La Revolución Industrial y la Era Napoleónica: Transformación de Europa

La Revolución Industrial

1.1. La Revolución Agrícola

Las transformaciones en la agricultura, conocidas como Revolución Agrícola, hicieron posible un notable aumento de la producción de alimentos, que a su vez permitió la supervivencia de una población en rápido crecimiento.

Las tres innovaciones agrarias más importantes fueron:

  • Los cambios en el sistema de cultivo.
  • La introducción de nuevas máquinas.
  • La nueva estructura de la propiedad.

La difusión de la rotación de cultivos, como el sistema Norfolk, que combina la siembra de cereales con plantas forrajeras, permitió suprimir el barbecho, que exigía dejar una parte del suelo sin sembrar para recuperar su fertilidad. La introducción de nuevos métodos de siembra, de nuevas herramientas, de nuevos cultivos y de nuevos fertilizantes permitió aumentar y diversificar la producción de alimentos.

Este cambio en la forma de cultivar fue unido a otra transformación: el cercamiento de tierras comunales (openfields), que conllevó su privatización mediante las leyes de cercamiento. La subida del precio de los cereales estimuló a los grandes propietarios a adueñarse de las tierras de uso colectivo para producir más e incrementar sus beneficios. Esta privatización comportó la individualización de la producción e incentivó la mejora de las técnicas del cultivo y el aumento de la producción destinada al mercado. El cercamiento de tierras provocó una concentración de la propiedad que perjudicó a los pequeños propietarios y a los campesinos pobres, quienes perdieron su derecho a usar las tierras comunales. Al no disponer de recursos para cercas, tuvieron que vender sus propiedades y convertirse en jornaleros a cambio de un salario. Como el número de campesinos era muy elevado, los salarios eran bajos y muchos se vieron obligados a emigrar a las ciudades.

1.2. El Aumento de Población

El aumento de la oferta de alimentos hizo posible un elevado crecimiento demográfico. Las grandes hambrunas desaparecieron y la población, mejor alimentada, tuvo mayor resistencia ante las enfermedades y las epidemias.

Este crecimiento fue resultado de cambios en la natalidad y la mortalidad. La reducción de la tasa de mortalidad fue el resultado de una mejor alimentación, a la que contribuyeron avances médicos e higiénicos como la vacuna de la viruela y el uso del jabón. La esperanza de vida creció y a finales del siglo XIX se situaba alrededor de los 50 años.

2. La Revolución Industrial en Gran Bretaña

2.1. La Mecanización y el Sistema Fabril

El cambio en los sistemas de producción se caracterizó por el uso de máquinas y por la sustitución de las fuentes animadas de energía (trabajo humano o de animales) por inanimadas (energía hidráulica y carbón). Ambos elementos, unidos a la necesidad de un mayor control sobre la mano de obra, provocaron la concentración de obreros/as en fábricas (lugar destinado a la producción). Este proceso comportó la ruina de muchos artesanos y la producción artesanal fue sustituida por el sistema fabril (producción en serie).

La mecanización del proceso productivo se inició en la industria textil con la lanzadera volante, las nuevas hiladoras y los telares mecánicos. El salto definitivo a las nuevas formas de producción se dio cuando estas máquinas empezaron a usarse con la energía hidráulica. Fue la máquina de vapor la que permitió abandonar la dependencia y limitaciones de las fuentes de energía tradicionales, convirtiéndose en el símbolo de la Revolución Industrial.

La mecanización, el vapor y la concentración en fábricas provocaron el aumento de la productividad (cantidad producida por unidad de tiempo) y la producción (cantidad de bienes producidos), lo que permitió abaratar los costes y disminuir el precio.

2.2. La Industria Algodonera

El sector emblemático fue la industria textil algodonera. El algodón, producido en grandes cantidades, resultaba sumamente económico. Los tejidos de algodón se importaban de la India hasta que se dieron cuenta de los beneficios que podrían extraerse de su fabricación. Los inicios de la industria textil fueron en el año 1750 con la prohibición de la entrada de tejidos estampados. Las masivas importaciones de algodón abastecieron de materia prima barata al sector. La aplicación de inventos sencillos como la lanzadera volante y las máquinas de hilar incrementaron la productividad en el hilado y estimularon el crecimiento de la población.

