1. Prehistoria y Pueblos Prerromanos
1.1-Paleolítico y Neolítico
- Paleolítico (1.200.000-5.000 a.C.): Sociedades nómadas con economía depredadora (caza y recolección).
- Neolítico (5000-2500a.C.): Sedentarización, aparición de poblados y economía productora (agricultura y ganadería).
1.2.-Los pueblos prerromanos y las colonizaciones de los pueblos del Mediterráneo
.
En el 1er milenio conviven una serie de pueblos prerromanos en la península. Al Sureste se encuentran los Íberos organizados en pueblos independientes con rasgos comunes entre sí. Tienen una sociedad estratificada basada en la devotio ibérica con un gobierno monárquico y una economía agraria. Al norte están los Celtas y los Celtíberos (zona oriental de la meseta) con una sociedad tribal y economía ganadera en la que destaca la metalurgia del hierro. Estos últimos son pueblos guerreros con una aristocracia militar que realiza pactos de hospitalidad. Alnorte también encontramos a los Vascones, un pueblo preindoeuropeo. Por último,está el Reino de Tartessos en el valle del Guadalquivir. Es un reino rico que sobresale en el comercio, con una agricultura algo avanzada y minas repletas de minerales que les ayuda a prosperar. Tras ellos empiezan a llegar otras civilizaciones colonizadoras. Primero llegan los Fenicios y los Griegos atraídos por los metales de la península. Acaban estableciendo colonias comerciales en el sur como Gadir y Rhode, respectivamente. Introducen el torno alfarero, la escritura alfabética, la moneda y otros productos como el vino. Por último, llegan los Cartagineses que ocupan el papel de los fenicios hasta caer frente a los romanos en la 1ª Guerra Púnica.
1.3. La Hispania romana:
La conquista de Roma se da tras la segunda guerra púnica provocada por el ataque de Aníbal en Sagunto en el 219 a.C, la cual se divide en tres fases: la ocupación del
Mediterráneo y de los Valles del Guadalquivir y Ebro (218-170 a.C), tomando Cartago Nova y Gadir en el 206 a.C, comandado por Cornelio Escipión; la ocupación de la Meseta y las Baleares, a finales del S.II a.C, donde se enfrentan a los pueblos prerromanos del interior; la ocupación de la franja cantábrica (S.I a.C), donde Octavio Augusto se somete a los pueblos de la franja cantábrica y su general concluye la conquista en el 19 a.C. Paralelamente a la conquista se produce la romanización, que consiste en la asimilación de la cultura, economía y sociedad romana, llevada a cabo por los pueblos conquistados por Roma. Los focos de romanización fueron las ciudades y los difusores los soldados y comerciantes. Las manifestaciones romanas que destacan son: el trazado de las ciudades españolas, la religión mayoritaria cristiana, la implantación del latín y el derecho romano.
También dejaron multitud de construcciones monumentales (templos, teatros, anfiteatros, puentes, acueductos…), y legado literario, con filósofos como Séneca y escritores como Quintilano y Marcial. Finalmente, Roma introdujo un sistema esclavista, explotador y exportador, explotó la riqueza minera y agropecuaria, con las villas romanas como grandes explotaciones agrarias.
1.4. La monarquía Visigoda.
Los visigodos, un pueblo bárbaro, estaban establecidos en el Reino de Tolosa por un foedus con Roma. Sin embargo, debido a las presiones de los francos, pactaron con los romanos poder establecerse en la península a cambio de expulsar a los suevos y alanos, y se establecieron en Toledo tras su derrota contra los francos en Vouillé (507). Con la formación del reino visigodo de Toledo, los monarcas procedieron a realizar la unificación territorial del reino mediante la expulsión de los suevos (Leovigildo, 585) y los bizantinos (Suintila). La unificación religiosa del reino se logró tras la conversión al catolicismo del rey Recaredo en el III Concilio de Toledo. Por último, se adquirió la unificación legislativa tras promulgar Recesvinto el “Liber ludiciorum”, único texto legal para visigodos e hispanorromanos. La monarquía era inicialmente electiva, pero esto causó conflictos entre las grandes familias nobles, por lo que pasó a ser hereditaria. Las principales instituciones políticas del reino fueron el Aula Regia, una asamblea de nobles de carácter consultivo; el Officium palatinum, conjunto de magnates de confianza del rey que le auxiliaban en el gobierno; y los Concilios, asambleas originalmente religiosas que posteriormente adquirieron funciones legislativas (tras incluir en ellas a la nobleza palatina en el IV Concilio de Toledo). Además, la sociedad estaba jerarquizada en la clase baja (campesinos y libertos) y la nobleza (aristócratas hispanorromanos y nobles visigodos). Debido a la caída del imperio y la consecuente inseguridad ciudadana se produjo un proceso de ruralización, lo que causó la decadencia de la vida urbana y el comercio, además del crecimiento de la servidumbre y de los poderes de la nobleza. El reino visigodo tuvo su fin en el 711 con la entrada de los musulmanes en la península
2.1-Al-Ándalus evolución política.
