Historia de España: Siglos XVI-XVIII – Reformas Borbónicas e Ilustración

La España de los Austrias Menores

8.1. Conflictos internos: Comunidades y Germanías

La entrada de Carlos I en España (1516) tras la muerte de su abuelo Fernando, generó tensiones. Con apenas 16 años, era rey de los Países Bajos y ahora debía afrontar Castilla y Aragón. La primera reacción fue exigir su residencia en la Península. En 1519, fue elegido Emperador alemán (Carlos V), lo que priorizó su viaje a Aquisgrán. La administración castellana, en manos de flamencos, provocó malestar. La rebelión comunera comenzó en Toledo, extendiéndose a otras ciudades. Se depuso a las autoridades de la Corona y se creó la Santa Junta, gobierno revolucionario que suprimió impuestos y expulsó consejeros flamencos. En 1522, Carlos I regresó, ordenó la ejecución de líderes comuneros e impuso indemnizaciones, dictando luego un Perdón General. Su política se basaba en defender el catolicismo y conservar su herencia imperial.

Carlos V enfrentó grandes problemas: el protestantismo, la rivalidad con Francia por el Milanesado y la amenaza turca. Su desánimo lo llevó a abdicar en 1554-56, dejando el imperio a su hermano Fernando y sus territorios europeos y americanos a su hijo Felipe.

8.2. La Monarquía Hispánica de Felipe II: Unidad Ibérica

Felipe II, rey en 1555, fue un monarca poderoso. Su imperio se extendía por cinco continentes. En 1559, se estableció en la Península, enfrentando problemas como el protestantismo (reprimido por la Inquisición) y la bancarrota de 1557. Su vida transcurrió entre Madrid y los Reales Sitios. En 1567, murió su hijo Carlos, heredero al trono.

Su política exterior, basada en la “razón de Estado”, lo involucró en las guerras de religión. Su política interior defendió el catolicismo, prohibiendo estudios fuera del imperio. Tras reprimir la sublevación morisca, deportó a los moriscos para evitar su reagrupamiento. En 1581, tras la muerte del rey de Portugal, Felipe II anexionó Portugal, respetando sus leyes e instituciones.

8.3. España en el siglo XVI: El modelo político de los Austrias

Carlos I y Felipe II convirtieron Castilla en la sede principal de gobierno. En otros reinos, nombraron virreyes o gobernadores. Los Consejos, formados por altos funcionarios, asesoraban al monarca. Había consejos sectoriales y territoriales, todos consultivos. Los secretarios, inicialmente enlaces entre Consejos y rey, ganaron influencia. En 1561, Felipe II instaló la Corte en Madrid.

Los tercios formaban la base del ejército. Los cargos importantes recaían en la alta nobleza o el clero, aunque algunos fueron para la pequeña nobleza o alta burguesía. Los corregidores (Castilla), bailes y vegueres (Aragón) transmitían las decisiones de la Corte a los municipios. La intensa política exterior requirió embajadores permanentes en capitales europeas. Los ingresos provenían del “servicio” (cantidad otorgada por las Cortes) y la alcabala (impuesto a transacciones comerciales). El aumento de préstamos y la disminución del oro americano causaron bancarrotas durante el reinado de Felipe II.

8.4. Economía y Sociedad en la España del siglo XVI

El siglo XVI experimentó un crecimiento demográfico y expansión económica. La nobleza, junto al clero, dominaba la sociedad, acumulando rentas y riquezas, exentos de impuestos y con privilegios. La burguesía compraba títulos nobiliarios. Existían grupos diferenciados por origen étnico o religioso (moriscos, judíos conversos). La economía servía a la política, causando crisis.

