La Restauración Borbónica en España: Documentos Clave y Análisis
PREGUNTA 1:
Documento 1: Alfonso de Borbón, Manifiesto de Sandhurst (1 de diciembre de 1874)
El Manifiesto de Sandhurst fue firmado por Alfonso de Borbón el 1 de diciembre de 1874 mientras estaba exiliado en el Reino Unido. Este documento fue clave porque sentó las bases para la restauración de la monarquía borbónica en España, tras años de inestabilidad política. En el manifiesto, Alfonso se presenta como un rey moderno y conciliador, prometiendo una monarquía constitucional que respetaría las libertades políticas y la legalidad. Defiende que solo la monarquía hereditaria puede traer orden y tranquilidad al país, protegiendo los derechos e intereses de todas las clases sociales, desde los obreros hasta las élites. Para él, España estaba “huérfana” sin un sistema político claro, ya que las constituciones anteriores —la de 1845 y la de 1869— habían sido abolidas. El príncipe Alfonso también insiste en que no gobernará de forma arbitraria, sino que respetará a las Cortes —el Parlamento—, destacando su intención de seguir las tradiciones políticas españolas, adaptándolas a las ideas liberales de la época. Deja claro que, aunque es católico como sus antepasados, también se considera un hombre moderno y liberal, mostrando así su disposición a equilibrar las tradiciones con los cambios sociales.
Este manifiesto fue escrito por Antonio Cánovas del Castillo, el verdadero artífice del régimen de la Restauración, quien tenía claro que el regreso de los Borbones debía ser visto como una solución natural y pacífica, sin intervención militar. Sin embargo, sus planes se aceleraron cuando el general Martínez Campos protagonizó un golpe militar en Sagunto el 29 de diciembre de 1874, proclamando a Alfonso como rey. Aunque Cánovas no estaba de acuerdo con este método, aceptó la situación y organizó el regreso del monarca.
En resumen, el Manifiesto de Sandhurst fue una herramienta política para convencer a los españoles de que la monarquía borbónica era la única garantía de estabilidad, mezclando promesas de orden, libertad y modernidad. Fue el primer paso hacia la consolidación del régimen de la Restauración, que luego se afianzaría con la llegada de Alfonso XII a Madrid en enero de 1875.
Documento 2: Entrada de Alfonso XII en Madrid (14 de enero de 1875)
El 14 de enero de 1875, Alfonso XII entró triunfalmente en Madrid, marcando oficialmente el inicio de la Restauración borbónica. Este momento fue importante porque simbolizaba el regreso de la monarquía tras el convulso periodo del Sexenio Democrático (1868-1874), lleno de golpes de Estado, conflictos internos y cambios políticos abruptos.
La llegada de Alfonso XII fue organizada por Antonio Cánovas del Castillo, quien quería devolver la estabilidad a España mediante un régimen basado en una monarquía constitucional. Aunque Cánovas deseaba que el regreso del rey fuera pacífico y sin intervención militar, la proclamación de Alfonso se adelantó debido al golpe militar del general Martínez Campos en Sagunto el 29 de diciembre de 1874. A pesar de las circunstancias, la entrada de Alfonso en Madrid fue recibida con entusiasmo por las élites políticas, los sectores conservadores y parte de la población. Este acto público buscaba proyectar una imagen de apoyo popular, aunque en realidad, muchos sectores —como republicanos, obreros y nacionalistas— no compartían el mismo entusiasmo.
La figura de Alfonso XII fue presentada como la de un monarca joven, conciliador y abierto a las ideas liberales, lo que ayudó a reforzar la idea de que la monarquía borbónica venía a resolver los problemas de España. No obstante, detrás de esta apariencia democrática, Cánovas ya había diseñado un sistema político que garantizaba la alternancia en el poder entre los dos partidos dinásticos: el Partido Conservador y el Partido Liberal-Fusionista.
En resumen, la entrada de Alfonso XII en Madrid fue un acto cuidadosamente planeado para mostrar una imagen de legitimidad y apoyo popular. Marcó el inicio oficial de la Restauración y consolidó el regreso de los Borbones, aunque la estabilidad prometida se basaba en un sistema político manipulado, con elecciones fraudulentas y el control de las instituciones por parte de las élites.
