Regencia de Espartero (1840-1843)
Baldomero Espartero era un manchego de origen humilde, había hecho carrera militar y se había curtido en las guerras coloniales y carlistas. Muy popular, consiguió el apoyo de los progresistas y del ejército. Durante su regencia desarrolló la Constitución de 1837 y la Ley de Desamortización de Mendizábal. Pero Espartero gobernó de forma autoritaria y fue perdiendo apoyos entre los progresistas. El descontento se acentuó con la firma de un acuerdo comercial con Inglaterra, motines en Cataluña protagonizados por la burguesía textil y los obreros. Espartero ordenó bombardear Barcelona y hubo una conspiración en su contra. Los moderados, progresistas y algunos militares (Narváez y O’Donnell, Diego de León) se unieron contra él. Espartero se exilió a Londres y los moderados volvieron a gobernar con el apoyo de algunos militares. Isabel fue proclamada reina con 13 años.
Reinado de Isabel II (1843-1868)
Isabel II fue proclamada reina en 1843. Mujer con talento pero estuvo muy influenciada por la camarilla cortesana que controlaba la política y los negocios. Durante su reinado se consolidó un sistema liberal moderado cuyas bases fueron: la Constitución de 1845, el estado centralista, el ejército y la iglesia. Además, se estableció el sufragio censitario y el caciquismo. Durante la mayor parte de su reinado se sucedieron diferentes gabinetes moderados presididos por militares como Narváez u O’Donnell que aseguraban el orden, limitaban las reformas y marginaban a los progresistas. La mayoría de la población permanecía al margen de la vida política y soportaba duras condiciones de vida. Cualquier protesta era duramente reprimida. Hasta los 60 no hubo una oposición fuerte.
Decada Moderada (1843-1854)
Narváez disolvió las Cortes y convocó elecciones ganadas por los moderados. La nueva Constitución se aprobó en 1845 y recogió ideas modernistas. Las Cortes eran bicamerales, formadas por un Senado elegido por la corona y un Congreso. Se suprimieron los jurados populares y la milicia, y se proclamó única la religión católica. La administración territorial se organizaba en un estado centralista. También se creó legislación ordinaria que reafirmaba un sistema liberal. Algunas leyes destacadas fueron la Ley Electoral, el sufragio censitario, la Ley de Imprenta que recortaba la libertad de opinión, la Ley de Ayuntamientos que garantizaba el control por el poder central, la Ley Educativa que establecía un plan de estudios, la reforma fiscal, el Código Penal y la Ley de Contabilidad. Además, se creó la Guardia Civil en 1844. Sin embargo, factores como la formación de camarillas, la corrupción y el favoritismo de la corona dividieron a los moderados, la marginación de los progresistas y el descontento del ejército debilitaron al gobierno. También hubo un levantamiento carlista.
El Bienio Progresista (1854-1856)
Tras el triunfo de la Vicalvarada y el apoyo popular, los progresistas llegaron al gobierno. Gobernó Espartero apoyado por el ejército y la Unión Liberal. O’Donnell restauró la milicia, reformó la ley municipal y convocó Cortes constituyentes. Se proyectó una Constitución en 1856 que establecía la soberanía nacional y limitaba el poder real. Se elegían senadores y ayuntamientos, se garantizaba la libertad religiosa e independencia del poder judicial. La acción decisiva de los progresistas fue el programa de medidas para impulsar el desarrollo económico, como la Ley de Desamortización de Madoz sobre bienes del clero, la Ley de Ferrocarriles que incentivaba a las empresas ferroviarias, y la Ley de Bancos y Sociedades de Crédito que sentaron las bases del Banco de España. También se promovió el uso del telégrafo y la mejora de las carreteras. Aunque la situación económica era delicada, se logró estabilidad política y prosperidad económica.
Gobiernos de la Unión Liberal (1856-1868)
Gobernaron O’Donnell (1856-1863) y Narváez (1863-1868). La Unión Liberal era un partido de clases medias partidario del orden y del desarrollo económico. Rechazaba el autoritarismo de Narváez y logró estabilidad política y época de prosperidad económica. Se restableció la Constitución de 1845. En política exterior, se participó en guerras de prestigio como la intervención en México junto a Francia, la ocupación de Indochina para castigar la matanza de misioneros y la intervención en Marruecos por cuestiones territoriales. En 1864 comenzaron las dificultades y la descomposición del sistema isabelino debido a la ruptura del consenso entre moderados y progresistas, la marginación de estos y la inestabilidad política. La grave crisis económica de 1866-68 también contribuyó al deterioro del régimen.
El Sexenio Democrático (1868-1874)
El Sexenio Democrático estuvo marcado por la inestabilidad política. En poco tiempo se sucedieron un gobierno provisional, una Regencia, la Monarquía democrática de Amadeo de Saboya y la Primera República. La revolución de septiembre de 1868, llamada ‘la Gloriosa’, significó el final de la monarquía de Isabel II. La oposición firmó el Pacto de Ostende con el propósito de terminar con el monopolio político de los moderados y destituir a la reina. El brigadier J. B. Topete encabezó un pronunciamiento militar en Cádiz contra la monarquía, al que se sumaron Prim y Serrano. El pronunciamiento se extendió por otras ciudades y se formaron juntas revolucionarias en las que participaron activamente demócratas, republicanos y las asociaciones obreras. Tras el triunfo de la revolución, se formó un gobierno provisional presidido por Serrano que disolvió las juntas y atendió algunas demandas populares. Se convocaron elecciones a Cortes constituyentes que fueron ganadas por los progresistas. Se proclamó la Constitución de 1869, que estableció una monarquía constitucional con separación de poderes, sufragio universal masculino y amplia declaración de derechos y libertades. Sin embargo, la inestabilidad política y la conflictividad social llevaron al fracaso de la Primera República y al retorno de los Borbones al trono español con Alfonso XII en 1874.