La Restauración Borbónica en España (1875-1902): El Sistema Canovista y el Reinado de Alfonso XII

La Restauración Moderada en España (1875-1902)

Tras fracasar el intento de construir un Estado democrático durante el Sexenio Revolucionario, España inició una nueva etapa histórica con el retorno de la dinastía borbónica en la persona de Alfonso XII.

El modelo político de la Restauración se caracterizó por un extremado conservadurismo: una reducida oligarquía controlaba el poder político y económico. Sin embargo, lentamente fueron surgiendo elementos sociales y políticos que acabarían por desafiar y, eventualmente, romper ese estrecho marco:

  • El movimiento obrero organizado.
  • Las fuerzas políticas democráticas y republicanas.
  • Los nacionalismos periféricos (catalán, vasco, gallego).

El Retorno de la Dinastía Borbónica

Tras el golpe de Estado del general Pavía (3 de enero de 1874), que disolvió las Cortes republicanas, el general Serrano encabezó un gobierno autoritario e intentó, sin éxito completo, estabilizar la situación y poner fin a la Tercera Guerra Carlista. En este contexto, los generales partidarios de Alfonso XII (alfonsinos) adquirieron mayor protagonismo. Al mismo tiempo, sectores influyentes de la burguesía (especialmente la catalana) y los intereses económicos ligados a las colonias (negocios ultramarinos) constituyeron un grupo de presión que abogaba por la restauración de la monarquía borbónica como garantía de orden y estabilidad.

El 1 de diciembre de 1874, el príncipe Alfonso XII, con motivo de su decimoséptimo cumpleaños, firmó el Manifiesto de Sandhurst (redactado por su principal valedor político, Antonio Cánovas del Castillo). En este documento, se presentaba como un monarca liberal y católico, dispuesto a reconciliar a los españoles y a establecer una monarquía constitucional como alternativa al caos del Sexenio. A finales de ese mismo mes, el 29 de diciembre de 1874, el general Martínez Campos realizó un pronunciamiento militar en Sagunto, proclamando a Alfonso XII como rey de España, que obtuvo la adhesión rápida de gran parte del ejército. Paralelamente, Cánovas apelaba a la burguesía conservadora que había apoyado a Isabel II para que sostuviera ahora el trono de su hijo. Así se inició formalmente la Restauración, un largo periodo que pretendía restablecer el régimen liberal moderado anterior a la Revolución de 1868, pero sobre nuevas bases.

Las Bases del Sistema Canovista y la Constitución de 1876

El régimen político diseñado por Cánovas del Castillo, conocido como sistema canovista, era fundamentalmente oligárquico y conservador. Defendía los intereses de la alta burguesía, la aristocracia terrateniente y los grandes negocios. Contaba, además, con el apoyo explícito de:

  • La Iglesia Católica, que recuperó gran parte de su influencia social y educativa perdida durante el Sexenio.
  • La alta oficialidad del Ejército, que acentuó su talante conservador y monárquico, actuando como garante del orden (salvo algunos militares republicanos seguidores de Zorrilla).

Primeras Medidas y Consolidación

Tras el pronunciamiento de Martínez Campos, Cánovas formó un Ministerio-Regencia hasta la llegada del rey. Alfonso XII entró triunfalmente en Madrid el 14 de enero de 1875. Durante ese primer año, las medidas iniciales del nuevo régimen se centraron en restaurar el orden y desmantelar la legislación del Sexenio:

  • Suspensión de periódicos de la oposición (republicanos, parte de los demócratas).
  • Depuración del funcionariado y profesorado universitario considerado hostil al nuevo régimen.
  • Renovación de cargos en diputaciones provinciales y ayuntamientos, asegurando el control conservador.

Se dieron también pasos decisivos para pacificar el país:

  • Fin de la Tercera Guerra Carlista en el norte (febrero de 1876), lo que supuso la abolición definitiva de los fueros vascos (aunque se mantuvieron conciertos económicos).
  • Fin (temporal) de la Guerra de los Diez Años en Cuba, con la firma de la Paz de Zanjón en 1878.

Estos éxitos militares otorgaron un gran prestigio inicial al nuevo régimen y consolidaron la figura del rey.

La Constitución de 1876

La convocatoria de Cortes Constituyentes se hizo, paradójicamente, mediante sufragio universal masculino (el vigente en la etapa final del Sexenio), aunque Cánovas se aseguró una amplia mayoría conservadora mediante la influencia gubernamental en las elecciones (enero de 1876). Cánovas consideró fundamental establecer unas “verdades madre” o principios básicos incuestionables para dar estabilidad al sistema, colocando la monarquía y ciertas instituciones por encima de los partidos políticos. Apeló a la existencia de una “constitución interna” basada en las instituciones tradicionales: la Corona y las Cortes como órganos colegisladores.

