Historia de la Península Ibérica: Prehistoria, Romanización y Periodo Islámico

La Prehistoria en la Península Ibérica: Primeros Pobladores y Arte Rupestre

El Proceso de Hominización y los Yacimientos de Atapuerca

El proceso de hominización, que determinó la aparición del Homo sapiens a través del desarrollo del bipedismo, el lenguaje y el aumento de la capacidad craneal, se extendió a lo largo del Paleolítico, periodo que abarcó desde el origen del ser humano hasta aproximadamente 9000 a.C.

Las muestras más antiguas del género Homo en la Península Ibérica se han encontrado en los yacimientos de Atapuerca (Burgos). Entre los hallazgos más significativos, destacan:

  • Homo antecessor: especie similar a la nuestra, con una capacidad craneal menor, descubierta en Atapuerca y datada en aproximadamente 1.200.000 años de antigüedad. Se considera un posible “eslabón perdido” en la evolución humana.
  • Homo heidelbergensis: sucesor del Homo antecessor, también encontrado en Atapuerca, con una antigüedad de alrededor de 350.000 años.
  • Homo neanderthalensis: especie más extendida en la Península, con una datación entre 230.000 y 20.000 a.C. Se caracterizaba por su baja estatura, complexión robusta, una capacidad craneal de 1450 cm3, adaptación al frío y posibles creencias espirituales.
  • Homo sapiens sapiens (Cromagnon): convivió con los neandertales hace aproximadamente 40.000 años. Habitaban en cabañas al aire libre y en cuevas en las zonas más frías. Desarrollaron una industria lítica avanzada, utilizando también hueso, marfil y cuerno. Mostraron un notable avance en aspectos culturales y espirituales.

Los yacimientos más antiguos de Homo sapiens sapiens se encuentran en la zona cantábrica y levantina.

Edad del Hierro en la Península Ibérica: Pueblos Prerromanos y Colonizaciones

Pueblos Prerromanos: Íberos, Celtíberos y Pueblos del Norte

Desde el 800 a.C. hasta el 218 a.C., la Península Ibérica experimentó la Edad del Hierro. Durante este periodo, se produjo una mezcla entre los rasgos autóctonos de las culturas nativas y las influencias culturales provenientes del exterior, en un proceso de evolución lenta.

Íberos

La cultura íbera se extendió desde los Pirineos hasta Gades (Cádiz), con una zona de influencia que abarcaba desde el valle medio del Ebro hasta el Guadalquivir. Su cultura presentaba influencias griegas y fenicias. Eran pueblos avanzados, con lengua y escritura propias, ritos religiosos y funerarios. Destacan en su arte “La Dama de Elche” y “La Bicha de Balazote”.

Características principales:

  • Poblados fortificados de tamaño variable, situados en colinas y elevaciones del terreno.
  • Economía basada en la agricultura, la ganadería y el comercio con extranjeros.
  • Entre los siglos V y III a.C., desarrollo político y social, con sociedades tribales jerarquizadas, dirigidas por una élite aristocrática que controlaba la producción y el territorio.

Celtíberos

De orígenes inciertos, los celtíberos mezclaban caracteres celtas e íberos. Habitaban en ambas mesetas. Su economía era agraria, con sociedades tribales y grupos de aristócratas. Vivían en poblados pequeños y fortificados. Dominaban la metalurgia del hierro y la artesanía textil.

Pueblos del Norte

Este grupo abarcaba a lusitanos, vascones, galaicos, astures y cántabros. Recibieron la influencia del mundo atlántico del hierro y poseían costumbres más arcaicas. Su cultura se caracteriza por los castros: poblados situados en colinas o puntos estratégicos, muy protegidos por murallas.

Las Colonizaciones Históricas: Fenicios, Griegos y Cartagineses

Los fenicios (siglo IX a.C.) y los griegos (siglo VIII a.C.) establecieron factorías comerciales en las costas del sur y de Levante para obtener metales. Introdujeron entre los indígenas el desarrollo urbano, la moneda, el torno alfarero, el alfabeto griego y fenicio, y la metalurgia del hierro.

Fenicios

Se asentaron en la costa andaluza. Se les atribuye la fundación de Gades en el 1100 a.C., que se convirtió en el centro del comercio fenicio con Tartessos. Introdujeron la metalurgia del hierro, el torno alfarero, la moneda y el alfabeto.

Griegos

Sus colonias se localizaban en las costas mediterráneas, aunque de la mayoría no se conservan restos. El único asentamiento seguro es el de Emporion (Ampurias), en la costa gerundense, fundado hacia el 600 a.C. Su influencia es evidente en el arte, la planificación urbana, la lengua y otros signos culturales.

Cartagineses

Su colonización fue más tardía, comenzando en el siglo V a.C., y menos innovadora. Pasaron de un carácter comercial a una colonización militar debido a sus enfrentamientos con Roma.

