Al-Andalus
1. Introducción
Este tema expone el período histórico de dominación musulmana en la Península Ibérica, que transcurrió entre los años 711 y 1492, año de la caída del último reducto musulmán, el Reino Nazarí de Granada. Se abordará la conquista y la evolución política de Al-Andalus, la organización del Estado, la economía y la sociedad andalusíes, y finalmente, el arte y la cultura hispano-musulmana.
2. Conquista y Evolución Política de Al-Andalus
La conquista musulmana de la península comenzó en el año 711. Dos razones principales motivaron esta invasión:
- La profunda crisis del Estado visigodo, debilitado por los continuos problemas sucesorios de la monarquía.
- El ímpetu expansivo del Islam.
En este contexto, un ejército musulmán, al mando de Tarik, cruzó el Estrecho de Gibraltar para intervenir en la guerra civil entre el rey Rodrigo y los partidarios del hijo del anterior rey, Witiza.
Tras derrotar a Rodrigo en la Batalla de Guadalete, el ejército musulmán decidió permanecer en el territorio hispano, continuando su conquista hacia el norte, hacia la capital visigoda, Toledo. Tarik, para proseguir la conquista, solicitó refuerzos al gobernador de la provincia norteafricana, Muza. Entre 711 y 716, los musulmanes controlaron la península, excepto la franja cantábrica y la zona occidental de los Pirineos. Se creó una nueva provincia, dependiente de Damasco, capital del califato árabe: el Emirato Dependiente (714-756). Córdoba se convirtió en la capital de Al-Andalus, gobernada por un emir dependiente del califa de Damasco.
Pronto surgieron conflictos. Los bereberes, que constituían la mayoría del ejército ocupante, se rebelaron contra la minoría árabe, que controlaba la mayor parte de las tierras y gozaba de grandes privilegios. Esta crisis provocó las primeras derrotas musulmanas frente a los cristianos: Covadonga (722) y Poitiers (734), batalla ganada por el rey franco Carlos Martel, que frenó la expansión musulmana en Europa.
En 750, la Revolución Abasí desalojó del poder a la dinastía Omeya de Damasco. Abderramán I, único miembro de la familia Omeya que logró escapar, llegó a Al-Andalus y en 756 creó el Emirato Independiente de Córdoba. Creó un ejército mercenario y permanente, financiado con el aumento de impuestos, lo que provocó revueltas e inestabilidad.
A mediados del siglo X, el emirato cordobés sufría una grave crisis, con problemas internos y la amenaza de los reinos cristianos. En este contexto, llegó al poder Abderramán III (912-961). Sus victorias militares le otorgaron prestigio para proclamarse califa en 929, independizándose de Damasco en materia religiosa. Reorganizó la administración, creó la figura del hachib (primer ministro) y los visires (ministros), y aumentó la recaudación fiscal para formar un potente ejército.
A su muerte, le sucedió su hijo Al-Hakam II (961-972), quien continuó su labor, destacando su impulso intelectual y artístico. Tras su muerte, el poder efectivo de los califas decayó. El hachib Almanzor gobernó de facto, liderando numerosas incursiones (razias) hasta llegar a Santiago (997). Tras su muerte (1002), sus hijos le sucedieron (dinastía amirí), pero en 1009, Abderramán Sanchuelo fue derrocado, iniciando una etapa de inestabilidad. En 1031, el califato se disgregó en los Reinos de Taifas.
Esta fragmentación (1031-1086) fue aprovechada por los reinos cristianos, que impusieron tributos (parias) a los reyes taifas. La conquista de Toledo (1085) por Alfonso VI obligó a los reyes taifas a pedir ayuda a los almorávides, bereberes que gobernaban el norte de África. En 1086, derrotaron a Alfonso VI en Sagrajas, pero la imposición de nuevos impuestos provocó revueltas, y el avance cristiano propició la aparición de las segundas taifas.
