, que ya empezaba a decantarse a favor de las democracias occidentales. Con esta ley el franquismo establecía unas «Cortes Orgánicas» formadas por miembros en su mayor parte nombrados directamente por Franco. Aparentemente, pues, se constituía una especie de representación de la sociedad ante el Estado y el Partido único. Algunos elementos de esta ley eran:
- Las Cortes son presentadas como órgano de representación de la sociedad ante el Estado.
- Sus miembros son todos cargos previamente nombrados y designados por el Caudillo.
- Además, el dictador se reserva la designación directa de otros cincuenta «representantes».
- El Fuero de los Españoles (1945): Promulgada esta ley tras la derrota de los aliados fascistas, pretendía simular una declaración de derechos. No era, claro está, más que un simulacro de reconocimiento de derechos y, en realidad, proponía un sistema político autoritario de carácter confesional, con la absoluta limitación y prohibición de las libertades democráticas básicas.
- La Ley de Referéndum (1945): Para completar el conjunto de normas que pretendían presentar al régimen como representativo en alguna manera, en unos años en que comenzaba el mayor aislamiento que tuvo, acordado por la ONU en 1946 de manera solemne.
- La Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado (1947): Fue sometida a plebiscito, por la que se confirmaba a Franco como jefe de Estado vitalicio y se le reservaba el derecho de nombrar sucesor.
Una vez consolidado el régimen, a partir de la guerra fría y los acuerdos con los Estados Unidos de 1953, el franquismo continuó su proceso de institucionalización sin perder en ningún momento su carácter genuino de personal y militar, atenuando algunos rasgos externos de la parafernalia fascista. Así, en 1958, sin previa deliberación en las Cortes, Franco promulgó la Ley de Principios del Movimiento Nacional, por la que todos los cargos y funcionarios eran de hecho miembros natos del Movimiento, obligados a jurar sus Principios Fundamentales. En 1967, la Ley Orgánica del Estado introdujo algunas novedades funcionales como la separación de los cargos de jefe del Estado y presidente del Gobierno, aunque este último no se cubriría hasta 1973, en la persona de su compañero de armas el almirante Luis Carrero Blanco, asesinado por ETA ese mismo año. Aunque formalmente no se trate de una ley fundamental, debe señalarse que en julio de 1969 Franco hizo que las Cortes nombrasen al príncipe Juan Carlos su sucesor en la jefatura del Estado, como instauración de una monarquía del Movimiento.
Los Apoyos Sociales del Franquismo
Para explicar la pervivencia de la dictadura franquista hay que acudir, tanto a los apoyos estratégicos de Estados Unidos, como a una serie de factores internos: el exterminio y situación de terror y silencio a que sometió el régimen a cualquier posible disidencia; el temor a volver a cualquier forma de nueva guerra civil después de la tragedia vivida; la desaparición y el exilio de las capas y minorías intelectuales y profesionales. A estas razones «negativas» se añaden otras relacionadas con los apoyos sociales y el nuevo consenso que el franquismo fue creando paulatinamente.
Los apoyos sociales de que dispuso el franquismo desde el primer momento fueron:
- Los grupos económicos que con la victoria vieron recuperados sus posiciones de poder y privilegios.
- El Ejército, que pasó a actuar como un poderosísimo grupo de presión e intereses.
- FET y de las JONS, el Partido único, que proporcionaba la relación con las masas populares.
- La camarilla de fieles vinculados personalmente a la figura del jefe.
- La oligarquía financiera y terrateniente que consiguió la restauración de su poder político y su hegemonía como clase social.
- Sectores amplios de las clases medias urbanas y del pequeño campesinado en las regiones centrales del país, que fueron el apoyo social de masas que el franquismo requería.
La Falange, la Iglesia y el Ejército fueron los tres pilares institucionales del franquismo. La Iglesia cumplió durante mucho tiempo el papel legitimador del régimen, obteniendo a cambio numerosos privilegios en la vida social, la enseñanza y la moral pública.
La fidelidad de las Fuerzas Armadas fue la condición esencial de la supervivencia política. La permanencia del régimen se fundamentó en un control absoluto de los mecanismos de propaganda y educación, solo debilitado en los últimos años del período.