El Ejército y el Nacionalpatriotismo
La principal aportación ideológica de los militares al régimen fue el nacionalpatriotismo, una visión unitarista y tradicionalista de España que Franco asumía como propia, dada su trayectoria personal y su formación exclusivamente militar.
Se trataba de una concepción de España en la que la defensa de la integridad territorial de la patria había de ser el objetivo prioritario del gobierno. Por ello, cualquier asomo de particularismo regional fue tachado invariablemente de separatismo y, en su afán uniformizador, se prohibió el uso público de cualquier lengua que no fuera el castellano.
El ejército fue el principal baluarte del nuevo estado. Con espíritu tradicionalista y muy impregnado de las ideas totalitarias del momento, asumió la jefatura de su Generalísimo, mientras conseguía copar las más altas esferas de la administración. En los años 40, un amplio porcentaje de los ministros y subsecretarios fueron militares.
La Falange y el Nacionalsindicalismo
En los años 40, la Falange Española Tradicionalista y de las JONS aportó al franquismo los elementos más novedosos de su ideario, así como su imagen externa. Antiliberal, antimarxista y antidemocrática, la Falange propiciaba un sistema totalitario denominado nacionalsindicalismo. Las bases de dicho sistema se inspiraban en las teorías del fascismo italiano sobre la organización del estado corporativo, un estado controlado por un partido y un sindicato único que habrían de superar los conflictos entre clases sociales fomentando los sentimientos de solidaridad nacional.
La Falange aportó, además de la memoria de su líder José Antonio Primo de Rivera, ejecutado durante la guerra, que el franquismo fue convirtiendo en un mito y un mártir. El grito de ¡PRESENTE¡ para referirse al ausente José Antonio se convirtió en una de las consignas del régimen.
Si al estallar la guerra la Falange contaba con unos 6000 militantes, los llamados camisas viejas, durante los años 40 llegó a tener unos 600000 afiliados. Ejerció su labor de adoctrinamiento y captación de cuadros a través de organizaciones paralelas que atendían a sectores sociales específicos, como las mujeres (Sección Femenina), la juventud (Organización Juvenil Española, OJE)
En el ámbito sindical y bajo su inspiración, se creó la CNS (central nacional sindicalista), una ficción de sindicato interclasista y único en el que fueron obligados a afiliarse los patronos y los obreros.
La Falange ocupó de cerca un tercio de los altos cargos del franquismo en los primeros años 40. La derrota de Italia y Alemania en 1945 aconsejó disimular el componente fascista del régimen.
Mapa 2: Situación de España a finales de 1937
Este mapa muestra la situación de España a finales de 1937. En comparación con el inicio de la guerra, se observan varias diferencias:
- El ejército de África, ayudado por Alemania, cruza el estrecho de Gibraltar y ocupa Extremadura occidental, avanzando por el valle del Tajo y pasando por Toledo.
- En Madrid, se producen dos intentos de ataque nacional: uno desde el norte, dirigido por Mola, y otro que llega a las inmediaciones de la ciudad en octubre-noviembre de 1936.
- Las tropas nacionales intentan cortar las vías de comunicación, pero son derrotadas en las batallas del Jarama y de Guadalajara.
- En Andalucía, los nacionales controlan Málaga, asegurando el contacto entre Andalucía oriental y occidental y salvaguardando Granada.
- El general Mola ocupa San Sebastián y la frontera vasco-francesa, aislando la zona cantábrica del resto del territorio republicano.
- En primavera de 1937, los sublevados lanzan una gran ofensiva sobre el País Vasco y, con la ayuda de la Legión Cóndor, bombardean las poblaciones civiles de Durango y Guernica.
- En agosto, tropas italianas y navarras toman Santander y, desde allí, avanzan hacia Asturias y ocupan Gijón.
- Los republicanos ocupan parte de Aragón.
Mapa 3: Situación de España a finales de 1938
Este mapa muestra la situación de España a finales de 1938.
Para frenar una posible ofensiva franquista sobre Madrid, las fuerzas republicanas inician una ofensiva sobre Teruel (flecha negra), aunque las tropas enemigas reconquistan la ciudad más tarde (flecha blanca sobre la misma).
Tras este éxito, Franco decide iniciar el avance sobre el valle del Ebro, con el objetivo de llegar al Mediterráneo. Ataca el frente de Aragón y luego el valle del Segre, donde toman Lérida (flechas blancas) y alcanzan el Mediterráneo por Castellón (flechas blancas). Con ello, el territorio republicano se divide en dos partes.
Respecto a la batalla del Ebro, para intentar detener el avance de los sublevados sobre Valencia y Cataluña, los republicanos lanzan una gran ofensiva en el Ebro (flechas blancas). Las tropas republicanas cruzan el Ebro y envuelven al enemigo. El ejército republicano se replegó dejando el camino de Cataluña y Valencia libre para los rebeldes.
Tras la victoria en la batalla del Ebro, los nacionales intensifican los bombardeos de las principales ciudades catalanas, cayendo Tarragona y Barcelona.