Hominización, Pueblos Prerromanos y el Legado Romano en la Península Ibérica

2.1 PROCESO DE HOMINIZACIÓN EN LA PENÍNSULA IBÉRICA

El primer Homo llegó a la Península Ibérica hace más de un millón de años, tal y como lo demuestran los hallazgos de Atapuerca (Burgos). Este yacimiento, que es el más importante del mundo para el Pleistoceno Medio, está permitiendo reconstruir la evolución y la forma de vida humana de los primeros europeos, a partir de sus dos niveles estratigráficos más importantes:

a) La Gran Dolina, donde se encontró en 1994 la denominada Cabeza del Niño de la Gran Dolina, un nuevo tipo de Homo, el denominado Homo Antecessor, con una antigüedad de unos 800.000 años, y víctima del primer acto de canibalismo que se conoce en Europa.

b) La Sima de los Huesos. En este nivel se han hallados treinta fósiles humanos de unos 400.000 años de antigüedad, del tipo Homo Heildebergensis, de cuyos restos se deduce que los hombres de esta época conocían el fuego, practicaban el canibalismo y enterraban a sus muertos.

Del Paleolítico Medio (300.000-100.000) destacamos los yacimientos de Homo Sapiens en Bañolas o Gibraltar y del Paleolítico Superior. También son interesantes las conclusiones de los hallazgos de Homo Neanderthalensis en la cueva del Sidrón, en Asturias. Aquí, se ha podido reconstruir una cadena completa de ADN y establecer afinidades con el hombre actual.

Del Paleolítico Superior (100.000-25.000) los yacimientos más importantes de Homo Sapiens Sapiens, con una antigüedad de unos 40.000 años, se encuentran en la Cueva del Castillo o en la Cueva Morín, de Cantabria. En esta zona, también podemos admirar la manifestación más relevante de estas culturas en las pinturas rupestres de Altamira.

2.2. PUEBLOS PRERROMANOS. COLONIZACIONES HISTÓRICAS.

Hasta la aparición del imperialismo romano, el Mediterráneo estuvo dividido entre los dos grandes pueblos navegantes del mundo antiguo: fenicios y griegos. Ambos realizaron un reparto de influencias: norte del Mediterráneo occidental para los griegos, sur para los fenicios.

Los motivos de la presencia fenicia en la Península Ibérica eran, esencialmente, la explotación minera de los yacimientos de cobre, plata, plomo y estaño. Hacia 1100 AC, según testimonios de Posidonio, se fundó Gadir (Cádiz), aunque los restos arqueológicos más primitivos datan del siglo VIII aC. Ante el éxito de Gadir, fundaron Malaka (Málaga), Sexi (Almuñecar) y Abdera (Adra).

Desde el siglo IX AC existen testimonios de viajes de griegos a la Península Ibérica (los rodios y los calcidios). En el siglo VII aC Kolaios de Samos visita a Argantonio, rey de Tartessos. A partir de ese siglo, comienzan a establecerse, y fundan: Mainaké (cerca de Málaga), Hemeroskopeion (Denia), Akra‑Leuke (Alicante)…, aunque el único asentamiento seguro es el de Emporión (Ampurias), en la costa gerundense, fundada por colonos procedentes de la ciudad griega de Massalia (Marsella) hacia el año 600.

Los cartagineses sustituyeron a los comerciantes fenicios y adquirieron importancia en la península entre los siglos V y III A.C. Fundaron colonias como Ebusus (Ibiza), donde consiguieron el dominio naval. Su economía estaba basada en el comercio y la minería. La ocupación militar estuvo relacionada con la derrota militar ante Roma en la I Guerra Púnica, que supuso la pérdida de la isla de Sicilia. A partir de entonces, los cartagineses encontraron en la Península una importante posición estratégica y un espacio de abastecimiento de recursos materiales y humanos.

2.3. Conquista y romanización. La pervivencia del legado cultural romano en la Península Ibérica.

Roma conquistó la Península Ibérica en un largo proceso que se extiende desde el 218 al 19 a.C. Con rapidez en las zonas más urbanizadas de Levante y Andalucía, y con suma lentitud en el interior, la presencia romana se hizo presente en casi toda la Península. A lo largo de este tiempo, Roma fue incorporando a su dominio a los distintos pueblos prerromanos, alternando la presión militar con el pacto político.

Las tradiciones culturales de los distintos pueblos peninsulares se fueron adaptando progresivamente a las pautas culturales romanas, en un proceso conocido como romanización. El proceso se extendió a lo largo de todo el periodo de dominación romana y el grado de asimilación de la cultura romana fue diferente entre los pueblos hispanos.

La más evidente señal de romanización fue la generalización del latín. Si bien durante época republicana las lenguas iberas eran predominantes, en el Imperio el latín fue desplazando a las lenguas indígenas, sobre todo entre las elites. Sin embargo, no desapareció un fuerte sustrato lingüístico prerromano.
El derecho romano se impuso de forma determinante en la Península, modelando las instituciones políticas, y su influjo se deja sentir hasta la actualidad. La literatura latina halla también en la Península a algunos de sus autores más destacados como Séneca, Marcial o Quintiliano.

En el plano de los restos arqueológicos, destacaremos los conjuntos monumentales de Emérita Augusta, Itálica o Segóbriga, y el Acueducto de Segovia o el puente de Alcántara como ejemplos más significativos.

2.4. Las invasiones bárbaras. El reino visigodo. Instituciones y cultura.

En el 409, Hispania fue asediada por pueblos bárbaros como los suevos, los vándalos y los alanos. Roma se alió con los visigodos y éstos los expulsaron de la Península, fueron consolidándose y en el 469 se separaron de Roma.

Asimilaron la civilización romana en vez de imponer la suya, aunque hubo una separación entre etnias, cada pueblo era administrado por sus gobernadores, cada uno tenía unas leyes diferentes: El Código de Ervigio para los Godos y la Lex Romanum Visigothorum para los romanos.

En el 585 Leovigildo unificó el territorio y en el 589 Recaredo en el III Concilio de Toledo se llevó a cabo la unificación religiosa, puesto que los visigodos profesaban el arrianismo. Pero hasta el 653, con Recesvinto, no se consiguió un código legal común para ambos pueblos, se llamó Liber ludiciorum.

Respecto a sus instituciones, había un rey electo que elegía a su administración central lo que hoy son las cortes, divididas en Officium Palatino que eran los nobles, Aula Regia, que eran los consejeros y los Concilios, que eran las asambleas legislativas, convocadas por la Iglesia, pero que eran aprovechadas por el monarca para promulgar leyes. También escogía a la administración central, formada por los Dux, que se encargaban de las provincias y los Comes Civitatis, que gobernaban las ciudades.

En lo referente a la cultura destacan las tumbas del siglo VI halladas en Guarrazar y Torredonjimeno. En arquitectura las iglesias en el siglo VII en San Juan de Baños y en San Pedro de la Nave; y en el campo de las letras destacan las obras de Isidoro de Sevilla como Etimologías y Historia de Regibus Gothorum.