La Península Ibérica desde la Prehistoria hasta los Reyes Católicos: Hitos y Transformaciones

1. Proceso de hominización en la Península Ibérica: nuevos hallazgos

La larga evolución que lleva hasta el ser humano actual se denomina proceso de hominización. Los restos más antiguos de Europa pertenecen al Homo antecessor, con una antigüedad de 800000 años, especie considerada por sus descubridores como antecedente tanto del Homo neandertalensis como del Homo sapiens sapiens. También del Paleolítico Inferior son los restos de la Sima de los Huesos de Homo heidelbergensis de hace 300000 años. El Paleolítico Medio está asociado al neandertal, cuya capacidad se observa en un utillaje más variado y evolucionado o el hecho de que entierre a sus muertos. Esta especie desaparece en el Paleolítico Superior, asociado al Homo sapiens, de origen africano pero que se adaptará gracias a su inteligencia y a una tecnología en la que emplea hueso, cuerno y marfil, para construir herramientas. A él pertenecen también las muestras de arte mobiliar y rupestre, caracterizado por su naturalismo, policromía, la escasa aparición de figuras humanas y su situación en el interior de cuevas. El modo de vida paleolítico se basa en la caza, la pesca, la recolección y el carroñeo, por lo que los pequeños grupos humanos son nómadas. En 2007 se descubrieron restos de hace 1,2 millones de años en Atapuerca.

2. Pueblos prerromanos. Colonizaciones históricas: fenicios, griegos y cartagineses

Fenicios, griegos y cartagineses llegan desde el Mediterráneo oriental a la Hispania (a la que dan nombre) en busca de metales, fundando factorías comerciales e influyendo notablemente sobre la población local. Éstos traen la vid y el olivo, la metalurgia del hierro, el alfabeto o el torno alfarero, introduciendo a los pueblos peninsulares en la historia. Tartessos, en el valle del Guadalquivir, atrajo a los comerciantes fenicios, que fundan Gadir, por su riqueza metalífera, desarrollando a partir de este contacto una notable diferenciación social. Los iberos y los celtas, que no formaban un Estado unificado sino confederaciones de pueblos con una cultura común, ocupan Hispania a la llegada de los romanos, que se establecen en ella tras vencer a los cartagineses en la 2ª Guerra Púnica. Los íberos, que poblaban el litoral mediterráneo, eran un pueblo más avanzado debido a su contacto con los pueblos orientales, que influyeron notablemente en su modo de vida, organización social y cultura. Los iberos poseían una escritura propia aún sin descifrar. Los celtas, que habitaban las dos mesetas, Portugal y el norte peninsular, tenían una cultura avanzada, habitando en castros y contando con una desarrollada metalurgia del hierro.

3. Conquista y romanización: la pervivencia del legado cultural romano en la cultura hispánica

La conquista de Hispania, que se prolonga durante dos siglos, se divide en tres fases:

  1. La 2ª guerra púnica (218-206 a.C.), que culmina con la conquista de Cartago Nova y Gadir y la derrota de Aníbal frente a Publio Cornelio Escipión el Africano.
  2. Las guerras lusitanas y celtíberas (155-133 a.C.), con la traición y asesinato de Viriato, y la toma de Numancia tras un largo cerco.
  3. La campaña del norte (29-19 a.C.) de Octavio Augusto.

La romanización, o adquisición de las costumbres y cultura romanas por parte de la población nativa, fue un proceso rápido en las costas mediterráneas, pero arduo y penoso en el interior y, sobre todo, en el norte, donde la penetración de la cultura romana fue muy superficial. Instrumentos al servicio de la romanización fueron: las calzadas romanas, que articulan el territorio política, económica y militarmente; las ciudades, donde la influencia romana será más destacada que en el campo; o la concesión de la ciudadanía romana a los habitantes de Hispania. En el siglo III se inicia una grave crisis que afecta desde a la seguridad de las fronteras hasta al modo de vida, que se ruraliza, culminando en el fin del Imperio en el siglo V, aunque el legado romano perduró en su lengua (latín), su derecho y su religión (cristianismo).

