La Guerra Civil Española: Un Conflicto Ideológico y Social

Estallido de la Guerra Civil

La oposición de los sectores conservadores españoles a la democratización política y al reformismo social de la Segunda República se tradujo en una acción golpista. El 17 de julio de 1936, el coronel Yagüe se alzó en armas contra la República. Entre el 18 y 19 de julio, la mayoría de las guarniciones militares del resto de España se unieron al golpe de Estado.

El triunfo o el fracaso del alzamiento no estuvo solo relacionado con la pericia militar de los sublevados, sino con las condiciones sociales y políticas particulares de cada región del país. El alzamiento fracasó donde las fuerzas obreras y de izquierda tenían mayor peso, después de días de lucha callejera entre los sublevados y las tropas leales a la República.

El bando de los sublevados estaba constituido por militares conservadores, monárquicos de derechas, grupos católicos, falangistas, tradicionalistas y por los que se habían opuesto a las reformas de la República. Los leales a la República estaban constituidos por las clases más populares: obreros y empleados urbanos, pequeña burguesía y campesinado sin tierras.

La Guerra Civil española tuvo una gran repercusión internacional. El estallido de la guerra en España fue visto como una confrontación entre las fuerzas democráticas y fascistas. Fue el enfrentamiento armado entre los viejos grupos dominantes de la España de la Restauración y los grupos emergentes obreros y burgueses.

Tanto los sublevados como el gobierno legítimo de la República recurrieron al exterior para buscar apoyos.

La Zona Sublevada

La muerte accidental en Lisboa del general Sanjurjo planteó el problema del liderazgo en la dirección militar. El 24 de julio se creó en Burgos la Junta de Defensa Nacional, integrada por militares. Para dirigir la guerra fue ganando cada vez más adeptos el general Francisco Franco. El 1 de octubre de 1936 se publicó el decreto que lo nombraba Jefe del Gobierno y Generalísimo de los Ejércitos Españoles. A partir de octubre de 1936, existía un mando único e incontestado.

Los sublevados habían prohibido todos los partidos políticos que formaban parte del Frente Popular. Se toleraban la CEDA y los grupos monárquicos, que estaban prácticamente desmantelados. Franco desplegó una estrategia de alargamiento de la guerra mediante la cual consolidó su liderazgo. Dio a conocer el Decreto de Unificación, por el que se creaba un partido único, Falange Tradicionalista y de las JONS, unificando a falangistas y carlistas. Franco sería Jefe Nacional de este partido concentrando en sus manos otro poder más.

El proceso de institucionalización del nuevo Estado franquista culminó en enero de 1938 con la desaparición de la Junta Técnica. El nuevo Estado se inspiraba en el fascismo y defendía un modelo social basado en el conservadurismo y en la preeminencia del catolicismo. El nuevo Estado era claramente confesional y derogó las leyes del matrimonio civil y del divorcio, estableció el culto religioso en la enseñanza y en el Ejército.

La construcción del Estado franquista fue acompañada de una violencia extrema. La represión tuvo un carácter sistemático. Su intención era imponer un clima de ‘terror’ que impidiese toda contestación. Una parte de los miles de ejecutados durante la guerra fueron enterrados en fosas comunes sin constancia de su desaparición.

Los Efectos de la Guerra

La guerra comportó miseria y muerte para miles de personas de uno y otro bando. A las bajas en los combates y las víctimas de la represión, hay que añadir las muertes producidas por la grave carestía de alimentos. Los primeros síntomas de escasez empezaron en productos como el trigo, la carne y el carbón. Un alimento básico como el pan comenzó a faltar de forma alarmante en los primeros meses de 1937.

Por otra parte, se produjo una fuerte reducción de la producción industrial. Además, y aunque la población femenina se incorporó al mundo laboral, los esfuerzos de la industria se dirigieron esencialmente a la producción de armamento y avituallamiento militar.

La guerra significó la destrucción de gran parte de las infraestructuras y las comunicaciones. Los bombardeos sobre pueblos y ciudades afectaron duramente a la guerra civil. El gobierno republicano utilizó sus aviones para acciones bélicas fundamentalmente.

