Hitos del Reinado de los Reyes Católicos a los Austrias Menores: Un Recorrido Histórico

El Reinado de los Reyes Católicos y el Inicio de la Edad Moderna

El año 1492 es clave en el reinado de los Reyes Católicos (RRCC) y la historia moderna. La Guerra de Granada se desarrolla entre 1481 y 1492. Se inicia con la conquista de Alhama, pero a partir de 1487 se decide una estrategia de tomar ciudades mediante tácticas de sitios y capitulaciones: Olga, Almería, Vera… hasta que en 1488 cae Baza. Finalmente, obtuvieron la rendición de Granada a cambio de respetar la libertad personal, los bienes y las prácticas religiosas de los musulmanes. El territorio se incorporó a Castilla. La guerra sirvió para unir los reinos bajo el mando de los Reyes Católicos y reafirmar así su poder frente a la nobleza, que fue la gran ganadora en el reparto de tierras a cambio de su lealtad.

En 1492 se produce también el Descubrimiento de América, en un intento de Colón de encontrar una nueva ruta a las Indias. Presentó a los Reyes Católicos el proyecto que le habían rechazado en Portugal. Tras finalizar la Guerra de Granada, los RRCC firman las Capitulaciones de Santa Fe: Colón era nombrado almirante de la flota, virrey y gobernador de las tierras descubiertas, y se le concedía una décima parte de las mercancías que se descubriesen. El 3 de agosto de 1492, Colón partió de Palos rumbo a las Canarias. Avistaron tierra el 12 de octubre de 1492 y desembarcaron en la isla de Guanahaní. El descubrimiento puso en peligro el Tratado de Alcáçovas, pero con la bula Ínter Caetera y el Tratado de Tordesillas, Castilla y Portugal repartieron las zonas de influencia e iniciaron la ocupación y explotación del Nuevo Mundo.

Carlos I: Un Imperio en Expansión y Conflictos Internos

Carlos I, nieto de los RRCC, llegó a España en 1517. Heredó por parte de su madre, Juana, Castilla, Aragón, Navarra, Nápoles y Sicilia, y las posesiones americanas. De parte de su padre, Felipe, recibió las posesiones de Borgoña, los Países Bajos y Austria. Se añadieron las conquistas durante su reinado. La política interior estuvo marcada por la sublevación de las Comunidades de Castilla. Defendían una limitación del poder real y de los impuestos, y pedían que el rey residiera permanentemente en Castilla y no sacara oro y plata del reino. Al mismo tiempo, estallan las Germanías en Valencia y Mallorca, movimiento de contenido social, dirigidas por los gremios y campesinos contra los señores feudales. Los señores feudales y las oligarquías de las ciudades reforzarán su poder social y económico por su apoyo a Carlos I.

Los conflictos europeos reflejaron la aspiración de conseguir una monarquía universal cristiana. Carlos I quiso defender la cristiandad ante el avance turco por el Mediterráneo y alternó triunfos y fracasos, viéndose obligado a firmar la Paz de Augsburgo en 1555, por la que no reconoció la libertad religiosa en el imperio. En 1556, Carlos I asumió el fracaso de su idea imperial y abdicó dividiendo su herencia: cedió a su hermano Fernando Austria, Bohemia y Hungría, y los derechos al imperio; a su hijo Felipe le dejó el resto.

Los Austrias Menores: Crisis y Declive del Imperio Español

Los Austrias Menores, debido a su incapacidad, usaron validos para el gobierno. Solían ser miembros de la alta nobleza, aunque también los hubo del clero y plebeyos. Su poder residía en la confianza personal del rey. En la práctica, asumieron las decisiones de alto nivel, reduciendo al mínimo la labor de los consejos y se situaron por encima de cualquier otro funcionario. Sus gobiernos se caracterizaron por la corrupción y el nepotismo, y se atrajeron la enemistad de diferentes y amplios sectores sociales. Destacan el Duque de Lerma con Felipe III, el Conde Duque de Olivares con Felipe IV, y con Carlos II, Juan José de Austria. Sus decisiones políticas acarrearon conflictos internos como la expulsión de los moriscos, que tuvo grandes repercusiones en Aragón y Valencia, llevada a cabo por el Duque de Lerma.

El conflicto más grave, la Crisis de 1640, fue por la política centralista y reformista del Conde Duque de Olivares. Intentó implantar un impuesto mediante la Unión de Armas, que obligaba a cada reino a reclutar y mantener un ejército en contra de los fueros de los diferentes territorios. Aragón y Valencia pactaron la entrega de dinero y no soldados, pero Cataluña se quedó al margen. La tensión entre Olivares y Cataluña fue creciendo y en 1639 provocó protestas campesinas. En 1640 estalla una rebelión de campesinos y segadores el día de Corpus, asesinando al virrey. La Generalitat ofreció el condado de Barcelona a Luis XIII, quien ocupó Cataluña y nombró un virrey francés. Las tropas españolas pusieron fin a la secesión en 1652. Felipe IV respetó una amnistía general y a las instituciones catalanas, pero perdió el Rosellón y la Cerdaña en la Paz de los Pirineos.

Política Exterior Bajo los Últimos Austrias

La política exterior de Felipe III estuvo presidida por la pacificación: firma de la Paz de Londres con Inglaterra, la Tregua de los Doce Años con los Países Bajos, y acuerdos matrimoniales con Francia al morir Enrique IV. En 1618 estalló la Guerra de los Treinta Años entre el emperador Fernando II y los príncipes del Sacro Imperio. Fernando solicitó la ayuda a España y conjuntamente derrotaron a los protestantes en 1620 en la Batalla de la Montaña Blanca. La guerra se internacionalizó con la participación de Dinamarca, Suecia y, finalmente, Francia en 1635. Felipe IV y Olivares vuelven a la política de prestigio y se reanudan los conflictos: expiró la Tregua de los Doce Años con los Países Bajos y Francia entra en la Guerra de los Treinta Años derrotando a España. La sublevación de Cataluña y Portugal merma las fuerzas españolas y se firmará la Paz de Westfalia en 1648, aceptando la independencia de las Provincias Unidas iniciándose la hegemonía francesa en Europa.

Durante el reinado de Carlos II se reconoció la independencia de Portugal. España pierde el liderazgo frente a Francia e Inglaterra, lo que se verá confirmado en la Paz de Utrecht.