Rutas Atlánticas y las Islas Canarias
En estos momentos, Castilla inicia sus relaciones político-militares con Europa occidental, guiada en gran parte por sus intereses económicos.
Uno de los puntos clave de esta política exterior es el dominio del Estrecho, necesario para evitar la llegada de refuerzos del norte de África al reino de Granada. Alfonso XI establece el control definitivo tras los éxitos militares del Salado (1340) y la reconquista de Algeciras (1344), quedando abierto el camino para la reconquista del reino granadino.
El otro campo de las relaciones exteriores castellanas es Portugal. Cuando el rey castellano (Juan I), que tenía derechos a la corona portuguesa, intentó ocupar el país, se encontró con una fuerte oposición (derrota de Aljubarrota, 1385).
El segundo ámbito de confrontación entre Castilla y Portugal apareció con la expansión castellana hacia las Islas Canarias. En 1402, un normando, vasallo de Castilla, llegó a Lanzarote y comenzó la colonización en nombre del rey castellano. Ocupan también Fuerteventura, Gomera y Hierro. Al principio, la Corona no tuvo demasiado interés en ellas, pero la expansión marítima y comercial de los castellanos a lo largo del siglo XV hizo cada vez más importantes estos enclaves. La toma de las islas acarreó la enemistad de Portugal, que al final se resolvió en los tratados de Alcaçovas (1479) y Tordesillas (1494), según los cuales todo el litoral africano quedaba reservado a las exploraciones portuguesas, con la excepción de las Islas Canarias.
Los Reyes Católicos y la Unión Dinástica
Unión dinástica: Integración de las coronas de Castilla y de Aragón
El matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón posibilitó la unión de ambas coronas en una misma dinastía. Sin embargo, hay que tener presente que el modelo adoptado fue el de la Corona de Aragón: cada corona mantenía sus instituciones, su sistema monetario y sus normas jurídicas. A pesar de ello, sí que se produjo una unidad de acción en política exterior: la defensa de los intereses de la corona de Aragón en el Mediterráneo.
Los inicios del reinado fueron difíciles, ya que se produjo una guerra civil en Castilla por la sucesión al trono tras la muerte de Enrique IV. Aunque el rey tenía una hija, en la corte se consideraba que esta era ilegítima y este llegó a transigir en la cuestión sucesoria, pues firmó con su hermana Isabel el Pacto de los Toros de Guisando (1468), por el que reconocía a Isabel como su heredera con la condición de que no se casara sin su consentimiento. Isabel se casó con Fernando en secreto, lo que hizo reconsiderar a Enrique IV su postura, nombrando a Juana la Beltraneja su heredera. A la muerte del rey se desencadenó la guerra civil en la que se enfrentan:
- Por un lado, Isabel apoyada por un sector de la nobleza, las ciudades y Aragón.
- Por otro, Juana la Beltraneja apoyada por parte de la nobleza y Portugal.
El triunfo correspondió a Isabel, ya que tras la batalla de Toro se firmó la paz con Portugal: Tratado de Alcaçobas (1479) que reconocía a Isabel como reina de Castilla, a cambio de que esta no interviniese en el África atlántica con la excepción de las Canarias.
El centro de la monarquía basculó enseguida hacia Castilla, ya que era un territorio más extenso, poblado y dinámico económicamente. Además, era un territorio más unido que la Corona de Aragón formada por cuatro reinos distintos y mostraba menor oposición al intervencionismo real.