Documento 3: Antonio Cánovas del Castillo
Antonio Cánovas del Castillo fue el gran arquitecto del régimen de la Restauración. En el documento presentado, expone su visión política basada en la idea de una “constitución interna”. Según él, España, a pesar de las sucesivas caídas de las constituciones escritas, mantenía dos pilares fundamentales: la monarquía y las Cortes. Cánovas creía que las constituciones podían cambiar, pero las instituciones tradicionales, como la monarquía, eran esenciales para la identidad española. Por eso, defendía un sistema político que combinara las tradiciones históricas con las nuevas ideas liberales, aunque siempre manteniendo el poder en manos de las élites.
Su objetivo era establecer un sistema estable, basado en el turno pacífico entre dos partidos dinásticos: el Partido Conservador, liderado por él, y el Partido Liberal-Fusionista, encabezado por Sagasta. La idea era que ambos partidos se alternaran en el poder de forma ordenada, evitando golpes de Estado o conflictos violentos. Para garantizar este equilibrio, Cánovas diseñó un mecanismo de fraude electoral conocido como el “encasillado”. Antes de las elecciones, el ministro de Gobernación pactaba cuántos diputados serían elegidos por cada partido, asegurando así que el resultado siempre favoreciera al partido que debía gobernar en ese momento.
El discurso de Cánovas también deja claro que su sistema no aceptaba a quienes no reconocían la monarquía. Por lo tanto, republicanos, anarquistas y nacionalistas quedaban fuera del juego político.
En resumen, Cánovas del Castillo construyó un régimen que aparentaba ser democrático, pero que en realidad estaba diseñado para que las élites mantuvieran el control. El bipartidismo amañado y la exclusión de las fuerzas políticas no monárquicas aseguraron una falsa estabilidad, basada más en el fraude electoral que en el verdadero respaldo popular.
Documento 4: Constitución de 1876
La Constitución de 1876 fue el marco legal del régimen de la Restauración. Redactada bajo la dirección de Antonio Cánovas del Castillo, buscaba establecer un equilibrio entre las ideas tradicionales y las liberales, pero siempre asegurando el poder de la monarquía y las élites políticas. Esta constitución declaraba que la soberanía estaba compartida entre el rey y las Cortes, lo que daba un poder considerable al monarca. Las Cortes eran bicamerales, con un Congreso de los Diputados y un Senado, donde muchos senadores eran elegidos de forma vitalicia, favoreciendo a las clases privilegiadas.
En cuanto a los derechos individuales, como la libertad de expresión y el derecho de reunión, aunque estaban reconocidos en el texto, dependían de leyes posteriores que casi siempre los restringían, sobre todo cuando gobernaban los conservadores. La religión católica se establecía como la oficial del Estado. Aunque se permitía la práctica privada de otras religiones, no se aceptaban manifestaciones públicas que no fueran católicas.
El sistema electoral también era muy limitado. En un principio, solo podían votar los que tenían cierto nivel económico (sufragio censitario), lo que reducía el electorado a un pequeño porcentaje de la población. Aunque el sufragio universal masculino fue aprobado en 1890, el fraude electoral y el caciquismo hacían que las elecciones estuvieran completamente controladas por el gobierno.
En resumen, la Constitución de 1876 creó la base legal para un sistema político aparentemente parlamentario, pero que en realidad garantizaba el poder de las élites y la monarquía, dejando fuera a gran parte de la población y a las fuerzas políticas contrarias a los Borbones.
Documento 5: El fraude electoral según Valentí Almirall, las Actas de la Jurisprudencia Electoral, Clarín y Pérez Galdós
El fraude electoral fue una de las características más evidentes del régimen de la Restauración, como se refleja en los textos de Valentí Almirall, las Actas de la Jurisprudencia Electoral, Leopoldo Alas “Clarín” y Benito Pérez Galdós. En España tal cual es (1886), Valentí Almirall denuncia las múltiples trampas que se realizaban durante las elecciones. Cuenta cómo, al hacer las listas electorales, se añadían nombres falsos y hasta los votos de personas fallecidas eran utilizados. Almirall menciona casos en los que los muertos “votaban” gracias a agentes disfrazados, mostrando así lo descarado del fraude. Esto garantizaba que siempre ganara el candidato del gobierno, sin importar la voluntad real de los votantes.
