Los inicios del despegue industrial
En la segunda mitad del siglo XIX se consolidó en Europa la Revolución Industrial. En España, la industria avanzó hasta alcanzar cotas de importancia, pero evidenció un retraso con relación a los países europeos y una gran dependencia tecnológica y financiera de los mismos.
Causas de este retraso:
- Escasa dotación de materias primas y de fuentes energéticas.
- Escaso espíritu empresarial, con un Estado muy endeudado por las continuas guerras coloniales; y una inversión privada dedicada a la compra de tierras procedentes de la desamortización.
- Atraso tecnológico considerable.
- Demanda interior muy escasa, debido a un bajo crecimiento de población y a unos niveles de renta reducidos.
- Política industrial inadecuada (proteccionismo, cesiones a perpetuidad de minas…).
En esta primera fase de inicio los sectores que despuntan son la industria siderúrgica y textil, con un carbón como principal protagonista en las materias primas. España era el primer país productor de hierro, que se exportaba en su mayor parte a Gran Bretaña desde el puerto de Bilbao. Esta facilidad para el abastecimiento de energía y la proximidad de los yacimientos de hierro hicieron florecer la industria siderúrgica vasca en detrimento de los núcleos siderúrgicos de otros lugares como Málaga (lugar donde se localizan los primeros altos hornos españoles y en cierto modo se inicia la Revolución Industrial) que en adelante no pudieron hacer frente a la competencia bilbaína.
El crecimiento industrial hasta la Guerra Civil (1900-1936)
Durante el primer tercio del siglo XX, la industria española se afianzó notablemente gracias a la protección arancelaria que consolidaron sectores industriales como el metalúrgico, el textil o el químico, impulsados por el crecimiento de la demanda y la consolidación del mercado interior. El proceso de industrialización conoció los efectos positivos de la repatriación de capitales tras la pérdida de las colonias, de una mentalidad más emprendedora y de los beneficios comerciales derivados de la Primera Guerra Mundial repercutiendo principalmente a la minería y a los anteriores sectores citados.
A todo se le une el notable impulso de la construcción de obras públicas durante la dictadura de Primo de Rivera que resultó fundamental para el crecimiento de algunos sectores como el metalúrgico o el siderúrgico.
La reconstrucción industrial de la posguerra
La Guerra Civil truncó la fase expansiva de la industria española. A partir de 1950 la situación fue cambiando y se logró una cierta recuperación en los niveles de renta, mejoró la situación de la posguerra y la economía española encontró cierto alivio a partir de las negociaciones con Estados Unidos y del ingreso en la ONU. Se puso fin al aislamiento y España se integró gradualmente en la economía internacional, al tiempo que la falta de capital fue suplida por las inversiones extranjeras que comenzaron a llegar.
Pero el modelo industrial acusaba graves deficiencias y se mostraba incapaz de resolver las carencias, de ahí que a partir de 1959 se abordase el desarrollo industrial y económico siguiendo las directrices del denominado Plan de Estabilización.
El impulso industrializador de los años 60
El período entre 1959 y 1975 supuso un crecimiento económico sin precedentes, al que contribuyeron una serie de factores favorables, como la liberalización de las importaciones, la llegada de capital extranjero, la instalación de grandes empresas multinacionales, etc., convirtiéndose nuestro país en un destino muy atractivo para invertir.
Al mismo tiempo, España recibía las divisas que aportaban turistas y emigrantes, con las que hizo frente a la compra de petróleo, a la importación de bienes industriales y a la nivelación de la balanza de pagos.
La estructura industrial que se ofrece presenta un claro contraste. En cuanto al número de empresas prevalecen las PYMES, con un tamaño reducido, poca competitividad y con una tecnología atrasada y altamente dependiente. Su localización es principalmente en el área mediterránea encargándose sobre todo de obtener bienes de consumo.
Por otra parte, en la cornisa cantábrica, se establecen grandes empresas impulsadas por el Estado a través del INI (HUNOSA, ENSIDESA…) que operan en los sectores industriales de base y de bienes de equipo. A pesar de ser impulsadas por el Estado, son empresas que carecen de tecnología propia, ofrecen una baja competitividad y se caracterizan por emplear a una abundante mano de obra sin mucha cualificación.
En cuanto a la localización, el perfil que se ofrece es de una alta polarización o concentración. Los factores que propician esto, son la proximidad de la materia prima y de las fuentes de energía, los mercados de consumo amplios, la mano de obra abundante, la buena conexión de transportes, la disponibilidad de capital y la política industrial. Todo esto desemboca en una alta concentración en el norte peninsular (País Vasco, Asturias, Cantabria) en sectores de base y de bienes de equipo, y en el área mediterránea (Cataluña, Valencia) en sectores de bienes de consumo. Además hay que añadir a Madrid, también con un peso significativo en este último sector gracias a la política centralista de Franco. A partir de 1960, el Estado, con la aplicación de los Polos de Promoción y Desarrollo o las Zonas de Preferente Industrialización intentó acercar a territorios el desarrollo industrial a través de subvenciones, incentivos… (Huelva, Cádiz, Burgos, La Coruña…) con el fin de frenar los fuertes desequilibrios territoriales existentes.
El modelo industrial de la década de 1960 hizo que aumentaran las diferencias entre regiones ricas y pobres, lo que incidió en los procesos demográficos de emigración y de éxodo rural que vivió la población española y que vinieron a incrementar aún más los propios desequilibrios.
Crisis y reestructuración de la industria española
La crisis de la industria que afectó al mundo occidental a partir de 1973 también afectó a España, donde se presentó con cierto retraso. Las causas de dicha crisis:
Causas externas
- La primera y principal fue el encarecimiento de los precios del petróleo, cuyas consecuencias fueron gravísimas para España, debido a su dependencia energética y al incremento experimentado por el consumo de petróleo.
- Igualmente, contribuyeron otros factores, como la mundialización de la economía, el incremento de la competitividad, la emergencia de nuevos países industriales y el agotamiento del modelo industrial y del ciclo tecnológico, que dio paso a una nueva fase, caracterizada por las nuevas tecnologías y por los nuevos sectores industriales derivados de ella (informática, electrónica, nuevos sistemas de producción, etc.).
Causas internas
- Cabe destacar la fragilidad resultante de la dependencia energética y tecnológica, y de las dimensiones inadecuadas de las plantas industriales, el endeudamiento, los desequilibrios entre sus sectores productivos y espaciales, etc. A todo ello hay que añadir el delicado momento en que se hizo patente la crisis: el ocaso del franquismo y el complicado camino que comenzaba a recorrer la sociedad española hacia la transición democrática que hicieron que las soluciones se tomaran de una manera tardía.