Transformación Económica de España en el Siglo XIX
24. Evolución de la Industria Textil Catalana, la Siderurgia y la Minería
En 1830, el único sector que había comenzado la industrialización en Cataluña era el textil. Su desarrollo fue posible gracias a la protección arancelaria y a diversas innovaciones tecnológicas, destacando el empleo de máquinas de hilar y telares mecánicos movidos por vapor. Factores como el aumento de la producción y el desarrollo de las comunicaciones, hicieron que Barcelona concentrase casi la totalidad de la industria textil algodonera. Esta industria creció de manera continuada hasta 1861-1865, cuando se produjo un periodo de escasez de algodón, por el que muchas industrias cerraron.
La siderurgia fue el sector que, en el siglo XIX, acompañó al textil en el desarrollo de la industria moderna. Este sector estuvo ligado al desarrollo de la minería. Los primeros intentos de crear una siderurgia moderna se desarrollaron a partir de 1826 en Andalucía. Esta primera iniciativa fracasó por el uso de carbón vegetal ante la dificultad de adquirir carbón de coque. A mediados de siglo, los elevados costes de producción llevaron a la siderurgia malagueña a la quiebra. A partir de 1876, con la llegada del carbón galés a Bilbao, se consolidó la industria siderúrgica. Más tarde, en 1882 se creó la Sociedad Anónima Altos Hornos y Fábrica de Hierro y Acero de Bilbao. Finalmente, a partir de 1885 se fabricó acero a partir de hierro, tras instalarse el convertidor Bessemer y, a finales de la década, ya se producía acero de gran calidad tras ponerse en marcha el primer horno Martin-Siemens.
Los recursos mineros pasaron de ser de la Corona al Estado a mediados de siglo. En 1868 se aprobó la Ley de Bases sobre Minas, por la cual los yacimientos fueron explotados por compañías extranjeras. Los principales metales extraídos fueron plomo, cobre y mercurio. La producción de plomo obtenida en España fue la más importante del mundo. Algo parecido ocurrió con el cobre, cuya demanda aumentó con el desarrollo de la energía eléctrica, ya que el cobre era el conductor de corriente más barato. Finalmente, la explotación cayó en manos de la familia Rothschild.
25. Revolución Industrial en España vs. Europa
La industrialización española se enmarca en el contexto general de la Revolución Industrial. Desde finales del siglo XVIII, ilustrados y reformistas abogaron por el desarrollo industrial del país. España reunía condiciones favorables para la implantación de la actividad industrial moderna: una producción artesanal diversa y rica, las Reales Fábricas, recursos minerales suficientes, y materias primas minerales y orgánicas. Como factores negativos destacaban la insuficiencia energética, la escasez de recursos tecnológicos y humanos, una mentalidad rural, y la ausencia de un mercado interior. Además, España sufrió crisis como la Guerra de la Independencia, la independencia de las colonias americanas, y las guerras carlistas.
Pese a esto, en 1832 se construyeron altos hornos en Cataluña, principalmente debido a su sector textil. En la segunda mitad del siglo XIX se consolidó en Europa la Revolución Industrial. En España, la industrialización avanzó, aunque con cierto retraso y dependencia financiera respecto a otros países europeos. Destacan la industria siderúrgica, textil, metalúrgica y la construcción de una red ferroviaria, esta última realizada por extranjeros debido a la limitada producción industrial española. La industrialización española se basó en el proteccionismo y avanzó lentamente, lastrada por el carácter rural del país, las desamortizaciones, la ausencia de una burguesía industrial, y la incapacidad tecnológica.
En definitiva, en comparación con Europa, la industrialización española fue un proceso discontinuo y con retraso. La producción industrial española se orientó hacia los bienes de consumo, sustentándose principalmente en las industrias siderúrgica, metalúrgica y textil.
26. Red Ferroviaria y la Ley General de Ferrocarriles de 1855
Durante el siglo XIX, en casi toda Europa, el ferrocarril fue sinónimo de crecimiento económico. En España, la construcción del ferrocarril se inicia en 1848 con la línea Barcelona-Mataró. El desarrollo real comienza con la Ley General de Ferrocarriles de 1855, que impulsó la construcción de más de 4000 km. Esta ley creó una estructura radial de líneas en torno a Madrid. La construcción se basaba en concesiones estatales subvencionadas, lo que llevó a la construcción de líneas no rentables y al aislamiento de algunas zonas como Galicia. Casi 3/4 de las inversiones procedían de capital extranjero, principalmente de empresarios catalanes. Se construyeron locomotoras más anchas, lo que requería un ancho de vía mayor que el europeo, aislando al ferrocarril español.
En Europa, el ferrocarril impulsó la industria. Sin embargo, en España, las compañías constructoras podían importar material sin pagar impuestos, impidiendo que la industria española se beneficiara. Además, la industria española no tenía capacidad para abastecer la demanda de material y maquinaria. No obstante, los salarios de los obreros permitieron aumentar el consumo interno y el ferrocarril mejoró las comunicaciones.
27. Proteccionismo vs. Librecambismo
A principios del siglo XIX, el comercio interior en España se reducía a mercados comarcales, aislados entre sí y del exterior. Las reformas liberales y el ferrocarril contribuyeron a articular un mercado interior. La política comercial se centró en el debate entre proteccionistas y librecambistas. Los librecambistas defendían la libre entrada de productos extranjeros para estimular la competitividad. Tras la industrialización, una nueva legislación y la reducción de aranceles facilitaron la entrada de capitales extranjeros y el aumento del tráfico comercial internacional. Las principales exportaciones fueron aceite y vino, y las importaciones algodón y lino, principalmente con Francia y Gran Bretaña. Destacan políticos como Mon Santillán y Laureano Figuerola.
Sin embargo, durante la Restauración, a finales de siglo, se volvió al proteccionismo, en parte debido a la pérdida de las últimas colonias. Se establecieron elevados aranceles aduaneros para proteger la producción nacional frente a la competencia extranjera, principalmente de Francia, Gran Bretaña y Alemania. Los pilares del proteccionismo español eran los industriales catalanes, los grandes propietarios castellanos y los empresarios siderúrgicos vascos.
28. Unidad Monetaria y Banca Moderna
La modernización del sistema monetario español en el siglo XIX consistió en la implantación de una sola unidad monetaria. La diversidad de monedas, pesos y medidas, junto con la circulación de moneda extranjera y colonial, dificultaba las transacciones económicas. Entre 1848 y 1864 se creó un sistema bimetálico (oro y plata), con el real como unidad básica. En 1864, se estableció el escudo como unidad efectiva. Tras varios intentos fallidos, incluyendo la alineación con la Unión Monetaria Latina, Laureano Figuerola instauró la peseta como unidad monetaria en 1868, y el Estado asumió el monopolio de creación de moneda.
En el ámbito financiero, la Hacienda estatal se vio agobiada por la deuda pública. Pese a ello, en 1856 se creó el Banco de España, que sustituyó al Banco Español de San Fernando. En 1874 se configuró como banco nacional con el monopolio de emisión de papel moneda, impulsado por José Echegaray.