El Anarquismo en España
La penetración de las ideas anarquistas de Bakunin se debe al viaje de propaganda del napolitano G. Fanelli a fines de 1868. Fruto de este viaje fue la creación de la Federación de Trabajadores de la Región Española (1870), integrada en la I Internacional.
La ruptura entre anarquistas y socialistas en el seno de la I Internacional en 1872, se materializó en España en el Congreso de Zaragoza, celebrado ese mismo año. En ese momento, el movimiento obrero español optó mayoritariamente por la tendencia anarquista, que se acentuó con fuerza en el litoral mediterráneo, Barcelona y las provincias de la baja Andalucía.
En 1874, la comisión federal anarquista hubo de refugiarse en la clandestinidad e incluyó la posibilidad de organizar una inminente acción revolucionaria para derrocar al Estado.
Este fue su planteamiento hasta 1881, cuando Sagasta legalizó el anarquismo, permitiendo la actuación del movimiento obrero, sobre todo a partir de 1887 con la aprobación de la Ley de Asociación.
En este nuevo marco político se crea la FTRE (Federación de Trabajadores de la Región Española). Su objetivo era crear un sindicato para defender por medios legales al proletariado y sus ideas sindicalistas.
Ya entonces se advierten dos corrientes internas en su seno: una partidaria de la huelga general, y otra, defensora de la acción violenta.
El nacimiento del Socialismo español
Las ideas de Fourier son las primeras que aparecen, entre 1835 y 1838. Será en Cádiz y las poblaciones vecinas donde estas ideas alcancen mayor éxito, gracias a la labor de Joaquín Abreu. Por los mismos años llegan a Barcelona las ideas comunistas de Cabet. A partir de mediados de siglo, se introduce el republicanismo como un nuevo elemento en la marcha del movimiento obrero español. La recepción del marxismo se produjo con la llegada de P. Lafargue a comienzos de los años 70.
En España el movimiento obrero había sido esencialmente anarquista en 1874. Esta situación comenzó a cambiar en 1879, cuando Pablo Iglesias fundó en Madrid el PSOE, de ideología marxista.
En 1888 surgió en Barcelona el sindicato socialista de la UGT (Unión General de Trabajadores). Desde entonces, partido y sindicato se institucionalizaron y perfeccionaron.
Tanto el partido como el sindicato fueron ganando apoyos. El socialismo español, siguiendo las tácticas marxistas, trató de influir mediante:
- Huelgas y manifestaciones organizadas por la UGT.
- La participación en la vida política mediante el partido.
Desde 1890, igual que los anarquistas, los socialistas se manifiestan el primero de mayo, organizando movimientos huelguísticos.
Las relaciones entre la Iglesia y el movimiento obrero durante la Restauración coincidieron con un cambio en la doctrina social de la Iglesia.
El nacionalismo catalán
Hacia 1830, dentro del contexto cultural del Romanticismo y en el marco de un Estado Liberal español con dificultades para vertebrar un desarrollo económico armónico, surgió en Cataluña un amplio movimiento cultural y literario, conocido como la Renaixença. Su finalidad era la recuperación de la lengua y de las señas de identidad de la cultura catalana, pero carecía de aspiraciones y de proyectos políticos, siendo sus objetivos puramente culturales.
Los primeros movimientos prenacionalistas de carácter político los encontramos en el carlismo, y en el federalismo de la mano de Pi i Margall. Los dos movimientos, por la situación del momento, fracasaron.
Las primeras formulaciones catalanistas con un contenido político vinieron de la mano de Valentí Almirall, que fundó el Centre Català (1882), organización de carácter progresista que pretendía sensibilizar a la opinión pública catalana para conseguir la autonomía y que en 1885 impulsó la redacción de un Memorial de Agravios que denunciaba la opresión de Cataluña y reclamaba la armonía entre los intereses y las aspiraciones de las diferentes regiones españolas. Era un programa regionalista que mantenía, al mismo tiempo, la fidelidad a la monarquía y la búsqueda de una amplia autonomía. Las pérdidas económicas tras el desastre del 98 empujaron a la alta burguesía hacia el nuevo movimiento; esto cuajó en la creación en 1901 de un nuevo partido, la Lliga Regionalista. La Lliga presentaba un programa político conservador, centrado en la lucha contra el corrupto e ineficaz sistema de la Restauración y a favor de un reformismo político que otorgase la autonomía a Cataluña. Sus éxitos electorales en Barcelona a partir de 1901 la convirtieron en la fuerza hegemónica en Cataluña hasta 1923.
El nacionalismo vasco
El nacionalismo del País Vasco tuvo peculiaridades distintas del catalán y, desde luego, no se formó desde una burguesía supuestamente moderna. La ley que derogaba sus fueros históricos, en 1876, aportó dos tipos de reacciones y filosofías que iban a entrar en el siglo XX: la de los que, transigiendo, supieron rentabilizar perfectamente la situación para transformar la pérdida en conciertos económicos con Madrid en provecho propio, y la de los que, apelando al tradicionalismo, defendieron la recuperación íntegra de los fueros.
Estos últimos no eran los burgueses industriales transigentes, sino los perdedores de la guerra carlista. Eran los que se aferraban a un País Vasco tradicionalmente agrario. La industrialización y la masiva llegada de inmigrantes eran señaladas como enemigas de la sociedad tradicional vasca, junto con el gobierno liberal español que había abolido sus fueros.