4. Las invasiones bárbaras. El reino visigodo: instituciones y cultura

Tras la invasión de suevos, vándalos y alanos, en 409, los romanos piden ayuda a los visigodos, asentados en el sur de la Galia tras la firma de un foedus en 376. El asentamiento definitivo de los visigodos en Hispania se produce tras la derrota de Vouillé (507) frente a los francos. Escasos en número, los reyes visigodos buscan la unidad de su reino:

  • Territorial: con la anexión del reino suevo en 585 por Leovigildo, la expulsión de los bizantinos en 624 y las campañas frente a cántabros, vascones y francos.
  • Religiosa: Recaredo reniega del arrianismo para adoptar el catolicismo en el III Concilio de Toledo (589).
  • Lingüística: con la adopción del latín.
  • Jurídica: con la elaboración de un código común para hispanorromanos y godos, el Liber Iudiciorum, publicado en el reinado de Recesvinto (654).

El carácter electivo de la monarquía visigoda creó una constante inestabilidad, que facilitó la invasión musulmana del 711. El rey se apoyaba en su gobierno en el aula regia, que aconsejaba al rey en asuntos administrativos, militares y judiciales, y los concilios de Toledo, asambleas del clero con atribuciones legislativas. En el aspecto cultural destacan las Etimologías de San Isidoro de Sevilla y unas pocas iglesias de carácter rural, las únicas conservadas.

5. Evolución política: conquista, emirato y califato de Córdoba

La invasión musulmana de 711 es la continuación lógica de su expansión en el norte de África. Vencido y muerto el rey visigodo Rodrigo en Wada Lakka, muchos nobles pactan con los recién llegados, favoreciendo una rápida conquista sólo frenada por los francos y por las discordias entre árabes y bereberes. En 756, el omeya Abd al-Rahman I desembarca en Al-Ándalus y, con ayuda de los clientes omeyas y de tropas mercenarias, proclama el emirato independiente. Abd al-Rahman II (822-852) reforma e islamiza la administración, estableciendo una férrea etiqueta y delegando el gobierno en un consejo o diwan, según el modelo oriental. Tras él el emirato entra en crisis debido a la rebelión de las marcas, cuyos gobernadores tratan de llevar una política independiente, y de Omar ben Hafsun. Así, la primera labor de Abd al-Rahman III (912-961) será pacificar y recuperar el control del territorio, tras lo que se proclama califa (jefe político y religioso), en 929, y establece un periodo de gran riqueza y esplendor. Pero el débil Hisam II (976-1003) es desplazado por su hayib, Almanzor, que basa su poder en un ejército mercenario y organiza numerosas aceifas contra los cristianos. La crisis del califato se prolongó hasta su desaparición en 1031.

6. La crisis del siglo XI. Reinos de taifas e imperios norteafricanos

De la fragmentación del califato surgen, según el grupo étnico dominante, tres tipos de taifas: andalusíes, bereberes y eslavas. Aunque las más grandes pronto absorben a las más débiles, son incapaces de oponer resistencia frente a los núcleos cristianos del norte. Tras la toma de Toledo por Alfonso VI (1085), los reyes de Badajoz, Zaragoza y Sevilla buscan ayuda en el norte de África, donde los almorávides, caracterizados por su fanatismo religioso y ardor guerrero, habían levantado un imperio. Pero éstos imponen su dominio sobre Al-Ándalus (1090-1144), causando el descontento de la población andalusí y la marcha masiva de mozárabes y judíos hacia los reinos cristianos. El avance almohade en el norte de África provocó la caída de los almorávides y el inicio de las segundas taifas. Los almohades someten la última taifa independiente, Murcia, en 1172, y establecen su capital en Sevilla, donde dejaron la Giralda y la Torre del Oro. En 1212 los almohades son derrotados por una coalición de reyes cristianos en las Navas de Tolosa, abriéndose las puertas de Andalucía al avance cristiano. El poder almohade se vino abajo y en 1224 surgen las terceras taifas, pronto conquistadas salvo el reino nazarí de Granada, que sobrevivió hasta 1492.