La demanda americana de mercancías generó prosperidad agrícola en Andalucía, pero la abundancia de oro y plata bajó su valor, causando la revolución de los precios. Los precios se cuadruplicaron en Andalucía y Castilla, la subida de salarios restó competitividad a las manufacturas castellanas. Las explotaciones agrícolas se resintieron por el autoabastecimiento criollo. La política imperial exigió recursos, obtenidos mediante impuestos directos (servicios) e indirectos (alcabala). Los asentistas contrataban con el monarca el asiento de dinero a cambio del cobro de impuestos.

8.5. Cultura y Mentalidades: La Inquisición

El Renacimiento italiano entró en España con los Reyes Católicos y Carlos I. El castellano se difundió como expresión del protagonismo español. La intolerancia religiosa y la falta de libertad crítica frenaron el humanismo. La Contrarreforma impulsó la literatura mística (San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, Fray Luis de León). En Aragón, la Inquisición Pontificia, establecida en 1232, perdió importancia. En Castilla, la Inquisición fue eficaz para reprimir el protestantismo.

Los procesos inquisitoriales contra los “alumbrados” y los luteranos fueron relevantes. Tras 1562, la represión disminuyó. La Inquisición se convirtió en un mecanismo eficaz para extinguir los escasos brotes protestantes que aparecieron en España.

El cambio dinástico del siglo XVIII

10.1. La Guerra de Sucesión y el Sistema de Utrecht

El siglo XVIII comienza con la dinastía Borbón, con proyectos e reformas inspiradas en la Ilustración. España se configura como Estado. Carlos II, último rey de los Austrias, elige a Felipe de Anjou (nieto de Luis XIV) como heredero, frente a Carlos de Austria. Esto rompe el equilibrio europeo, desencadenando la Guerra de Sucesión (1701-1714).

La guerra fue una lucha dinástica con Inglaterra, Holanda y Austria apoyando al candidato austriaco, y Francia y Castilla a los Borbones. En la Península Ibérica, hubo una guerra civil entre partidarios del centralismo borbónico y quienes buscaban mantener Aragón. En 1711, el archiduque Carlos se convierte en emperador de Austria, llevando a Inglaterra y Holanda a retirarse del conflicto. Los tratados de Utrecht y Rastadt impusieron el equilibrio de potencias, reconocieron a Felipe V como rey (renunciando al trono francés), y España perdió posesiones europeas (excepto la Península), Gibraltar y Menorca.

10.2. Los primeros Borbones

Las primeras reformas borbónicas racionalizaron la administración, eliminando instituciones del antiguo régimen. Los Decretos de Nueva Planta impusieron el centralismo castellano, aboliendo los fueros de Valencia y Aragón (1707) y Cataluña (1716), aunque se mantuvo el derecho privado catalán. En Navarra y el País Vasco, los fueros permanecieron. Se evitaron posibles uniones de las coronas francesa y española mediante la Pragmática Sanción de 1713.

Durante el reinado de Fernando VI, España participó en la Guerra de Sucesión Austriaca sin beneficios. El marqués de la Ensenada, Carvajal y Lancaster impulsaron reformas: nuevo modelo de hacienda (1749), creación del Giro Real (1752), impulso del comercio americano, modernización de la marina, relaciones con la Iglesia y florecimiento cultural. El principal conflicto fue con Portugal por la colonia de Sacramento.

10.3. Reformas en la organización del Estado: La Monarquía Centralista

Se mantuvo el Consejo de Castilla, convertido en un “Ministerio de Gobernación”. En 1705, el rey dividió responsabilidades entre dos secretarios; en 1714, se establecieron cinco secretarías (similares a ministerios). En 1787, se creó la Junta Suprema (antecedente del Consejo de Ministros). Tras 1766, aparecieron los diputados del común y el síndico personero para defender intereses populares. El ejército se transformó, llegando a 100.000 hombres. La creación de las Intendencias fue clave en la administración territorial. La reforma de la Hacienda fue fundamental, con descenso de gastos tras las guerras y aumento de ingresos.

Los intentos de mejorar la hacienda, como los del Marqués de la Ensenada, no siempre tuvieron éxito. Los Vales Reales, títulos de deuda, se usaron para generar ingresos.

