Pueblos Prerromanos Colonizadores
Entre el 800 a.C. y el 218 a.C., coincidiendo con el inicio de la colonización romana, la Península Ibérica experimentó la llegada de pueblos mediterráneos que buscaban comerciar y controlar las riquezas mineras. Los principales pueblos colonizadores fueron:
Fenicios
Se asentaron en la costa andaluza y su zona de influencia interior, fundando ciudades como Almuñécar y Cádiz.
Griegos
Se establecieron principalmente en enclaves de la costa alicantina, destacando Emporion (Ampurias) como su asentamiento más importante. También tuvieron presencia en Rosas, Ampurias y parte del Levante (Denia-Adra Málaga).
Cartagineses
Sustituyeron a los fenicios en el comercio y se asentaron en Ibiza, la zona de Almería y Cartagena, extendiéndose entre las desembocaduras del Ebro y el Tajo.
Durante estos siglos, las culturas nativas se mezclaron con las influencias exteriores, dando lugar a:
Tartesos
La cultura más antigua del primer milenio a.C., asentada en Andalucía occidental, alcanzó su máximo esplendor en los siglos IX y VII a.C.
Iberos
Se ubicaron en el área levantina, el valle del Guadalquivir y las Islas Baleares, siendo los más influenciados por los colonizadores.
Celtíberos
Diversos pueblos que habitaron ambas mesetas, como los arévacos y los pelendones.
Pueblos del Norte
Con cultura celta y precelta, se establecieron en el noroeste peninsular, incluyendo a los vacceos, astures y cántabros.
La Reconquista y los Primeros Reinos Cristianos
La Reconquista abarca el periodo histórico desde la batalla de Covadonga (722) hasta la toma de Granada (1492). Durante este tiempo, los reinos cristianos del norte de la Península Ibérica se apoderaron del territorio musulmán. Este proceso implicó la ocupación política y militar del territorio, así como su repoblación y organización administrativa.
Los primeros reinos cristianos que surgieron fueron, por orden de aparición: el Reino Astur, el Reino de León, el Reino de Navarra y la Marca Hispánica. Las luchas entre Navarra y León dieron lugar a la formación de los reinos de Castilla y Aragón. En el siglo XIII, el Reino de Portugal se independizó del Reino de León.
La Monarquía de los Reyes Católicos: Carácter y Expansión Territorial
Con la unión dinástica de Isabel y Fernando, se consolidó la Monarquía de los Reyes Católicos, marcando la transición de una monarquía feudal a una autoritaria. Aunque unidos por el matrimonio, los reinos de Aragón y Castilla mantuvieron sus propias fronteras, leyes y particularidades, compartiendo únicamente la Inquisición. Castilla, por su mayor extensión, población y riqueza, desempeñó un papel hegemónico.
Los Reyes Católicos buscaron fortalecer la autoridad real y crear un Estado autoritario moderno. Para ello, modernizaron el Estado sometiendo a la nobleza y al clero, creando un ejército permanente, controlando el territorio mediante los corregidores, estableciendo la Santa Hermandad para la vigilancia, aumentando los ingresos fiscales de Castilla y disminuyendo el peso de las Cortes.
La expansión territorial de los Reyes Católicos se basó en tres motivos principales:
Unificación de la Península
Conquistaron Granada, el Rosellón y Cerdeña. También incorporaron Navarra mediante estrategias políticas y matrimoniales con Portugal.
Política Antifrancesa en Italia
Los Reyes Católicos establecieron alianzas matrimoniales con la Casa de Borgoña y buscaron un heredero inglés para contener el poder del reino francés.
Conquista del Norte de África
Con el objetivo de continuar la Reconquista y crear una zona de protección, conquistaron Melilla, Orán y Bugía. También incorporaron las Islas Canarias a la Corona y, en su búsqueda de una ruta a la India, iniciaron la expansión hacia América.
Los Decretos de Nueva Planta
Tras la Guerra de Sucesión (1700-1714), que culminó con la victoria de Felipe V, los Borbones implementaron los Decretos de Nueva Planta. Estos decretos buscaban establecer un Estado centralista en España, siguiendo el modelo francés, con el fin de fortalecer la autoridad de la monarquía y modernizar la economía.
Los Decretos de Nueva Planta pusieron fin al ordenamiento jurídico e institucional de los reinos de la Corona de Aragón, suprimiendo sus fueros, la autonomía municipal y las Cortes aragonesas. Los antiguos virreinatos fueron sustituidos por provincias, se introdujo un sistema impositivo unificado y se impuso la presencia de funcionarios y militares castellanos en todo el territorio.
Aunque no se logró una homogeneización institucional completa (los vascos y navarros conservaron sus fueros), los Decretos de Nueva Planta marcaron el inicio de un Estado unitario y racional en España. La centralización también se extendió a la administración territorial con la creación de las intendencias como nexo entre el poder central y las provincias. Los municipios perdieron su autonomía y la monarquía consolidó un Estado centralizado.