Las Cortes de Cádiz, reinado de Fernando VII y reinado de Isabel II

Las Cortes de Cádiz

Las Juntas Provinciales y la Junta Central

Las Abdicaciones de Bayona habían creado un vacío de autoridad. Muchos españoles se negaron a obedecer a una autoridad que consideraban ilegítima. Para llenar este vacío y organizar la insurrección contra los franceses, se organizaron Juntas Provinciales que asumieron la soberanía.

En septiembre de 1808 se constituyó la Junta Central Suprema que asumió la totalidad de los poderes soberanos y se estableció como máximo órgano de gobierno. Convocó reunión de Cortes extraordinarias en Cádiz. En 1810, la Junta cedió el poder a una Regencia que no paralizó la convocatoria de Cortes.

Las Cortes de Cádiz

 Las Cortes reunidas tenían predominio de elementos burgueses y cultos procedentes de las zonas del litoral.

  Las sesiones de Cortes comenzaron en septiembre de 1810 y se formaron dos grupos de diputados enfrentados:

  • liberales: partidarios de reformas inspiradas en los principios de la Revolución Francesa.
  • Absolutistas: partidarios del mantenimiento del Antiguo Régimen.

La mayoría liberal inició la primera revolución burguesa en España con dos objetivos: Adoptar reformas que finalizasen con el Antiguo Régimen. Aprobar una Constitución que cambiara el régimen político del país.

Legislación social y económica de las Cortes de Cádiz

                El 24 de septiembre de 1810, las Cortes abordaron una amplia tarea legislativa encaminada a terminar con las trabas económicas y sociales del Antiguo Régimen. Esa tarea puede resumirse en las siguientes leyes:

  • Decreto de libertad de los propietarios de tierras para cercar, vender o arrendar sus fincas sin limitaciones.
  • Supresión del Consejo de la Mesta.
  • Decreto de libertad de industria mediante la supresión de los gremios y la liberalización en la contratación de trabajadores.
  • Decreto de libertad de comercio y circulación de productos. Liberalismo económico.
  • Ley de Reforma Agraria. Desamortización.
  • Limitación de mayorazgos y supresión de los de renta inferior a los tres mil ducados.
  • Decreto de Supresión de la Inquisición. Bienes adjudicados al Estado.
  • Decreto de supresión de los restos de feudalismo.

La Constitución de 1812

                Aprobada el 19 de marzo de 1812, fue la primera constitución liberal del país. Los diputados más destacados en su elaboración fueron Argüelles, Torrero y Pérez de Castro.

                Estos son los rasgos principales de la Constitución:

Soberanía nacional. El poder reside en la Nación.

division de poderes:

  • Legislativo: con Cortes Unicamerales que representan la soberanía nacional. Elaboran leyes, deciden sobre la sucesión de la corona, aprueban tratados internacionales, etc.
  • Ejecutivo: el Rey, pero con importantes limitaciones.
    • Órdenes validadas por la firma del Ministro correspondiente.
    • No puede disolver las Cortes.
    • Veto suspensivo transitorio.
    • Nombra a los ministros, pero deben de ser aprobados por las Cortes (Doble confianza)
  • Judicial: tribunales.

-Derecho de representación. La soberanía de la nación es representada en las Cortes.

-Sufragio universal masculino indirecto. Todos los hombres mayores de 25 años eligen a unos compromisarios que a su vez eligen representantes.

-Igualdad de los ciudadanos ante la ley. Fin de los privilegios estamentales.

-Reconocimiento de derechos individuales. Educación, libertad de imprenta, etc.

-Catolicismo como única confesión religiosa permitida.

Toda esta tarea legislativa no significó un triunfo definitivo para los liberales, puesto que el pueblo se siente absolutista y aclamará la llegada de Fernando VII como rey absoluto. A partir de 1814, los españoles están divididos ideológicamente.

La Constitución de 1812 fue la primera constitución genuinamente española. Fue el punto de partida para todas las demás constituciones del siglo XIX y sirvió de fuente para el constitucionalismo americano y europeo. Refleja un marcado carácter liberal, incluso utópico, puesto que proponía medidas imposibles de ser absorbidas por la sociedad de la época.


