Causas de la Guerra de la Independencia Española
Causas Remotas
Las causas remotas son aquellas que se fueron desarrollando años antes de 1808:
- Influencia de la Revolución Francesa: Iniciada en 1789, la Revolución Francesa influyó en la política española. Supuso una amenaza directa para el Antiguo Régimen y la Monarquía absoluta, y por ende llevó a levantar un rígido aislamiento contra Francia. Algunos ilustrados moderaron sus ideas, aterrados por las noticias provenientes de Francia. Así, Floridablanca quiso evitar que llegara a España cualquier periódico o libro procedente de Francia, y muchos ilustrados fueron encarcelados o perseguidos. Otros, por el contrario, cansados de la lentitud de las reformas se radicalizaron y vieron en Francia un ejemplo a seguir. Los revolucionarios franceses, por su parte, declararon la guerra a las monarquías europeas, entre ellas a la española (1793-1795).
- Dependencia exterior de Francia: A pesar de las ideas revolucionarias francesas, España necesitaba desde el siglo anterior la alianza con Francia para poder enfrentarse al poderío naval de Gran Bretaña, lo que lleva a varios pactos militares contra el imperio anglosajón. Esto explicaría el entendimiento entre España y la Francia revolucionaria para hacer la guerra a Gran Bretaña, concretado en los Tratados de San Ildefonso de 1796 y 1800, y que llevarían a la flagrante derrota en Trafalgar en 1805, con el consecuente hundimiento de la flota española, de gravísimas consecuencias. Asimismo, el Tratado de Fontainebleau de 1807, por el cual Napoleón y Godoy pactaban la invasión de Portugal a través de España como estrategia de largo alcance para estrangular el comercio británico y repartirse el país luso. Sin embargo, Napoleón en realidad proyectó una invasión encubierta de España.
- Crisis aguda de gobierno: El gobierno reformista y tímidamente ilustrado de Godoy, a pesar de tener opositores defensores de mayores reformas o incluso de abandonar la Monarquía absoluta, se verá superado por los enemigos que estaban a su derecha. No sólo defendían la salida de Godoy y los ilustrados del gobierno, sino que abogaban por una oposición completa contra cualquier reforma, defendiendo la tradición frente a la modernidad. Este grupo era mucho más numeroso, ya que reunía a aristócratas, clero y diversos sectores de la sociedad española; además, fue liderado por el heredero y príncipe de Asturias, futuro Fernando VII, quien, junto con sus partidarios, difundió todo tipo de rumores contra los reyes y su valido e incluso urdió varias conspiraciones: la de El Escorial (1807) fracasó; sin embargo, la de Aranjuez (17-19 marzo de 1808) resultó un éxito, pasando el gobierno a manos de Fernando VII y su facción.
Causas Inmediatas
Las causas inmediatas se sitúan en las propias maniobras de Napoleón en 1808 para hacerse con la Corona española bajo el pretexto de la invasión de Portugal a través de España. El emperador francés atrajo a Carlos IV y a Fernando VII, junto con Godoy, a Bayona, una población francesa cercana a la frontera con España. Una vez allí, Napoleón forzó que ambos monarcas renunciaran a la Corona española y se la ofreció a su hermano José Bonaparte (José I) para que implantara en el país las necesarias reformas y reforzara la alianza con Francia. Carlos IV y Fernando VII renunciaron (mayo de 1808) sin demasiadas complicaciones.
En la Península, la marcha hacia Bayona de la familia real dejó tras de sí un vacío de poder. Esta situación tendrá una importancia decisiva, porque colocó a los españoles ante la alternativa de acatar la legalidad (la Junta de Gobierno que dejó Fernando VII antes de dirigirse a Bayona colaboraba con las tropas francesas de Murat), o atender al mandato de la propia conciencia. El vacío de poder fue cubierto por instancias inferiores ante la pasividad o colaboración con el invasor que se observaba en la Junta de Gobierno.
El 2 de mayo de 1808 se produjo en Madrid el primer levantamiento contra Napoleón. La insurrección tuvo un carácter eminentemente popular, aunque algunos sectores del ejército, los capitanes Daoíz y Velarde, se sublevaron. Las fuerzas de Murat sofocaron rápidamente el alzamiento y fusilaron a todos los combatientes que pudieron ser capturados.