2.3. El Carbón y el Hierro

El segundo sector decisivo de la industrialización fue el carbón y la siderurgia. El carbón se convirtió en el gran combustible: alimentaba la máquina de vapor y desempeñó un papel imprescindible en el proceso siderúrgico. En consecuencia, la producción de carbón aumentó de manera considerable gracias a una serie de innovaciones en la minería que comportaron el incremento de la productividad. El uso de vigas de hierro en las minas permitió penetrar en los pozos con más seguridad, mientras que la producción de raíles y vagonetas facilitó la extracción y el transporte del mineral.

La demanda creciente de hierro para fabricar barcos, munición y herramientas estimuló la búsqueda de un combustible menos costoso y más efectivo. La sustitución del carbón vegetal por el carbón de coque, con mucho más poder calorífico, y su fundición en un alto horno permitió un extraordinario crecimiento del sector minero del carbón y la producción de hierro en grandes cantidades.

Otra técnica para el desarrollo de la siderurgia fue la pudelación y el laminado del hierro. Más adelante, se permitió transformar el hierro fundido en acero, con lo cual se abrió una nueva etapa en la fabricación de la maquinaria. La transformación de la siderurgia permitió emplear el hierro en múltiples instrumentos y, sobre todo, fabricar máquinas más precisas y duraderas. Pero el mayor impulso a la siderurgia provino de la gran demanda de hierro que comportó la construcción de la red ferroviaria.

2.4. Otros Sectores Industriales

El resto de la economía no permaneció al margen de los cambios. La industria química también quedó profundamente transformada ante las necesidades del textil, que requería ingentes cantidades de tintes y blanqueadores. La producción de ácido sulfúrico también creció a un ritmo espectacular tras la invención de la cámara de plomo.

La metalurgia fue otro sector de elevado crecimiento. En una primera etapa, su impulso provino de las necesidades del textil, pero poco a poco la difusión de la mecanización hizo que se consolidara este nuevo sector dedicado a fabricar las máquinas necesarias para el resto de las actividades industriales. Otro sector de rápida expansión fue el de la construcción.

2.5. Los Nuevos Transportes

Para poder trasladar materias primas y mercancías, se mejoraron los caminos y se construyeron multitud de canales para posibilitar la navegación fluvial. Pero fue el ferrocarril el que provocó una verdadera revolución en el transporte, gracias a su rapidez, enorme capacidad de carga, menor coste por unidad transportada y mayor seguridad para pasajeros y mercancías.

Se inventó la locomotora, que es una máquina de vapor capaz de moverse sobre raíles. Poco a poco, los barcos de vela fueron sustituidos por los barcos de vapor. La construcción de redes ferroviarias modificó las costumbres sociales. Las grandes expectativas de desarrollo económico condujeron a un boom bursátil de las compañías constructoras.

2.6. El Impulso del Mercado

En la economía de mercado ya no se produce solo para el autoconsumo, sino para la venta. Así, el aumento de la producción agrícola e industrial obligó a encontrar nuevos consumidores tanto en el interior como en el exterior. El impulso inicial provino del mercado exterior. Los industriales y comerciantes aprovecharon las oportunidades que les ofrecía el mercado atlántico para la explotación de productos. La transformación de mayor calado fue el mercado interior. Su consolidación fue un proceso que se nutrió del crecimiento de la población, el aumento de la capacidad adquisitiva del campesinado, la especialización de la producción y la mejora de los transportes. Hubo un aumento considerable del comercio y se pasó de un ámbito de intercambios local y comarcal a un mercado integrado a nivel nacional e internacional.

3. El Capitalismo Industrial

3.1. El Liberalismo Económico

Los principios económicos del liberalismo fueron elaborados por pensadores que constituyen la escuela clásica, como Adam Smith, David Ricardo, Thomas Malthus y John Stuart Mill.

Adam Smith defendía la supremacía del individuo frente a los estamentos o grupos organizados. El interés personal de cada individuo da como resultado que cada bien sea producido en la cantidad que ha sido demandado. Los intereses contrapuestos se equilibran en el mercado a través de una mano invisible que, mediante los precios, ajusta la oferta y la demanda. El Estado debe abstenerse de cualquier intervención en la economía y debe eliminar las barreras proteccionistas y los monopolios, porque son un obstáculo para el crecimiento económico.

David Ricardo argumentó que, al ser el trabajo una mercancía como las demás, y muy abundante, los salarios no subirían por encima del mínimo imprescindible para la subsistencia.

