Isabel II: Auge del Carlismo y Nacimiento del Estado Liberal Español

El Reinado de Isabel II: Oposición al Liberalismo, Carlismo y la Construcción del Estado Liberal

El reinado de Isabel II se vio marcado por la fuerte oposición al liberalismo, principalmente a través del movimiento carlista. Este movimiento, con una base social mayoritariamente campesina y clerical, se fundamentaba en el tradicionalismo, el monarquismo y la defensa de los fueros, además de un profundo antiliberalismo y defensa del catolicismo.

La Primera Guerra Carlista

Tras la muerte de Fernando VII, el carlismo se expandió geográficamente en tres núcleos principales: País Vasco-Navarra, Cataluña y Bajo Aragón-Valencia. La guerra se puede dividir en tres fases:

a) 1833-1835: Configuración del Ejército Carlista

Liderados por el general Zumalacárregui, los carlistas intentaron tomar Madrid, pero se desviaron hacia el asedio de Bilbao, donde Zumalacárregui falleció. Esta fase evidenció la incapacidad carlista para tomar ciudades importantes y la ineficacia liberal.

b) 1835-1837: Nacionalización del Conflicto

El general Espartero rompió el asedio carlista a Bilbao. Se sucedieron expediciones carlistas para obtener recursos y apoyo, destacando la Expedición Real que llegó a las puertas de Madrid, pero no logró su objetivo.

c) 1837 en adelante: Decadencia Carlista

Tras el fracaso de la Expedición Real, el carlismo se dividió entre los partidarios de la paz y los de continuar la lucha. El Convenio de Vergara en 1839, que mantenía los fueros, marcó el fin de la guerra, aunque algunos focos resistieron hasta 1840.

Construcción del Estado Liberal

Paralelamente a la guerra carlista, se inició la construcción del Estado liberal español. La regente María Cristina nombró a Martínez de la Rosa presidente, quien promulgó el Estatuto Real, inspirado en la Carta Otorgada francesa de 1814.

  • El Estatuto Real establecía unas Cortes bicamerales (Estamento de Próceres y Estamento de Procuradores) con sufragio indirecto muy restringido.
  • No abordaba la soberanía explícitamente, remitiéndose a una “constitución histórica”.
  • Resultó insuficiente ante la presión carlista y liberal, aunque marcó el fin del Antiguo Régimen.

La inestabilidad política llevó al poder a J. Álvarez Mendizábal, quien implementó la desamortización para mejorar las finanzas y ampliar la base social del régimen. Su destitución provocó la revolución de 1836 y la reinstauración de la Constitución de Cádiz.

La Constitución de 1837

Se convocaron Cortes Constituyentes que promulgaron la Constitución de 1837, más moderada que la de Cádiz:

  • Soberanía nacional mencionada solo en el preámbulo.
  • Sufragio censitario.
  • No se declara la confesionalidad del Estado.
  • Cortes bicamerales: Senado y Congreso de los Diputados.
  • Permite la disolución regia y el falseamiento electoral.
  • Las provincias de Ultramar serían gobernadas por leyes especiales, que nunca se promulgaron.