La noticia de las abdicaciones de Bayona contribuyó a la extensión del alzamiento por toda España. La Junta de Gobierno y el Consejo de Castilla acataron las órdenes que provenían de Francia y recibieron al nuevo rey José I. Este hecho reviste singular importancia pues el abandono de que fue objeto el pueblo por parte de las autoridades, llevó a algunos sectores a elaborar la idea de soberanía popular. Las Juntas Provinciales y la creación de la Junta Central Suprema, representaban la ruptura con la situación existente antes del 2 de mayo, al mismo tiempo que expresaban de hecho la realidad de la soberanía popular.
Los bandos de la guerra enfrentaron a la España de José I (territorios ocupados y afrancesados), contra la España de la insurrección popular y la resistencia (liberales y absolutistas contra el invasor, en nombre de Fernando VII). Tuvo un carácter popular y nacional pues no lucharon solo ejércitos profesionales, sino todo el pueblo.
Desarrollo de la Guerra de la Independencia
La Guerra de la Independencia se desarrolló en tres fases:
1ª Etapa: Mayo – Octubre de 1808
En este período los soldados franceses se emplearon en sofocar los alzamientos urbanos que se habían extendido por las ciudades más importantes. En el mes de junio tuvo lugar el primer sitio de Zaragoza, la ciudad resistió bajo el mando del general Palafox. El hecho más destacado de esta fase de la guerra fue la batalla de Bailén (19 julio), donde un ejército francés dirigido por el general Dupont fue derrotado por un ejército español comandado por el general Castaños. Esta derrota tuvo una gran repercusión propagandística, por primera vez era derrotado un ejército napoleónico en campo abierto. El ejército francés se replegó hacia el País Vasco.
2ª Etapa: Octubre de 1808 – Julio de 1812
El emperador organizó la Grande Armée. Un poderoso ejército dirigido por el propio Napoleón. El 10 de noviembre cayó la ciudad de Burgos y el vencedor de Bailén, Castaños, fue derrotado en Tudela. El hecho de armas más importante fue, no obstante, la toma de Madrid. En el otro extremo peninsular, Zaragoza, punto clave en las comunicaciones con Francia, sufrió el segundo sitio, cayendo en poder de los franceses. Sólo Cádiz quedó libre de la ocupación. Lo más decisivo de esta fase de la guerra fueron las innovaciones estratégicas introducidas por los españoles en la guerra de guerrillas, expresión máxima de la guerra popular –el pueblo en armas– y auténtica pesadilla del ejército francés. Ante la superioridad francesa en campo abierto, los españoles adoptaron una forma de lucha inédita, la guerrilla. Las primeras surgen a principios de 1809 y son agrupaciones permanentes y de pequeño número de componentes. Su actuación se basa en varios supuestos:
- Conocimiento del terreno: es su gran ventaja, les permite moverse con mayor rapidez, aprovechar la noche, actuar por sorpresa, su escasa impedimenta hace más rápido su desplazamiento.
- Apoyo popular: sin una circunstancia de guerra nacional, la guerrilla es impensable, necesitan aprovisionamiento en cualquier parte, ayuda para esconderse, este apoyo ofrece una dimensión social, los franceses perseguían como guerrilleros a los campesinos, por lo tanto, hay una identificación entre guerrilla y pueblo.
- Reconocimiento de la inferioridad militar y abandono de la preocupación por el control del espacio: la guerrilla no se afana en conservar el terreno sino en destruir al enemigo; actúan por las serranías y evitan los lugares despejados y llanos.
La guerrilla consiguió desconcertar al ejército francés, cortando sus comunicaciones, apoderándose de sus convoyes y obligándolos a desplazarse en grandes contingentes. A pesar de todo, sin los ejércitos regulares españoles e ingleses, actuando en batallas de tipo tradicional, los franceses no hubieran podido ser vencidos.
3ª Etapa: Julio de 1812 – 1814
Se inició en la primavera de 1812, cuando Napoleón se vio obligado a retirar de España una parte muy importante de sus tropas para engrosar el Ejército napoleónico que se preparaba para la invasión de Rusia. Los ejércitos anglo-españoles aprovecharon esta circunstancia para intensificar su ofensiva, que culminó con la victoria de Arapiles (Salamanca, julio de 1812). El desastre del ejército francés en Rusia, decidió también la suerte de Napoleón en la península. Las tropas francesas, iniciaron el repliegue hacia el norte y llegaron a las cercanías de Vitoria, donde sufrieron otra gran derrota. Con la batalla de San Marcial, agosto de 1813, se completó el acoso y la derrota del ejército invasor. Por el Tratado de Valençay de diciembre de 1813 se puso fin a la Guerra de la Independencia.