Estas nuevas taifas pidieron ayuda a los almohades, también del norte de África. Su invasión (1146) fue lenta, dominando solo el sur de Al-Andalus. La derrota en Las Navas de Tolosa (1212) marcó su declive. Fernando III conquistó Córdoba en 1236. Surgieron las terceras taifas, que cayeron en manos cristianas, excepto el Reino Nazarí de Granada, que sobrevivió hasta 1492 gracias a su diplomacia con Castilla, la cohesión interna y la llegada de andalusíes de otros reinos.
A pesar de ser vasallo de Castilla, la unión de Castilla y Aragón en 1479 acentuó la conquista cristiana. Los Reyes Católicos pactaron con Boabdil, el último rey nazarí, la rendición de Granada en 1492.
3. Organización del Estado
Inicialmente, el emir ostentaba el poder. Con Abderramán III surgieron los califas, seguidos por el hachib y los visires, al mando de los divanes (ministerios). Al-Andalus se dividía en coras (provincias), gobernadas por valíes. Las Marcas, provincias fronterizas con los reinos cristianos, tenían un carácter especial, con valíes con gran poder militar: Marca Superior (Zaragoza), Media (Toledo) e Inferior (Mérida).
La Hacienda recaudaba impuestos ordinarios (limosna, capitación, impuesto sobre la tierra) y extraordinarios (para campañas militares). El sistema judicial se basaba en los cadíes, jueces islámicos, bajo la autoridad del califa. El ejército, fundamental para la conquista y defensa, se componía de levas forzosas, voluntarios y mercenarios. La caballería era el cuerpo más importante, la infantería se usaba en asedios, y la marina controlaba el Estrecho de Gibraltar.
4. Economía y Sociedad Andalusíes
La sociedad andalusí era urbana y comercial, en contraste con la visigoda, rural y autárquica. En la agricultura, predominaba la gran propiedad, cultivando la tríada mediterránea (trigo, olivo y vid). Se usaba el regadío con acequias y norias. Destacaba la cría del gusano de seda. En ganadería, predominaba la ovina, además de caballos y mulas. La minería se centraba en el mármol. En el sector secundario, destacaban los textiles (seda), cuero, pergamino, cerámica, vidrio y armas.
El comercio floreció gracias a la red urbana y las comunicaciones. Los mercados se situaban cerca de las mezquitas. El sistema monetario se basaba en el dinar y el dirhem. El comercio exterior se realizaba con Europa, el Mediterráneo oriental y el norte de África.
La sociedad se dividía en: árabes (grupo dominante), bereberes, muladíes (hispano-visigodos convertidos al Islam), mozárabes (hispano-visigodos cristianos) y esclavos. La minoría judía tenía un estatus similar al de los mozárabes, dedicándose a la banca, el comercio y la medicina.
Las ciudades eran fundamentales. Se revitalizaron las romanas (Córdoba, Zaragoza) y se crearon nuevas (Almería, Madrid). Córdoba llegó a tener 100.000 habitantes. La convivencia pacífica entre las tres religiones (musulmana, cristiana y judía) se dio principalmente durante las primeras taifas, con conflictos en otros períodos.
5. Arte y Cultura Andalusíes
Características del arte andalusí:
- Inspiración religiosa.
- Poca importancia de las artes figurativas.
- Relevancia de la arquitectura.
- Predominio de lo decorativo sobre lo estructural.
- Supremacía de la abstracción sobre el realismo.
- Influencia romana (arco de herradura, arcos con dovelas bicolores).
- Estilos como el mudéjar y el mozárabe.
- Espacios principales: mezquita (Mezquita de Córdoba) y palacio (Aljafería de Zaragoza).
- Etapa nazarí (Alhambra de Granada, siglo XIV).
En cultura, destacaron Ibn Hazm (poesía), Averroes (filosofía) y Avicena (medicina).
6. Conclusión
Tras casi ocho siglos de presencia islámica, su huella persiste en la lengua, el arte y el estilo de vida. Numerosas palabras son de origen árabe (ej. “ojalá”). La aportación árabe enriqueció la cultura y el arte español, creando una identidad única y peculiar.