Thomas Robert Malthus señaló que el crecimiento de la población desequilibraría su relación con los recursos existentes, lo cual empeoraría el nivel de vida de la mayoría de las personas.

3.2. Capital, Trabajo y Mercado

El capitalismo se configuró como un sistema en el que los instrumentos de producción y lo que se produce con ellos son propiedad privada. Se concentra en solo una parte de la población, denominada burguesía o capitalistas, mientras que los asalariados o proletariado no poseen más que su capacidad para el trabajo. Trabajadores y empresarios se relacionan mediante el mercado, donde unos demandan empleo y otros ofrecen trabajo, fijándose un salario en función de la oferta y la demanda.

El capitalismo es un sistema de iniciativa libre, no planificada, y su objetivo es el beneficio individual. Los propietarios pretenden maximizar el beneficio obtenido con su propiedad, mientras que los asalariados buscan un salario más alto. La competencia entre empresarios les obliga a reducir costes y precios, adoptando técnicas más productivas y tratando de que los salarios sean menores. Los desajustes entre oferta y demanda provocan crisis periódicas que se corrigen ajustando los salarios o la producción (oferta). En estas crisis, los productos no se venden, los precios caen, los beneficios bajan, las empresas cierran y el paro aumenta. Solo los empresarios con mayores recursos o menores costes sobreviven y son los que persiguen la innovación para encontrar nuevos productos y vender los existentes a menor precio o abrir otros mercados.

3.3. Proteccionismo y Librecambio

El librecambio es la no intervención estatal en el comercio internacional, lo cual permitió que las mercancías se intercambiasen libremente entre los distintos Estados, dependiendo de la competitividad de las empresas. El proteccionismo defiende la imposición de aranceles a la entrada de productos extranjeros con el objetivo de encarecerlos para que no sea rentable su importación. La defensa de la libertad de intercambios favorecía a los países más competitivos y mejor situados en el proceso industrializado. Todos los Estados mantuvieron un componente de proteccionismo más o menos intenso.

4. La Sociedad Industrial

4.1. El Proceso de Urbanización

La difusión de la industrialización y la organización fabril de la producción obligaron a los trabajadores a concentrarse en torno a la fábrica y a trasladarse a las ciudades. Este proceso provocó un cambio en la localización de la población en el territorio que dio lugar a la multiplicación y crecimiento de las ciudades, la sociedad urbana. La emigración interior hacia las ciudades procedió de las áreas rurales circundantes.

4.2. La Segregación Urbana

El rápido crecimiento de las ciudades originó una segregación social por barrios. La burguesía edificó nuevos barrios residenciales donde la suciedad y la contaminación industrial eran menores. En estos barrios se construyeron edificios que se articulaban alrededor de grandes avenidas y se dotaron de servicios públicos, como la iluminación y el alcantarillado. En ellos se instalaron oficinas, comercios y viviendas en las que la burguesía podía mostrar su riqueza y gozar de todo tipo de comodidades. Los barrios obreros crecieron rápidamente y, a menudo, sin ninguna planificación; las calles no estaban pavimentadas y tampoco había alcantarillado. La calidad de los edificios era muy baja, no había agua corriente ni baños individuales.

4.3. La Nueva Sociedad Industrial

El triunfo de la industrialización y la instauración del capitalismo comportaron una transformación de la sociedad del Antiguo Régimen. Muchos pequeños propietarios se convirtieron en jornaleros, a la vez que el número de campesinos fue disminuyendo como resultado de la concentración de la propiedad y la mecanización. La consolidación de la producción fabril arruinó a la mayor parte de los artesanos. Muchos campesinos y artesanos pasaron a engrosar las filas del naciente proletariado industrial.

La aristocracia, ligada a la propiedad de la tierra, perdió parte de su relevancia social ante la consolidación del poder económico como pilar del estatus social. Hasta la Revolución Industrial, la tierra fue la principal fuente de poder, pero con el afianzamiento del capitalismo industrial surgió una nueva clase, la burguesía, vinculada a la propiedad de fábricas, cuya riqueza aumentó a un ritmo muy rápido y disputó a la aristocracia su preeminencia social.

En el nuevo mundo industrial, los empresarios, los banqueros y los grandes propietarios agrícolas formaban esta burguesía, que se convirtió en la élite social. Gracias a su riqueza y a su creciente influencia política y cultural, organizó la sociedad en función de sus ideas y de sus valores.

