Características de la Economía en los Países Industrializados
Durante los “años dorados” del capitalismo, entre 1950 y 1973, las economías de los países industrializados experimentaron un crecimiento sostenido. Este periodo se caracterizó por un notable auge en la producción industrial, especialmente en sectores como los bienes de consumo y el automotriz. Economías como la de Japón, Estados Unidos y Europa Occidental crecieron significativamente.
Este crecimiento fue impulsado por una revolución tecnológica que abarcó diversas áreas. La producción en masa, basada en el modelo fordista, se expandió a industrias como la automotriz y la construcción. Innovaciones derivadas de la Segunda Guerra Mundial, como la energía nuclear y la aviación comercial, tuvieron aplicaciones civiles. Estos avances aumentaron la productividad y transformaron la vida cotidiana, generando una amplia oferta de productos antes reservados para una élite.
El pleno empleo fue otra característica relevante. Las políticas de bienestar social y seguridad social promovidas por los gobiernos facilitaron una mayor equidad económica, creando un mercado de consumo masivo. Productos como automóviles y electrodomésticos se integraron a la vida cotidiana, democratizando el consumo y consolidando el crecimiento.
El comercio internacional se expandió, con las exportaciones de manufacturas multiplicándose por diez entre 1950 y 1970. Esto reflejó la creciente interdependencia económica entre los países industrializados, sentando las bases para un sistema económico global más integrado.
El Estado de Bienestar
El estado de bienestar, consolidado durante este periodo, fue crucial para la expansión económica y la mejora de las condiciones de vida. Este modelo promueve un papel activo del Estado en la regulación económica y la provisión de servicios sociales, buscando garantizar el empleo y reducir las desigualdades. Una característica clave fue la implementación de políticas de pleno empleo, con tasas de desempleo muy bajas en Europa (1-2% en la década de 1960).
El estado de bienestar ofreció una red de seguridad social que abarcaba pensiones, salud pública y educación, mejorando el bienestar individual y la cohesión social. El acceso a servicios de calidad fortaleció una fuerza laboral más sana y preparada, impulsando la productividad. Políticas fiscales progresivas redistribuyeron la riqueza, permitiendo que más personas accedieran a mejores condiciones de vida.
Este modelo funcionó como motor económico al asegurar ingresos estables, fomentando el consumo y la demanda, impulsando la producción industrial. La expansión de la clase media y el acceso a bienes de consumo reflejan este aumento del bienestar material.
Transformaciones de la Agricultura en la Francia de Posguerra
La agricultura francesa de posguerra experimentó una modernización y mecanización acelerada. Tras la Segunda Guerra Mundial, Francia, impulsada por el Plan Marshall y el Plan Monnet, emprendió reformas para modernizar su industria y agricultura.
La mecanización fue clave. En la década de 1950, el uso de tractores se incrementó exponencialmente, aumentando la eficiencia en la producción y estabilizando cultivos esenciales como el trigo. El rendimiento por hectárea mejoró gracias a las nuevas tecnologías.
La modernización tuvo consecuencias sociales. Agricultores que no se adaptaron a las nuevas exigencias del mercado abandonaron sus tierras, provocando un éxodo rural y el crecimiento de la población en algunas ciudades.
Desarrollo de la Industria y la Energía en Francia
Durante los Años Dorados, Francia se desarrolló significativamente en los sectores energético e industrial. Inicialmente dependía del carbón, pero en las décadas de 1950 y 1960, su uso disminuyó en busca de fuentes más eficientes. La crisis del petróleo de los 70 aceleró la apuesta por la energía nuclear, que se convirtió en la principal fuente de electricidad, logrando una notable independencia energética.
La industria siderúrgica fue crucial para la recuperación económica. La siderurgia francesa se mantuvo competitiva, especialmente tras la creación de la CECA. La industria textil, enfrentó dificultades por la competencia de nuevos países industrializados, reconvirtiéndose hacia tejidos de fibras artificiales y sintéticas.