Las Actas de la Jurisprudencia Electoral de 1920 refuerzan estas acusaciones, detallando varios ejemplos concretos. En el distrito de Hierro (Canarias), aparecieron actas dobles con más votos que electores reales. En Gallegos del Río (Zamora), ni siquiera se celebraron las elecciones: simplemente inventaron los resultados, con los votos ordenados alfabéticamente, lo cual era claramente falso. En Villanueva del Arzobispo (Jaén), se llegó al punto de parar el reloj de la plaza para manipular los horarios de votación y falsificar las actas.
Por su parte, Clarín refleja este fraude en La Regenta (1884-85). En la ficticia ciudad de Vetusta, las elecciones eran controladas por una élite corrupta. Aunque había dos partidos, en realidad ambos colaboraban para repartirse los cargos y prebendas. Los caciques locales, como el marqués de Vegallana (conservador) y don Álvaro Mesía (liberal), fingían ser rivales, pero en realidad se apoyaban mutuamente para mantener sus privilegios.
Finalmente, Benito Pérez Galdós, en Política española (1884), lamenta que las elecciones fueran una farsa, donde solo votaban aquellos con conexiones políticas. El pueblo, consciente del engaño, solía abstenerse, sabiendo que el partido que controlaba el Ministerio de Gobernación siempre “ganaba”, manipulando las Cámaras a su antojo.
Estos documentos dejan claro que, aunque el régimen de la Restauración se presentaba como democrático, las elecciones eran una herramienta para mantener el poder en manos de las élites, usando el fraude, la corrupción y el caciquismo como métodos habituales.
Documento 6 y 7: Caricaturas sobre el fraude electoral (La Flaca, 1872)
Las caricaturas fueron una forma muy eficaz de criticar el fraude electoral durante la Restauración. En un contexto donde las elecciones estaban manipuladas por el gobierno, las imágenes satíricas mostraban con humor las trampas y corrupciones del sistema político. La revista La Flaca, en 1872, publicó varias caricaturas denunciando el caciquismo. Los caciques eran personajes poderosos a nivel local que controlaban las elecciones, manipulaban los resultados y compraban votos. Estas ilustraciones mostraban a los votantes siendo obligados a votar por ciertos candidatos o a las urnas llenas de votos falsos, dejando claro que el resultado de las elecciones estaba decidido de antemano.
El encasillado era clave en este proceso: antes de cada elección, el gobierno pactaba cuántos diputados serían elegidos por cada partido. Las caricaturas reflejaban cómo, incluso antes de abrir las urnas, los políticos ya sabían quién iba a ganar. Si algo salía mal, se recurría al pucherazo, es decir, a manipular actas, añadir votos de personas fallecidas o fabricar resultados.
Además del humor, estas imágenes transmitían la impotencia de la población. Los ciudadanos sabían que su voto no contaba, ya que el sistema estaba diseñado para mantener a las élites en el poder. Así, las elecciones se convertían en un espectáculo vacío, donde solo participaban aquellos que esperaban obtener favores a cambio.
En resumen, las caricaturas de La Flaca fueron un medio poderoso para denunciar el fraude electoral, revelando las prácticas corruptas de la Restauración con ironía y sarcasmo. A través de estas imágenes, se reflejaba la desconfianza y la frustración popular hacia un sistema que, aunque pretendía ser democrático, era profundamente injusto y manipulado.
Documento 8: Las Bases de Manresa (1892)
Las Bases de Manresa fueron aprobadas en 1892 y reflejan las aspiraciones del nacionalismo catalán durante la Restauración. Redactadas principalmente por Enric Prat de la Riba, planteaban una autonomía amplia para Cataluña, aunque sin llegar a pedir la independencia. El documento defendía que Cataluña debía gobernarse a sí misma. Proponía que el catalán fuera la única lengua oficial en el ámbito político y administrativo de la región (Base 3ª). Además, reclamaba que solo los catalanes pudieran ocupar cargos públicos dentro de Cataluña, incluidos los relacionados con el gobierno central (Base 4ª). También planteaban que Cataluña tuviera su propio parlamento —las Cortes catalanas—, las cuales se reunirían cada año para aprobar leyes (Base 7ª). Además, la región tendría el control sobre sus impuestos y moneda, lo que reforzaba la idea de una gestión económica propia (Base 6ª).
A pesar de estas demandas, las Bases de Manresa no pedían la separación de España. Querían un sistema federal, donde Cataluña mantuviera su identidad dentro de un marco más amplio. Sin embargo, estas propuestas fueron rechazadas por el gobierno central, que seguía una política fuertemente centralista bajo el régimen de Cánovas del Castillo.
