El Problema de Cuba y la Guerra entre España y Estados Unidos: La Crisis de 1898 y sus Consecuencias
Contexto Internacional y Situación Colonial
En el último cuarto del siglo XIX, la política internacional española, de la mano de Cánovas del Castillo, se centraba en mantener una posición neutral en los conflictos externos y, sobre todo, en salvaguardar los restos del Imperio (Filipinas, los archipiélagos del Pacífico, Puerto Rico y Cuba). Se hacía necesaria la prudencia para no enfrentarse a los imperios norteamericano y alemán, que tenían grandes intereses comerciales en el Pacífico. Los medios económicos para lograrlo eran escasos, la marina poco potente y la economía colonial, especialmente la cubana, beneficiosa para la metrópoli. Pero el principal problema era mantener las colonias sin respaldos internacionales o concederles amplios grados de autonomía.
La Cuestión Cubana y el Ascenso del Independentismo
EE.UU. tenía grandes intereses comerciales en Cuba (incluso intentó comprar la isla). Tras la Paz de Zanjón (1878), España concedió una mayor libertad a la colonia, e incluso se organizaron allí partidos políticos integrados por las élites dirigentes, española y cubana. Pero a partir de 1880 se producen cambios: la modernización de la industria azucarera, con predominio de una clase industrial española, y la dependencia total del mercado norteamericano. José Martí, un exiliado cubano en EEUU, funda el Partido Revolucionario Cubano, independentista, cuyas bases son obreros y campesinos. En 1895, con el “Grito de Baire”, se produce una insurrección independentista (en la que Martí muere en una emboscada), iniciada por obreros y clase media, pero a la que se unen finalmente los criollos. Cánovas enviará a Cuba al general Martínez Campos para aplastar la rebelión sin escatimar en gastos ni en hombres (más de 200.000 soldados). Este será sustituido por Valeriano Weyler (hombre de hierro), que, para romper el apoyo popular a los ejércitos rebeldes, crea campos de concentración en las ciudades para los campesinos y destruye sus campos y ganados.
La Rebelión en Filipinas y la Intervención de EEUU
En Filipinas, la rebelión se inicia en 1896 por la corrupción y torpeza de la administración colonial, que no atiende a las peticiones moderadas de autonomía de la Liga Filipina de José Rizal. Por esta causa, los independentistas emplean una gran violencia en Katipunan. El general Polavieja ejecutará a Rizal, pero no acabará con la rebelión. La intervención de EEUU se hizo manifiesta con la armada americana del Pacífico anclada en Hong-Kong. El sucesor de Polavieja, Fernando Primo de Rivera, firmará la Paz de Biac-na-Bató con los rebeldes en 1897 (de Aguinaldo).
La Guerra Hispano-Estadounidense y la Paz de París
En 1897 muere Cánovas y le sustituye Sagasta, que cesa a Weyler en Cuba y concede la autonomía, pero esto no satisface ni a los rebeldes ni a EEUU (que apoya la independencia a favor de sus propios intereses comerciales). En 1898 estalla el Maine, buque de guerra norteamericano fondeado en La Habana en visita de cortesía. El presidente McKinley dice haber sido una provocación española, por lo que declara la guerra a España al lado de los independentistas. Aunque EEUU declare que Cuba es independiente, los rebeldes cubanos quedan bajo su mando.
En el frente filipino, la escuadra de Dewey destruye a la de Montojo (barcos de acero contra barcos de madera). España sólo posee el control sobre la capital, Manila, donde el desembarco de una expedición norteamericana produce su capitulación.
En el frente antillano, Cuba estaba bloqueada por los americanos. Cervera llega al Puerto de Santiago de Cuba y allí todos sus navíos son destrozados. Se prosigue con un enfrentamiento en tierra, pero finalmente se produce la capitulación española. Tras esto, los americanos ocupan Puerto Rico y España solicita el armisticio.
En la Paz de París (10-12-1898), sin presencia de rebeldes, España cede las colonias a EEUU. Años después, las islas del Pacífico (Carolinas, Marianas y Palao) se venden a Alemania.
Consecuencias de la Pérdida Colonial
Las consecuencias de la pérdida colonial fueron varias. Por una parte, no fue una catástrofe económica: el dinero que ya no se gastaba en guerra sirvió para sanear la Hacienda, se repatriaron capitales de Cuba y no se perdieron los mercados latinoamericanos. Pero socialmente se vivió como un desastre: la muerte de 50.000 hombres y la crisis de la conciencia nacional (expresada en la obra crítica de los escritores de la “Generación del 98”).