Los nuevos valores burgueses se basaban en la exaltación de la propiedad privada, el trabajo, el ahorro y el individualismo. Eran los jóvenes varones quienes accedían a la enseñanza secundaria y a la universidad, de manera que las élites políticas, científicas y culturales surgieron de esta clase social. La familia continuó siendo el núcleo esencial de transmisión y consolidación del patrimonio, y la vivienda familiar se convirtió en un símbolo de prosperidad y de estatus social. Las familias de la alta burguesía disfrutaban de servicio doméstico, de vestidos elegantes, de institutrices y tutores para la educación de los hijos, y se esforzaban en ostentar su lujo y refinamiento. En medio de esta élite económica y los trabajadores fabriles surgió la clase media, cuyo rasgo común era que no ejercía un trabajo manual. Estaba formada por profesionales liberales, a los que se sumaron nuevas profesiones. La situación de la mayoría de la población quedó muy lejos del nivel de vida de la burguesía. Los asalariados constituían el grueso de la fuerza de trabajo, necesaria para mover máquinas y producir los bienes, y que vendían a cambio de un salario. Sus condiciones laborales eran precarias, sus sueldos escasos y sus jornadas muy largas.

4.4. Las Mujeres en la Sociedad Industrial

La sociedad industrial consolidó una clara diferenciación social: la esfera pública quedaba para los hombres y la esfera doméstica para las mujeres. La mujer se orientaba hacia el matrimonio y su situación jurídica y legal reflejaba inferioridad: el Código Civil decía que la mujer casada tenía la obligación de obedecer a su marido y necesitaba permiso para cualquier acto legal. También carecían de derechos políticos. La vida de las mujeres de clase media y alta transcurría en el hogar. Sus tareas eran el cuidado de la casa y de los hijos. Su educación se consideraba como subsidiaria y sus estudios se orientaban a la adquisición de nociones básicas de lectura, escritura y cálculo, y también materias consideradas como femeninas: religión, música y hogar. La situación era muy diferente para las mujeres campesinas, que unían las labores domésticas con el trabajo agrícola.

La industrialización comportó el resurgimiento de la mujer obrera, puesto que el salario del hombre era insuficiente. Las mujeres realizaban largas jornadas, a las que se añadía el cuidado de la casa y la familia; la remuneración era inferior a la del hombre y su trabajo gozaba de escasa valoración social. Se dedicaban al sector textil, pero también un gran número de mujeres jóvenes ejercían el servicio doméstico.

Liberalismo y Nacionalismo

1.1. Las Causas de la Revolución Francesa

En la Francia de finales del siglo XVIII, amplios sectores sociales deseaban cambios. A lo largo de ese siglo se había producido una subida de los precios y un auge de los negocios y la industria. La burguesía conseguía elevados beneficios económicos. La ordenación estamental y los privilegios de sangre le impedían acceder al poder político. Animados por las nuevas ideas ilustradas, los burgueses reclamaban cambios políticos que acabasen con el intervencionismo estatal, los privilegios aristocráticos y el absolutismo.

Una poderosa aristocracia se aferraba al viejo modelo feudal. Los privilegiados veían con preocupación cómo el alza de precios perjudicaba a quienes vivían de rentas fijas y se esforzaban por consolidar y aumentar sus privilegios, oponiéndose a cualquier intento de cambio. Una grave crisis económica acabó de complicar la situación. Las condiciones de vida del campesinado se vieron agravadas por el aumento de cargas feudales. Las malas cosechas abocaron a la miseria a miles de familias y las protestas se multiplicaron. En la ciudad, el alza de los precios agrarios comportó la carestía de los productos básicos, provocando el hambre y el malestar del pueblo. Una crisis industrial, originada por la apertura del mercado francés a la concurrencia inglesa, trajo consigo el cierre de muchos talleres y fábricas y acentuó el paro entre los trabajadores. Las huelgas y motines se incrementaron en vísperas de la revolución. Las finanzas reales estaban en situación de déficit crónico debido a que la aristocracia no pagaba impuestos y el Tercer Estado cargaba con todos los tributos.