La llegada de los musulmanes a la Península Ibérica en el año 711 se enmarca en la expansión islámica desde el Norte de África, y fue facilitada por la guerra civil en el reino visigodo entre Don Rodrigo y los partidarios de Agila. Un ejército musulmán, compuesto por árabes y bereberes bajo el mando de Tarik y enviado por el gobernador del norte de África, Muza, cruzó el estrecho de Gibraltar y venció a Don Rodrigo en la Batalla de Guadalete.Esta conquista se caracterizó por su rapidez, exceptuando el norte peninsular, y se debió al hastío hispanorromano con los visigodos, la tolerancia religiosa y la política de pactos con élites locales a cambio de tributos, como el Pacto de Tudmir, que contribuyeron a la creación del Estado llamado Al-Ándalus. Las etapas clave de Al-Ándalus incluyen el emirato dependiente de Damasco (711-756), en el que Al-Ándalus era una provincia del califato Omeya de Damasco; el emirato independiente (756-929), que comenzó con Abderramán I y marcó una etapa de consolidación y arabización; y el Califato de Córdoba (929-1031), con Abderramán III proclamándose califa y centralizando su gobierno en Medina Azahara. Tras la muerte de Almanzor y la lucha por el poder, el Califato se dividió en múltiples reinos de taifas (1031-1086). Los reinos de taifas eran independientes y débiles, lo que llevó a la presión cristiana y a la búsqueda de ayuda en el norte de África. Los almorávides y almohades unificaron temporalmente el territorio, pero fueron finalmente derrotados por los cristianos en las batallas de Sagrajas y las Navas de Tolosa. Surgieron terceras taifas, que cayeron gradualmente bajo la ocupación cristiana, excepto el Reino de Granada (1246-1492), que mantuvo su independencia gracias a su hábil gestión diplomática y la llegada de andalusíes de otros reinos musulmanes. Sin embargo, problemas sucesorios llevaron a la rendición de Granada a los Reyes Católicos en 1492, poniendo fin a la presencia política musulmana en la península.
2.2: Al-Ándalus: economía, sociedad y cultura. El legado judío en la Península ibérica.
En Al Ándalus, entre los siglos VIII y XV, las instituciones político-administrativas se caracterizaron por su complejidad y sofisticación, con la presencia de un gobierno central y la descentralización administrativa en taifas y reinos de taifas. La economía floreció con avances en la agricultura, destacando técnicas de riego, el comercio próspero, la artesanía de alta calidad y el desarrollo de ciudades como Córdoba y Sevilla. La sociedad de Al Ándalus fue diversa e inclusiva, compuesta por musulmanes, incluyendo árabes, bereberes y muladíes, así como por los dimníes, que abarcaban mozárabes y judíos. La convivencia de estas comunidades permitió una rica interacción cultural y social.La religión, la cultura y el arte en Al Ándalus se destacaron por su tolerancia y sincretismo. La convivencia de musulmanes, judíos y cristianos influyó en la arquitectura, las ciencias, la filosofía y la literatura, dejando un legado cultural duradero que ha impactado significativamente en la historia de la Península Ibérica.
2.3. Los reinos cristianos: evolución de la conquista de la Península y organización política. Modelos de repoblación. Organización estamental.
La evolución de la conquista de la Península Ibérica fue marcada por núcleos de resistencia, como Sancho III el Mayor y la unión de Castilla y León bajo Fernando I. La unión de Aragón con Cataluña y la victoria en las Navas de Tolosa consolidaron el avance cristiano, destacando el reinado de Fernando III y las contribuciones culturales de Alfonso X y Jaime I el Conquistador. La organización política se manifestó a través de las Cortes, un espacio de deliberación y representación que influyó en la toma de decisiones. Los modelos de repoblación, oficial, señorial, privado, concejil, órdenes militares y repartimientos, definieron la reestructuración territorial y social tras la Reconquista. La sociedad se organizó estamentalmente, con nobles, clérigos, campesinos, señoríos eclesiásticos y señoríos señoriales y realengos desempeñando roles específicos. La religión, cultura y arte prosperaron en este contexto, con Alfonso X destacando en la promoción de la cultura y el arte durante el periodo de la Reconquista.
