La Constitución de 1931
El 9 de diciembre de 1931 se aprobó la Constitución de 1931, que constaba de 125 artículos, y cuyas principales características eran:
- El Estado español era definido como “una República de trabajadores de todas clases”
- Establecía un régimen democrático, parlamentario y laico
- Soberanía popular
- Separación de poderes: parlamento unicameral, diputados elegidos cada 4 años por sufragio universal; el poder ejecutivo en manos del Jefe de Gobierno y el Presidente de la República y el judicial encabezado por el Tribunal Supremo
- Sufragio universal total, 1ª vez que votan las mujeres
- Estructura descentralizada del Estado, con autonomía para municipios y regiones. El proceso para configurar las autonomías es: proyecto → referéndum regional → aprobación en Cortes
- Derechos y libertades plenas: de culto, reunión, asociación, libertad de expresión, inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia.
- Derechos sociales: seguridad social, protección del trabajo infantil y de las mujeres, reducción de la jornada laboral, salario mínimo
- Se contempla la posibilidad de nacionalización y de expropiación por interés común o público
- Separación Estado-Iglesia: fin del mantenimiento del clero, prohibición de ejercer la enseñanza a las órdenes religiosas, disolución de la compañía de Jesús. Se instaura el matrimonio civil y el divorcio.
El Bienio Radical-Cedista (1933-1936)
Se desarrolla entre noviembre de 1933 y febrero de 1936. Alcalá Zamora sigue siendo el presidente de la República. Los gobiernos se construyeron a partir de dos fuerzas mayoritarias: el Partido Radical de Lerroux y la CEDA de Gil Robles. Esta colaboración, que no gustaba a nadie, pero que venía impuesta por la fragmentación del Parlamento, hizo que la evolución del Consejo de Ministros fuera muy accidentada, hasta el punto de que durante el bienio se sucedieron diez gabinetes. En este periodo podemos distinguir tres etapas: 1ª de predominio radical, 2ª radical-cedista y 3ª de gobiernos técnicos.
Tras las elecciones, Lerroux formó un gabinete conformado exclusivamente por miembros de su partido. La CEDA apoyó al gobierno desde el Parlamento, por lo que Lerroux se vio obligado a iniciar lo que aquella reclamaba: una política de rectificación de las reformas del bienio anterior, concretada en su paralización:
- Paralización de la reforma agraria: expulsión de los jornaleros de las tierras ocupadas.
- Paralización de la reforma militar y designación para puestos clave de militares claramente antirrepublicanos como Franco o Mola. Amnistía para los participantes en el golpe de Sanjurjo.
- Conciliación con la Iglesia Católica mediante la paralización del proceso de secularización de la enseñanza y la restitución de sus antiguos derechos.
- Paralización de las reformas educativas: parón en el programa de construcciones escolares y anulación de la enseñanza mixta.
- Enfrentamiento a los nacionalismos periféricos: freno al proyecto de Estatuto de Autonomía vasco, presentado por el PNV y enfrentamientos con la Generalitat catalana, que presidía Lluis Companys, dirigente de ERC, desde enero de 1934.
La Revolución de Octubre de 1934 y sus Consecuencias
Desde finales de 1933 se fue configurando la Alianza Obrera, un pacto entre las fuerzas obreras “trabajar de común acuerdo hasta conseguir la revolución social en España”. La entrada de tres ministros de la CEDA en el gobierno en octubre de 1934 fue interpretado por la izquierda como el anuncio del triunfo inminente del fascismo en España. PSOE, UGT, CNT y PCE, llamaron a la huelga general contra el gobierno, pero el seguimiento fue muy desigual:
- El movimiento fracasó en Madrid. El gobierno acuarteló a las tropas y detuvo a los principales dirigentes socialistas y comunistas.
- En Barcelona, Companys, desde la presidencia de la Generalitat, dirigió una insurrección con claro matiz independentista, rápidamente reprimida por el Ejército.
- En el País Vasco y en las cuencas mineras de Palencia y León hubo enfrentamientos armados pero la insurrección fracasó.
- En Asturias la huelga triunfó y degeneró en una verdadera revolución organizada por la UGT y la CNT. La persistencia de la insurrección llevó al gobierno a optar por una fuerte represión, dirigida desde Madrid por los generales Godet y Franco (que tenía experiencia al haber participado en la represión de la huelga general de 1917 en Asturias) a través del envío de los Regulares y de La Legión.
El balance de la Revolución de Octubre de 1934 fue aterrador: más de mil quinientos muertos, el doble de heridos, treinta mil detenidos, entre ellos Companys y Azaña, que no había apoyado el levantamiento, y los principales dirigentes del PSOE. La reacción del gobierno fue el endurecimiento de su política: se suspendió el estatuto de autonomía de Cataluña y se redactó una nueva Ley de Reforma Agraria, que en la práctica era una verdadera contrarreforma. La represión unió a las fuerzas de la izquierda. El prestigio de Azaña aumenta, forma el partido Izquierda Republicana. Poco después se inician los contactos para formar el Frente Popular.
En el seno del gobierno, las diferencias entre el Partido Radical y la cada vez más extremista CEDA eran evidentes. Pero la crisis definitiva vino con un escándalo de corrupción, el del Estraperlo, que afectó a altos cargos gubernamentales. Lerroux y el Partido Radical cayeron en un descrédito total. La aparición de nuevos escándalos (asunto Nombela) junto con la negativa del Presidente de la República a conceder la Jefatura del Gobierno a Gil Robles abocó a la convocatoria de elecciones en febrero de 1936. Entre la salida del gobierno de Lerroux y las elecciones hubo gobiernos técnicos presididos por Joaquín Chapapietra y después por Manuel Portela Valladares.