La Hispania Romana: Conquista, Romanización y Legado

La Conquista Romana de la Península Ibérica

La romanización fue un proceso de aculturación en el cual la cultura autóctona fue desapareciendo y se impuso la romana, integrándose su economía y su cultura.

La conquista romana (218-19 a.C.) se enmarca en el enfrentamiento entre Roma y Cartago por la hegemonía en el Mediterráneo occidental. En el 202 a.C., las tropas romanas derrotaron a los cartagineses y conquistaron la costa mediterránea, bien por la fuerza o mediante alianzas. Entre el 197 y el 31 a.C., Roma conquistó las zonas del interior. Las zonas del norte fueron controladas, pero no completamente conquistadas, entre el 29 y el 19 a.C., a través de las guerras cántabras.

La Romanización de Hispania: Instrumentos y Elementos Clave

Tras la victoria militar, Roma explotó los recursos peninsulares. Se produjo un asentamiento de inmigrantes romanos en la Península, se establecieron vías de comunicación y se fundaron ciudades. Los instrumentos de romanización fueron variados, destacando la llegada de colonos, funcionarios y el ejército romano.

Los elementos fundamentales de la romanización fueron:

  • El latín: se convirtió en la lengua oficial y cultural, provocando la pérdida de las lenguas autóctonas. Primero se impuso en las capas altas de la sociedad y luego se extendió a toda la población. Entre los siglos VII y IX, aparecieron sus variantes romances.
  • El derecho romano: podía ser civil, basado en los derechos de propiedad, o político, basado en los derechos de ciudadanía, es decir, la capacidad de participar en política.
  • La religión: el Estado romano fue tolerante en materia religiosa, ya que las creencias eran múltiples y variadas. En el siglo III, el cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio.

El Reino Visigodo en Hispania: Organización Política y Sociedad

Las Invasiones Bárbaras y el Asentamiento Visigodo

La crisis del siglo III debilitó al Imperio Romano, facilitando a principios del siglo V la entrada de los pueblos bárbaros (germanos). En el año 409, vándalos, suevos y alanos penetraron en la Península. Las autoridades romanas establecieron un pacto con los visigodos, un pueblo germano del norte del valle del Danubio, más romanizado y procedente de la Galia. En el año 416, los visigodos entraron en la Península, expulsando a los alanos y vándalos al norte de África, y a los suevos a Galicia. Los visigodos se establecieron inicialmente en Tolosa, pero tras ser derrotados por los francos, se instalaron definitivamente en la Península, fundando el reino visigodo de Toledo, coincidiendo con la caída del Imperio Romano de Occidente.

Instituciones y Unificación del Reino Visigodo

La monarquía visigoda era electiva, lo que provocó inestabilidad entre los nobles por la lucha por la corona. Las principales instituciones eran:

  • Aula Regia: asamblea formada por la aristocracia visigoda, fiel al rey.
  • Concilios de Toledo: asambleas político-religiosas con funciones legislativas y de organización del reino.

Los visigodos constituían una minoría social frente a la población hispano-romana. La unificación de ambas poblaciones culminó con el Liber Iudiciorum, promulgado por Recesvinto, que estableció un único código judicial para todos los habitantes del reino.

Al-Ándalus: Desde la Conquista Musulmana hasta los Reinos de Taifas

La Conquista Musulmana de la Península Ibérica (711-726)

Aunque la conquista árabe de la Península y la formación de Al-Ándalus se enmarcan en la expansión del Islam, la muerte de Witiza en el 710 provocó un enfrentamiento entre los nobles visigodos al no haber asociado a nadie al trono. La familia de Witiza nombró como sucesor a Akhila, quien no fue aceptado por el resto, que nombraron como rey a Rodrigo. Para combatirlo, los witizanos pidieron ayuda a los musulmanes recién establecidos en el norte de África.

La conquista musulmana comenzó en el 711 con la derrota del rey visigodo Rodrigo y la desintegración de su ejército a orillas del río Guadalete. Las tropas musulmanas, dirigidas por Tariq y compuestas principalmente por bereberes, impidieron la reorganización de los visigodos y conquistaron en pocos meses Córdoba, Sevilla y Toledo. Un año después, el gobernador Musa inició una expedición con miles de soldados árabes, ocupando las principales ciudades visigodas y consolidando su dominio desde el sur peninsular hasta Zaragoza.

La rapidez de la conquista se debió a la firma de pactos de capitulación por parte de los dirigentes visigodos, quienes conservaban su patrimonio a cambio de obedecer a la nueva autoridad. Solo algunos huyeron. Además, los musulmanes contaron con el apoyo de algunos grupos sociales, como la minoría judía y los campesinos, que esperaban mejorar su situación.

El intento de los árabes de expandirse más allá de los Pirineos fue frustrado. Los visigodos establecidos en la zona norte aprovecharon esta ocasión para fundar el reino astur.