2.4. La Baja Edad Media en las Coronas de Castilla y de Aragón y en el Reino de Navarra.
La Baja Edad Media en las Coronas de Castilla y de Aragón, así como en el Reino de Navarra, se vio marcada por una crisis demográfica y agraria que generó tensiones sociales significativas. En Castilla, la monarquía autoritaria de la Casa de Trastámara, con episodios como la Guerra Civil, coexistió con un desarrollo económico sustentado en la ganadería y la influencia de la Mesta, mientras que la expansión por el Atlántico consolidó su posición como potencia marítima. En Aragón, el pactismo y el Compromiso de Caspe buscaron resolver disputas sucesorias, propiciando la unión de Aragón y Cataluña. La expansión por el Mediterráneo y el desarrollo comercial contribuyeron al crecimiento económico de la Corona de Aragón. En Navarra, la preservación de los fueros definió su identidad, y su posición estratégica la mantuvo en una balanza entre Francia y España. Estos eventos y dinámicas, caracterizados por tensiones internas, cambios políticos y desarrollos económicos, moldearon el curso de la Baja Edad Media en estas regiones, dejando un impacto duradero en su historia y desarrollo futuro.
3.1. Los Reyes Católicos: unión dinástica e instituciones de gobierno. La guerra de Granada
Los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, forjaron una unión dinástica en 1469 mediante su matrimonio y la Concordia de Segovia. La guerra con Portugal, seguida del Tratado de Alcaçovas, consolidó su autoridad y sentó las bases para un Estado moderno. En Castilla, instauraron una monarquía autoritaria con instituciones gubernamentales como los Consejos, las chancillerías en Valladolid y Ciudad Real/Granada, la Santa Hermandad y un poder municipal con corregidores. En Aragón, se establecieron virreyes, un Consejo, Cortes y la Sentencia Arbitral de Guadalupe (1486). Su política religiosa incluyó el derecho de presentación, la Inquisición liderada por Torquemada, la expulsión de los judíos y la conversión forzada de los mudéjares en 1502, dando origen a los moriscos. A nivel internacional, utilizaron el ejército y la diplomacia, enfrentándose a Francia en el Rosellón y Cerdaña, así como en Italia con la actuación del Gran Capitán y sus Tercios. También llevaron a cabo una política norteafricana contra los piratas berberiscos y Canarias, y buscaron alianzas matrimoniales con Portugal y Austria. La Guerra de Granada (1481-1492) destacó con la toma de Zahara y la entrega de la ciudad por Boabdil, marcando el fin de ocho siglos de dominio musulmán. La anexión de Navarra en 1512, a través de la Casa de Foix, implicó a Catalina de Foix y Juan de Albert en Navarra francesa, mientras que Germana de Foix y Fernando el Católico lograron mantener fueros e instituciones al integrar Navarra en Castilla.
3.2: Exploración, conquista y colonización de América.
La exploración, conquista y colonización de América, impulsada por diversas causas, marcó un hito en la historia mundial. Factores económicos, como la búsqueda del mercado de las especias, junto con avances científicos en la navegación, motivaron la empresa. Consideraciones políticas, destacando el prestigio del Estado, se entrelazaron con ideologías como la evangelización y la visión de la Monarquía Católica. En la fase exploratoria, los viajes de Colón, las Capitulaciones de Santa Fe, la bula Inter Caetera y el Tratado de Tordesillas delinearon las rutas y divisiones territoriales. Exploradores como Américo Vespucio, Núñez de Balboa y la expedición de Magallanes y Elcano ampliaron el conocimiento del Nuevo Mundo. La etapa de conquista vio la caída de los imperios azteca e inca, con Hernán Cortés y Moctezuma en Nueva España, y Pizarro y Atahualpa en Perú. Otros conquistadores como Pedro de Alvarado y Pedro de Valdivia dejaron su huella, mientras que Legazpi y Urdaneta exploraron Filipinas y establecieron el galeón de Manila. La colonización se plasmó en instituciones como las encomiendas, Justos Títulos, y las Leyes de Burgos y Nuevas de Indias. La Junta de Valladolid, protagonizada por Bartolomé de las Casas y Sepúlveda, abordó cuestiones éticas. La sociedad colonial reflejó la diversidad étnica, y la economía se sustentó en las minas de Zacatecas y el Potosí, así como en la Casa de la Contratación y el Consejo de Indias. Estos acontecimientos transformaron el eje económico mundial del Mediterráneo al Atlántico, consolidando a España como la primera potencia global del siglo XVI.