La conquista del reino Nazarí y la incorporación de Navarra
El reino granadino mantuvo prácticamente sus territorios desde el siglo XIII, salvo conquistas cristianas como Gibraltar o Antequera. En él, las luchas internas eran frecuentes, pero se necesitó un esfuerzo militar importante (quince mil jinetes y cincuenta mil infantes) para su conquista. Se produjeron más asedios que batallas campales, y la utilización de la artillería fue muy importante. En general, hubo un trato correcto con los vencidos, salvo en el caso de Málaga cuyos habitantes fueron vendidos como esclavos al negarse a capitular. Tras un largo asedio cayó Baza en 1489 y, con ella, la zona oriental y Almería, dominada por el Zagal, tío de Boabdil. Algunos aristócratas granadinos se convirtieron para conservar rentas y dominios. Granada fue tomada en enero de 1492, diez años después de comenzada la guerra. Las capitulaciones generales fueron generosas con los vencidos, a pesar del espíritu de cruzada. Pero la convivencia duró poco: no se hicieron las conversiones voluntariamente y el cardenal Cisneros utilizó métodos coactivos. Además, la imposición de tributos no pactados alentó la revuelta. Sofocada en 1501, se obligó a la conversión o el exilio. Todo ello supuso la pérdida de la mitad de la población granadina (150.000 hab.), parcialmente compensada con cuarenta mil cristianos.
En Navarra, tras la muerte de Isabel en 1504, Fernando conquistó el reino en 1512 en nombre de Castilla: en 1515 declaró la unión de Navarra al reino de Castilla.
La integración de las Canarias y la aproximación a Portugal
El Atlántico era una prioridad de Castilla. Aquí chocaron los intereses de los Reyes Católicos con la expansión portuguesa en la costa africana en busca del comercio con las Indias. En Canarias, Castilla y Portugal disputaron por el control de las islas. Los Reyes Católicos disputaron la soberanía de las cuatro islas de señorío y conquistaron las otras tres (Tenerife, Gran Canaria y La Palma, islas de realengo). El Tratado de Alcaçovas-Toledo (1479) pondría fin a las disputas entre Castilla y Portugal aceptándose la soberanía castellana de las islas y la legitimidad de Isabel en el trono, a la vez que se reservaba a Portugal el dominio de la costa atlántica. El documento contribuyó a restaurar las relaciones entre los reinos y preparar una unión dinástica. De esta forma, se casó Isabel (hija de los Reyes Católicos) con Manuel de Portugal, cuyo hijo Miguel debía heredar las tres coronas. Muerto el príncipe y su madre, el rey casó de nuevo con otra hija de los Reyes Católicos, María, con quien tuvo entre otros a Isabel. Esta Isabel de Portugal sería la futura esposa de Carlos V y madre de Felipe II, bajo cuyo imperio se unieron los reinos hispánicos.
La organización del Estado: Instituciones de gobierno
Isabel y Fernando fortalecieron las instituciones bajomedievales que consolidaban el poder monárquico. Así, en las ciudades potenciaron la figura del corregidor, que preside el ayuntamiento y tiene funciones militares, judiciales y tributarias. En los diferentes reinos nombraron virreyes. Las necesidades administrativas favorecieron la creación de nuevos Consejos, dando importancia especial al de Castilla. Los secretarios fueron nombrados entre la baja nobleza y la burguesía, desplazando del poder político a la alta nobleza. Para la administración de justicia reorganizaron las Audiencias y potenciaron las Chancillerías (Valladolid y Granada). El Estado creado necesitaba recursos importantes por lo que se reforzó la Hacienda (Contaduría Mayor). Las conquistas emprendidas obligaron a una movilización militar importante, y la Santa Hermandad fue un esbozo de ejército permanente. Las Cortes, diferentes en los distintos reinos, se reunieron cada vez menos, siendo convocadas para recibir recursos de los súbditos. Propugnaron la unidad religiosa, y además de la expulsión de judíos y la conversión forzosa de los mudéjares, crearon el Tribunal de la Santa Inquisición (1478), que fue utilizado políticamente para reducir la disidencia y tenía jurisdicción tanto en Castilla como en Aragón.
