Causas del Retraso Industrial en España
El retraso industrial en España puede explicarse por la falta de poder adquisitivo de la población y por un proteccionismo excesivo. La población, mayoritariamente agraria, tenía un poder adquisitivo muy bajo, lo que generaba una escasa demanda de productos manufacturados. Por otra parte, los industriales vascos y catalanes consiguieron que los gobiernos liberales implantaran medidas proteccionistas. La falta de inversiones, las malas comunicaciones terrestres y la falta de redes comerciales que permitieran llevar los bienes al consumidor potencial no favorecieron el desarrollo industrial.
Evolución Económica y la Crisis de 1860
En relación con la actividad industrial, hubo una clara expansión sostenida desde 1820 hasta finales de 1850, seguida de un periodo de crisis durante el decenio siguiente. Las causas de esta crisis hay que buscarlas en las nuevas posibilidades de inversión, como la compra de tierras de la segunda desamortización, y también en el encarecimiento del algodón a causa de la Guerra de Secesión estadounidense (1861-1865). Durante ese periodo, Estados Unidos apenas exportó algodón, lo que hizo subir los precios en los mercados internacionales.
La Industria Textil en España
Condiciones para el Desarrollo
Para que prosperase una industria textil en el siglo XIX eran necesarias tres condiciones:
- Existencia de capital.
- Suficiente mano de obra.
- Innovación tecnológica.
Además, se debía disponer de materias primas o fuentes energéticas abundantes y baratas, y tenía que existir una demanda de tejidos suficiente.
Condiciones Adversas y el Auge del Algodón
El mercado español tenía poca capacidad de compra para importar algodón y carbón, pero, a pesar de esto, en Cataluña se creó una importante industria textil, sobre todo algodonera. Los tejidos de algodón revolucionaron esta industria:
- Se podían estampar con dibujos y colores.
- La tradicional ropa bordada, cara y difícil de fabricar, se sustituyó por algodón.
Los procesos industriales hicieron de la fabricación de estos tipos de tela un producto al alcance de la mayoría de los bolsillos, mientras otras fibras tradicionales, como el lino, se estancaban.
Espíritu de Iniciativa en Cataluña
Un elemento decisivo en el desarrollo de la industria textil es el espíritu de iniciativa y de riesgo de la sociedad catalana. Un ejemplo fueron los hermanos Bonaplata, quienes, entre 1832 y 1833, construyeron la primera fábrica que funcionaba con energía procedente de vapor. Ya a finales de 1840 se construyeron en los edificios grandes chimeneas de vapor, imagen típica de las fábricas textiles en los pueblos del llano de Barcelona. El empuje inicial pronto llegó a poblaciones como Sabadell y Tarrasa, que se especializaron en los tejidos de lana, y a Manresa, Igualada, Mataró y Villanueva y Geltrú. En el conjunto de España, hacia 1860, el 90% del algodón llegaba al puerto de Barcelona y el resto al de Málaga.
Del Carbón a los Saltos de Agua
La industria textil catalana siguió en sus inicios el modelo británico. Los empresarios catalanes también compraron o imitaron la maquinaria y la tecnología inglesas, reprodujeron el modelo de fábrica y estudiaron sus estrategias comerciales. Pero a partir de 1860, ante el elevado coste del carbón, se buscó el aprovechamiento de los saltos de agua en las corrientes de los ríos para mover las turbinas. Así se crearon muchas colonias industriales en las cuencas medias de los ríos Ter y Llobregat.
Proteccionismo y sus Consecuencias
Entre 1875 y 1886, los textiles vivieron su periodo de esplendor coincidiendo con el auge de la agricultura vinícola. No obstante, las estructuras básicas en las que asentó este crecimiento no variaron respecto a la década de 1850. La supervivencia y la expansión de esta industria fueron posibles gracias al proteccionismo comercial; para ello contó con la ayuda de la Ley de Relaciones Comerciales con las Antillas de 1882. La superioridad inglesa en cuanto a precios y control del mercado obligó a la industria catalana a proteger su producción. Por eso se evitó la importación de los tejidos británicos a España y a las colonias que aún mantenía (Cuba, Puerto Rico y Filipinas). Este proteccionismo, que permitió la existencia de la industria textil, perjudicó la expansión de sus mercados, ya que, fuera del ámbito nacional, los precios elevados le impedían competir con los tejidos británicos en otros países.
La Industria Siderúrgica en España
Inicios en Andalucía y Asturias
En 1831 se instaló en España el primer alto horno, el de La Constancia en Málaga. La familia Heredia impulsó esta actividad, y Andalucía, con Marbella y Sevilla, fue la primera región con siderurgia moderna. La escasez de mineral y de carbón la hizo inviable en tres décadas. En la década de 1840 se desarrolló la siderurgia en Asturias: Mieres y La Felguera, con un sistema de colado que utilizaba carbón de coque. Asturias tenía la ventaja del carbón, que, gracias a los aranceles proteccionistas, era más barato que el de importación.
Desarrollo de la Siderurgia Vasca
Los primeros altos hornos en el País Vasco se instalaron en 1841 a iniciativa de la familia Ibarra. Bilbao y Donostia-San Sebastián pudieron convertirse en puertos por los que pasaban productos de Castilla y del valle del Ebro. La actividad comercial desarrollada en los puertos vascos facilitó que un sector de los comerciantes orientara su negocio a la explotación de mineral de hierro de las tradicionales minas de la cuenca bilbaína. Este sector de la burguesía se enriqueció exportando el mineral a Reino Unido. Esta circunstancia propició la aparición de importantes astilleros en la ría de Bilbao para construir barcos que transportaran el mineral. A partir de la década de 1860 se levantaron altos hornos para la fabricación de hierro, que eran propiedad de las empresas creadas por los comerciantes del mineral. Una de las ventajas que propiciaba esta inversión era la importación de carbón británico.
Causas del Despegue de la Siderurgia Vasca
Existe una causa tecnológica para explicar este despegue: la sustitución del hierro dulce por el acero. La producción de acero necesitaba menos carbón y exigía un mineral de hierro sin fósforo. La ventaja de Bizkaia eran las minas vizcaínas de Somorrostro, que producían abundante hierro sin fósforo; el carbón lo importaban de Reino Unido a muy buen precio. Entre 1856 y 1871, la producción de acero se quintuplicó en Bizkaia. Además de este factor tecnológico, el auge de la siderurgia vasca también se explica por el proteccionismo del último tercio del siglo XIX. La casi imposibilidad de importar acero y hierro británico o alemán, por los elevados costes arancelarios, hacía que casi todo el mercado español consumiera el acero y la mayoría de los productos derivados de las industrias metalúrgicas vascas. Por último, hay que señalar los efectos que tuvo sobre la economía vasca la existencia de las industrias del hierro. Se crearon industrias subsidiarias, como es el caso de las industrias químicas y las de maquinaria industrial y de transporte, sobre todo con la potenciación de los astilleros. De esta manera, surgió una segunda “isla industrial” (la primera era Cataluña) en el conjunto español, todavía eminentemente agrario, que transformó la sociedad y la economía de los territorios vascos.