3.3: Los Austrias del siglo XVI. Política interior y exterior:
La Casa de Austria, en el siglo XVI, marcó la pauta de una Monarquía Hispánica abarcando el Sacro Imperio Romano-Germánico, dando forma a la idea imperial de la monarquía universal católica. Carlos V, gobernante multifacético, afrontó desafíos tanto en la política interior como exterior. En el ámbito doméstico, enfrentó la Guerra de las Comunidades en Castilla y las Germanías en Valencia, mientras que en el exterior, sus campañas incluyeron guerras contra Francia, conflictos con el Imperio Otomano liderado por Solimán el Magnífico, y la conquista de Túnez frente a piratas berberiscos. Además, se vio envuelto en conflictos con los protestantes, destacando la figura de Lutero, el Concilio de Trento, la Liga Esmalcalda y la Paz de Augsburgo. El reinado de Felipe II se caracterizó por el traslado de la Corte a Madrid y la Guerra de las Alpujarras. Su política exterior incluyó la Guerra de los 80 Años en los Países Bajos, la Empresa de Inglaterra (1588) contra la Armada Invencible, el conflicto con los turcos en la batalla de Lepanto y la unión con Portugal en 1580.Las instituciones bajo la Casa de Austria se estructuraron en un sistema polisinodial, consolidando un gobierno multipartito que contribuyó a la compleja administración de un vasto imperio
3.4: Los Austrias del siglo XVII. Política interior y exterior.
Los Austrias del siglo XVII protagonizaron un periodo político marcado por desafíos internos y externos que definieron la trayectoria de la Monarquía Hispánica. Bajo el reinado de Felipe III, la política interior estuvo fuertemente influenciada por el duque de Lerma, mientras que la expulsión de los moriscos en 1609 y el traslado de la Corte a Valladolid fueron decisiones trascendentales. Con la llegada de Felipe IV, la política interior se vio configurada por el conde-duque de Olivares y su ambicioso proyecto, el Gran Memorial, así como la Unión de Armas. No obstante, enfrentó una severa crisis en 1640 con rebeliones en Portugal, Cataluña y otras regiones, debilitando la estabilidad interna. A nivel exterior, la Pax Hispánica se materializó con la Tregua de los 12 años en los Países Bajos y la paz con Inglaterra. Sin embargo, el reinado de Felipe IV se vio envuelto en la Guerra de los Treinta Años en los Países Bajos y en conflictos con Francia, culminando con la Paz de los Pirineos. Carlos II heredó una Monarquía en crisis, enfrentando pérdidas territoriales constantes y desafíos sucesorios. Este período marcó un declive evidente para los Austrias, sentando las bases para los cambios subsiguientes en la historia de España
3.5: Sociedad, economía y cultura de los XVI y XVII
Los siglos XVI y XVII dejaron una huella indeleble en la sociedad, economía y cultura, manifestando una época de contrastes y evolución en la historia europea. La sociedad, aún arraigada en estructuras estamentales, se vio marcada por los estatutos de limpieza de sangre, reflejando tensiones sociales y religiosas. El catolicismo desempeñó un papel central, influenciando la vida cotidiana y la política, mientras que un elevado concepto del honor permeó la sociedad, destacándose en la literatura del Siglo de Oro español. Económicamente, el siglo XVI fue testigo de una expansión sin precedentes, impulsada por la llegada de metales preciosos de América. Sin embargo, el siglo XVII fue marcado por una crisis económica que afectó a Europa, desencadenada por factores como guerras, epidemias y tensiones políticas. Culturalmente, el Renacimiento del siglo XVI propició un florecimiento en las artes, la ciencia y la filosofía. El Barroco del siglo XVII, en cambio, se caracterizó por su expresión teatral, emocional y ornamentada, reflejando la complejidad de la época. La Contrarreforma católica influyó en la cultura, reafirmando la ortodoxia religiosa. El Siglo de Oro español, durante ambos siglos, destacó en la literatura, el arte y la música, contribuyendo significativamente al patrimonio cultural europeo.