1.2. La Convocatoria de Estados Generales

Calonne propuso la contribución de la nobleza al pago de impuestos como única medida para aliviar la situación. La nobleza se opuso a las diversas peticiones de pago, alegando que solo los Estados Generales podían aprobar nuevas cargas fiscales. La rebelión nobiliaria provocó una grave crisis política y obligó al monarca a convocar los Estados Generales. La situación de descontento en Francia explica la intensa agitación política que se produjo para elegir a los representantes de cada estamento y para elaborar los denominados Cuadernos de Quejas, que recogían las peticiones del rey. Todos los cuadernos mostraban el descontento con la monarquía, pero los del Tercer Estado incorporaban aspiraciones como la supresión de los derechos feudales o la abolición de privilegios, y propuestas revolucionarias como una Constitución, la soberanía de la nación y las libertades políticas.

1.3. La Ruptura de Julio de 1789

Los Estados Generales se abrieron en Versalles. Las reuniones y deliberaciones se hacían, según la tradición, de forma separada por estamentos, y cada estamento tenía un único voto. La nobleza y el clero estaban seguros de imponer su voluntad, pero inmediatamente los representantes del Tercer Estado reclamaron la reunión conjunta de los estamentos y el voto por persona. Solo así podrían hacer valer su número. El rey y los privilegiados se negaron a tal pretensión y los Estados Generales se suspendieron.

Los representantes del Tercer Estado se reunieron en un pabellón en París, el Jeu de Paume, se constituyeron en Asamblea Nacional y juraron no abandonar el lugar sin haber dotado a la nación de una Constitución que garantizase sus derechos. El monarca cedió a las demandas y los Estados Generales se convirtieron en Asamblea Nacional Constituyente. La llegada de unos soldados a París alimentó la idea de una intervención militar para acabar con la Asamblea. El pueblo asaltó la prisión de la Bastilla, símbolo del absolutismo. Los revolucionarios formaron cuerpos armados en defensa, la llamada Guardia Nacional. Estas acciones consagraban la irrupción de las masas en el proceso revolucionario y suponían una ruptura con el absolutismo.

Las noticias de lo sucedido en París se propagaron y una verdadera revuelta antiseñorial se extendió por toda Francia. Los campesinos se negaban a pagar rentas, pedían reparto de tierras, atacaban castillos e incendiaban casas, campos y archivos señoriales. En las ciudades, las masas populares protagonizaron revueltas que recibieron el nombre de Grande Peur (Gran Miedo). Exigían el control de los productos de primera necesidad y el castigo de los especuladores y los funcionarios corruptos.

1.4. La Asamblea Nacional Constituyente (1789-1791)

Los diputados tenían que legislar para abolir el Antiguo Régimen, pero también debían satisfacer a una población que defendía la revolución con armas y que era protagonista de los cambios políticos. Se procedió a la abolición jurídica del feudalismo. Los estamentos, la servidumbre personal, los diezmos, las rentas y la justicia señoriales fueron suprimidos. Se aprobó la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, que otorgaba la condición de ciudadanos libres e iguales ante la ley, dotados de derechos naturales, políticos y de la propiedad. Reconocía el derecho a la resistencia contra la opresión y estableció la soberanía de la nación.

Se inició la redacción de una Constitución. El texto defendía una monarquía constitucional basada en la división de poderes. Se mantuvo el derecho a veto del rey, que le permitía bloquear leyes, y se estableció el sufragio censitario e indirecto, que limitaba la participación a los ciudadanos activos, definidos por un nivel de renta. Se impuso una nueva división territorial, se abolieron las aduanas interiores y se estableció la libertad de comercio. Se declaró a todos los ciudadanos iguales ante la fiscalidad y se aumentaron los impuestos sobre las fortunas y propiedades. Se garantizó la libertad de empresa y se prohibieron los gremios y cualquier asociación de empresarios o de trabajadores. Se llevó a cabo una desamortización de los bienes del clero y el Estado se aseguró el mantenimiento del culto. También se separó la Iglesia del Estado y se autorizó el divorcio. Una Constitución Civil del Clero impuso el juramento constitucional a los eclesiásticos y provocó la división entre los sacerdotes refractarios y los constitucionalistas.

