La Restauración Borbónica en España: Sistema Canovista, Constitución de 1876 y Crisis del 98

La Restauración Borbónica: Características y Funcionamiento del Sistema Canovista

1. El Manifiesto de Sandhurst: El Inicio de la Restauración

Tras el golpe del general Pavía, el general Serrano lideró el Gobierno, enfocándose en finalizar la guerra carlista. El 1 de diciembre, coincidiendo con su decimoséptimo cumpleaños, Alfonso XII emitió el Manifiesto de Sandhurst, redactado por Cánovas del Castillo. En este manifiesto, se proponía el restablecimiento de la monarquía borbónica tradicional como solución a los problemas de España. El 30 de diciembre de 1874, el general Martínez Campos proclamó a Alfonso XII rey de España en Sagunto, obteniendo el respaldo del Ejército. Así se inició la Restauración, restableciendo el régimen liberal moderado previo a 1868.

2. Las Bases del Sistema Canovista: La Alternancia Política

El régimen se sustentaba en la burguesía conservadora, un régimen oligárquico que defendía los intereses de grupos como los latifundistas, la burguesía harinera castellana, la burguesía industrial catalana y la burguesía industrial y financiera vasca. La Iglesia recuperó su influencia y privilegios de la etapa isabelina, distanciándose del carlismo, y el ejército reafirmó su carácter conservador.

Primeras medidas de Cánovas del Castillo

Cánovas encabezó el gobierno y el rey llegó a Madrid en enero de 1875, respaldado por los monárquicos. Las medidas iniciales incluyeron asegurar el apoyo de la Iglesia, suspender los periódicos de la oposición, establecer una nueva policía y tribunales especiales para delitos de imprenta, y consolidar un ‘Ejército amigo’ mediante la reincorporación de mandos militares previamente apartados. Para prevenir pronunciamientos militares, el rey fue designado jefe supremo del Ejército. Además, se tomaron medidas para poner fin a la guerra civil carlista en el norte (1876) y a la guerra en Cuba, con la Paz de Zanjón (1878).

El proceso constituyente

Se llevó a cabo mediante sufragio universal, y en las primeras elecciones, en enero de 1876, el 90% de los diputados elegidos pertenecían al Partido Conservador de Cánovas del Castillo.

3. La Constitución de 1876

La potestad de hacer leyes reside en las Cortes con el rey, siendo aprobados los artículos rápidamente. Es una constitución concisa (89 artículos) con una división imperfecta de poderes. El rey nombraba al jefe de gobierno y se reconocen vagamente las libertades políticas básicas. Establece un Parlamento bicameral, donde una parte de los Senadores son designados por derecho propio y vitalicios (no elegidos por sufragio). Además, determina un Estado confesional, aunque permite el culto privado de otras religiones. Estuvo en vigor desde el 30 de junio de 1876 hasta 1931.

Centralismo y control ideológico

Se refuerza la presión política, el autoritarismo y el centralismo político-administrativo. Se abolieron los fueros vascos mediante una ley de julio de 1876. El centralismo, con eje en Madrid, reorganizó las diputaciones provinciales y los ayuntamientos. Se restringió la participación ciudadana: en las provincias de más de 30000 habitantes, los alcaldes eran nombrados por el rey; se restringió la libertad de imprenta al establecerse la censura. La ley de imprenta de 1870 extendió la consideración de delito a ataques, incluso a la duda, sobre el sistema político y social de la Restauración.

4. El Turnismo y el Encasillado: El Caciquismo

El sistema canovista se basa en dos pilares: la soberanía compartida del rey y las Cortes, y la existencia de partidos oficiales que aceptan la legalidad constitucional. Cánovas, admirador del modelo inglés, consideraba necesarios dos grandes partidos de notables que respetaran la Constitución para acoger la variedad de criterios y alternarse en el gobierno. Estos partidos se apoyaban en un electorado de burgueses relevantes que formaban la clase política del país, ya que se había restablecido el sufragio censitario, permitiendo la participación de solo un 5% de la población.