En resumen, las Bases de Manresa fueron un primer paso importante para el catalanismo político, exigiendo un mayor control sobre los asuntos internos de Cataluña y defendiendo su identidad cultural y lingüística.
Documento 9: Enric Prat de la Riba, Compendi de la doctrina catalanista (1894)
El Compendi de la doctrina catalanista, escrito por Enric Prat de la Riba en 1894, es un texto clave para entender el nacionalismo catalán de finales del siglo XIX. En este documento, Prat de la Riba explica la diferencia entre dos conceptos: la Patria y el Estado. Para él, el Estado es algo artificial, creado por los hombres a través de acuerdos políticos, mientras que la Patria es algo natural, como una familia, unida por la historia, la lengua y las tradiciones. Según esta idea, Cataluña no era parte de la “patria española”, sino simplemente una región dentro del Estado español.
Para Prat de la Riba, la verdadera patria de los catalanes era Cataluña, porque allí compartían un idioma, una cultura y una historia común. El documento deja claro que, aunque los catalanes pertenecían al Estado español, no lo sentían como propio. España, según él, era solo una estructura política que agrupaba varias “patrias” diferentes, como la catalana. Esta visión tenía un objetivo claro: defender el derecho de Cataluña a autogobernarse y preservar su identidad.
El nacionalismo catalán que Prat de la Riba promovía no buscaba necesariamente la independencia, sino una autonomía política que permitiera a Cataluña decidir sobre sus propias leyes, su lengua y sus instituciones. Estas ideas sentaron las bases para el catalanismo político, que poco después se reforzó con las Bases de Manresa (1892), donde se exigía que el catalán fuera la lengua oficial y que solo los catalanes pudieran ocupar cargos públicos en su territorio.
En resumen, Prat de la Riba defendía que Cataluña era una patria propia, distinta de España, basada en su historia, lengua y cultura. Este pensamiento impulsó el movimiento nacionalista catalán, que buscaba más autonomía para proteger su identidad dentro de un Estado español que seguía siendo centralista.
Documento 10: Sabino Arana, Bizkaitarra (1894)
El documento Bizkaitarra, escrito por Sabino Arana en 1894, es una pieza clave para entender el nacimiento del nacionalismo vasco. En este texto, Arana expone su idea de que los vascos son una raza única, completamente diferente de los españoles —a quienes llama despectivamente “maketos”— y también de los franceses. Arana creía que la verdadera patria de los vascos era Bizkaia (Vizcaya), y defendía que el pueblo vasco debía recuperar su independencia, perdida tras la abolición de los fueros en 1876. Para él, la lengua vasca era un símbolo claro de esa identidad propia, considerándola más antigua y pura que cualquier otra. Criticaba a los vascos que adoptaban el idioma español, viéndolo como una traición a sus raíces.
El discurso de Arana iba más allá de lo cultural o lingüístico, pues también hablaba en términos raciales. Consideraba que los vascos tenían una “pureza” que se estaba perdiendo por mezclarse con los españoles. Esta visión, hoy día muy cuestionada, fue la base de un nacionalismo radical que no solo reclamaba la autonomía política, sino también una separación total de España.
El impacto de sus ideas fue enorme, ya que llevó a la creación del Partido Nacionalista Vasco (PNV) en 1895, un año después de la publicación de Bizkaitarra. Este partido defendía la independencia vasca y la preservación de su lengua, cultura y tradiciones.
En resumen, Sabino Arana construyó un nacionalismo basado en la idea de que los vascos formaban una comunidad única por su raza, su idioma y su historia. Aunque sus planteamientos eran extremos, influyeron profundamente en la política vasca, fomentando un movimiento que, con el tiempo, evolucionaría hacia posturas más diversas, desde la autonomía hasta la independencia.
Documento 11: Constitución Federal Andaluza (1883)
La Constitución Federal Andaluza de 1883 fue un documento importante dentro del movimiento andalucista, que buscaba más autonomía para Andalucía dentro de un modelo federal. Esta constitución proclamaba que Andalucía era soberana y autónoma (Artículo 1), lo que significaba que no recibía órdenes de ningún poder externo, ni siquiera del gobierno central de Madrid. Defendía la idea de que cada municipio y cada cantón (una especie de distrito) tenían el derecho a autogobernarse, reforzando así un modelo político descentralizado.