7. La organización económica y social (Al-Ándalus)

La agricultura experimentó notables mejoras gracias a la introducción de nuevos cultivos: arroz, naranjo, caña de azúcar, algodón…, y la extensión del regadío, gracias al empleo de norias, acequias, albercas y molinos de agua, además de un sistema de derecho para regular los riegos. No obstante, la producción agrícola se siguió basando en el cultivo del cereal, el olivo y la vid, pese a la prohibición coránica de consumir vino. También se desarrolló la ganadería, con la introducción de la oveja merina y la práctica de la trashumancia. En las ciudades se desarrollan la artesanía (paños de lana y lino, sedas, vidrio, cuero, alfarería…) y el comercio, que se desarrolla en los zocos y un comercio internacional para los productos de lujo. La sociedad andalusí se divide en:

  1. Musulmanes: pagaban sólo el impuesto legal, autorizado por el Corán, y se clasificaban en árabes, que ocupan los principales cargos y las mejores tierras; bereberes, que reciben tierras marginales en las zonas fronterizas; y muladíes, cristianos convertidos al Islam.
  2. No musulmanes (mozárabes y judíos): debían pagar mayores tributos y formaban al principio el grueso de la población.
  3. Esclavos: prisioneros de guerra propiedad de sus amos y que carecían de derechos.

8. El legado cultural (Al-Ándalus)

La cultura andalusí estuvo influida por la religión y la recepción del legado cultural greco-romano y de las grandes civilizaciones orientales: Persia, India y China, en buena parte conservado a través de sus traducciones al árabe. En matemáticas los musulmanes introdujeron los números árabes, de origen indio, y el cero. El filósofo Averroes (1126-1198) se basó en Aristóteles para afirmar la supremacía de la razón, pero igual que el judío Maimónides tuvo que exiliarse debido a la intolerancia del periodo almohade, que contrasta con la atmósfera de tolerancia de los siglos anteriores. En historia, género generalmente al servicio de las dinastías gobernantes, destaca la obra de Ibn Jaldún. Los poetas obtuvieron también la protección de los gobernantes andalusíes, pudiéndose distinguir una corriente culta y orientalizante, cuyo tema principal era el amor, y un género de carácter popular, en una lengua más vulgar y llena de mozarabismos, en el que podemos englobar la moaxaja, de carácter picante, y el zéjel, métricamente más sencillo y con un sentido cómico. Una de las grandes obras de la literatura andalusí fue El collar de la paloma, un hermoso poema de amor escrito en prosa por Ibn Hazam (996-1064).

9. La mezquita y el palacio en el arte hispano-musulmán

El arte hispano-musulmán destaca por sus edificios religiosos (mezquitas) y sus conjuntos palaciegos. Abd al-Rahman I inicia en 784 la construcción de la Mezquita aljama de Córdoba, edificio de 11 naves con arcos de herradura y dovelas rojas y blancas alternadas. En la ampliación de Abd al-Rahman II se superpuso una arcada de medio punto sobre arcos de herradura para dar al edificio más iluminación y altura. Al-Hakam II construyó el mihrab decorado con motivos vegetales, epigráficos y geométricos, utilizando arcos lobulados y entrelazados en las naves, y bóvedas de crucería califal. Almanzor añade 8 naves laterales, dejando descentrado el mihrab. Entre los edificios palaciegos destacan: el de Medina Azahara, levantado por Abd al-Rahman III, y del que se conserva el llamado Salón Rico, que servía como sala de recepciones; y la Alhambra de Granada, con una zona pública formada por varios patios y estancias; otra oficial, en torno al patio de los Arrayanes, en la que destaca la torre del Salón del Trono o de los Embajadores; y otra privada, en torno al patio de los Leones, al que se abren las salas de las Dos Hermanas, de los Abencerrajes, con su cúpula de mocárabes, y de los Reyes. El Generalife servía como residencial estival.

