1. La sublevación militar y el estallido de la guerra
1.1. Causas generales
Las dificultades que la Segunda República intentó resolver para lograr la modernización y democratización real del país fueron la base de los principales conflictos que enfrentaron a amplias capas sociales: el problema agrario y la resistencia de la oligarquía terrateniente. Las reformas sociales y laborales que enfrentaron a patronos y obreros. El motivo religioso que se centró en el intento de establecer un estado laico que provocó airadas reacciones de la iglesia ante su impulso anticlerical y que se vio complicado por las acciones de grupos violentos que atentaron contra el patrimonio eclesiástico. La reforma educativa que alteraba las costumbres sociales muy arraigadas, vinculada a lo anterior, al impedir la educación religiosa. La propia organización y la estructura del estado (democracia o corporativismo, hasta fascismo o comunismo), provocaron una dialéctica de la confrontación que sacudiría los cimientos del joven régimen. Problemas de orden público. Polarización de la sociedad, desde una pluralidad confrontada. Y la más importante de todas, el descontento generado por la reforma militar y la actitud alcista de una parte del ejército muy conservador con una mentalidad propia del siglo XIX.
1.2. La conspiración y el estallido de la guerra
Antes incluso del triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, un grupo de generales monárquicos y conservadores (José Sanjurjo, Emilio Mola, Francisco Franco), con la adhesión, en última instancia, de amplios grupos de derecha (Falange, Renovación Española, Carlistas), comenzaron a preparar un levantamiento militar. Contaban con el apoyo financiero de algunos de los grandes banqueros del momento como Juan March y con contactos en el extranjero. El asesinato del diputado derechista José Calvo Sotelo aceleró su inicio. El coordinador de la conspiración en la península era el general Mola, pero la sublevación se inició el 17 de julio en Ceuta y Melilla, bajo la dirección del general Franco, destinado en Canarias como medida de precaución por parte del gobierno republicano. Entre el 18 y 19 de julio la sublevación se extendió por la península. El golpe de estado triunfó donde predominaban la gran propiedad o los pequeños propietarios conservadores, por tanto, en el Protectorado de Marruecos y en Canarias, Galicia, la actual Castilla y León, Álava, Navarra y parte de Aragón. El alzamiento fracasó donde las fuerzas obreras y la izquierda tenían más peso, esto es Sevilla y algunas ciudades de la Andalucía occidental, Madrid, Cataluña, el Levante, la franja cantábrica (Asturias, Cantabria y País Vasco), Castilla-La Mancha, Andalucía oriental y Extremadura. El objetivo de la sublevación era implantar rápidamente un régimen autoritario que pusiese fin a las libertades democráticas y acabase con la amenaza revolucionaria de la izquierda más extremista. Sin embargo, el fracaso del alzamiento en buena parte de España provocó el estallido de la guerra civil.