La Restauración Borbónica en España (1874-1923): Auge y Caída

La Restauración es el período comprendido entre el pronunciamiento del General Arsenio Martínez Campos en 1874, que pone fin a la Primera República Española, y el golpe de Estado del capitán general Miguel Primo de Rivera en 1923.

El Reinado de Alfonso XII (1874-1885)

En 1874 se produce el pronunciamiento del general Martínez Campos, tras el cual se restablece la dinastía borbónica con el hijo de Isabel II, Alfonso XII. El nuevo rey anuncia el Manifiesto de Sandhurst, donde promete una monarquía de carácter liberal, apertura a las dos corrientes políticas (moderados y progresistas) y una confesionalidad católica de la Corona.

El sistema político que se establece es bipartidista, con el Partido Liberal-Conservador liderado por Antonio Cánovas del Castillo y el Partido Liberal-Fusionista encabezado por Práxedes Mateo Sagasta, aunque Cánovas tuvo un papel fundamental en su creación.

La legitimidad del régimen se establece con la Constitución de 1876, que conforma el nuevo modelo de Estado, con un poder dividido entre el rey y las Cortes. El poder político se rige mediante el turnismo, alternándose el mandato entre el partido Conservador y el Liberal.

Para que el turnismo se cumpliera se produjo el caciquismo, mediante el cual se manipulaban los resultados electorales para obtener el resultado deseado. Sin embargo, con el tiempo este sistema fue perdiendo fuerza debido a una conciencia más crítica y culta en la sociedad.

Durante el período 1875-1880, Cánovas se enfrenta a problemas heredados del Sexenio Democrático, como la Tercera Guerra Carlista, el Conflicto Cubano y el Federalismo.

La Regencia de María Cristina (1885-1902)

En 1885 muere Alfonso XII y le sucede su segunda esposa, María Cristina de Habsburgo, embarazada del futuro rey Alfonso XIII. Ante esto, los partidos políticos mantienen el sistema de la Restauración y apoyan la regencia de su esposa, en lo que se conoce como el Pacto del Pardo.

Durante la regencia, Sagasta establece leyes como la del sufragio universal masculino. Sin embargo, ante la preferencia de la Regente por una política conservadora, en 1890 lo destituye y reaparece Cánovas.

Cánovas pone en marcha el arancel de 1891, que impone impuestos a los productos importados de otros países y beneficios para los productos nacionales. Pronto surgen conflictos dentro del partido, pero el sistema turnista otorga el poder al partido liberal. Se produce un acercamiento al ideal conservador al subir el precio de las tarifas aduaneras, y Antonio Maura presenta un plan de ampliación del cuerpo electoral que es rechazado, lo que provoca su dimisión.

Política Internacional y el Desastre del 98

La política internacional se vio marcada por tres conflictos:

  • Marruecos: Se producen conflictos con los territorios conquistados, pero el general Martínez Campos envía tropas con resultados exitosos, ampliando los territorios de España en África.
  • Islas Carolinas: Alemania intenta hacerse con el comercio de las islas. Se llega a un acuerdo, mediado por el Papa, que permite el comercio alemán, pero las islas siguen perteneciendo a España.
  • Cuba: El conflicto se ve impulsado por Estados Unidos, que tiene intereses económicos en la isla. Estados Unidos declara la guerra a España en 1898, lo que lleva a la pérdida de Cuba y otros territorios, en lo que se conoce como el Desastre del 98.

Tras este desastre, Sagasta es destituido por Francisco Silvela, que se presenta con un programa regeneracionista. Es en esta época cuando surgen partidos de carácter nacionalista, fundamentalmente en Cataluña y el País Vasco, que reclaman una descentralización del Estado liberal.

El Reinado de Alfonso XIII (1902-1923) y la Crisis de la Restauración

La regencia de María Cristina termina en 1902 con el acceso al trono de su hijo Alfonso XIII a los 16 años. Su reinado se extiende hasta 1931.

Esta etapa se caracteriza por la desaparición de los líderes históricos como Cánovas, Martínez Campos y Sagasta, la falta de respuesta a las demandas de los partidos ajenos al turnismo y la rigidez del sistema, que apenas promueve cambios y crea desequilibrios regionales.

La entronización de Alfonso XIII tiene lugar durante el gobierno de Silvela, líder del partido conservador tras la muerte de Cánovas. En ese mismo año, Maura dimite. La falta de liderazgo en los partidos políticos y la participación activa del nuevo monarca en la vida política provocan que en dos años se sucedan cuatro presidentes de Gobierno. Finalmente, el partido Liberal vuelve a hacerse con el poder.

Antonio Maura asume la jefatura del Gobierno. Tras las expediciones africanas de Martínez Campos y la firma del Tratado de París, se producen ataques de obreros españoles en África.

José Canalejas, en el poder en ese momento, tiene que hacer frente a los problemas sociales y políticos derivados de la Semana Trágica de Barcelona en 1909. Fomenta la separación Iglesia-Estado y crea la Ley del Candado, que prohíbe el establecimiento de nuevas congregaciones religiosas sin autorización.

Tras un breve gobierno del conde de Romanones, Eduardo Dato llega a la presidencia en 1913. Le corresponde definir la posición española frente a la Primera Guerra Mundial, de la que se obtienen beneficios económicos. Sin embargo, la guerra provoca el desabastecimiento de productos básicos y la subida de precios.

El Camino hacia la Dictadura

La monarquía de la Restauración entra en crisis debido a un desarrollo económico con mala distribución de beneficios y un sistema político que no asume la realidad social. Surgen las Juntas Militares, protestas por la realización de exámenes que permitirían a nuevos militares ascender por encima de los que llevaban años en el ejército. Ante esto, Alfonso XIII se ve obligado a nombrar a Dato como presidente de Gobierno.

Se convoca una huelga con carácter indefinido, pero es sofocada. Entre 1917 y 1923 se suceden en España gobiernos creados para afrontar la gran crisis, pero esto solo genera malestar social y más huelgas.

Alfonso XIII mantiene su idea de conquista en Marruecos y prepara cuerpos especiales como la Legión Española. El resultado es un mínimo avance, a causa de la mala preparación y armamento, un número excesivo de muertes de soldados y una retirada de emergencia ante la peligrosidad de la situación, conocido como el Desastre de Annual (1921).

La crisis se agrava. El monarca, ante una opinión pública que exige responsabilidades por el Desastre de Annual, amenaza con abdicar e insinúa la necesidad de una reforma, con o sin Constitución.

El general Miguel Primo de Rivera suspende la Constitución de 1876, disuelve las Cortes y prohíbe la actividad de los partidos políticos. El rey acepta el pronunciamiento, influido por la idea de que los militares son un medio legítimo de cambio político. Esta decisión, más tarde, le costará la corona.