10. Los primeros núcleos de resistencia

En la franja cántabro-pirenaica, de escaso valor económico, surgen los primeros núcleos de resistencia cristiana. Tras la batalla de Covadonga, Alfonso I (739-755) crea el reino astur y extiende su poder hacia Galicia y el País Vasco. Alfonso II (791-842) traslada la capital a Oviedo y se proclama legítimo sucesor de los visigodos, idea que se consolida con Alfonso III (866-911), cuyo sucesor, García I (911-914) lleva la capital a León, creando el reino de León. En su franja oriental, el conde castellano Fernán González (945-970) hace el cargo hereditario y logra una creciente autonomía frente a León. Navarros y aragoneses se ven amenazados por musulmanes y francos. Íñigo Arista (818-851), primer rey de Pamplona, impone la dinastía Arista, sustituida por la Jimena con Sancho I (905-926), auténtico unificador del reino navarro, que alcanza su mayor esplendor con Sancho III el Mayor (1000-1035). El condado de Aragón es anexionado a Navarra por vía matrimonial a principios del siglo X. A finales del VIII, los carolingios crean la Marca Hispánica como barrera fronteriza frente a los árabes, destacándose pronto la figura de los condes de Barcelona, que trataron de afianzar su autonomía y de unificar, política y religiosamente, los distintos condados.

11. Principales etapas de la Reconquista

Hasta el siglo XI los núcleos cristianos se limitan a defenderse y a ocupar las tierras deshabitadas del valle del Duero, Galicia y el piedemonte pirenaico. Su avance posterior se puede dividir en estas fases:

  1. Siglo XI – primera mitad del siglo XII: si al principio los reyes cristianos someten a los musulmanes al pago de parias, la toma de Toledo por Alfonso VI (1085) adelantó la frontera al valle del Tajo. En 1118, Alfonso I de Aragón consigue un éxito similar con la toma de Zaragoza.
  2. Segunda mitad del siglo XII: la Corona de Aragón surge de la boda de la heredera aragonesa con el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV (1137-1162), quien completó el control del valle del Ebro con la toma de Tortosa (1148) y Lleida (1149). En 1143 Portugal se independiza y en 1157 Castilla y León volvían a separarse, culminando esta etapa con el desastre de Alarcos (1195).
  3. Siglo XIII: los reinos cristianos se reponen en 1212 en la Navas de Tolosa, que dejaba abiertas las puertas de Andalucía. Tras la definitiva reunificación de León y Castilla en 1230, Fernando III el Santo conquista Córdoba (1236), Murcia (1243) y Sevilla (1248), mientras Jaime I de Aragón conquista las Baleares y el reino de Valencia.
  4. Finales del siglo XV: el reino de Granada fue conquistado por los Reyes Católicos en 1492.

12. Las formas de ocupación del territorio y su influencia en la estructura de la propiedad. Modelos de repoblación y organización social

La repoblación o proceso de ocupación de las tierras conquistadas por los reinos cristianos funcionó hasta el siglo IX por el sistema de presura o aprisio, por el que fueron ocupadas regiones poco pobladas o despobladas, cuyas tierras fueron entregadas por los monarcas en propiedad a los campesinos que se establecieran en ellas. En el siglo X los nobles y los grandes monasterios se apropian de muchas tierras y someten a los campesinos a la servidumbre. Entre el Duero y el Tajo, y en el valle medio del Ebro, la repoblación se organizó a través de grandes concejos, a los que se concedía un fuero y amplios territorios (alfoz) para estimular la llegada de repobladores. Los caballeros villanos pronto acapararon las principales magistraturas concejiles. Las Órdenes Militares reciben grandes propiedades en las zonas fronterizas de La Mancha y Extremadura, donde se dio un poblamiento muy concentrado en grandes núcleos rurales. En Andalucía se practicó el sistema de repartimiento, distribuyéndose las tierras según la categoría social de los conquistadores. En Valencia las tierras se reparten también entre los conquistadores, siendo trabajadas por una abundante población musulmana. La sociedad medieval se dividía en estamentos.