La Constitución de 1876, aprobada el 30 de junio, fue el marco legal del régimen hasta 1923 (y formalmente hasta 1931). Era un texto breve (89 artículos), de carácter ecléctico y flexible, inspirado en el moderantismo histórico español. Sus características principales eran:

  • Soberanía compartida entre el Rey y las Cortes.
  • Fortalecimiento del poder de la Corona: El Rey nombraba al jefe de gobierno, tenía poder de veto, podía disolver las Cortes y era el jefe supremo del Ejército.
  • Cortes Bicamerales:
    • Senado: Compuesto por senadores por derecho propio (grandes de España, jerarquías militares y eclesiásticas), senadores vitalicios nombrados por el Rey, y senadores elegidos por las corporaciones y mayores contribuyentes (carácter muy conservador y oligárquico).
    • Congreso de los Diputados: Elegido por sufragio directo. La ley electoral posterior (1878) establecería el sufragio censitario, muy restringido, hasta 1890.
  • Declaración de derechos y libertades similar a la de 1869, pero su desarrollo se remitía a leyes ordinarias posteriores, que a menudo los restringieron (especialmente la libertad de imprenta, reunión y asociación).
  • Estado confesional católico: Se declaraba el catolicismo como religión oficial del Estado, que debía mantener el culto y clero. Se toleraba el ejercicio privado de otras religiones.

Centralismo y Control

Se tomaron medidas para reforzar el centralismo administrativo y político:

  • Ley de julio de 1876: Abolió definitivamente los fueros vascos, estableciendo la unidad fiscal y militar (obligación de servicio militar y pago de impuestos comunes) en todo el territorio español.
  • Reorganización de diputaciones provinciales y ayuntamientos: La Ley Municipal de 1877 estableció que los alcaldes de las poblaciones mayores de cierto número de habitantes (incluidas todas las capitales de provincia) serían nombrados directamente por el Gobierno, asegurando el control político local.
  • Control de la opinión pública: Se restringió la libertad de imprenta mediante leyes como la de 1879, que establecía la censura previa y multas para periódicos y folletos críticos con el régimen.

Turnismo, Bipartidismo, Corrupción y Caciquismo

Una vez aprobada la Constitución y asentado el régimen, el sistema canovista comenzó su funcionamiento ordinario, basado en dos pilares políticos:

  • La soberanía compartida entre el Rey y las Cortes como principio doctrinal.
  • La existencia de dos grandes partidos dinásticos (leales a la monarquía de Alfonso XII) destinados a alternarse pacíficamente en el Gobierno: el llamado Turno Pacífico.

Los Partidos Dinásticos

Estos dos partidos representaban diferentes facciones de la élite política y económica (burguesía y aristocracia). Estaban apoyados en un electorado muy restringido, ya que la Ley Electoral de 1878 restableció el sufragio censitario (solo votaban los mayores contribuyentes).

  • Partido Liberal-Conservador: Liderado por Antonio Cánovas del Castillo, aglutinaba a los sectores más conservadores (moderados históricos, Unión Liberal).
  • Partido Liberal-Fusionista: Liderado por Práxedes Mateo Sagasta, agrupaba a sectores más progresistas (progresistas históricos, demócratas monárquicos, algunos republicanos moderados).

Ambos partidos se turnarían en el poder con el arbitraje de Alfonso XII, quien decidía cuándo llamar a uno u otro a formar gobierno.

Mecanismos de Control: Fraude Electoral y Caciquismo

La alternancia en el poder no dependía realmente del resultado electoral, sino de un pacto previo entre los líderes de los partidos con el visto bueno del Rey. Las elecciones eran un mero trámite para ratificar el cambio de gobierno previamente decidido.

La manipulación electoral sistemática era la clave del funcionamiento del Turno. El Ministro de la Gobernación “fabricaba” los resultados electorales mediante:

  • El “encasillado”: La asignación previa de escaños a los candidatos afines al gobierno que debía salir elegido.
  • El fraude electoral generalizado: Conocido popularmente como “pucherazo”, incluía prácticas como:
    • Manipulación del censo (incluir muertos, excluir vivos).
    • Coacción y amenazas a los votantes.
    • Compra de votos.
    • Sustitución de urnas o falsificación de actas.
    • Violencia física si era necesario.

Este sistema fraudulento se apoyaba fundamentalmente en el caciquismo. El caciquismo, un fenómeno presente en España desde mediados del siglo XIX pero que alcanzó su apogeo durante la Restauración, era una red de influencias y clientelismo que conectaba el poder central con las zonas rurales y locales.

  • Los caciques eran personajes influyentes a nivel local (terratenientes, abogados, médicos, comerciantes) que controlaban la vida económica, social y administrativa de su comarca o pueblo.
  • Actuaban como intermediarios entre la administración estatal (Madrid) y la población local.
  • A cambio de favores (agilizar trámites, conseguir empleos, rebajar impuestos, solucionar pleitos), aseguraban la fidelidad electoral de la población local al partido gobernante o al candidato designado (“encasillado”), utilizando para ello desde la persuasión hasta la coacción.

El caciquismo era, en parte, un residuo de las antiguas relaciones señoriales y clientelares, adaptado al nuevo sistema liberal oligárquico, y fue especialmente fuerte en las zonas rurales de España.