La proyección exterior bajo los Reyes Católicos: Política italiana y norteafricana
La política exterior de los Reyes Católicos procuró la hegemonía española en Europa occidental en contra del dominio francés. Los matrimonios de sus hijos buscaban la alianza con otras potencias contrarias a Francia como Inglaterra, Austria, y el ducado de Borgoña. Se cambió así la tradicional alianza castellano-francesa por el antagonismo de la corona de Aragón. Aragón mantenía con Francia disputas por el control del Rosellón y la Cerdaña, Navarra e Italia. Las guerras con Francia se iniciaron tras la invasión francesa de los Estados pontificios y del reino de Nápoles. La actuación de Gonzalo Fernández de Córdoba, también llamado el Gran Capitán, supuso la victoria de Fernando (1505) gracias a las modernas estrategias militares basadas en la artillería y los tercios. Una nueva guerra en Italia daría pie a Fernando para invadir y anexionar Navarra (1512). Por otra parte, para evitar nuevas invasiones musulmanas con apoyo beréber, conjurar la amenaza de los turcos y permitir el dominio político y comercial se conquistaron algunas plazas norteafricanas entre 1497 y 1510 que son Melilla, Mazalquivir, Orán, Trípoli.
El Descubrimiento de América
El descubrimiento de América señala una nueva etapa en la historia de España, la gran época de la colonización de ultramar. El viaje respondía a la necesidad de llegar a la India por una nueva ruta, el oeste, libre de turcos y portugueses. El marino genovés Cristóbal Colón defendió esta idea ante los Reyes Católicos, que finalmente aceptaron el viaje. En 1492 se firmaron las Capitulaciones de Santa Fe que daban a Colón el título de almirante. Los reyes católicos le proporcionan tres carabelas: la Pinta, la Niña y la Santa María salieron del puerto de Palos y tras varios meses de navegación llegaron el 12 de octubre a una isla que llamarán San Salvador. En los siguientes años se sucedieron otros tres viajes. El navegante italiano al servicio de Castilla, Américo Vespuccio, fue el primero que expuso la idea de que esas tierras eran un nuevo continente y no las Indias.
En 1521 Magallanes y Juan Sebastián Elcano dieron la primera vuelta al mundo.
Conquista y colonización
El descubrimiento de América atrajo a numerosos castellanos deseosos de hacer fortuna. Mediante el mecanismo de las capitulaciones, obtenían el permiso de la Corona para explorar y conquistar nuevas tierras. En 1519, Hernán Cortés al frente de 600 hombres, 32 caballos y 10 cañones emprende la conquista del Imperio azteca. Aprovechando las rivalidades y creencias indígenas y su indudable valía militar, logra hacerse con el control definitivo de Tenochtitlán en 1521, incorporando México a los dominios hispanos.
En 1531, Francisco Pizarro encabezando una hueste de un centenar de hombres apresa al emperador inca Atahualpa. Aprovechando la guerra civil entre los incas, logra hacerse con el control de Cuzco y extenderlo a la totalidad del Imperio. En 1535, fundará Lima y completa la incorporación de Perú al dominio español.
La colonización de América se realizará empleando fórmulas de origen español, como el repartimiento o la capitulación, junto a otras novedosas -la encomienda (cesión de indios a un español como siervos, obligando a éste a su evangelización)- o indígenas (la mita, trabajos forzados de las comunidades incas). Las críticas de los misioneros al trato que recibían los indios por parte de los españoles, llevó a las autoridades a abolir la encomienda y proteger legalmente a los indios (Leyes de Burgos, 1512; Leyes Nuevas, 1542).
El Imperio de Carlos V: Conflictos Internos
El patrimonio de Carlos V
- Herencia materna: la Corona de Aragón, Castilla y Navarra, posesiones italianas y norteafricanas y las Indias.
- La herencia paterna: Países Bajos y el Franco Condado.
- 1515 territorios de su abuelo Maximiliano I (emperador del Sacro Imperio Romano Germánico): sur de la actual Alemania, Austria y el Tirol. También los derechos a la corona imperial (519 Carlos V).
Este extenso patrimonio estaba formado por estados heterogéneos que no se unificaron. Los ingresos y el poder de Carlos V procedían de su propio patrimonio, sobre todo de Castilla y de los metales preciosos de las Indias. Castilla poco a poco se convierte en el centro de su política.
Comunidades y Germanías
Cuando llega Carlos V a Castilla es un extranjero: no conoce la lengua, a pesar de que está rodeado de extranjeros, pero su única preocupación era conseguir el título de emperador. Cuando consiguió el título, partió del reino.