La Zona Republicana

Por un lado, parte de las fuerzas de izquierda vieron la ocasión de realizar sus anhelos de revolución social. Por otro lado, era necesario concentrar todos los esfuerzos en ganar la guerra porque una derrota suponía el fin de toda esperanza de cambio social.

El gobierno republicano tuvo que organizar apresuradamente una fuerza militar capaz de oponerse a los sublevados. Se tomó la decisión de entregar armas a las milicias de los partidos y sindicatos, y disolver el Ejército tradicional y los cuerpos policiales. El poder del Estado sufrió un desplome y fue sustituido por organismos revolucionarios dispuestos a imponer un nuevo orden. Surgieron comités, juntas y consejos.

En los primeros meses de la guerra se desencadenó una respuesta popular contra todo lo que pudiera tener relación con los sublevados. Una serie de fracasos militares volvieron a abrir el enfrentamiento entre las fuerzas republicanas respecto a cómo se debía afrontar el proceso revolucionario y la guerra.

Los hechos de mayo restaron influencia a los anarquistas y fortalecieron las posiciones comunistas que tenían ya una gran influencia basada en la ayuda que la Unión Soviética prestaba a la República. Largo Caballero (1936-27) FLC constituyó un nuevo gobierno formado por republicanos, socialistas y comunistas.

Una serie de fracasos militares volvieron a abrir el enfrentamiento entre las fuerzas republicanas. Los problemas que debilitaron definitivamente el gobierno de L.C. estallaron en Barcelona a principios de mayo de 1937 (hechos de mayo). El conflicto se saldó con más de 200 muertos, la derrota de los anarquistas y poumistas y una fuerte crisis de gobierno.

Negrín (1937-39): Ante la dificultad de frenar el avance de las tropas franquistas, el gobierno intentó buscar una salida negociada a la guerra. Para ello, Negrín propuso su célebre programa de los trece puntos en los que proponía el cese de la lucha armada, la permanencia de la República y la apertura de un proceso de elecciones democráticas. El bando franquista no aceptó entrar en ninguna negociación y Franco hizo saber públicamente que solo aceptaría una rendición sin condiciones.

El Avance hacia Madrid (Jul-Nov 1936)

Las tropas de África, al mando de Yagüe, tenían como objetivo esencial el avance hacia Madrid. Franco, convertido en jefe del Ejército, decidió desviarse hacia Toledo. El 29 de octubre se decretó la movilización general para salvar Madrid. La resistencia de la ciudad de Madrid concluyó la fase denominada ‘guerra de columnas’.

Las Batallas Entorno a Madrid (Dic 1936-Mar 1937)

Fracasado el intento de entrar en la capital, los sublevados emprendieron dos maniobras envolventes para aislar Madrid. La primera maniobra produjo la batalla del Jarama. En la batalla de Guadalajara, las tropas fascistas italianas aisladas de Franco sufrieron una espectacular derrota a manos del reconstituido Ejército Popular de la República.

La Ocupación del Norte

Franco decidió abandonar el ataque a la capital y concentrar los esfuerzos en la zona norte. Asturias, Cantabria y el País Vasco quedaron en manos republicanas. Los sublevados controlaban Navarra y San Sebastián.

El Avance hacia el Mediterráneo (Nov 1937-Jun 1938)

Final de 1937: Los mandos republicanos todavía confiaban en la posibilidad de ganar la guerra. Pero en el mes de febrero de 1938, el Ejército de Franco volvió a ocupar Teruel y desencadenó la campaña de Aragón.

La Batalla del Ebro y la Ocupación de Cataluña

El avance de las tropas sublevadas quedó detenido cuando el Ejército Republicano, reorganizó sus unidades y desencadenó un ataque sobre el río Ebro. La batalla del Ebro fue uno de los mayores episodios militares de la guerra.

El Final de la Guerra (Feb-Abril 1939)

A la República no le quedaba más territorio que la zona centro. A comienzos de marzo se produjo en Madrid una sublevación contra el gobierno republicano dirigido por Segismundo Casado. El 28 de marzo, las tropas de Franco entraron en Madrid sin la menor resistencia. El 1 de abril, Franco firmó en Burgos el último parte de guerra.