3.6: La Guerra de Sucesión. La Paz de Utrecht. Los pactos de familia.
La Guerra de Sucesión (1701-1714) enfrentó a dos pretendientes al trono español: Felipe de Borbón, respaldado por Francia, y Carlos de Austria, apoyado por Inglaterra, el Sacro Imperio y los Países Bajos, en lo que se conoció como la Gran Alianza de La Haya. Este conflicto tuvo repercusiones continentales y marcó una lucha por el equilibrio de poder en Europa. La Paz de Utrecht, firmada en 1713, puso fin a la guerra y redibujó las fronteras europeas. Este tratado consolidó la hegemonía británica al otorgarle Gibraltar, establecer el navío de permiso y el asiento de negros, influyendo de manera significativa en la configuración geopolítica de la época. Los Pactos de Familia, posteriores a la Paz de Utrecht, establecieron que España alineararía su política exterior con la de Francia. Estos pactos, que surgieron en varias ocasiones a lo largo de los años, contribuyeron a definir alianzas estratégicas y a moldear las relaciones entre las monarquías europeas del siglo XVIII.
3.7: La nueva monarquía borbónica. Los decretos de Nueva Planta. Modelo de Estado y alcance de las reformas.
La nueva monarquía borbónica en España, encabezada por Felipe V, Fernando VI y Carlos III, representó una transición desde el modelo feudal hacia una monarquía absoluta y, posteriormente, hacia el Despotismo Ilustrado. Los Decretos de Nueva Planta, instrumentados a lo largo del siglo XVIII, marcaron la supresión de los fueros de la Corona de Aragón y la implantación de las leyes de Castilla en toda España, excluyendo Navarra y las Vascongadas.El modelo de Estado de la nueva monarquía se caracterizó por un centralismo más pronunciado y reformas institucionales significativas, como la instauración de capitanías generales, intendencias, corregimientos y la convocatoria de Cortes Generales.El alcance de las reformas abarcó diversos aspectos. En el ámbito militar, se implementaron cambios en el Ejército y la Armada. En materia financiera, se llevaron a cabo reformas fiscales para aumentar la recaudación. La relación con la Iglesia se vio tensionada por políticas regalistas y la expulsión de los jesuitas. Económicamente, se aplicó un proteccionismo/mercantilismo en el comercio exterior, al tiempo que se fomentaba la liberalización en el comercio interior y en las manufacturas reales.La colonización de Sierra Morena, liderada por Pablo de Olavide, reflejó la ambición de expandir y desarrollar territorios. Estas reformas marcaron un periodo de profundos cambios en España, delineando el curso hacia la modernización y la conformación de una estructura estatal más eficiente y unificada.
3.8: Las reformas borbónicas en los virreinatos americanos.
Las reformas borbónicas en los virreinatos americanos, durante el siglo XVIII, llevaron consigo cambios significativos. La creación de nuevos virreinatos, como el Río de la Plata y Nueva Granada, reflejó la reorganización territorial impulsada por la corona española. En 1778, se implementó una medida clave: la liberalización del comercio. Este cambio marcó un quiebre con las políticas mercantilistas anteriores, permitiendo una mayor apertura en las transacciones comerciales. Sin embargo, estas transformaciones no solo afectaron la esfera económica, sino que también llevaron a una reforma institucional profunda. La creación de intendencias, la supresión de los consulados y otras medidas centralizadoras redefinieron las estructuras de gobierno en los virreinatos, marcando un periodo de transición hacia una administración más eficiente, aunque también generando tensiones y resistencias locales
3.9: Sociedad, economía y cultura del siglo XVIII.
El siglo XVIII se caracteriza por transformaciones trascendentales en la sociedad, economía y cultura. Socialmente, surgen nuevas formas de organización y pensamiento, influenciadas por las ideas ilustradas que abogan por la razón y la igualdad. En el ámbito económico, se producen cambios significativos con el auge del comercio, el desarrollo de la agricultura y la consolidación de nuevas estructuras financieras. Culturalmente, el periodo ilustrado fomenta la difusión del conocimiento, promoviendo la educación y la crítica a las instituciones establecidas. Estas tres esferas, interconectadas y dinámicamente relacionadas, definen una época que sienta las bases para la modernidad y el cambio social en la historia europea