Un aspecto muy avanzado para la época era la separación total entre la Iglesia y el Estado. En el Artículo 10, se prohibía que los fondos públicos se destinaran a financiar el culto religioso o el sueldo de los ministros de la Iglesia, algo muy radical en un país donde la religión católica tenía una fuerte influencia política.
Otro punto importante era la defensa de la educación gratuita y obligatoria hasta los 12 años, para niños y niñas por igual (Artículo 13). Esto mostraba una preocupación clara por mejorar las condiciones sociales de la población, combatiendo el analfabetismo, que era muy alto en Andalucía en esa época. Además, el Artículo 14 reconocía la igualdad entre hombres y mujeres, declarando la independencia civil y social de las mujeres. Cualquier ley que estableciera la subordinación de las mujeres quedaba anulada, lo que era una idea muy progresista para finales del siglo XIX.
En resumen, la Constitución Federal Andaluza de 1883 proponía un modelo político descentralizado, con soberanía para Andalucía, separación entre Iglesia y Estado, educación obligatoria e igualdad de género. Aunque nunca se aplicó, reflejaba las aspiraciones del andalucismo por un gobierno propio y una sociedad más justa, siendo un primer paso hacia la lucha por el reconocimiento de una identidad política y social andaluza.
PREGUNTA 2:
Documento 1: Entrada de Alfonso XII en Madrid (1875)
El 14 de enero de 1875, Alfonso XII entró en Madrid, marcando el inicio oficial de la Restauración borbónica en España. Esta entrada no fue solo un acto simbólico, sino una muestra del regreso de la monarquía tras el convulso Sexenio Democrático (1868-1874), un periodo marcado por la inestabilidad política, la Primera República y conflictos como la Tercera Guerra Carlista.
Aunque Antonio Cánovas del Castillo quería que la vuelta de Alfonso XII se hiciera de forma pacífica y sin intervención militar, los acontecimientos se precipitaron cuando el general Martínez Campos dio un golpe de Estado en Sagunto el 29 de diciembre de 1874, proclamando a Alfonso como rey. A pesar de que Cánovas no estaba del todo de acuerdo con este método, aceptó la situación y organizó el regreso del monarca.
La entrada de Alfonso XII en Madrid fue recibida con entusiasmo por gran parte de la élite política y sectores conservadores, quienes veían en él una figura capaz de traer estabilidad después de años de caos. Su imagen era la de un joven preparado, formado en Europa, dispuesto a gobernar bajo los principios de una monarquía constitucional y parlamentaria, como había prometido en el Manifiesto de Sandhurst.
Este acto fue importante porque consolidó el inicio del régimen de la Restauración, basado en el sistema político diseñado por Cánovas. A partir de ese momento, se instauró un sistema bipartidista, donde el poder se turnaba entre el Partido Conservador y el Partido Liberal, siempre bajo el control de la monarquía y con elecciones amañadas mediante el caciquismo.
En resumen, la entrada de Alfonso XII en Madrid fue mucho más que una simple ceremonia: representó el regreso de los Borbones al trono y el comienzo de un sistema político que, aunque prometía estabilidad y democracia, escondía un control rígido del poder y una falsa apariencia de libertad política.
Documento 2: Decreto de abolición de los fueros vascos (1876)
El Decreto de abolición de los fueros vascos fue aprobado en 1876, tras el final de la Tercera Guerra Carlista. Esta guerra, liderada por Carlos VII, había contado con un fuerte apoyo en las provincias vascas y Navarra, donde muchos defendían el regreso de un rey absolutista que prometía respetar sus privilegios forales. Al terminar el conflicto, el gobierno de Antonio Cánovas del Castillo decidió suprimir los fueros, pero lo hizo de una forma calculada. En lugar de eliminarlos completamente, optó por una solución intermedia: las provincias vascas perdieron sus privilegios militares y fiscales, pero mantuvieron cierta autonomía económica a través de los llamados conciertos económicos.
El artículo 1 del decreto establecía que las provincias de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava debían contribuir con hombres al servicio militar, igual que el resto de España. Esto fue un duro golpe, ya que antes, gracias a los fueros, los vascos podían evitar el reclutamiento obligatorio. El artículo 3 les obligaba también a pagar impuestos de acuerdo con los presupuestos generales del Estado, algo que antes gestionaban a su manera.