13. Diversidad cultural: cristianos, musulmanes y judíos

Durante toda la Edad Media coexisten en la Península cristianos, musulmanes y judíos, produciéndose episodios tanto de intercambio cultural y convivencia como de conflicto. La cultura tuvo un carácter minoritario y monacal, en cuyos scriptoria los monjes copiaban los manuscritos. La lengua era el latín, si bien se emplean también desde el siglo XI las lenguas romances. El influjo cultural de Al-Ándalus llegó, sobre todo a Castilla, a través de los mozárabes, penetrando las ideas de la Europa cristiana por el Camino de Santiago. Tras la conquista de Toledo (1085), la Escuela de Traductores realiza una amplia labor de traducción de textos musulmanes y judíos. En el siglo XIII se fundan las universidades de Palencia (1212) y Salamanca (1218), que aparecen más tarde en Aragón, Lleida (1300) o Barcelona (1450). El Poema del Mío Cid cuenta las hazañas del gran héroe castellano. La corte de Alfonso X el Sabio (1252-1284) protegió a artistas y sabios, produciendo una obra variada, que incluye las Cantigas de Santa María, la Primera Crónica General, el Libro del Ajedrez o las Partidas. La lengua catalana tiene su gran figura en Ramón Llull, autor de una obra enciclopédica y personaje destacado de la literatura y la ciencia medievales.

14. Manifestaciones artísticas

15. La organización política. Las instituciones (siglos XIV-XV)

En la Baja Edad Media se asiste a un proceso de fortalecimiento de la monarquía, a la que se atribuía un origen divino. Los cargos cortesanos, muchos de carácter honorífico, son acaparados por la nobleza. El rey se asesoraba en los asuntos de gobierno en el Consejo Real, de composición variable, pero en el que irán ganando peso los letrados, expertos en leyes. Las Cortes eran un órgano de representación de nobleza, clero y ciudades, encargadas de aprobar impuestos extraordinarios. En la Corona de Aragón las Cortes tuvieron mayor capacidad para mediatizar la política real (pactismo), creándose en 1359 la Diputació del General para vigilar el cumplimiento de los acuerdos adoptados en las Cortes mientras éstas no estuvieran reunidas. Como órgano central de justicia, en 1371 se institucionaliza la Audiencia, cuya sede se fija en Valladolid en 1442. Aragón y Cataluña también contarán con esta especie de tribunal real. La fijación de nuevos impuestos, más eficaces, y de una red de recaudadores lograron una Hacienda más eficaz. El poder local de los concejos se vio recortado con la figura del corregidor (representante real). En Barcelona, el poder municipal recaía en el Consell de Cent, monopolizado por los ciudadanos más ricos de la ciudad.

16. Crisis demográfica, económica y política

El siglo XIV es un siglo de crisis:

  1. Demográfica: hambre, motivada por las malas cosechas; guerras; y enfermedades, sobre todo la gran epidemia de peste negra de 1348-1351, motivaron un notable descenso de población.
  2. Económica: debido a la escasa evolución de las técnicas agrícolas, que generan una escasa productividad y una gran dependencia de los fenómenos atmosféricos, el descenso del comercio causada por la pérdida de población y una actividad artesanal limitada por el férreo control de los gremios. Sólo la ganadería creció gracias a la reducción de las tierras cultivadas, ahora convertidas en pastos.
  3. Social: con frecuentes convulsiones en el campo: revueltas irmandiñas en Galicia (1431 y 1467-1469), el problema de los remenças en Cataluña, y la revuelta de los forans (1451-1455), duramente reprimida; y en las ciudades: disputas entre la Biga y la Busca por el control del poder municipal de Barcelona; y un antisemitismo que degenera en violencia en 1391.
  4. Política: la guerra civil castellana significó el ascenso al trono de Enrique II de Trastámara, cuyos sucesores se enfrentan a la nobleza, opuesta a su programa de centralización política. En la Corona de Aragón el principal conflicto será la guerra civil catalana (1462-1472).