El malestar provocado por estos hechos degeneró pronto en revueltas.
La revuelta de las Comunidades: 1520-1522
Fue protagonizada por varias ciudades castellanas, en especial Toledo, Segovia y Salamanca, que se autoproclamaban una comunidad. Los comuneros se opusieron a las autoridades que acompañaban a Carlos V, a la alta nobleza y expulsaron a los corregidores.
Las ciudades rebeldes pretendían varias condiciones al monarca: prescindir de los consejeros extranjeros y que acatara la voluntad del reino (de los procuradores de las ciudades en las Cortes), además de limitación del poder real, reducción de impuestos, protección a la industria textil, disminución del poder de la nobleza, etc. El movimiento fue dirigido por nobles de segunda categoría, maestros de oficios y algunos clérigos. La aristocracia se mantuvo al margen hasta que los comuneros, para ganar apoyo, animaron movimientos antiseñoriales. Entonces, la alta nobleza cerró filas con los representantes del monarca. En la batalla de Villalar (1521) los comuneros fueron derrotados y sus líderes (Bravo, Padilla y Maldonado) son ejecutados. Con ello se puso fin al movimiento y se aseguró el autoritarismo regio.
La revuelta de las Germanías: 1519-1523
Esta rebelión estalló en Valencia y se extendió a Mallorca. Se caracteriza por su contenido antiseñorial.
Artesanos, los campesinos más pobres, bajo clero y comerciantes de las ciudades descontentos debido a epidemia de peste, huida de la nobleza, ausencia del rey, se niegan a someterse al representante del monarca y la revuelta se dirigió contra los señores feudales y sus siervos mudéjares: pedían la abolición de la jurisdicción señorial y los impuestos feudales, se oponían a los abusos señoriales y a la presencia de musulmanes.
La rebelión fue dominada por las tropas reales y nobiliarias unidas: las ciudades fueron castigadas.
La monarquía fue la gran vencedora en ambas revueltas. Las Cortes de Castilla se convirtieron en una institución sumisa. Los nobles temerosos e impotentes ante las rebeliones se convirtieron en aliados fieles del rey y, en consecuencia, la política exterior posterior, costosa y ambiciosa, se financió con recursos humanos y económicos de Castilla obtenidos sin casi oposición.
Política exterior
Se basa en la defensa de su herencia dinástica y su hegemonía en Europa.
- Enfrentamiento con Francia: lo constituyen varios elementos:
- La rivalidad personal con Francisco I.
- El legado de luchas anteriores: enfrentamiento por Navarra y por la hegemonía en Italia.
El emperador hizo hasta seis guerras con Francia:
La primera en 1521: Francia invade Navarra y desde Milán intenta asegurar su hegemonía en el norte de Italia: derrota francesa de Pavía en 1525 en la que Francisco I es hecho prisionero por lo que Carlos V controla Milán.
La lucha se reanuda en 1536 en los escenarios de Italia y los Países Bajos; ésta se prolonga durante 20 años con largos periodos de paz intermedios. La última de estas guerras terminó en el reinado de su hijo Felipe II, que derrotó a los franceses en San Quintín (1557). La paz posterior de Cateau-Cambrésis de 1559 entre Felipe II y Enrique II de Francia estableció un largo periodo de hegemonía de la casa de Austria en Italia y en toda Europa occidental.
- La guerra contra los turcos: tuvo dos escenarios:
- La zona central de Europa: en sultán Sulimán el Magnífico (1520-1566) ocuparon Hungría y sitiaron Viena.
- En la zona occidental del Mediterráneo, los corsarios protegidos por Sulimán (Barbarroja) ocuparon Trípoli y Bujía e incluso saquearon pueblos costeros de Italia y España.