A pesar de esto, los conciertos económicos permitieron que las diputaciones vascas siguieran recaudando los impuestos, entregando después una parte acordada al Estado. La abolición de los fueros fue vista por el gobierno como una forma de unificar legalmente el país y consolidar el Estado liberal. Sin embargo, para muchos vascos fue una traición, ya que lo interpretaron como un castigo por haber apoyado la causa carlista.
En resumen, el decreto de 1876 acabó con la autonomía militar y fiscal de las provincias vascas, integrándolas más firmemente en el sistema centralista del régimen de la Restauración. Aunque se mantuvieron los conciertos económicos, la pérdida de sus fueros generó un fuerte descontento que, años después, alimentaría el nacimiento del nacionalismo vasco liderado por Sabino Arana.
Documento 3: Jura de la Constitución por la reina regente María Cristina
Tras la muerte de Alfonso XII en 1885, su esposa, María Cristina de Habsburgo, asumió la regencia mientras esperaba el nacimiento de su hijo, el futuro Alfonso XIII. Dado que sus hijas eran menores de edad y el heredero aún no había nacido, María Cristina tuvo que hacerse cargo del trono en un momento políticamente complicado. La jura de la Constitución fue un acto clave para asegurar la continuidad del régimen de la Restauración. Este gesto simbolizaba el compromiso de la regente con el sistema político creado por Antonio Cánovas del Castillo, basado en la Constitución de 1876. Dicha constitución establecía una monarquía constitucional con soberanía compartida entre el rey y las Cortes, aunque en la práctica, el poder estaba controlado por las élites políticas a través del turno pacífico entre conservadores y liberales.
Para garantizar la estabilidad durante su regencia, Cánovas y Sagasta firmaron el Pacto de El Pardo en 1885. Este acuerdo reforzaba el compromiso de ambos partidos con el turnismo, evitando así crisis políticas graves y asegurando el apoyo a la regente hasta que su hijo, Alfonso XIII, pudiera reinar. Durante este periodo, Sagasta lideró el llamado “Parlamento Largo” (1885-1890), donde se llevaron a cabo reformas importantes, como la Ley de Sufragio Universal masculino en 1890. A pesar de estas medidas, el fraude electoral y el caciquismo continuaron dominando la política española, haciendo que la democracia fuera más una apariencia que una realidad.
En resumen, la jura de la Constitución por María Cristina fue un acto esencial para consolidar el régimen canovista tras la muerte de Alfonso XII. A pesar de las dificultades, la regente logró mantener la estabilidad política gracias al apoyo de los dos partidos dinásticos y a la firme estructura del sistema de la Restauración, aunque este siguió marcado por la manipulación electoral y el control de las élites.
Pregunta 3:
Documento 1: La Guerra de Cuba (1895-1898)
La Guerra de Independencia de Cuba comenzó el 24 de febrero de 1895 con el Grito de Baire, impulsado por José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo. Fue la culminación de un proceso independentista que había iniciado en 1868 con la Guerra de los Diez Años. La situación en la isla se había agravado debido a la crisis económica y las políticas españolas, lo que llevó a la insurrección generalizada.
España respondió enviando un gran contingente militar bajo el mando del general Martínez Campos que intentó negociar una solución sin éxito. Fue sustituido en 1896 por Valeriano Weyler, quien aplicó la política de reconcentración, trasladando a la población campesina a campos vigilados para evitar que apoyaran a los insurgentes. Sin embargo, esto causó una crisis humanitaria con miles de muertes por hambre y enfermedades, generando una ola de indignación internacional.
Mientras tanto, los rebeldes cubanos utilizaron tácticas de guerrilla, dificultando el avance de las tropas españolas. En EE.UU., la prensa sensacionalista promovió la intervención, presentando a España como opresora. La tensión aumentó hasta la explosión del acorazado estadounidense Maine en el puerto de La Habana el 15 de febrero de 1898, que sirvió como pretexto para la intervención de EE.UU. en la guerra.
El 25 de abril de 1898, EE.UU. declaró la guerra a España. La superioridad naval estadounidense llevó a la derrota española en Cavite (Filipinas, 1 de mayo de 1898) y Santiago de Cuba (3 de julio de 1898). La guerra terminó oficialmente el 10 de diciembre de 1898 con la firma del Tratado de París, que significó la pérdida definitiva de Cuba y otras colonias. Este conflicto supuso el fin del imperio español en América y marcó el inicio de la hegemonía estadounidense en la región.