Salen a flote las limitaciones de la Restauración para la modernización y el progreso de España, y la división interna e inestabilidad de sus partidos. La oposición a continuar el sistema la protagonizarán el movimiento obrero, los intelectuales y los republicanos. Las propuestas de modernización vendrán de la mano del Regeneracionismo, que apostará por reformas políticas y educativas.
Sociedad y Economía en el Paleolítico y Neolítico: La Pintura Rupestre
Paleolítico: Los Primeros Pobladores de la Península Ibérica
Los primeros testimonios humanos en España son del Paleolítico Inferior, como los del Homo antecessor, encontrado en Atapuerca, Burgos, con una antigüedad de 800.000 años. En el Paleolítico Superior, la península fue habitada por neandertales y por el Homo sapiens. Practicaron el nomadismo en sociedades tribales familiares, vivieron de la caza y la recolección, fabricaron herramientas de piedra tallada, hueso y astas, creían en el poder de los elementos de la naturaleza, realizaban rituales mágico-religiosos y enterraban y rendían culto a los muertos.
Neolítico: La Revolución Agrícola y Ganadera
El Neolítico llegó a la península desde el Mediterráneo oriental y desde el norte de África, desarrollándose entre los años 5.000 y 2.500 a.C. en Cataluña y en Andalucía (cultura de Almería), donde, ya en poblados estables, desarrollan una economía productora (la agricultura y la ganadería), perfeccionaron sus instrumentos (piedra pulimentada), jerarquizaron su sociedad y se dividieron el trabajo.
Las Primeras Manifestaciones Artísticas: Pintura Rupestre
Las primeras manifestaciones artísticas son las pinturas rupestres del Paleolítico Superior: en cuevas profundas, representando grandes animales de caza, policromos y realistas, cuya función quizás fuera la realización de rituales mágicos de atracción de la caza (Altamira y Tito Bustillo, en la zona cantábrica). En el Mesolítico y Neolítico se realizaron en repechos rocosos, con presencia de la figura humana creando escenas de su vida cotidiana (caza, luchas, recolección, pastoreo…), de trazos esquemáticos y más monocromas (Cogull y La Valltorta, en la zona mediterránea).
Los Pueblos Prerromanos y las Colonizaciones Históricas: Fenicios, Griegos y Tartessos
Pueblos Prerromanos: Iberos y Celtas
Los pueblos prerromanos fueron los iberos y los celtas. Los iberos eran pueblos indígenas de la península (Iberia) establecidos en el este y el sur, que alcanzaron su mayor florecimiento a partir del siglo VII a.C. Conocían la escritura y vivían de la agricultura, la ganadería, la metalurgia, la artesanía, la minería y practicaban el comercio con los pueblos colonizadores, llegando a acuñar monedas. Los celtas, de origen indoeuropeo, llegan hacia el siglo XII a.C. y, a lo largo de los siglos X y VII a.C., se instalan en el centro (entrando en contacto con los iberos), norte y oeste peninsular. Vivían sobre todo de la ganadería y la metalurgia del hierro y del bronce, y desconocían la escritura.
Colonizaciones Históricas: Fenicios, Griegos y Cartagineses
Los pueblos colonizadores fueron los fenicios, los griegos y los cartagineses, que llegan durante el primer milenio a.C. desde el Mediterráneo oriental, con intereses económicos. Los fenicios (siglo IX a.C.) se asentaron en la costa mediterránea andaluza, fundando factorías y colonias como Gadir (Cádiz) y generalizaron el uso del hierro, aportando el cultivo de la vid, la conserva del pescado en salazón, el torno de alfarero y la escritura alfabética. Los griegos (siglo VIII a.C.) instalan colonias en las costas del sur y este peninsular como Emporion (Ampurias) y Rhode (Rosas), comerciando con los pueblos indígenas y con gran rivalidad con los fenicios. Aportaron la moneda, la escritura, el cultivo del olivo y el arte. Los cartagineses, herederos de los fenicios, llegan a Baleares en el siglo VII a.C., fundando Ebussus (Eivissa) y ocupan las colonias peninsulares fenicias en el siglo VI a.C. fundando Qart Hadashit, la posterior Cartago Nova romana (Cartagena).
Tartessos: El Primer Estado Histórico de la Península
El reino de Tartessos es quizás el primer estado histórico de la Península, conocido por fuentes griegas, que tiene su mayor desarrollo entre los siglos VIII y VI a.C., desconociéndose su localización exacta, al parecer en el suroeste peninsular. Gobernado por poderosos reyes (Argantonio), que explotaron los ricos metales de la región, como la plata, y que desarrollaron el comercio con los fenicios y los griegos. Esta civilización desaparece hacia el año 500 a.C. sin conocerse con exactitud sus causas.
