La Corona de Castilla en los siglos XIV y XV: Contrastres y Transformaciones
La Crisis del Siglo XIV
El siglo XIV en la Corona de Castilla estuvo marcado por una profunda crisis que abarcó diversos aspectos. Epidemias de mortandad, como la peste negra, diezmaron la población, mientras que el sector agrario experimentó un retroceso significativo. A estos problemas se sumaron las interminables luchas internas, como la guerra civil entre Pedro I el Cruel y Enrique de Trastámara (1366-1369).
La Guerra Civil (1366-1369)
La guerra civil entre Pedro I y Enrique de Trastámara se desarrolló en un contexto de crisis alimentaria y epidemias. Pedro I intentó fortalecer la autoridad monárquica, apoyándose en los judíos y legistas, lo que generó descontento entre la nobleza, que respaldó a Enrique de Trastámara. Esta guerra también estuvo marcada por un aumento del antisemitismo, utilizado por Enrique para obtener apoyo popular.
Paralelamente, se desarrolló la guerra entre Castilla y Aragón (Guerra de los Dos Pedros), que se resolvió a favor de Castilla con la Paz de Murviedro (1363). El asesinato de Pedro I en Montiel (1369) llevó a la coronación de Enrique de Trastámara, estableciendo la dinastía Trastámara y el triunfo de la nobleza.
La Recuperación del Siglo XV
A pesar de las luchas internas que continuaron en el siglo XV, la Corona de Castilla experimentó una notable recuperación económica y demográfica. Burgos, con su proyección al Cantábrico, y Sevilla se convirtieron en importantes centros económicos. El poder monárquico se fortaleció, aunque también aumentó el poder de la nobleza, convirtiéndose ambos en los pilares del sistema sociopolítico.
La Nueva Nobleza y la Extensión del Régimen Señorial
Enrique II otorgó concesiones a la nobleza que lo había apoyado, lo que llevó a una expansión del régimen señorial y al fortalecimiento de la nueva nobleza. La institución del mayorazgo, que garantizaba la conservación del patrimonio familiar, contribuyó a este proceso. El aumento del poder nobiliario generó abusos en sus dominios e intromisiones políticas, provocando enfrentamientos con la monarquía durante el siglo XV.
Reinado de los Trastámara
A pesar de los desafíos, los reyes Trastámara lograron fortalecer el poder real. Enrique II reguló la Audiencia y firmó el Tratado de Almazán (1375) con Aragón. Juan I creó el Consejo Real, mientras que Enrique III estableció un consejo de regencia. El reinado de Juan II (1406-1454) estuvo marcado por conflictos nobiliarios y sociales, como la revuelta antisemita de 1391 y la I Revuelta Irmandiña en Galicia (1431).
Enrique IV y la Sucesión
El reinado de Enrique IV (1454-1474) se caracterizó por la guerra contra Granada y los conflictos con la nobleza. La Farsa de Ávila (1465) y la II Revuelta Irmandiña (1467-1469) reflejaron la tensión social y política. Tras la muerte de Alfonso (1468), Isabel fue reconocida como heredera en el Pacto de los Toros de Guisando (1468). Sin embargo, el matrimonio de Isabel con Fernando de Aragón (1469) llevó a Enrique IV a proclamar heredera a su hija Juana. La muerte de Enrique IV en 1474 desencadenó una guerra civil (1474-1479) entre Isabel, apoyada por Aragón, y Juana la Beltraneja, apoyada por Portugal. Finalmente, Isabel se impuso y fue proclamada reina.
La Expansión hacia el Atlántico: El Estrecho y Canarias
Durante la Baja Edad Media, el avance reconquistador fue limitado, centrándose en la zona del Estrecho. La conquista de Tarifa por Sancho IV en 1292 y de Gibraltar por Enrique IV en 1462 marcaron hitos importantes.
Conquista de Canarias
La conquista de las Islas Canarias se enmarca en la expansión atlántica de Castilla y Portugal. En el siglo XIV, las expediciones partían de puertos andaluces o portugueses, mientras que en el siglo XV se produjo la ocupación efectiva en dos fases:
- 1402-1474: Conquista de Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y El Hierro por la nobleza, convirtiéndose en tierras de régimen señorial.
- 1475-1496: Conquista de Gran Canaria, La Palma y Tenerife por la monarquía, convirtiéndose en tierras de realengo.
La rivalidad entre Castilla y Portugal por el control de las Canarias se resolvió con los tratados de Alcaçovas-Toledo (1479).