Documento 2: Juan Bautista Casas, La guerra separatista de Cuba (1896)
Juan Bautista Casas analiza la Guerra de Independencia de Cuba desde una perspectiva pro-española y propone estrategias para terminar con el conflicto y evitar futuros levantamientos. Su discurso refleja la mentalidad de la época dentro de la administración colonial y el ejército español.
En su escrito, Casas defiende la política de reconcentración de Weyler, argumentando que “obligar a los campesinos a reunirse en lugares controlados” reduciría el apoyo logístico a los insurgentes. Según él, esto impediría que los rebeldes recibieran recursos y protección de la población local. Además, confiaba en que una mayor presencia militar en la isla aseguraría el control español.
Otro punto clave en su obra es la justificación del dominio español en Cuba. Casas sostiene que la independencia solo traería caos, describiendo dos escenarios posibles:
- Una dictadura negrera, en la que la población afrodescendiente, liberada de la esclavitud, tomaría el poder.
- La anexión a EE.UU., que, según él, perjudicaría a los cubanos, ya que se convertirían en una colonia económica del país norteamericano.
Casas también menciona las “paternales intenciones de España”, en un intento de justificar el control colonial como un beneficio para los cubanos. Este argumento era común en el discurso oficial español, que presentaba la presencia en Cuba como un acto civilizador y no como una imposición.
En retrospectiva, los planteamientos de Casas fueron erróneos y miopes. En lugar de sofocar la insurrección, la reconcentración solo aumentó el odio hacia España y aceleró la intervención estadounidense. Su visión muestra la desconexión entre la élite colonial y la realidad del sentimiento independentista en la isla.
Documento 3: Diario El País (noviembre de 1896)
El artículo del diario El País refleja el nacionalismo y optimismo con el que la prensa española veía la guerra en Cuba antes de la intervención de EE.UU. En el texto, se afirma que España posee “una poderosa escuadra” capaz de desembarcar 200.000 combatientes en las costas de EE.UU. para invadir el país en caso de conflicto. También se menciona la posibilidad de “humillar a los yankees”, presentando la guerra como una oportunidad de revancha contra una nación emergente.
Este discurso nacionalista y propagandístico contrastaba con la realidad. España tenía un ejército numeroso, pero mal equipado, con soldados debilitados por enfermedades tropicales y con graves problemas de abastecimiento. Además, la marina española estaba obsoleta frente a la modernización de la flota estadounidense.
El artículo también denigra a los líderes independentistas cubanos, en especial a Antonio Maceo, a quien describe con términos racistas como “negrazo brutal”, lo que refleja los prejuicios de la época. La prensa española promovía la idea de que la insurrección cubana era solo una revuelta racial y no una auténtica lucha por la independencia.
Este tipo de artículos contribuyó a una falsa sensación de seguridad en la población española. Muchos creían que España podía ganar la guerra con facilidad, lo que explica el entusiasmo inicial cuando EE.UU. declaró la guerra en 1898. Sin embargo, la derrota en Cavite y Santiago de Cuba dejó en evidencia la debilidad militar española.
El tono de este artículo es un claro ejemplo de la prensa como instrumento de propaganda, que en lugar de informar con objetividad, alimentó el orgullo nacionalista y creó expectativas irreales sobre el desenlace del conflicto.
Documento 4: Paz de París (10 de diciembre de 1898)
El Tratado de París, firmado el 10 de diciembre de 1898, puso fin oficialmente a la guerra y marcó la disolución del último gran territorio colonial español en América y Asia. Según el documento, España renunció definitivamente a Cuba, que pasó a estar bajo protectorado estadounidense hasta 1902. Además, Puerto Rico, Guam y Filipinas fueron cedidos a EE.UU. por 20 millones de dólares.
Este tratado supuso una humillación para España, que no tuvo más opción que aceptar todas las condiciones impuestas por EE.UU. La pérdida de Cuba no solo tuvo impacto político, sino que también afectó la economía española, que dependía del comercio con la isla. Para EE.UU., la victoria fue el inicio de su expansión imperialista. En Filipinas, sin embargo, la cesión no fue aceptada por los independentistas, lo que llevó a la Guerra Filipino-Estadounidense (1899-1902).
El tratado dejó a España en una crisis moral y política, que sería clave para el regeneracionismo de principios del siglo XX.
