El Gobierno Republicano-Socialista y sus Reformas
Tras la aprobación de la Constitución, se inició un nuevo periodo con un gobierno presidido por Manuel Azaña, formado por republicanos de izquierda y socialistas. En diciembre, Alcalá Zamora fue elegido presidente de la República.
El gobierno republicano-socialista emprendió un amplio programa de reformas basadas en el regeneracionismo, aunque el contexto económico no era favorable. Las principales medidas fueron:
Reformas Educativas y Culturales
- Construcción de nuevas escuelas con nuevos profesores.
- Fomento de la enseñanza secundaria.
- Potenciación de la investigación universitaria.
Reforma Militar
- Reducción del número de oficiales.
- Obligación a los militares de realizar estudios universitarios.
- Creación de la Guardia de Asalto.
Esta reforma, impulsada por Azaña, buscaba someter a los mandos del Ejército e impedir nuevas intervenciones militares.
Reforma Agraria
En 1932 se aprobó la Ley de Reforma Agraria, aunque su aplicación fue un fracaso, lo cual provocó una decepción generalizada entre el campesinado.
Reforma Religiosa
- Supresión de la obligatoriedad de la enseñanza de la religión.
- Disolución de la orden de los jesuitas.
- Expulsión del Cardenal Segura.
- Retirada de crucifijos y símbolos religiosos en aulas y dependencias oficiales.
Reforma Territorial
- Aprobación del Estatuto catalán en 1932.
- Rechazo del Estatuto vasco por las Cortes en 1932.
Reformas Laborales
- Salario mínimo.
- Creación de Jurados Mixtos.
- Ley de Términos Municipales.
Estas reformas laborales fueron impulsadas por Largo Caballero.
Reacciones al Reformismo
La oposición conservadora quedó restringida a las Asociaciones Patronales, como el Partido Radical de Lerroux.
Por otro lado, en la izquierda, la Confederación Nacional de Trabajo (CNT), marcada por los militantes de la Federación Anarquista Ibérica (FAI), siguió su línea extremista. El Partido Comunista de España (PCE) también se hallaba en una línea radical, defendida por Stalin y el Komintern.
Tensiones Sociales y Golpe de Estado
La crisis económica, la línea radical propiciada por la CNT y la negativa de la patronal a las reformas llevaron a un marco de fuertes tensiones sociales. En agosto de 1932, el general Sanjurjo, de derecha, intentó llevar a cabo un golpe de Estado, que fracasó.
Las Cortes aprobaron la Ley de Reforma Agraria y el Estatuto de Autonomía de Cataluña, en el cual Esquerra Republicana de Catalunya triunfó en las primeras elecciones autonómicas.
Desgaste del Gobierno y Nuevas Elecciones
En 1933, el desgaste del gobierno y los efectos de la crisis económica mundial eran cada vez más notables. En enero de 1933, se produjeron los graves incidentes de Casas Viejas (Cádiz).
En noviembre de 1933, se convocaron nuevas elecciones. La derecha se había reorganizado y se presentaron tres nuevos grupos:
- La Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), dirigida por Gil Robles.
- Renovación Española, dirigida por Calvo Sotelo.
- Falange Española, dirigida por José Antonio Primo de Rivera.
Las elecciones dieron la victoria a los grupos conservadores: Partido Republicano Radical y la CEDA.
La Nueva Monarquía Borbónica
El cambio dinástico trajo consigo las ideas políticas francesas, defensoras de una monarquía absoluta, fuerte, centralista y unificada. Para lograrlo, se realizaron reformas en el gobierno, la administración y los territorios americanos, destacando los Decretos de Nueva Planta, que suprimían los fueros e instituciones de Aragón, respetando únicamente los navarros y vascos.
Los consejos fueron sustituidos por secretarios de Despacho, salvo el de Castilla, que se convirtió en Consejo de Estado. Las Cortes nacionales se clausuraron y pasaron a ser unas únicas Cortes Generales del Reino (se mantuvieron las de Navarra). Se impuso la Ley Sálica y se inició un proceso de cambio político en el que la nobleza fue sustituida por burócratas.
Estas reformas políticas necesitaron una nueva administración territorial: los virreyes fueron sustituidos por Capitanes Generales; el territorio se dividió en provincias con un intendente; se sustituyeron los tercios por los regimientos; y en América se crearon dos nuevos Virreinatos y cuatro Capitanías Generales.
Esta política centralista se aplicó también a la Iglesia con el Patronato Universal, reconocido en el Concordato de 1753; a la Hacienda, estableciendo un impuesto único para todo el reino, basado en el Catastro del Marqués de la Ensenada. La nueva organización económica se basó en el mercantilismo y fomentó el intervencionismo del Estado en la economía. Ejemplo de ello son las manufacturas reales, creadas para impulsar la producción y el comercio interior.
- Regalismo: doctrina que defiende la primacía del poder real sobre el religioso.
- Patronato Universal: derecho dado por el Concordato de 1753, ampliando el derecho de presentación de los obispos y otros cargos a todos los canónigos, prebendas y beneficios, excepto los 52 que se reservaba el papa.
- Impuesto único: cada reino de la Corona de Aragón aportaba una cantidad equivalente a la castellana, que recibía distintos nombres: catastro en Cataluña, equivalente en Valencia, única contribución en Cataluña y talla en Baleares.
Las Reformas Borbónicas en América
El crecimiento económico en América fue generalizado, lo que en una sociedad ya jerarquizada por criterios étnicos (república de españoles y república de indios), posibilitó la consolidación de una burguesía criolla. La principal actividad económica fue la explotación minera, sobre todo de plata, destacando las minas de Potosí y Zacatecas en zonas como Perú y México, respectivamente.
Las reformas a favor de la liberalización del comercio impactaron favorablemente en el desarrollo de actividades agrícolas, destinándose a la exportación la producción de las plantaciones tropicales y caribeñas (tabaco, azúcar, frutales). Relacionado con esta actividad, surgió el mercado esclavista, que supuso que cientos de miles de africanos fueran a trabajar a las plantaciones, incorporándose un nuevo grupo étnico al continente. La ganadería también se orientó al comercio, apareciendo extensas haciendas ganaderas. La industria se especializó en producir aquello que la metrópoli no proporcionaba. Sin embargo, también destacaron la industria textil y la industria naviera.
Los Borbones se concentraron en el control territorial de América, pues ahí depositaron sus esperanzas para regenerar la economía, aunque la estructura del comercio se mantuvo igual desde los Austrias. La Casa de Contratación se trasladó a Cádiz. Se fundaron compañías comerciales (como la Guipuzcoana de Caracas). Para revitalizar el comercio y evitar la competencia de Inglaterra y la piratería, Carlos III decidió liberalizar el comercio con América (1778) y permitió comerciar a cualquier español desde cualquier puerto, terminando con el monopolio de Sevilla y Cádiz.
También con un enfoque económico y fiscal, se fundaron dos nuevos virreinatos: el de Nueva Granada (1717) y el del Río de la Plata (1776). Se crearon nuevas audiencias y se implantaron las intendencias.