El Emirato de Córdoba (756-929)

Córdoba se convirtió en la capital de Al-Ándalus, provincia del Imperio Islámico, dirigida por un emir o valí (gobernador) que dependía del califa de Damasco. Pronto surgieron rivalidades entre los árabes de origen yemení y sirio y los bereberes. Los árabes se instalaron en las ciudades del sur, como Sevilla o Córdoba, y dirigían la explotación agrícola. Los bereberes procedían de la Berbería (la antigua Mauritania romana) y fueron instalados en las zonas más frías del norte. En el 741, intentaron rebelarse y fueron expulsados al norte de África, dejando estas zonas peninsulares despobladas.

En el 750, tras un golpe de estado contra los Omeyas, uno de los supervivientes, Abd al-Rahman, se refugió en el norte de África y, con la ayuda de partidarios de los Omeyas, derrotó al emir de Córdoba. Se independizó políticamente del nuevo califato de Bagdad, estableciendo el emirato independiente. Esta nueva etapa se caracterizó por una reorganización administrativa, la creación de un ejército permanente de mercenarios y la recaudación de impuestos. Pronto surgieron conflictos sociales y políticos, como las revueltas de la población muladí (cristianos convertidos al Islam) y de los mozárabes (cristianos en territorio musulmán).

El Califato de Córdoba (929-1031)

A principios del siglo X, se produjo una crisis del emirato. Con la llegada al poder de Abd al-Rahman III, se proclamó el Califato de Córdoba. Abd al-Rahman III se autoproclamó califa y se desligó de toda sumisión a Damasco. Reforzó la administración del Estado, formó un poderoso ejército (compuesto por bereberes y eslavos) y controló de cerca al hachib o primer ministro, a los visires y a los gobernadores.

Durante el mandato de Hixam II, Almanzor (Al-Mansur) asumió el control efectivo, relegando al califa a otras funciones. Almanzor dirigió importantes razias (campañas militares de saqueo) contra los reinos cristianos. A su muerte, las luchas internas desencadenaron crisis políticas, rebeliones y guerras. Finalmente, una asamblea de nobles reunida en Córdoba declaró extinguido el Califato.

Los Reinos de Taifas y los Imperios Norteafricanos (1031-1248)

Tras la caída del Califato en 1031, Al-Ándalus permaneció dividida durante 60 años en 26 reinos independientes o taifas, dominados por familias destacadas de las diferentes etnias: bereber (costa andaluza), eslava (zona levantina e Islas Baleares) y árabe (resto de Al-Ándalus, incluyendo las zonas fronterizas).

La división territorial en los reinos taifas trajo consigo una notable prosperidad económica, que se reflejó en el ámbito cultural. Sin embargo, también conllevó una debilidad política y militar que les impedía hacer frente a los reinos cristianos o imponerse a los demás taifas. De los enfrentamientos surgieron los reinos taifas más importantes: Zaragoza y Sevilla. Se vieron obligados a pagar parias (impuestos) a los reinos cristianos, que avanzaron hacia el sur hasta conquistar Toledo en 1085, antigua capital del reino visigodo.

Ante esta situación, los reyes de Sevilla pidieron ayuda a los almorávides, un imperio norteafricano bereber muy fiel al Islam. Los almorávides desembarcaron en Algeciras y derrotaron a los castellanos en Sagrajas (Badajoz) en 1086, unificando Al-Ándalus mediante una ocupación militar hasta 1144, cuando comenzaron los segundos reinos taifas. Un nuevo pueblo norteafricano, los almohades, llegaron a unificar Al-Ándalus en 1172, frenando el avance cristiano hasta su derrota definitiva en Las Navas de Tolosa (1212). La ofensiva cristiana sobre el valle del Guadalquivir reagrupó los territorios musulmanes en el Reino Nazarí de Granada.

Economía y Sociedad en Al-Ándalus

Organización Económica: Agricultura, Artesanía y Comercio

La sociedad andalusí tuvo unos rasgos predominantemente urbanos y mercantiles, con una artesanía y un comercio muy desarrollados. La agricultura jugó un papel central en la economía, y se generalizaron los contratos de aparcería, que se firmaban entre el propietario y quien iba a trabajar las tierras. Los principales cultivos eran de cereal, vid y olivo, aunque en las zonas más fértiles se desarrolló el regadío. La ganadería se centraba en la cría de ovejas, cabras, caballos y mulos. El sector textil producía tejidos de seda y lino. También destacaron la producción de cuero, pergamino y papel, la orfebrería y la construcción naval.

La consolidación de una extensa red urbana y el desarrollo del sistema de comunicaciones y transporte permitieron el florecimiento del comercio.

Estructura Social: Grupos Dominantes, Clases Medias y Esclavos

Existían diferentes grupos sociales en Al-Ándalus:

  • Grupo dominante: nobleza de origen árabe y muladí (poseían grandes tierras y ocupaban altos cargos políticos) y nobleza de servicio (que sustituyó a la de sangre y ocupaba cargos administrativos).
  • Clase media: bereberes, muladíes y una minoría social convertida al Islam: los mozárabes y los judíos.
  • Esclavos: ocupaban el escalón social más bajo.