10.4. La práctica del despotismo ilustrado: Carlos III

El reinado de Carlos III (1759-1788) representa la plenitud de la Monarquía Ilustrada. En una primera etapa, continuó la obra reformista de Ensenada, con consejeros italianos. Se orientó hacia una reforma fiscal. El motín de Esquilache (1766), provocado por una mala cosecha y medidas impopulares, llevó a la destitución de Esquilache y la expulsión de los jesuitas.

Entre 1766 y 1788, se realizaron reformas administrativas y políticas con Floridablanca y Campomanes. Se recurrió a la emisión de vales reales. Las reformas ilustradas incluyeron:

  • Reformas en la agricultura: Se intentó colonizar nuevas tierras (Sierra Morena) y se proyectó una Ley Agraria.
  • Reformas en la industria: Se fomentaron las Manufacturas Reales (productos de lujo) y se impulsó la industria marítima.
  • Reformas en el comercio: Se rompió el monopolio sevillano-gaditano con América (1765 y 1778). La libertad de comercio incentivó el comercio con América.

Las obras públicas fueron una manifestación del Despotismo Ilustrado (alcantarillado de Madrid, Canal de Castilla).

10.5. La evolución de la política exterior española en Europa durante el siglo XVIII

La Europa del siglo XVIII buscó el equilibrio de potencias, desde el Tratado de Westfalia. El Tratado de Utrecht marcó una nueva ordenación europea. España perdió reinos italianos. La política exterior borbónica intentó recuperar posesiones antiguas (hasta 1728, con Alberoni y Ripperdá). El intento revisionista de 1717 fracasó. La llegada de Patiño (1728) supuso la aceptación de Utrecht, recuperando Parma y Plasencia. La conquista de Orán y el arsenal de Cartagena reforzó el predominio español en el Mediterráneo.

Patiño impulsó los Pactos de Familia con Francia, reforzando el comercio. El Segundo Pacto permitió a los Borbones instalarse en Nápoles y Sicilia. El reinado de Fernando VI se caracterizó por el neutralismo. En 1753, se firmó el Concordato con Roma. Carlos III (1759) cambió la política exterior. El Tercer Pacto de Familia (1761) involucró a España en la Guerra de los Siete Años, perdiendo La Habana y Manila (recuperadas en la Paz de París de 1763), pero cediendo Florida a los británicos y Sacramento a Portugal.

La política exterior mejoró tras la Guerra de los Siete Años gracias a la sublevación de los colonos en América del Norte. En la Paz de Versalles (1783), España recuperó Menorca, Florida y Sacramento, pero no Gibraltar.

10.6. La política borbónica en América durante el siglo XVIII

El cambio de dinastía no alteró inicialmente la administración colonial. El monopolio comercial, pese al contrabando, seguía vigente. La economía colonial funcionaba como antes: envío de plata a cambio de manufacturas europeas y productos agrícolas españoles. Cádiz era el puerto principal. La sociedad americana se estructuraba en dos grupos: la élite blanca (peninsulares y criollos) y la mano de obra (indígenas y esclavos). La falta de mano de obra provocó la llegada de esclavos africanos. La sociedad estaba jerarquizada racialmente.

A mediados de siglo, la política borbónica cambió, incrementando la explotación colonial. Se introdujeron los navíos de registro, barcos mercantes que podían comerciar con las colonias al margen de la Flota de Indias. Carlos III incrementó el control administrativo, excluyendo a los criollos. En 1776, se creó el Virreinato del Río de la Plata y se introdujeron los intendentes. La expulsión de los jesuitas proporcionó tierras a la Corona. En 1778, se introdujo el libre comercio para la mayoría de los puertos españoles. La política borbónica provocó protestas de criollos y trabajadores. En 1780, una rebelión en Perú y Nueva Granada, iniciada por criollos, se convirtió en una sublevación indígena, que fue aplastada.