La guerra contra los turcos no constituyó una prioridad para Carlos V, los recursos se dedicaron a otras campañas militares y el Mediterráneo occidental se convirtió en un mar inseguro hasta Lepanto. (1571)
- La guerra en Alemania: Carlos V lucha contra la reforma de Lutero y algunos príncipes alemanes que ven en ella la oportunidad de aumentar sus rentas e independizarse del emperador.
Carlos V se mostraba partidario de llegar a un compromiso entre Lutero y el Papa y convocó una reunión en Worms en 1521. En Worms, Carlos V fijó su posición de condena a Lutero y reclamó del Papa un concilio para la reforma de la Iglesia: algunos príncipes alemanes protestaron.
En 1545 el Papa convoca el Concilio de Trento, la ruptura era un hecho y originó una guerra entre los príncipes protestantes y Carlos V: la victoria de Muhlberg aumentó su poder en Alemania, pero no resolvió la cuestión. La Paz de Augsburgo (1555) reconoció a los príncipes el derecho de imponer su religión a sus súbditos.
En esta época, 1555-56, Carlos V renunció a sus dominios en la península Ibérica, en Borgoña e Italia a favor de Felipe II y cedió sus derechos imperiales y dominios austríacos a su hermano Fernando, retirándose al monasterio de Yuste.
La Monarquía Hispánica de Felipe II. La Unidad Ibérica
Felipe II (1556-1598) fue el hijo y heredero de Carlos V. Pero su reinado tuvo características muy diferentes. Felipe II fue un monarca absolutamente español, nacido y criado en Castilla. Tras la abdicación de su padre los dominios austriacos fueron heredados por Fernando (hermano de Carlos V). Por lo tanto, Felipe gobernó en un imperio mucho más español. Su base fue la corona de Castilla, donde situó la capital, Madrid, y su residencia en El Escorial. Sus principios fueron: fortalecer el catolicismo y mantener el Imperio. Los problemas exteriores fueron continuos, con los turcos, hasta el triunfo de Lepanto (1571); con los ingleses y la derrota de la Armada Invencible (1588); Flandes y su deseo de independencia; su mayor triunfo fue la anexión de Portugal.
Portugal era un país con graves problemas económicos pero con enormes posesiones ultramarinas. En 1578, el rey Sebastián de Portugal murió sin descendencia. Era un gran momento para el viejo sueño de unir toda la Península bajo la misma corona. Felipe II consiguió que las Cortes portuguesas le reconocieran sus derechos (Cortes de Tomar, 1581), pero hizo falta la fuerza amenazadora del ejército. Se creó el Consejo de Portugal y el rey prometió respetar sus leyes, instituciones y moneda. Con la unión, España tenía un nuevo poderío naval y el control de una parte del litoral atlántico, pero estas ventajas fueron desaprovechadas. En 1640 se inició una revolución que buscaba la independencia de España, que acabaría con la proclamación como rey del duque de Braganza con el nombre de Juan IV.
B) En el exterior venció a los franceses en San Quintín (1557) dando paso a un periodo largo de paz con Francia. Unos años después la armada española y la veneciana vencían a los turcos en Lepanto (1571). El problema más grave fue la rebelión de los Países Bajos, donde se daban deseos autonomistas unidos a la extensión del calvinismo en el norte (Holanda). La intervención del duque de Alba no pudo impedir la división entre una zona norte (protestante) y el sur católico (Bélgica). Contra Inglaterra que ayudaba a los protestantes de Países Bajos y hostigaba a los dominios del rey en América, envió la Armada Invencible que fracasó. (1588)
El Modelo Político de los Austrias. La Unión de Reinos
Los enormes dominios de los Austrias tenían en común únicamente la figura del rey, que tenía todos los poderes, como corresponde a una monarquía autoritaria. El gobierno del reino se organizaba en consejos: los territoriales (Consejo Real de Castilla, Consejo Real de Aragón, Consejo de Indias, Consejo de Italia, Consejo de Flandes y Consejo de Portugal) y los temáticos (Consejo de Estado -política exterior-, Consejo de Hacienda, Consejo de la Inquisición, Consejo de Órdenes y el Consejo de Guerra). Este sistema de consejos garantizaba una considerable autonomía a las diferentes partes del imperio, pero al mismo tiempo complicaba la coordinación y la toma de decisiones.