El reinado de Fernando VII

La Restauración de Fernando VII

                Tras el Tratado de Valençay en 1813, Fernando VII preparó su regreso a un país donde gobernaban unos principios opuestos a los suyos.

                Entró por aclamación popular en marzo de 1814 y en abril, un grupo de diputados a Cortes absolutistas le entregaron el Manifiesto de los Persas, en el que reclamaban la vuelta al absolutismo. El 4 de mayo de 1814, Fernando VII emitió un decreto en Valencia por el que disolvía las Cortes, restablecía el absolutismo y abolía toda la acción legislativa de las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812.

El Sexenio Absolutista (1814-1820)

                El decreto del 4 de mayo inició un período caracterizado por la anulación de reformas de las Cortes gaditanas y la vuelta al Antiguo Régimen y al absolutismo.

                Fernando VII, apegado al mantenimiento de los privilegios estamentales, se negó a emprender cualquier reforma que incrementara los ingresos de un estado en quiebra.

                Muchos militares optaron por unirse a sociedades secretas de ideología liberal como la masonería. Protagonizaron diversos pronunciamientos:

  • Espoz y Mina en 1814.
  • Díaz Porlier en 1815.
  • Lacy en 1817.

El Trienio Liberal (1820-1823)

                Finalmente, un pronunciamiento liberal terminó por triunfar. Poniéndose al frente de un ejército, el teniente coronel Riego proclamó la Constitución de 1812. El 9 de marzo de 1820, Fernando VII, atemorizado, la juró.

                Por primera vez se aplicó la Constitución de 1812 en paz y con el rey en el país, pero éste, absolutista convencido, no dejó de obstaculizar la labor de los gobiernos y el funcionamiento constitucional.

                La actitud del rey provocó la división de los liberales durante décadas y una gran inestabilidad política:

  • Doceañistas: pretendían modificar la Constitución buscando una transacción con el Rey. Moderados (1833).
  • Veinteañistas: pedía la aplicación estricta de la Constitución de 1812. Progresistas (1833).

Los liberales en el poder, aplicaron una política claramente anticlerical. Trataban de debilitar una poderosísima institución del Antiguo Régimen. Este enfrentamiento fue elemento clave en la revolución liberal española.

Surgieron protestas contra el gobierno liberal en Madrid. La contrarrevolución realista se concretó con la aparición de partidas de campesinos influenciados por la Iglesia. La oposición absolutista de aventuró a crear una Regencia española en Urgel para crear un gobierno absolutista en España. El fracaso de esta Regencia hizo evidente la intervención de las potencias absolutistas europeas.

Tras la derrota de Napoleón en 1815, las grandes potencias absolutistas europeas coaligadas con la Santa Alianza y reunidas en el Congreso de Viena, se comprometieron a intervenir frente a cualquier amenaza liberal europea. Reunidas en 1822 en un Congreso en Verona, decicieron intervenir en España. Así, el 7 de abril de 1823, los Cien Mil Hijos de San Luis, conquistaron en país. El 1 de octubre se puso fin al último foco de resistencia liberal en Cádiz y se repuso a Fernando VII como monarca absoluto.

La Década Ominosa (1823-1833)

                Nada más ser liberado, Fernando VII anuló la legislación del Trienio. Trataba de volver al Antiguo Régimen.

                Se inició la represión contra los liberales. Riego fue ahorcado en noviembre y se crearon Juntas de Fe que ejercieron la función inquisitorial y represiva.

                López Ballesteros llevó a cabo una reforma de la Hacienda que permitió un cierto equilibrio presupuestario.

El reinado de Isabel II (1844-1868)

La Década Moderada (1844-1854)

Tras acceder al trono en noviembre de 1843, Isabel II mostró su preferencia por los moderados. Los progresistas se retrajeron de la vida política.

En mayo de 1844 se formó un gabinete presidido por Narváez. Estas fueron las principales medidas que se adoptaron durante la siguiente década:

  • Creación en 1844 de la Guardia Civil. Se suprimió la Milicia Nacional.
  • Ley de Ayuntamientos de 1845. El gobierno nombraba alcaldes.
  • Nueva división provincial de 1833.

  • Reforma del sistema fiscal de 1845 de Alejandro Mon.

  • Ley Electoral de 1846. Oligarquía, sufragio muy restringido.

  • Concordato de 1851.