1.5. La Radicalización de la Revolución: La Caída de la Monarquía (1791-1792)

El proceso revolucionario tuvo que hacer frente a la oposición de los antiguos privilegiados, contrarios a las reformas. Los nobles emigrados al extranjero y los eclesiásticos refractarios alentaban la intervención de las potencias europeas para restablecer el Antiguo Régimen. El frente patriótico empezó a dividirse. Un grupo formado por los monárquicos liberales y la burguesía propietaria (constitucionalistas) intentaban frenar las conspiraciones de los absolutistas y las demandas más revolucionarias. Consideraban que la revolución había conseguido con las reformas todos sus objetivos. Medidas como el derecho a veto del rey, la obligación de rescatar los derechos feudales y el sufragio censitario mostraban la voluntad de este sector moderado de respetar la monarquía, el derecho a la propiedad e impedir el acceso a la política de los sectores populares. Otro sector, más radical, reclamaba una organización más democrática que beneficiase a los más desfavorecidos. Este sector estaba representado por los jacobinos y los cordeliers, que se organizaban en clubes políticos y contaban con el apoyo de los sans-culottes, los sectores populares urbanos.

La familia real intentó fugarse para reunirse con las tropas austriacas e iniciar la invasión del país, pero fue descubierta en Varennes y enviada de vuelta a París. La noticia desprestigió la monarquía ante el pueblo. Se eligió a los diputados del nuevo parlamento o Asamblea Legislativa. En abril de 1792, la Asamblea decidió declarar la guerra a Austria, considerada el foco de la contrarrevolución.

1.6. La Convención Nacional: Una República Democrática (1792-1795)

El 10 de agosto de 1792, los sans-culottes asaltaron el Palacio de las Tullerías y la Asamblea Legislativa suspendió las funciones del rey. Se convocaron elecciones por sufragio universal masculino para elegir una nueva asamblea, la Convención Nacional. El día de la batalla de Valmy (20 de septiembre de 1792) supuso la primera victoria del nuevo ejército republicano contra los absolutistas europeos. Su primera medida fue la abolición de la monarquía y la proclamación de la República.

· La Convención Girondina

Inicialmente, el gobierno estaba en manos de los girondinos, que adoptaron posiciones moderadas que disgustaron a las masas populares. En la Convención, una serie de problemas fueron enfrentando a los girondinos con los montañeses, convertidos en la voz de los más radicales. El primer problema era qué hacer con el rey Luis XVI. Los girondinos eran partidarios de castigarlo por la traición, pero no querían procesarlo hasta que no acabara la guerra. Los jacobinos querían procesarlo y la presión popular (sans-culottes) obligó a juzgarlo y condenarlo: Luis XVI fue guillotinado en enero de 1793 y María Antonieta unos meses después. La ejecución acentuó las divisiones y dio impulso a una coalición europea antirrevolucionaria. La situación se agravó con la insurrección campesina del departamento de Vendée, provocada por el hambre y las nuevas levas. Fue iniciada por los curas refractarios y los nobles, que impulsaron la formación de un ejército realista. Mientras, en París, los sans-culottes reclamaban reformas sociales y económicas igualitarias. Pero el gobierno girondino se negaba a tomar medidas. Los jacobinos creyeron que había llegado el momento de dar un golpe de timón y de llevar a cabo una experiencia nueva de gobierno social y democrático.

· La Convención Jacobina: El Terror

En junio de 1793, los jacobinos arrestaron y ejecutaron a algunos de los principales dirigentes girondinos e inauguraron la etapa de la Convención jacobina, la más radical de la revolución. Aprobaron una nueva Constitución que estableció la soberanía popular y el sufragio universal masculino. Establecieron un gobierno revolucionario, que suspendió las garantías constitucionales e inició una política conocida como el Terror, cuyo objetivo era acabar con los enemigos interiores y exteriores de la revolución y satisfacer a los sectores populares más radicalizados. El Comité de Salvación Pública concentró todos los poderes y tomó medidas excepcionales. Se implantaron una serie de reformas sociales pedidas por los sans-culottes: precio máximo de los artículos de primera necesidad y salarios mínimos. Se tomaron una serie de medidas para cambiar la sociedad francesa: se estableció la educación primaria con carácter gratuito y obligatorio, se aprobó el establecimiento de un nuevo calendario y se inició un proceso de descristianización. Los más radicales reclamaban todavía mayor igualdad, mientras que la burguesía moderada deseaba poner fin a las reformas jacobinas. En julio de 1794, Robespierre fue derrocado y ejecutado, poniendo fin al Terror.