Además, los diferentes territorios tenían virreyes, que representaban a la figura del rey: Navarra, Aragón, Nápoles, Sicilia, Cerdeña, Nueva España, el Perú. Siguieron existiendo las Cortes de los diferentes reinos, y los municipios, donde los reyes estaban representados por el Corregidor.
Los nobles no pagaban impuestos y la Iglesia colaboraba más: una parte del diezmo (las tercias reales), la bula de cruzada y Felipe II añadió el subsidio (sobre las rentas de los eclesiásticos) y el excusado (sobre los bienes de las parroquias).
El déficit se cubría recurriendo al crédito y al préstamo. La necesidad de los reyes de disponer de dinero en lugares y fechas determinados propició la aparición de los asentistas, que contrataban con el rey el asiento de una cantidad de dinero en una fecha y lugar determinados a cambio del cobro de algunos impuestos en una ciudad concreta.
Economía y Sociedad en la España del Siglo XVI
El siglo XVI es un siglo de crecimiento demográfico, lo que estimuló la actividad económica. El sector agrario dominaba la economía, siendo el cultivo de cereales el más extendido. Aumentó la superficie dedicada al olivo y a la vid. Dado el estancamiento de la productividad, la producción sólo pudo aumentarse explotando tierras marginales que no garantizaban el abastecimiento. La Mesta siguió explotando los recursos ganaderos, exportando las lanas a Flandes. La actividad artesanal vivió el auge de la ordenación gremial y empezó a formarse una cierta burguesía comercial al calor del comercio con América. Sin embargo, el aumento de las guerras con Inglaterra y Holanda y una mentalidad orientada al ennoblecimiento, asfixiaron la actividad comercial.
La sociedad española respondía a los patrones del Antiguo Régimen. La nobleza suponía, en sus distintos estadios, el 10% de la población, pero existían grandes diferencias entre ricos y pobres. Esto ocurría en Castilla y en Aragón. En Aragón existía una clase intermedia entre la nobleza y el Estado general, los ciudadanos honrados. El clero presentaba grandes diferencias entre sus componentes, no sólo entre alto y bajo clero sino entre obispados y parroquias. El 90% de la población constituía el Estado Llano donde las diferencias económicas eran aún más altas. Peculiaridad española de la época fue la proliferación de los Estatutos de Limpieza de Sangre, que diferenciaban a los cristianos viejos de los nuevos (judeoconversos) y que eran exigidos para acceder a gran número de cargos.
Cultura y Mentalidades en la España del Siglo XVI. La Inquisición
El siglo XVI fue un periodo de esplendor cultural. La fundación de la Universidad de Alcalá (1499) abrió una época de esplendor de estas instituciones. La publicación de la Biblia políglota, la formación de juristas y teólogos en sus aulas, el inicio del Derecho internacional (Suárez y Francisco de Vitoria), así como el auge del pensamiento económico (Azpilicueta, Tomás de Mercado, Juan de Mariana), son otros tantos logros de esta cultura universitaria. La literatura vive un periodo de esplendor, apareciendo la novela picaresca (El lazarillo de Tormes) y renovándose el teatro (La Celestina). Especial relevancia tiene el auge de la poesía mística (Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz) que corre pareja al espíritu contrarreformista (San Ignacio de Loyola).
La Inquisición se consolidó como una poderosa herramienta para la cohesión religiosa del país. Actuó severamente contra los judeoconversos, segó cualquier posibilidad de arraigo del protestantismo en España y estableció una homogeneidad ideológica en torno al catolicismo de Trento, mediante la generalización de la sospecha y de la denuncia. Fue empleada como instrumento político por la Corona (caso de Antonio Pérez) y obtuvo un profundo reconocimiento por parte de la sociedad de la época (familiares). Asimismo, fue eje fundamental de la propaganda antiespañola conocida como Leyenda Negra.