17. La expansión de la Corona de Aragón en el Mediterráneo

Tras la conquista de Valencia y Mallorca y la firma del tratado de Almizra (1244), que otorgaba Murcia a Castilla, el ámbito natural de expansión de la corona aragonesa se sitúa en el Mediterráneo, impulsada por los comerciantes catalanes, que querían nuevos mercados, y unos reyes buscan desviar los impulsos bélicos de su nobleza y de los almogávares (mercenarios catalano-aragoneses), deseosos de nuevos ingresos. Los sicilianos, contrarios a la política opresiva de los Anjou en la isla, acuden a Pedro III de Aragón, casado con la princesa siciliana Constanza, que en 1282, tras las vísperas sicilianas, es proclamado rey, entrando la isla en la esfera de influencia aragonesa. En 1295, Jaime II firma con el Papa el tratado de Anagni, recibiendo los derechos sobre Córcega y Cerdeña, cuya conquista le enfrentó con Génova y Pisa, completándose en 1323-1324, aunque la nobleza sarda protagonizará frecuentes rebeliones. Los almogávares, llamados por el emperador bizantino y después traicionados, crean en 1310-1311 los ducados de Atenas y Neopatria, incorporados a la Corona en 1379, aunque se pierden poco después. Juana II de Nápoles, ante la amenaza de los Anjou, llama en su ayuda a Alfonso V, quien entra triunfante en Nápoles en 1442.

18. Las rutas atlánticas: castellanos y portugueses. Las islas Canarias

Tras la ocupación del Algarve, Portugal orienta su expansionismo hacia la creación de enclaves comerciales en África y las islas de Madeira, Azores y Cabo Verde, para obtener oro, esclavos y marfil. Tras la conquista de Ceuta (1415), el infante don Enrique el Navegante crea en Sagres una escuela para formar pilotos y desarrollar las técnicas de navegación. Tras la caída de Constantinopla (1453), se plantea la posibilidad de bordear África para acceder al mercado indio de las especias. En 1487, Bartolomé Días dobla el Cabo de Buena Esperanza y, en 1498, Vasco de Gama llega a la India. Castilla desarrolla un activo comercio atlántico con Francia, Inglaterra y Flandes, pero también muestra ambiciones en África. En 1402, Jean de Bethencourt y Gadifer de la Salle, al servicio de Castilla, conquistan Lanzarote y Fuerteventura, pero el dominio completo del archipiélago fue un proceso lento. Los reyes emplearán para ello el sistema de capitulaciones, autorizando a particulares a realizar la conquista y quedarse una parte de los beneficios, a cambio de que corriesen con todos los gastos, resultando un método barato para los monarcas de obtener territorios. La ocupación de Gran Canaria (1486) y Tenerife (1496) completaron el proceso.

19. Unión dinástica: integración de las Coronas de Castilla y de Aragón

El reinado de los Reyes Católicos dio lugar a la unión dinástica de Castilla y Aragón, que desde entonces compartieron un mismo rey pero mantuvieron sus fronteras, leyes, instituciones y costumbres. El único organismo común fue la Inquisición, que será utilizado por los reyes como instrumento político. En un periodo crítico, Isabel es reconocida como heredera de Castilla por su hermano Enrique IV en las conversaciones de los Toros de Guisando (1468), pero su decisión unilateral de casarse con el infante aragonés Fernando supuso la ruptura del acuerdo. Tras la muerte de Enrique IV se desató una guerra por la sucesión entre los partidarios de Isabel y los de Juana la Beltraneja, cuya legitimidad era puesta en duda. El conflicto, iniciado con la invasión portuguesa, cuyo rey había casado con Juana, terminó en 1479 con la firma del Tratado de Alcaçovas, por el que se reconocía a Isabel como legítima reina de Castilla y se acordaba la renuncia de Juana a sus derechos. En enero de 1475, Fernando e Isabel acuerdan, por la Concordia de Segovia, atribuirse iguales capacidades de gobierno en Castilla, lo que también se extendería a Aragón en 1481 después de que Fernando heredase la corona en 1479.

