Factores que propiciaron el nuevo régimen político
Una serie de factores propiciaron la aparición del nuevo régimen político, tales como la crisis de los partidos y el regeneracionismo desde dentro, abanderado por el conservador Maura y el liberal Canalejas con medidas como la Ley Electoral de 1907; y la Semana Trágica de Barcelona (julio de 1909), que había estallado porque los reservistas catalanes no querían ser movilizados a Marruecos.
Tras la Conferencia de Algeciras (1906), Marruecos se dividió en dos protectorados: el francés y el español (en las montañas del Rif, más pobre). Las cabilas rifeñas iniciaron una guerra de guerrillas lideradas por Abd el-Krim, que pusieron en jaque al ejército español.
Asimismo, la neutralidad de España en la Gran Guerra favoreció la exportación, que produjo un alza de precios pero sin que hubiera subida salarial, lo que afectó negativamente a las clases trabajadoras.
Crisis en 1917
Hubo tres tipos de crisis en 1917 (militar, política y social): el Gobierno quería reducir el exceso de oficiales del Ejército (dividido en “africanistas” y “peninsulares”), lo que motivó la formación de Juntas de Defensa, reconocidas legalmente para normalizar la situación. Dato cerró las Cortes y, ante esto, regionalistas, republicanos y socialistas se organizaron en una Asamblea de Parlamentarios para elaborar una nueva constitución. Por último, se esperaba que la primera huelga general en España (13 de agosto) tuviera respaldo militar, pero el Ejército se posicionó con el Gobierno.
Implantación de la dictadura
El 13 de septiembre de 1923, el Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, dio un golpe de Estado pacífico. La solución autoritaria a una situación insostenible tuvo unas causas principales:
- La incapacidad del sistema político de renovarse desde dentro, con división de partidos dinásticos (conservador y liberal), desarrollo del movimiento obrero y auge de nacionalismos y republicanismo.
- El fracaso de la política marroquí, agudizado desde el Desastre de Annual (1921).
Características del nuevo régimen
Fue un régimen autoritario que quiso solucionar los problemas de España desde el regeneracionismo militar. Acabó con los viejos partidos y el Parlamento, pero sin tocar a la oligarquía, instaurándose como una solución transitoria al desmoronamiento de la Restauración. Se mantuvo la monarquía pero se suspendió la Constitución de 1876, aunque sin derogarse. Se impuso sin necesidad de partidos ni ideologías, de ahí su carácter improvisado.
Evolución de la dictadura
El Directorio Militar (1923-1925)
Presidido por Primo de Rivera, disolvió las Cortes y las Diputaciones, prohibió los partidos políticos, estableció la censura en la prensa y sustituyó a los gobernadores civiles por militares, siendo los alcaldes nombrados por el Gobierno. Se intensificó la represión contra los sectores más radicales del obrerismo, creándose el Somatén (1923).
El Directorio Civil (1925-1930)
La reorganización del Estado
Con los logros del periodo anterior, Primo de Rivera transformó la Dictadura en un nuevo régimen a su medida, basado en un Gobierno con mayoría de civiles de extrema derecha que emprendiesen proyectos socioeconómicos; un partido gubernamental (Unión Patriótica) que prestase apoyo social al régimen; sustitución de las Cortes por una Asamblea Nacional Consultiva (1927); y proyecto de nueva Constitución.La política social y económica
A nivel socio-laboral, se ilegalizó la CNT (Conferencia Nacional de Trabajadores), pero no la UGT (Unión General de Trabajadores), sindicato que adoptó una actitud pasiva ante el golpe de Estado. Se creó la Organización Corporativa Nacional, que integraba a obreros y patronos en comités paritarios. Entre las primeras actuaciones en el ámbito económico cabe destacar la mejora de la red de carreteras y ferrocarriles; la creación de confederaciones hidrográficas para potenciar el regadío y la electrificación; el proteccionismo arancelario para favorecer a los empresarios españoles y el desarrollo de monopolios.La oposición al régimen
La oposición a la política de Primo de Rivera, salvo casos aislados como Unamuno, tardó en manifestarse como tal. Fue a partir de 1928 cuando confluyeron las diversas oposiciones contra la Dictadura:
- Los viejos partidos del turno deseaban retornar al régimen de la Constitución de 1876.
- En el Ejército proseguía la división entre “africanistas” y “peninsulares”.
- El nacionalismo catalán pasó al enfrentamiento, a través de la figura de Francesc Macià.
- Los universitarios habían producido incidentes desde 1925. La FUE (Federación Universitaria Escolar) organizó protestas como la de 1929, tras el intento de favorecer a centros privados.
- El republicanismo, inactivo durante la Restauración, adquirió nuevos bríos a partir de la Dictadura. En 1930 se erigió en principal referente político de la sociedad española, que comenzó a identificar república con democracia.
La caída de Primo de Rivera
En enero de 1930 Primo de Rivera presentó al rey su dimisión argumentando la falta del apoyo entusiasta de sus colegas militares. Pero las razones reales eran de naturaleza económica y política. Al acabar 1929 el régimen de Primo de Rivera estaba aislado socialmente. Su dimisión abrió una breve etapa de tránsito hacia la Segunda República, proclamada el 14 de abril de 1931.
La caída de la monarquía
Al fin de la dictadura en enero de 1930 le siguió la caída de la monarquía, muy debilitada por respaldar a Primo de Rivera, acusado de haber violado la Constitución de 1876 cuando disolvió las Cortes y no convocó nuevas elecciones. El Rey sólo contaba con el firme respaldo de la mayor parte del Ejército.
Tras los intentos de normalización y “pacificación” social durante los gobiernos de Berenguer y Aznar (“dictablanda”), y con la intención de dar sensación de libertad, se convocaron elecciones municipales, celebradas el 12 de abril de 1931. Los republicanos triunfaron en la mayoría de las ciudades, mientras que en las zonas rurales siguieron predominando los monárquicos, quienes realmente ganaron las elecciones. Pero el resultado de los comicios fue interpretado como un éxito del republicanismo, al considerar el voto urbano como de calidad.