La industria petroquímica emergió como motor del crecimiento, impulsada por la llegada del petróleo y la producción de plásticos y derivados, consolidando a Francia como referente en el sector.
Desigualdades en Italia: Norte vs. Sur
El sur de Italia (el Mediodía) enfrentaba un atraso económico respecto al norte industrializado. El sur, con una economía agrícola, falta de infraestructuras y baja industrialización, contrastaba con el norte, desarrollado y con un tejido industrial robusto. Esto generó un desequilibrio socioeconómico y regional, con menor renta, inversión, consumo energético y alimenticio en el sur.
Los planes del gobierno italiano para reducir las desigualdades incluyeron:
- Plan del Mediodía (1950): Financió infraestructuras, desarrollo agrícola y turismo, y atrajo inversiones industriales al sur mediante incentivos fiscales y subsidios.
- Reforma agraria: Buscó transformar y racionalizar el sector agrícola, redistribuyendo tierras para aumentar la productividad y reducir el desempleo rural.
- Inversión pública: El 40% se destinó al sur para mejorar infraestructuras y fomentar el desarrollo industrial.
Aunque estos planes lograron cierto progreso, no fueron suficientes para eliminar las diferencias. El sur seguía menos desarrollado que el norte.
La Crisis de 1973
La crisis de 1973, provocada por el shock petrolero, tuvo repercusiones importantes. La desaceleración del crecimiento económico, especialmente en los países de la OCDE, fue una de ellas. El crecimiento del PIB cayó del 5% anual en los 60 al 2.5% en los 70. La inflación aumentó, elevando los precios.
El desempleo también aumentó. La creación de empleo se estancó mientras la oferta laboral crecía. El aumento del gasto público y los déficits fiscales fueron otros efectos. El desempleo y la inflación llevaron a mayores gastos en prestaciones sociales.
El Milagro Japonés
El “milagro japonés” se refiere al crecimiento económico de Japón tras la Segunda Guerra Mundial. A pesar de la destrucción, Japón experimentó un crecimiento sostenido en las décadas siguientes.
La geografía, con solo un 25% de territorio cultivable, planteó desafíos, pero los japoneses se adaptaron, orientándose hacia sectores como la pesca.
El primer ministro Ikeda implementó estrategias económicas, duplicando la renta nacional en cinco años. Su gobierno aplicó un proteccionismo que restringió el capital extranjero y racionalizó la economía, fomentando la innovación tecnológica.
La mentalidad laboral japonesa, con alta disciplina y ética de trabajo, fue clave. La tecnología, impulsada por un ministerio dedicado a ella, y la miniaturización, resultaron en productos eficientes. El sistema educativo de alta calidad formó trabajadores competentes y empresarios.
Japón se centró en el comercio, estableciendo relaciones estratégicas. El sistema financiero, con alta capacidad de ahorro, financió inversiones en industria y comercio.
Ventajas del Toyotismo sobre el Fordismo
El toyotismo presenta ventajas sobre el fordismo:
- Adaptación a la demanda: Produce según las necesidades, evitando la acumulación de stock.
- Flexibilidad: Se ajusta rápidamente a los cambios del mercado.
- Reducción de costos: Minimiza desperdicios y optimiza recursos.
- Tecnología avanzada: Automatización y robótica mejoran la eficiencia.
- Participación de los trabajadores: Fomenta la toma de decisiones y la mejora continua.
Relación entre los Problemas Económicos de EE. UU. en los 70 y el Aumento de los Precios del Petróleo
Los problemas económicos de Estados Unidos en los 70 se relacionan con el aumento de los precios del petróleo debido a:
- Tensiones económicas previas: Incremento del gasto público (Guerra de Vietnam) y déficit fiscal.
- Dependencia del petróleo extranjero: El embargo petrolero de la OPEP en 1973, en respuesta al apoyo de EE. UU. a Israel, disparó los precios.
- Impacto en la economía: Aumento de la inflación, desaceleración del crecimiento y pérdida de competitividad frente a Japón y Alemania.