  • Reforma de la educación. Primaria, Secundaria y Universidad.

  • Constitución de 1845. De carácter moderado.
    • Soberanía compartida del Rey y las Cortes. Poder legislativo compartido y preminencia de la Corona en el proceso político.
    • Confesionalidad del Estado. Religión católica.
    • Recorte de los derechos individuales.

El Bienio Progresista (1854-1856)

Los problemas derivados de la corrupción, del gobierno de la camarilla y del descontento de los progresistas, favorecieron la actuación revolucionaria.

A finales de junio de 1854 tuvo lugar la Vicalvarada, que buscaba corregir la corrupción y cambiar el Gobierno sin abandonar el moderantismo. La intervención de los progresistas llevó a los sublevados a ampliar su programa.

El Manifiesto del Manzanares del 7 de julio de 1854, redactado por Cánovas y firmado por O’Donnell, exigía reformas políticas y Cortes Constituyentes.

Se inauguraba una nueva etapa progresista con escasos resultados políticos, pero densa en realizaciones de carácter económico.

La reina entregó el poder a Espartero y O’Donnell, pero la estabilidad de este Gobierno fue difícil.

Se elaboró una nueva Constitución de inspiración progresista que afirmaba explícitamente la soberanía nacional (la non nata de 1856) y se aprobaron importantes leyes económicas como:

  • La ley de ferrocarriles, que hizo posible la implantación de este medio de transporte.
    • Las leyes bancarias y de sociedades que favorecieron el desarrollo económico.
    • La desamortización con la promulgación de la Ley Madoz.

Las diferencias entre Espartero y O’Donnell se agudizaron cuando éste fundó la Unión Liberal, partido de tendencia moderada. La figura de Espartero se fue desgastando por conflictos internos y fortaleciéndose la de O’Donnell, que marcó la vuelta al moderantismo y la reposición de la Constitución de 1845.

La vuelta al moderantismo y el final del reinado de Isabel II (1856-1868)

La reina recurre a O’Donnell para desplazar a los progresistas del poder y restablecer la Constitución de 1845, pero será Narváez quien gobierne durante 1856-1858. Aprueba la Ley Moyano que ordena y centraliza la instrucción pública de toda la nación.

Se abre entonces un período de alternancia entre los moderados de Narváez y la Unión liberal de O’Donnell, que entre 1858 y 1863 dará paso a un período con cierta calma política caracterizado por la prosperidad económica y la actividad en política exterior con la guerra de África, la anexión de Sto. Domingo y la intervención en México. El gobierno unionista se centró en el impulso de las obras públicas y de las inversiones de sectores en desarrollo.

La crisis final del reinado

                En 1863 dimite O’Donnell cediendo el poder a los moderados. Los progresistas se retraen de la vida parlamentaria.

Con Narváez al frente del gobierno tiene lugar la destitución del catedrático Castelar y los sucesos de la noche de San Daniel. Tras esto vuelve O’Donnell.

Los progresistas, por medio de Prim, ven el pronunciamiento como única salida: la insurrección de los sargentos del cuartel de San Gil en Madrid y la dura represión.

O’Donnell dimite sucediéndole Narváez, que aplica medidas dictatoriales.

En agosto de 1866 la oposición de progresistas y demócratas firmaba el Pacto de Ostende. Tras la muerte de O’Donnell, los unionistas se sumaron al pacto.

En medio de una grave crisis económica y social, la Corona sólo contaba con apoyo moderado.

En 1868 fallece Narváez sucediéndole González Bravo. La revolución se ponía en marcha.

Se exigía el destronamiento de la reina.

La conspiración pronto contó con un importante apoyo popular.

La crisis económica y de subsistencias y el endurecimiento del régimen dirigido por González Bravo, contribuyeron a crear un contexto favorable a la revolución.

El 18 de septiembre de 1868, la Armada se pronuncia en la bahía de Cádiz, tras la proclama del Almirante Topete.

El triunfo de la revolución tras la batalla de Alcolea provocó el destronamiento y marcha al exilio de Isabel II, iniciándose en España el Sexenio Democrático.

La Guerra de Independencia

La entrada de las tropas napoleónicas se había convertido en una ocupación de nuestro país. Godoy tramó la huida de la Familia Real hacia Andalucía y de las Cortes hacia Cádiz.