Conquista y Romanización de la Península Ibérica: Aportaciones Romanas
La Conquista Romana de Hispania
La conquista de Hispania comenzó en el siglo III a.C. y terminó en el siglo I a.C. y se debió al deseo de Roma de expulsar a los cartagineses, sus rivales en el Mediterráneo occidental (Guerras Púnicas) y controlar sus abundantes riquezas.
- En la primera fase (siglos III a II a.C.) Roma dominó el este y el sur tomando Emporion, Qart Hadasht (Cartago Nova) y Gadir.
- En la segunda fase (siglo II a.C.) dominó la Meseta, pese a la resistencia de lusitanos (con su caudillo Viriato) y celtíberos (con el cerco de su capital, Numancia).
- En la tercera fase (siglos II y I a.C.) se conquistan las Islas Baleares y se completa el dominio peninsular con la derrota de cántabros y astures.
La Romanización: Adaptación a las Formas de Vida Romanas
Mientras se producía la conquista y se organizaba el territorio en provincias, cuyo número y extensión variaron con el paso del tiempo, comenzó la romanización, la progresiva adaptación a las formas de vida romanas, que tuvo como agentes: el ejército, al que se incorporaron los pueblos sometidos; la creación de ciudades con gobernantes, funcionarios e instituciones de Roma; el latín como lengua oficial; el derecho, una legislación común; el culto al emperador; y la construcción de calzadas, obras públicas y edificios públicos dedicados a diversos usos, al igual que en otras provincias romanas.
Aportaciones Romanas en los Ámbitos Social, Económico y Cultural
Socialmente, se diferenció a personas libres, con derecho a la ciudadanía (hombres patricios y de la plebe rústica y urbana, con derechos políticos y sociales), libres no ciudadanos (hombres peregrinos y mujeres, independientemente de su riqueza, sin derechos) y, en el nivel inferior, los libertos (antiguos esclavos liberados) y los esclavos.
Económicamente, se llevó a cabo la agricultura (trigo, vid y olivo) en grandes latifundios trabajados por esclavos, con la aportación del arado romano, el barbecho y el regadío; la minería, con nuevas técnicas de extracción (oro, plata, mercurio y plomo), la artesanía (tejidos, cerámica, orfebrería, vidrio, aceite, vino, salazón) y el comercio, exportando trigo, aceite, vinos, salazones y metales e importando objetos de lujo.
Culturalmente, la lengua latina, el derecho, la religión politeísta, el culto al emperador (hasta la adopción del cristianismo) y el legado artístico de Roma (edificios religiosos, de ocio, administrativos, obras de ingeniería y monumentos conmemorativos), pervivieron hasta la caída del Imperio de Occidente en manos de los bárbaros en 476.
El Reino Visigodo: Origen, Organización Política y los Concilios
Origen del Reino Visigodo de Toledo
A comienzos del siglo V entran en Hispania tres pueblos germanos: suevos, vándalos y alanos. Para expulsarlos, los romanos buscan ayuda a los visigodos, pueblo germánico asentado en la Galia. Arrinconan a los suevos en Gallaecia y masacran a alanos y vándalos, regresando a la Galia donde establecen su reino con capital en Tolosa. En 507, derrotados por los francos, se trasladaron a la península y fundaron el reino visigodo de Toledo (507-711), conquistando al resto de pueblos peninsulares.
Unificación del Reino y Organización Política
Sucesivamente, el rey Leovigildo acabó con los suevos, Suintila conquistó las últimas posesiones del imperio Bizantino en la Península, Recaredo aceptó el catolicismo como religión oficial y Recesvinto promulgó el Liber Iudiciorum o Fuero Juzgo, un código de leyes basado en el derecho romano, común para la población hispanorromana y visigoda. La monarquía visigoda no era hereditaria sino electiva, legitimada por la teoría del origen divino del poder. Los reyes gobernaban con ayuda de personas de confianza que formaban el Oficio Palatino organizado en dos instituciones: el Aula Regia, formada por nobles que aconsejaban al rey, y los Concilios de Toledo, reuniones de obispos y abades convocadas por el rey para tratar asuntos religiosos, en los que, con el tiempo, se adoptaron acuerdos de carácter político.
Fin del Reino Visigodo
El reino visigodo finalizó en 711 con la conquista musulmana en la batalla de Guadalete tras la derrota del rey don Rodrigo.