Los Austrias del Siglo XVII. Gobierno de Validos y Conflictos Internos
El siglo XVII marca la decadencia del Imperio español, que pierde su hegemonía europea. Reinan los denominados Austrias menores, que se caracterizaron por su escaso interés y capacidad para gobernar. Estos monarcas adoptaron la costumbre de dejar las tareas de gobierno en manos de sus favoritos o validos, que gozaban de gran poder. Este sistema supuso el triunfo de la alta aristocracia. Felipe III (1598-1621) dejó el gobierno del reino en manos del duque de Lerma, quien fue sustituido por su hijo el duque de Uceda (1618). Felipe IV (1621-1665) sucedió a su padre con 16 años. Dejó el gobierno del reino en manos de Gaspar de Guzmán, el Conde-Duque de Olivares que intentó devolver a España su papel hegemónico. La dinastía de los Austrias terminó con el reinado de Carlos II (1665-1700), monarca enfermizo e incapaz de gobernar, durante los primeros años fue su madre, Mariana de Austria, la que tomó el gobierno y más tarde el poder basculó entre la influencia del valido Fernando Valenzuela, de Nithard, confesor de la Reina, y del hermanastro del Rey, Juan José de Austria.
Durante el siglo XVII España sufrió graves problemas: descenso demográfico debido a pestes, hambrunas, emigración a América y expulsión de los moriscos (1609). A ello se unieron los problemas agrarios pese a la introducción de nuevos cultivos (maíz, patata). Pero el problema que tuvo consecuencias más graves fue el déficit de la Hacienda pública. Aparecieron las voces críticas como los arbitristas (de arbitrio, solución) pensadores que culpaban de la decadencia española a la política exterior de la corona y al atraso económico. Fue con Felipe IV cuando la Hacienda española sufrió graves problemas como consecuencia de las continuas guerras, durante su reinado aumentaron los impuestos como alcabalas y millones, se impusieron otros sobre el papel sellado, tabaco, etc. Destaca la importancia de la venta de todo tipo de cargos públicos (venalidad). A esto hay que añadir conspiraciones nobiliarias en Andalucía.
La Crisis de 1640
En este año se produjeron dos importantes sublevaciones en Cataluña y Portugal que agravaron aún más la situación española. En 1625, Olivares había creado un plan denominado Unión de Armas, para distribuir los costes del ejército entre los diferentes reinos. Aragón y Valencia aceptaron, Cataluña no. El problema se agravó tras el inicio de la guerra contra Francia (1636). En 1640, se aprobaron medidas para obligar a los catalanes a pagar así como a alojar a miles de soldados que iban a la guerra. La revuelta estalló, primero en el campo, mas tarde en Barcelona. La revuelta empezó a tener un carácter social. La Diputación de las Cortes catalanas llegó a un acuerdo con Francia, que le envió soldados. En 1641 Cataluña se convirtió en un protectorado francés. El ejército de Felipe IV tomó Cataluña en 1652 y prometió preservar sus fueros. Portugal se separó de España el mismo año de 1640, estallando la revuelta ante la pretensión del Conde-Duque de emplear tropas portuguesas en Cataluña. La independencia de Portugal fue reconocida por España en 1668.
El Ocaso del Imperio Español en Europa
El reinado de Felipe III significa una época de paz motivada por la muerte de Isabel de Inglaterra y la propia ruina financiera de la Corona española. Esta tendencia se rompe en los años 20, ya en el reinado de Felipe IV, cuando los españoles entren en el conflicto religioso alemán apoyando a la otra gran dinastía Habsburgo europea, la austriaca, al mismo tiempo que se retoman las hostilidades contra los holandeses.
Los tratados de paz firmados al cabo de treinta años de lucha significan la independencia holandesa y la consagración de Francia cono gran potencia europea tras la Paz de Westfalia (1648). La de los Pirineos (1659) supondrá la entrega a Francia de Cerdaña, Artois y Rosellón y algunas plazas flamencas. En 1668 se producirá la independencia portuguesa y después la pérdida del Franco-Condado (1678), signos del inicio de la decadencia de los Austrias españoles.