El 19 de marzo de 1808 estalló el Motín de Aranjuez, que precipitó la caída de Godoy y obligó a Carlos IV a abdicar en su hijo con el título de Fernando VII.

Napoleón llamó a padre e hijo a Bayona y les forzó a abdicar en su hermano José Bonaparte.  Las Abdicaciones de Bayona cedieron los derechos de los Borbones a Napoleón.

José I publicó el Estatuto de Bayona, que concedía algunos derechos más allá del absolutismo.

Ante la evidencia de la invasión francesa, el 2 de mayo de 1808 se inicia una insurrección en Madrid, pero es reprimida. Los días siguientes los levantamientos se extienden por todo el país. Se inicia la Guerra de la Independencia.

Se produjo un “vacío de poder” que desencadenó la quiebra de la monarquía del Antiguo Régimen en España. Se constituyeron Juntas Provinciales que asumieron la soberanía en nombre del rey ausente. Éstas, al coordinarse, formaron la Junta Central Suprema. La situación bélica propició la toma de medidas revolucionarias como la convocatoria de Cortes.

Las tropas españolas consiguieron la victoria en Bailén en julio de 1808. El propio Napoleón con 250.000 hombres ocupó la mayor parte del país excepto las zonas periféricas y montañosas, donde se inició la guerra de guerrillas contra el ejército francés.

Durante seis años, se enfrentaron el ejército francés con el apoyo de los afrancesados, y la guerrilla española ayudada por el ejército británico. El ejército del general Wellington con el apoyo de españoles y portugueses consiguió victorias en Arapiles y San Marcial.

Un Napoleón completamente debilitado devolvió la corona a Fernando VII por el Tratado de Valençay en 1813. La Guerra de Independencia tocaba a

La I República (1873-1874)

                Las ideas republicanas tenían escaso apoyo social y contaban con la oposición de los grupos sociales e instituciones más poderosos del país. Éstos eran contrarios al nuevo régimen.

                La debilidad del régimen republicano provocó una enorme inestabilidad política. Cuatro presidentes de la República se sucedieron en el breve lapso de un año: Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar.

                Los gobiernos republicanos emprendieron una serie de reformas bastante radicales que, en algunos casos, se volvieron contra el propio régimen republicano. Estas fueron las principales medidas adoptadas.

  • Supresión del impuesto de consumos. Agravó el déficit de Hacienda.
  • Eliminación de las quintas.
  • Reducción de edad de voto a los 21 años.
  • Separación de la Iglesia y el Estado. Éste dejó de subvencionar a la Iglesia.
  • Reglamentación del trabajo infantil.
  • Abolición de la esclavitud en Cuba y puerto Rico.
  • Proyecto constitucional para instaurar una República federal.

Los gobiernos republicanos tuvieron que hacer frente a un triple desafío bélico:

  • La 3ª Guerra Carlista: Carlos VII, nieto de Carlos Mª Isidro, encabezó una nueva insurrección carlista en País Vasco y navarra. Los carlistas llegaron a establecer un gobierno en Estella.
    • Las sublevaciones cantonales: los republicanos federales más extremistas se lanzaron a proclamar cantones en Valencia, Murcia y Andalucía, sublevándose contra el gobierno de Madrid. El ejército reprimió la insurrección.
    • La guerra de Cuba: en 1868 se inició una insurrección anticolonial que derivó en la “Guerra Larga”. Las autoridades españolas pacificaron la isla después de diez años y firmaron la Paz de Zanjón en 1878.

Entre lo mandos del ejército se fue imponiendo la idea de la vuelta de los Borbones y así empezaron las conspiraciones para un pronunciamiento militar.

El 4 de enero de 1874, Pavía encabezó un golpe militar. Las Cortes republicanas se disolvieron y se estableció un gobierno presidido por Serrano, que suspendió la Constitución y los derechos y libertades.

El régimen republicano se mantuvo un año más, aunque la dictadura de Serrano fue un simple paso hacia la restauración borbónica que planeaba Cánovas del Castillo.

Finalmente, un golpe militar de Martínez Campos el 29 de diciembre de 1874, precipitó la restauración. El hijo de Isabel II fue proclamado rey de España bajo el título de Alfonso XII. Se iniciaba el período de la Restauración.