· La República Burguesa (1795-1799): Directorio

Tras la caída de los jacobinos, se inició la tercera etapa de la Revolución Francesa, que supuso el desmantelamiento de la legislación jacobina y el inicio de un proceso que situó a la burguesía conservadora como la gran beneficiaria de la revolución. Se aprobó una nueva Constitución que restableció el sufragio censitario, definió un nuevo poder ejecutivo, el Directorio, y estableció un legislativo dividido en dos cámaras, el Consejo de Ancianos y el Consejo de los Quinientos. El Directorio reprimió las revueltas populares dirigidas por los sectores más izquierdistas que defendían la continuidad de la revolución. Adquirió relevancia la Conspiración de los Iguales, que pretendía establecer una sociedad igualitaria. Fue abortada y sus dirigentes ejecutados. El Directorio tuvo que enfrentarse a la reorganización del movimiento realista. El mayor éxito de esta etapa fue la política exterior. La guerra contra las coaliciones europeas era favorable a Francia, sus fronteras se extendían y su ejército gozaba de gran prestigio. La burguesía empezó a pensar en el ejército como la única posibilidad de mantener el orden social, consolidar las conquistas en el exterior y defender los principios revolucionarios. En 1799, Napoleón Bonaparte protagonizó un golpe de Estado y accedió al poder, clausurando definitivamente la revolución e iniciando el Consulado.

2. La Era Napoleónica

2.1. La Francia de Napoleón Bonaparte

Napoleón compartió el poder con dos cónsules, pero en 1802 se declaró cónsul único y vitalicio. El Consulado se dotó de una nueva Constitución que establecía un ejecutivo fuerte, limitaba el sufragio a los más ricos y anulaba la Declaración de Derechos. Napoleón acabó con las protestas populares y reprimió el jacobinismo y las tendencias democráticas. Integró a los realistas en el régimen con medidas como el retorno de los emigrados y el restablecimiento del culto católico a través de un concordato. Napoleón fue progresivamente acumulando poder hasta que en 1804 se hizo coronar emperador.

Napoleón abordó la creación de nuevas instituciones y una serie de reformas. Elaboró un Código Civil, un Código de Comercio y un Código Penal que sancionaban la igualdad ante la ley, el derecho a la propiedad, la libertad individual, de conciencia y de trabajo, y el libre acceso a los cargos públicos. Realizó una centralización administrativa, mediante prefectos, representantes del jefe del Estado en los departamentos, que se encargaban de aplicar las disposiciones del gobierno. Desarrolló la enseñanza pública y la uniformización lingüística.

2.2. El Dominio de Europa

La acción exterior fue otro gran componente de la etapa napoleónica. Napoleón emprendió una política de conquistas y consiguió dominar Europa. Pretendía crear un imperio con el centro en Francia e implantar las instituciones revolucionarias en los territorios ocupados. Su condición de invasor generó fuertes resistencias por parte del absolutismo y de los liberales.

El dominio francés sobre Europa alcanzó su cenit en 1812. A partir de ese momento, el fracaso en Rusia, las dificultades en España y la formación de una gran coalición europea provocaron el declive de Napoleón. La ocupación de París por las fuerzas coaligadas comportó la destitución de Bonaparte y el restablecimiento de los Borbones, en la persona de Luis XVIII. Napoleón fue confinado en la isla de Elba, pero el descontento popular tras la restauración del absolutismo favoreció su efímero retorno (los Cien Días). Fue definitivamente derrotado por las potencias coaligadas en la batalla de Waterloo (1815) y confinado en la isla de Santa Elena.

3. La Restauración

3.1. El Sistema de Restauración: El Congreso de Viena

Las grandes potencias se reunieron en el Congreso de Viena (1814-1815) bajo el patrocinio del canciller austriaco Metternich, el gran inspirador de los principios de la Restauración. El objetivo era volver al Antiguo Régimen y acabar con los principios de la soberanía nacional y del constitucionalismo. El retorno al absolutismo se fundamentó en el rechazo de la revolución y en el legitimismo, que reconocía el derecho de los monarcas hereditarios a recuperar su trono. Ante la imposibilidad de retornar totalmente al absolutismo, tuvieron que hacerse ciertas concesiones para atraer a la burguesía partidaria de reformas. Así, en Francia, Luis XVIII promulgó una Carta Otorgada que reconocía algunos derechos políticos y el funcionamiento de dos cámaras con unas limitadas atribuciones. En el Imperio austriaco, Rusia y en España, la Restauración supuso el pleno restablecimiento del Antiguo Régimen, mientras que en Gran Bretaña se mantuvo el sistema parlamentario.