El resultado de la Guerra Civil (1936-1939), que enfrentó al bando nacional (los sublevados, que defendían los principios fascistas) contra la República, fue la consolidación del régimen dictatorial que los sublevados comenzaron a construir desde octubre de 1936. El régimen implantado por Franco en España perduró hasta su muerte en 1975. Aunque durante el franquismo se actuó con mano de hierro ante cualquier síntoma de oposición al régimen, esto no impidió que durante todo ese tiempo existieran personas o asociaciones dispuestas a que desapareciera el régimen dictatorial. La represión sobre las organizaciones y las personas comprometidas con la República provocó el exilio de miles de republicanos. En el interior, la oposición a Franco quedó desarticulada, aunque poco a poco y con mucha dificultad se fue reorganizando.
El Exilio Republicano
Más de 400.000 republicanos abandonaron España desde los Pirineos o desde puertos del Mediterráneo. Los dirigentes huidos del país en 1939 mantuvieron un gobierno de República en el exilio tratando de mantener la legalidad jurídica de la Constitución de 1931. Sus esperanzas estaban depositadas en que la derrota de Hitler y Mussolini supusiera la intervención de las tropas aliadas y el fin de la dictadura de Franco. Pero estas esperanzas se esfumaron cuando, en 1955, España ingresó en la ONU.
Las organizaciones políticas y sindicales en el exilio se caracterizaron por las divisiones internas. Republicanos, socialistas y algunos anarquistas abogaron por la creación de un único frente y la diplomacia. Los comunistas y otros sectores anarquistas defendían la lucha guerrillera como fase previa a la insurrección popular.
La Resistencia Interior
Dentro de España, nada más acabar la guerra, los partidos y sindicatos opositores a Franco quedaron totalmente desmantelados. Su reconstrucción fue lenta y dificultosa, y en la más absoluta clandestinidad. La actuación de la oposición durante el primer franquismo se puede dividir en tres etapas:
Primera Etapa (hasta 1944): La Resistencia Limitada
Se caracteriza por la limitada actuación de la resistencia interior. El más significativo fue el mantenimiento de una actividad guerrillera (maquis) cuyos protagonistas fueron un considerable número de republicanos combatientes que no se resignaban a la derrota y mantuvieron una resistencia armada. Fue para los huidos, un periodo de supervivencia.
Segunda Etapa (1944-1947): La Esperanza de la Intervención Aliada
Estuvo condicionada por la victoria de los aliados. La posible intervención aliada en España provocó la creación de plataformas unitarias entre distintas fuerzas: los monárquicos más democráticos se organizaron alrededor de Juan de Borbón, lo que provocó la creación de la Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas (socialistas, republicanos y algunos cenetistas – CNT); otras organizaciones (comunistas y anarquistas) apostaron por la sublevación armada, desde Francia, organizaron partidas de guerrilleros hacia España cuya acción más espectacular fue la invasión del Valle de Arán (1944) dirigida por el PCE.
Tercera Etapa (1948-1951): Desmoralización y Recomposición
Se produjo una recomposición del movimiento opositor debido a la desmoralización que provocó la consolidación de la dictadura. A finales de 1948, era evidente que ninguna potencia estaba dispuesta a colaborar en ninguna estrategia para derrocar a Franco, ni parecía posible que la guerrilla acabara con la dictadura. Además, la policía franquista y la Guardia Civil liquidaron casi toda la resistencia política en el interior. El PCE (1948) renunció a la lucha armada y llamó a los guerrilleros a huir del país.
El Renacer de la Protesta (1940-1950)
A finales de la década de 1940 comenzó a renacer en España un tímido movimiento de protesta popular. Estas primeras actuaciones obreras eran fruto de la incipiente reorganización de la izquierda, como el PCE. También la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica), creada en 1946, comenzó a presentar reivindicaciones sociales y laborales. La acción reivindicativa de mayor transcendencia fue la huelga de tranvías de Barcelona, motivada por el deterioro del nivel de vida y el aumento de los precios. Paralelamente, el movimiento estudiantil iba despertando del letargo y en 1956-1957 se desarrollaron las primeras revueltas estudiantiles en las universidades de Madrid y Barcelona. La respuesta del gobierno, que consideraba las protestas como un problema de orden público, fue siempre dura.
La Conflictividad Social en las Décadas de 1960 y 1970
En las décadas de 1960 y 1970 no fue solo el crecimiento económico lo que las caracterizó, sino también la creciente conflictividad social. La progresiva politización de los conflictos permitió llegar a la oposición antifranquista, cada vez más organizada, a erosionar la dictadura.
