Las Reformas Progresistas
Las reformas progresistas se llevaron a cabo en dos etapas. Los progresistas, con Mendizábal a la cabeza, asumieron la tarea de desmantelar las instituciones del antiguo régimen e implantar un régimen liberal. La acción del progresismo fue esencial en la concepción jurídica de los derechos de propiedad.
Reforma Agraria
Abordaron una reforma agraria que incluía tres ámbitos esenciales:
- Disolución del régimen señorial: Ya iniciada en las Cortes de Cádiz, según la cual los señores perdían sus atribuciones pero conservaban las propiedades de las tierras que los campesinos no pudieran acreditar documentalmente como propias. Así, los campesinos que tradicionalmente habían trabajado dichas tierras perdían el derecho y pasaban a ser simples arrendatarios. El antiguo señor se convirtió en el nuevo propietario agrario.
- Desvinculación: También se había iniciado en Cádiz. Se liberan definitivamente las tierras de los patrimonios vinculados y sus propietarios pueden venderlas sin trabas.
- Desamortización: Había sido un elemento recurrente como medio de conseguir recursos para el estado con la venta de tierras eclesiásticas y de ayuntamientos. Mendizábal recurrió a esta medida y decretó la disolución de las órdenes religiosas y la incautación por parte del estado del patrimonio de las comunidades afectadas. Las tierras podían comprarse con dinero en metálico. Mendizábal pretendía así conseguir los recursos necesarios para enfrentarse al carlismo y al mismo tiempo conseguir una base social de compradores que se implicarían en el triunfo del liberalismo.
Liberalización de la Economía
Junto a la abolición del régimen señorial y a la transformación jurídica del régimen de propiedad, una serie de medidas legislativas encaminadas al libre funcionamiento del mercado completaron el marco de liberalización de la economía: la abolición de los privilegios de la mesta, el derecho a cercar, la libertad de arrendamientos. Por último, la abolición de los privilegios gremiales y la implantación de la libertad del comercio y de la industria, así como la abolición de los diezmos, completaron el marco jurídico e institucional de la implantación del liberalismo económico en España.
El Bienio Progresista
Durante dos años, el nuevo gobierno intentó restaurar los principios del régimen constitucional e inició la elaboración de una nueva constitución que no llegó a ser promulgada. Las dos líneas de acción más importantes fueron la reanudación de la desamortización y la ley de ferrocarriles.
Desamortización y Ley de Ferrocarriles
La nueva ley de desamortización, a cargo del ministro Madoz, afectó a los bienes del estado y la iglesia, etc., y se pretendía conseguir recursos para la hacienda y las inversiones públicas. Se elaboró la ley federal de ferrocarriles, que fue un gran proyecto económico.
Las medidas del bienio no mejoraron la vida de las clases populares, lo que generó un clima de conflictividad social. La situación de crisis económica produjo levantamientos, por lo que el gobierno terminó presentando la ley de trabajo que daba algunas mejoras a los trabajadores, pero no fue suficiente y se dio un último gran levantamiento, lo que provocó que Espartero dimitiera y pasara el poder a O’Donnell, quien reprimió las protestas.
La Experiencia de la República Federal
Las Cortes decidieron someter a votación la proclamación de una república, que fue aprobada el 11 de febrero de 1873 por una amplia mayoría de votos. Nació la República con graves problemas. Sus únicos partidarios eran los republicanos, representados en las Cortes por los diputados del Partido Demócrata Republicano Federal, de Francisco Pi y Margall.
El Federalismo
El federalismo contaba con un ideario que, además de defender la forma republicana de gobierno, propugnaba un sistema de pactos entre los distintos pueblos o regiones. Eran partidarios del laicismo del Estado. Contaban con el apoyo de la pequeña burguesía y parte del movimiento campesino y obrero.
Problemas de la República
En las ciudades aparecieron revueltas populares que reclamaban la abolición de los consumos y las quintas. Gran parte de los dirigentes republicanos se mostraron a favor de respetar la legalidad y disolvieron rápidamente las juntas y reprimieron las revueltas populares. Pacificado el panorama, se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes que ganaron los republicanos. Las Cortes definieron al nuevo régimen como una república federal, poniéndose a la tarea de redactar un proyecto de constitución que declaraba la organización federal de la república.
Conflictos y Crisis
La república había acelerado el conflicto carlista. En Cuba, la guerra continuaba y la república fue incapaz de mejorar la situación porque las autoridades y funcionarios españoles en Cuba eran proclives al proyecto de restauración borbónica y actuaron al margen del poder central. En las zonas con fuerte implantación republicana, la población, en muchos casos, radicalizaba por las aspiraciones revolucionarias, por lo que se alzó en cantones independientes.
Los protagonistas de los levantamientos cantonalistas eran un conglomerado social compuesto por artesanos, tenderos, etc. Pi y Margall, al frente del gobierno, dimitió al no poder sofocar la revuelta por las armas y fue sustituido por Salmerón, quien inició una acción militar pero también abandonó al no poder cumplir las órdenes de asesinato establecidas. Y para sustituirlo fue nombrado Castelar.