La Crisis del Antiguo Régimen
La muerte de Carlos II en 1788 marcó el fin del Antiguo Régimen en España. La Revolución Francesa aceleró este proceso, dando paso al liberalismo político, al capitalismo y a la sociedad de clases. La invasión napoleónica de 1808 agravó la crisis del absolutismo borbónico y condujo a una guerra contra el invasor.
La Constitución de 1812
La Constitución de 1812, promulgada durante la Guerra de la Independencia, reflejó los principios liberales. Estableció la soberanía nacional, un poder legislativo unicameral (las Cortes) y un poder ejecutivo encabezado por el monarca. También garantizó los derechos individuales y la libertad de prensa.
La Guerra Carlista
Tras la muerte de Fernando VII en 1833, se inició la Guerra Carlista, un conflicto entre los partidarios del absolutismo (carlistas) y los defensores del liberalismo (isabelinos). La guerra terminó con la victoria de los liberales y el establecimiento de una monarquía constitucional.
El Sexenio Democrático
La Revolución de 1868 puso fin a la monarquía de Isabel II. El Sexenio Democrático fue un período de inestabilidad política y social, marcado por la búsqueda de un nuevo orden político y social. La burguesía democrática no logró consolidar un régimen político representativo.
La Restauración Borbónica
Tras el fracaso del Sexenio Democrático, se restauró la monarquía borbónica con Alfonso XII. El sistema político se basó en la alternancia en el poder de dos grandes partidos, el conservador y el liberal. A pesar del establecimiento del sufragio universal masculino en 1890, el régimen nunca llegó a ser plenamente democrático.
La Guerra de Cuba
La incapacidad de España para reformar su colonia de Cuba llevó a la Guerra de la Independencia Cubana. Estados Unidos intervino en el conflicto, lo que condujo a la derrota española y la pérdida de Cuba en 1898.
La Guerra de Filipinas
El independentismo también surgió en Filipinas. La Guerra de Filipinas terminó con la derrota española y la cesión de las islas a Estados Unidos en 1898.