La Protesta Obrera
Las protestas de los trabajadores fueron la principal oposición al régimen en estas décadas, reivindicando mejoras laborales. En la década de 1960, las huelgas de los mineros asturianos, con importantes ramificaciones en el País Vasco y Barcelona, produjeron el nacimiento de un nuevo sindicalismo, ya que, de antes de la Guerra Civil, solo la UGT tenía cierta actividad, mientras que la CNT casi había desaparecido. En 1964 nacieron las CCOO, un sindicato independiente y democrático que impulsaba la lucha laboral y política. Combinaba la acción ilegal, como las huelgas, con la legal, aprovechando la elección de enlaces sindicales para ocupar parte de la estructura del sindicato franquista.
A partir de 1967, un grupo de sindicalistas vinculados a las Juventudes Obreras Cristianas se separaron de las CCOO y fundaron la Unión Sindical Obrera. Un hecho importante de la protesta obrera tuvo lugar en 1972 en Ferrol, cuando en una manifestación resultaron heridos más de 20 trabajadores y 2 murieron. Con motivo de estos sucesos, el obispo de Mondoñedo-Ferrol redactó un escrito de diócesis; el texto era un ofrecimiento al diálogo y constituye un documento importante en la evolución de la Iglesia gallega. Las manifestaciones por los hechos de Ferrol se extendieron por toda Galicia y en la factoría de Citroën de Vigo se inició, a los pocos días, una segunda huelga, que durante 20 días mantuvo a la ciudad en tensión. Estas huelgas contribuyeron poderosamente al desprestigio del régimen.
La Protesta Estudiantil y la Disidencia en la Iglesia
La protesta estudiantil se consolidó a partir de la década de 1960 como un segundo frente de conflictividad social. La difusión de los postulados reformistas del Concilio Vaticano II y la preocupación por la injusticia social propiciaron la aparición, dentro de la Iglesia Católica, de actividades críticas con la dictadura. En 1960, 339 sacerdotes firmaron un documento desautorizado por la jerarquía eclesiástica denunciando los malos tratos y la falta de libertad. En 1971, la asamblea de obispos presentó una resolución, que no fue aprobada por falta de apoyos, en la que se solicitaba perdón por no colaborar en la reconciliación entre españoles enfrentados en la Guerra Civil. En 1973, los obispos solicitaron la revisión del Concordato de 1953 y la separación entre la Iglesia y el Estado.
La Renovación de la Oposición Política
Dentro de la oposición política al franquismo entre 1960-1973, que sería impulsada por la conflictividad social, los viejos partidos renovaron sus dirigentes y sus actividades al mismo tiempo que surgían nuevos grupos y organizaciones políticas. A pesar de su ilegalidad, los partidos políticos de izquierdas reactivaron su posición en el interior del país, como el PCE, que mantuvo una intensa oposición al franquismo, tanto interior como exterior, o el PSOE, dividido entre socialistas del exilio (los históricos) y los del interior (los renovados). En la extrema izquierda aparecieron grupos como el PCE-ML y grupos terroristas como el FRAP.
Uno de los grupos de oposición moderada fue la Democracia Cristiana. En 1962 participaron en el Congreso del Movimiento Europeo (que el franquismo calificó como “contubernio” de Múnich) donde coincidieron la oposición clandestina y algunos disidentes del régimen para reivindicar la necesidad de una España democrática. Los partidos nacionalistas históricos, como ERC o PNV, se revitalizaron. En 1974 nació Convergència Democràtica de Catalunya (CDC). En el País Vasco, el hecho de mayor importancia fue el nacimiento de ETA, en 1959. La nueva organización, mezcla de ideas socializantes y de nacionalismo radical, propugnó una estrategia de lucha armada terrorista contra el franquismo a partir de 1968.
El Auge de la Conflictividad (1973-1975)
Entre 1973-1975, se produjo un incremento de la conflictividad y la oposición. En el interior, cabe destacar la protesta obrera y estudiantil, la actuación de los grupos de la oposición, así como la disidencia política por parte de algunos partidos políticos e intelectuales del régimen (Grupo Tácito); en el ejército se creó la Unión Militar Democrática (UMD), y aumentó la violencia política (atentados de ETA, terrorismo del FRAP y del GRAPO).
En el exterior, en 1974, se constituyó en París la Junta Democrática de España por iniciativa del PCE, cuyo programa era la formación de un gobierno provisional que decretara la amnistía, las libertades políticas y sindicales. En 1975 se formó la Plataforma de Convergencia Democrática por iniciativa del PSOE. Y en 1976, ya en la Transición Democrática, se fusionaron.
La Muerte de Franco y la Llegada de la Democracia
La ansiada democracia llegó el 20 de noviembre de 1975, con la muerte de Franco, aunque los cambios no fueron tan repentinos como se esperaba, ya que la Constitución no llegaría hasta tres años después, con las elecciones democráticas de las que salió elegido Adolfo Suárez como presidente del Gobierno.
sidente del Gobierno.