20. La conquista del Reino Nazarí y la incorporación del Reino de Navarra

Los Reyes Católicos impulsan la conquista de Granada por varios motivos:

  • Evitar una posible alianza nazarí con los turcos.
  • Consolidar la unión de castellanos y aragoneses con una campaña común.
  • La no percepción de parias.
  • Un ideal de unidad religiosa, aunque se permitió a los musulmanes seguir profesando su religión.

La campaña, iniciada en 1482, adquiere un carácter prioritario desde 1484. Favorecidos por las disputas internas granadinas y las novedades militares: uso de la artillería de fuego y aparición de los tercios (formación de infantería que combina tres armas: picas, espadas y ballestas, después sustituidas por armas de fuego), Boabdil entregaba las llaves de Granada a los reyes el 2 de enero de 1492. Tras el reinado de Juan II de Aragón, padre de Fernando, Navarra cae de nuevo bajo el influjo de la Casa de Foix. Fernando, con la mirada puesta en el Rosellón y la Cerdaña, ocupados por Francia, busca la neutralidad navarra aceptando el matrimonio de Catalina de Foix con el francés Juan de Albret, realizado sin consultar a las Cortes navarras. En el contexto de las guerras de Italia, Albret buscó la alianza de Francia, lo que fue utilizado por Fernando para invadir el reino (1512), que fue incorporado a Castilla en 1515.

21. La integración de las Canarias y la aproximación a Portugal

El tratado de Alcaçovas (1479) aclaraba la cuestión de Canarias, cuya conquista se prolongó todavía hasta 1496, cuando se complete el dominio sobre Tenerife. La conquista de las islas fue cruenta, calculándose hacia 1520, sobre una población de 25000 habitantes, la presencia de unos 7000 nativos indígenas. Los colonos recibieron tierras para el cultivo de cereales, viñedos y caña de azúcar, que se convirtieron en productos de exportación gracias, en parte, a la situación de las islas en la ruta de navegación hacia América. El territorio se organizó según el modelo castellano, nombrándose un Gobernador General y creándose una Audiencia en 1526 con competencia en todo el archipiélago. Tras la guerra de sucesión castellana, los Reyes Católicos buscan mantener buenas relaciones con Portugal, concertándose el matrimonio de su hija Isabel con el heredero al trono portugués y, muerta ésta, un nuevo enlace con su hija María. Esta política matrimonial daría sus frutos en tiempos de Felipe II, que heredó también la corona portuguesa. El tratado de Alcaçovas tuvo que ser modificado, pues la mayor parte de las tierras americanas quedaban en el área de expansión portuguesa, alcanzándose un nuevo acuerdo en Tordesillas, en 1494.

22. La organización del Estado: instituciones de gobierno (bajo los Reyes Católicos)

Isabel y Fernando buscaron reforzar la autoridad real a costa de nobleza, Iglesia y ciudades, sobre todo en Castilla, pues en Aragón se siguió manteniendo el sistema pactista. Con ellos se asiste a la instauración del estado moderno, caracterizado por: un ejército permanente; tribunales reales; una creciente administración; embajadores; y una eficaz Hacienda, que proporcionaba los fondos necesarios. Los reyes se apoyan en los Consejos, órganos colegiados que les aconsejaban en los asuntos de gobierno, pudiéndose distinguir:

  1. Territoriales: los de Castilla y Aragón, con jurisdicción sobre cada uno de esos reinos.
  2. Temáticos: especializados en un área determinada de gobierno: Inquisición, Órdenes Militares, Cruzada y Santa Hermandad, que les permitieron obtener ingresos suficientes como para no convocar con frecuencia las Cortes.

En materia de justicia, las Audiencias se impusieron como máxima instancia judicial y se produjo un reordenamiento legal que trató clarificar las normas. A nivel local, los corregidores, agentes de la autoridad real, recibieron atribuciones de carácter judicial, militar y fiscal. En Barcelona, Fernando trató de controlar el Consell de Cent estableciendo el sistema de insaculación para la elección de los consellers.