Cánovas, jefe del Partido Conservador, formado por la alta burguesía, altos funcionarios y la nobleza del sur (terratenientes), convocó al nuevo Partido Liberal, de acuerdo con la izquierda dinástica, formado por progresistas y demócratas, liderado por Sagasta.

La corrupción electoral

El turno pacífico entre partidos se lograba mediante manipulación electoral, como el “encasillado”, que asignaba los escaños antes de las elecciones. A través de la falsificación de resultados, ambos partidos defendían el sistema capitalista y la propiedad privada. La práctica del “pucherazo” aseguraba que los resultados favorecieran los intereses establecidos, utilizando coacción, fraude y compra de votos.

El caciquismo, una práctica sociopolítica que dominó las zonas rurales, consistía en el control del poder por parte de personas influyentes locales que manipulaban las elecciones a cambio de favores y prebendas. Los caciques, aliados con autoridades civiles y políticas, aseguraban la victoria de los candidatos mediante la compra de votos y otras tácticas corruptas.

5. La Regencia y el Conflicto Urbano del 98

En 1885 muere Alfonso XII, quedando como regente María Cristina de Habsburgo, hasta 1902, cuando Alfonso XIII accedió al trono a los dieciséis años. Durante este período se mantuvo la alternancia pacífica entre los canovistas (conservadores) y los sagastinos (liberales). Bajo el mando de Sagasta se aprobaron varias leyes que aportaron una cierta democratización al régimen, siendo la más importante la del sufragio universal masculino en 1890.

El conflicto cubano: el 98

Fue una triple crisis: inflación, depreciación de la moneda y disminución del comercio exterior. Socialmente, se manifestaba con huelgas y atentados. Internacionalmente, estuvo marcada por la política aislacionista defendida por Cánovas para evitar conflictos internacionales. Mientras Europa se lanzaba a la política imperialista y colonial, España no podía mantener sus posesiones en el Pacífico y se veía aislada frente a Cuba.

La Guerra de Independencia de Cuba

Fue el último conflicto armado entre España y los separatistas cubanos y Estados Unidos, cuya ocupación puso fin a la soberanía española. Comenzó el 24 de febrero de 1895 con un levantamiento simultáneo en 35 localidades cubanas, conocido como el Grito de Baire. Tras la entrada de EEUU en el conflicto y la posterior derrota española, finalizó el 12 de agosto de 1898.

El Tratado de París (10 de diciembre de 1898) obligó a España a entregar Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam a Estados Unidos, finalizando la presencia española en América. Fue una crisis moral e ideológica que causó un importante impacto psicológico entre los españoles, sumiendo a la población en el desencanto y la frustración. Significó el fin del imperio español, mientras Europa construía sus imperios en Asia y África. La prensa extranjera presentó a España como una nación moribunda, con un ejército ineficaz, un sistema político corrupto y unos políticos incompetentes.

6. Desequilibrios Sociales y Económicos

España se vio envuelta en un cierto proceso de modernización: se desarrollaron las ciudades (Madrid, Bilbao, Barcelona), aumentó la población, disminuyó la mortalidad y crecieron las clases medias. A finales del siglo XIX hubo importantes novedades: se consolidó el sector industrial (siderurgia vasca) y minero (carbón asturiano). Empezó a llegar la luz eléctrica a España a finales del siglo, y en 1894 hubo un boom de compañías eléctricas, paralelo al de la gran banca. Se desarrolló el cultivo de vid, aceite y naranjas.

Pero este crecimiento no fue suficiente y no alcanzó a todos: las clases más humildes siguieron estancadas en la pobreza y el analfabetismo; el movimiento sindical denunció esta desigualdad. La España de la Restauración fue un ‘país dual’ con diferencias entre ricos y pobres, regiones desarrolladas y regiones subdesarrolladas, entre el entorno desarrollado y el entorno rural y caciquil. Esto mismo ocurría en países de nuestro entorno, lo que contradice las tesis contrapuestas que hablan de ‘milagro’ o de ‘fracaso español’.