La Segunda República Española: Del Bienio Radical-Cedista al Frente Popular y la Guerra Civil

III. El Bienio Radical-Cedista (1933-1936)

1. Las bases sociales de la República de derechas

El descontento generalizado contra el Gobierno, debido a su torpeza o a sus excesos en la represión de motines campesinos (tanto por parte de derechas como de izquierdas), fue aprovechado por las fuerzas conservadoras, agrupadas principalmente en la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA). Estas fuerzas obtuvieron el triunfo en las elecciones de 1933, favorecidas por la ley electoral que primaba a las coaliciones y castigaba la dispersión del voto. Así, se inició un nuevo periodo denominado el Bienio Derechista, que se puede dividir en dos etapas:

  • El periodo radical, con un gobierno exclusivamente del Partido Radical, presidido frecuentemente por Alejandro Lerroux.
  • El periodo radical-cedista, con la entrada de ministros de la CEDA en coalición con los radicales.

Las bases del cambio operado en 1933 fueron, entre otras:

  • La oligarquía latifundista, que se organizó en la Agrupación Nacional de Propietarios Agrarios.
  • La coalición de la patronal en la Unión Económica Nacional.
  • La reorganización de las fuerzas conservadoras en Acción Popular, que más tarde se transformaría en la CEDA, integrando al resto de las organizaciones católicas y las oligarquías agrarias o financieras.

La polarización de una parte de la derecha hizo surgir dos nuevas formaciones: las Juntas Ofensivas Nacional-Sindicalistas (JONS) y Falange Española. Tras las elecciones, el presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, encargó formar gobierno al Partido Radical (aunque el ganador fue la CEDA) para intentar lograr un cierto equilibrio. Este partido no tuvo más remedio que aceptar los planteamientos ideológicos de la CEDA para mantenerse en el gobierno.

2. La Revolución de Octubre de 1934 y sus consecuencias

La entrada de la CEDA en el gobierno provocó la reacción de algunos sectores de la izquierda que se sentían traicionados, iniciándose levantamientos como el de Cataluña (con el intento de proclamar el Estat Català) o el de Asturias. En Cataluña, Esquerra Republicana de Catalunya se rebeló contra el Gobierno, pero las tropas dirigidas por Domingo Batet reprimieron el levantamiento en unas horas. El resultado fue la suspensión del Estatuto de Autonomía y el encarcelamiento del Gobierno catalán.

En Asturias se produjo una verdadera revolución obrera donde comunistas, anarquistas y el ala radical del PSOE se armaron y, con la dinamita de los mineros, tomaron el poder, formando gobiernos revolucionarios después de destruir todo tipo de resistencias. El Gobierno republicano, al fracasar el diálogo, envió a las tropas de África, dirigidas desde Madrid por Francisco Franco. La represión fue sangrienta y abrió un foso profundo entre izquierdas y derechas. El Gobierno republicano encarceló a muchos líderes de izquierda y se suspendió de empleo y sueldo a cualquier sospechoso de simpatía con los revolucionarios.

3. La reforma de la legislación azañista y el fin del bienio

Respecto a la cuestión religiosa, el Estado siguió pagando parte del sueldo a los sacerdotes mientras los colegios católicos continuaron funcionando con normalidad. Desde un punto de vista laboral, se derogó la Ley de Términos Municipales, concediéndoles más poder a los terratenientes. En lo militar, no se cambió la reforma de Manuel Azaña, pero se indultó a los militares que intervinieron en la Sanjurjada. En el aspecto político, se produjo un enfrentamiento con la Generalitat de Cataluña, como ya hemos visto, y se bloqueó el estatuto para el País Vasco.

La experiencia republicana derechista se caracterizó por su inestabilidad y por las tensiones internas (entre radicales y cedistas) y externas. La extrema derecha acusaba al gobierno de complicidad con la izquierda y viceversa. Además, las causas del hundimiento de esta etapa fueron las consecuencias de las revoluciones de Cataluña y Asturias y la corrupción, con casos como el del estraperlo.

IV. El Frente Popular (febrero-julio de 1936)

1. Formación y programa del Frente Popular y las elecciones de febrero de 1936

El comunismo internacional cambió de estrategia: la política a seguir debía pasar por el establecimiento de Frentes Populares, que implicaban la alianza de partidos socialistas y comunistas con burgueses antifascistas, frente al enemigo común, el fascismo.

El proyecto frentepopulista se llevó a cabo en España. El Gobierno, comprometido en sobornos y escándalos financieros, convocó elecciones para el 16 de febrero de 1936. La conjunción republicano-socialista se preparó para la consulta con la firma de una alianza electoral, o Frente Popular, en la que estarían representadas las izquierdas y gran parte de las fuerzas progresistas. Su programa hacía hincapié en el restablecimiento de la política de reformas del primer bienio y en la concesión de una amnistía para los encarcelados de la Revolución de Octubre. Este programa era socialdemócrata reformista. Aunque la derecha consiguió formalizar alianzas en muchas provincias, careció del sentimiento de unidad que le dio a la CEDA el triunfo en 1933. La experiencia de dos años de poder pasaba factura al centro-derecha, con discrepancias y divisiones.

Beneficiada la izquierda por una ley electoral que estimulaba la formación de coaliciones, los candidatos del Frente Popular arrebataron al centro-derecha sus escaños y consiguieron con holgura la mayoría absoluta necesaria para gobernar.

2. La conflictividad social

Los resultados electorales provocaron los primeros conatos de fuerza entre los perdedores. La vida política estaba asfixiada por el radicalismo proletario y los miembros de las organizaciones de derechas las abandonaron para militar en movimientos más extremistas. La Falange multiplicaba sus actuaciones violentas. Los rumores de golpe de Estado provocaban antimilitarismo en la prensa de izquierdas, lo que contribuía al clima de violencia. La situación se complicó más cuando el Congreso decidió deponer a Alcalá-Zamora de su cargo de presidente de la República, siendo sustituido en mayo de 1936 por Manuel Azaña, quien perdía capacidad de acción, pues carecía de funciones ejecutivas, asignadas por la Constitución a la jefatura del Gobierno. Durante los meses de junio y julio, tanto el campo como las ciudades fueron testigos de la agitación revolucionaria. El 12 de julio, unos pistoleros desconocidos asesinaron al teniente José del Castillo, de la Guardia de Asalto; al día siguiente, como venganza, cayó asesinado José Calvo Sotelo, líder de la derecha parlamentaria.

3. La conspiración contra el gobierno del Frente Popular

La República destinó al general Emilio Mola a Pamplona en su deseo de alejar de Madrid a los militares sospechosos. Allí se ganó al brazo armado del carlismo y se erigió en director de la conspiración que habían comenzado los dirigentes monárquicos. También los generales Franco y Manuel Goded Llopis habían maquinado a gusto, hasta encontrar la ocasión. El 17 de julio de 1936, la guarnición de Melilla se sublevó y declaró el estado de guerra en Marruecos. Desde Canarias, Franco voló a Tetuán para ponerse al mando del ejército africano, mientras el levantamiento se ponía en marcha en la Península. En pocos días, ante el fracaso del levantamiento en las principales ciudades de España, el enfrentamiento entre las fuerzas sublevadas y las leales al Gobierno se convirtió en una Guerra Civil.