Documento 5: Pérdidas humanas en Cuba y Filipinas (1895-1898)
El documento detalla que más de 55.000 soldados españoles murieron en la guerra, pero 90% de ellos fallecieron por enfermedades como fiebre amarilla y disentería, más que en combate. La falta de higiene, la mala alimentación y el clima tropical fueron más mortales que las balas enemigas. La mayoría de los soldados eran jóvenes reclutas de familias humildes, lo que generó un profundo resentimiento social en España. La derrota fue vista como un sacrificio inútil, lo que debilitó la confianza en el gobierno.
Documento 6: Azorín y la Generación del 98 (ABC, 1912)
Azorín describe cómo el Desastre del 98 provocó una crisis de identidad en España. La pérdida de las colonias evidenció el atraso del país, impulsando el pensamiento crítico de la Generación del 98 (Unamuno, Baroja, Machado). Esta corriente literaria buscó respuestas sobre el futuro de España, cuestionando la corrupción y el atraso social. Para estos intelectuales, la solución pasaba por una reforma profunda y la modernización del país.
Documento 7: Joaquín Costa, Quiénes deben gobernar después de la catástrofe
Joaquín Costa proponía un cambio radical en España tras la derrota. Defendía una”revolución desde arriba”donde el Estado debía regenerarse con reformas educativas, económicas y políticas. Costa criticaba el sistema político corrupto de la Restauración y advertía que, sin cambios, España seguiría su decadencia. Sus ideas influirían en los intentos de modernización en el siglo XX.
Pregunta 1: documento 1: ” cuántos me han escrito muestra igual convicción de que solo el restablecimiento de la monarquía constitucional puede poner término a la opresión… sea la que quiera mi propia suerte, ni dejaré de ser buen español, ni como todos mis antepasados. Buen católico, ni como hombre del siglo verdaderamente liberal”, documento2 entrada de Alfonso XII en Madrid el 14 de enero de 1875, documento 3” la política es el arte de paliar en cada época de la historia aquella parte del ideal… en España dos principios: el principio monárquico profesado a mi parecer por la inmensa mayoría de los españoles, y por otra parte, la institución secular de las cortes”. Documento 4:art.11 la religión católica, apostólica y romana. Es la del Estado. 13 18 19 27 59 el rey legítimo de España es Alfonso XII de Borbón documento 5:” para hacer la lista electorales se añaden algunos nombres, verdaderamente perdidos entre una multitud de imaginarios y sobretodo de difuntos…/en el distrito de hierro Canarias se constituyen dos mesas, resultando acta dobles y se discute su legitimidad. En una el diputado electo tiene 270 votos y en otra…/el marqués de Vegallana, era en vetusta, jefe del partido más reaccionario entre los dinásticos. Tenía siempre un favorito que era el jefe verdadero don Álvaro mesías…/es muy triste considerar como se han hecho las últimas elecciones con el menor número posible de electores, con bastante resurrecciones de muertos y no pocas violencias… documento 6 y 7 caricaturas sobre fraude electoral documento 8: base 3/4/6/7 documento 9:P/R/P/R documento 10: vuestra raza singular por sus bellas, cualidades por más singular, aún por no tener ningún punto de contacto o fraternidad, ni con la raza española, ni con la francesa… documento 11:Art 1 Andalucía es soberana y autónoma, y no recibe su poder de ninguna autoridad exterior a las autoridades cantonales…/10/13/14 se reconoce la independencia civil y social de la mujer. Pregunta 2 Documento 1: entrada de Alfonso XII, Madrid 1875 documento 2: Art1 los deberes que la constitución política, impuesto siempre a todos los españoles de acudir al servicio de las armas cuando la ley y los llama.. art2/3 documento 3: jura de la constitución de la reina regente María Cristina. Pregunta 3 documento 1:mapa guerra cuba documento 2: oblíguese a los campesinos a reunirse en determinados lugares designado por los ingenieros y por los médicos… documento 3 tenemos una poderosa escuadra que con nuestros trasatlántico puede en pocos días, desembarcar 200.000 combatientes aguerridos… documento 4:Art 1 España renuncia todo derecho de soberanía y propiedad sobre Cuba Art II/III/XVII documento 5 tabla muertos en cuba y filo documento 6: la generación de 1898 se ha iniciado en la vida intelectual… documento 7 en una cosa estamos de acuerdo los españoles lo mismo los conservadores como los liberales…