Momentos Clave de la Historia Moderna y Contemporánea de España

La Segunda República Española (1931-1939)

La Segunda República constituyó un régimen democrático surgido tras el fracaso de la dictadura de Primo de Rivera. Se proclamó el 14 de abril de 1931 y duró hasta el inicio de la Guerra Civil y el posterior establecimiento de la dictadura de Franco (periodo bélico: 17 de julio de 1936 – 1 de abril de 1939).

Contexto y Oposición a la Monarquía

Hacia finales de la dictadura de Primo de Rivera, la monarquía de Alfonso XIII estaba muy desacreditada por su vinculación con dicho régimen y con el sistema de la Restauración. La oposición creció desde distintos frentes:

  • Los anarquistas y, más tarde, los socialistas, que se enfrentaban a un régimen considerado burgués.
  • La intelectualidad, con figuras destacadas como Ortega y Gasset o Unamuno, y las universidades, en un clima de falta de libertad.
  • La sección peninsular del Ejército, descontenta ante el trato de favor hacia los militares africanistas.

La Caída de la Dictadura y la “Dictablanda”

Debido a la creciente oposición, Primo de Rivera dimitió y se exilió en enero de 1930. Tras esto, Alfonso XIII intentó constitucionalizar el régimen para mantener la monarquía, buscando un consenso con apariencia liberal. El rey encomendó el gobierno primero al general Berenguer y luego al almirante Aznar, en una fase final conocida como la dictablanda.

El Camino hacia la República

En paralelo, la oposición se agrupó en busca de una salida republicana. En agosto de 1930 se firmó el Pacto de San Sebastián, un acuerdo clave para derribar la monarquía. En él participaron republicanos históricos, monárquicos descontentos, socialistas y nacionalistas catalanes y gallegos. Figuras notables incluyeron a Niceto Alcalá-Zamora, Manuel Azaña, Alejandro Lerroux, Indalecio Prieto (representando al PSOE), y Miguel Maura.

Se perfilaron dos vías para establecer la república:

  1. La vía insurreccional: Evidenciada por el pronunciamiento militar de Jaca (diciembre de 1930), que fracasó.
  2. La vía política: Reforzada por campañas de prensa y artículos de intelectuales. Destacaron el artículo “El error Berenguer” de Ortega y Gasset y un manifiesto firmado por varios republicanos de renombre, ambos publicados en 1930.

Las Elecciones Municipales de 1931

Siguiendo la línea de intentar constitucionalizar el régimen, el gobierno de Aznar convocó elecciones municipales para el 12 de abril de 1931. Aunque las candidaturas monárquicas obtuvieron más concejales en total (principalmente en zonas rurales), en las grandes ciudades y capitales de provincia, lejos de la influencia de los caciques, vencieron abrumadoramente las candidaturas republicano-socialistas. Este resultado fue interpretado como un plebiscito contra la monarquía, precipitando la proclamación de la República dos días después.

Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

Contexto: La Guerra de la Independencia

En 1808 estalló en España la Guerra de la Independencia contra la ocupación francesa. Las tropas de Napoleón Bonaparte, inicialmente con el pretexto de invadir Portugal, ocuparon gran parte del territorio español, encontrando resistencia en lugares como Canarias y la ciudad de Cádiz. Ante el vacío de poder (los reyes estaban retenidos en Francia), se formaron juntas locales y provinciales que asumieron la soberanía en ausencia del rey Fernando VII. La Junta Suprema Central, creada para coordinar estas juntas, terminó refugiándose en Cádiz, último bastión libre de la ocupación.

Convocatoria y Composición de las Cortes

La Junta Suprema Central, desacreditada por las derrotas militares, se disolvió en 1810 y traspasó sus poderes a una Regencia, que convocó Cortes Generales y Extraordinarias. Estas se reunieron en Cádiz a partir de septiembre de 1810. Fueron elegidas mediante un complejo sistema de sufragio universal masculino indirecto y representaban a la nación española en su conjunto, incluyendo los territorios americanos y asiáticos. Las Cortes de Cádiz estuvieron dominadas por una mayoría liberal que buscaba desmontar las estructuras del Antiguo Régimen e instaurar un sistema liberal.

La Constitución de 1812 (“La Pepa”)

La obra legislativa más trascendental de las Cortes fue la Constitución de 1812, promulgada el 19 de marzo de 1812, día de San José (de ahí su apodo popular, “La Pepa”). Este texto fundamental marcó el inicio de la Edad Contemporánea en España.

Aunque su aplicación práctica fue limitada (vigente solo durante breves periodos como 1812-1814 y el Trienio Liberal 1820-1823), su influencia fue enorme, sirviendo de modelo para otras constituciones liberales en Europa y América Latina.

Principios Fundamentales:

  • Establecía un régimen liberal basado en la soberanía nacional, que residía en la Nación, representada en las Cortes.
  • Implantaba la separación de poderes:
    • Legislativo: Cortes unicamerales con amplios poderes.
    • Ejecutivo: El Rey, pero con poderes limitados por la Constitución, y el Gobierno designado por él.
    • Judicial: Tribunales independientes.
  • Reconocía el sufragio universal masculino indirecto para la elección de diputados, quienes representaban a los ciudadanos, no a los estamentos tradicionales.
  • Proclamaba la igualdad ante la ley para todos los ciudadanos, incluyendo explícitamente a los españoles de América y Filipinas. El Artículo 1 afirmaba: “La nación española es la reunión de los españoles de ambos hemisferios”.
  • Establecía una serie de derechos individuales, como la educación primaria obligatoria, la protección de la propiedad privada, la libertad de imprenta (con limitaciones para textos religiosos) y la inviolabilidad del domicilio.
  • Declaraba la religión católica como la única y oficial del Estado (confesionalidad católica).
  • Organizaba territorialmente el Estado en provincias y municipios.
  • Creaba la Milicia Nacional, un cuerpo de ciudadanos armados para la defensa del régimen liberal.

A pesar de su carácter avanzado, la Constitución no fue acatada por el rey Fernando VII a su regreso a España en 1814, quien restauró el absolutismo.

El Reinado de Felipe IV y el Proyecto Reformista de Olivares (Siglo XVII)

Durante el siglo XVII, en el periodo conocido como el de los Austrias Menores, destacó el reinado de Felipe IV (1621-1665). Estos monarcas tendieron a delegar las labores de gobierno en validos (una especie de primeros ministros con gran poder e influencia). En el caso de Felipe IV, su principal valido fue Gaspar de Guzmán, el Conde-Duque de Olivares.

La Política del Conde-Duque de Olivares

Olivares desarrolló una ambiciosa política con dos ejes principales:

  • Interior: Un fuerte centralismo, buscando la unificación de la Monarquía Hispánica en todos los aspectos (institucional, legal, fiscal, militar) para convertir el tradicional “Estado compuesto” (unión de reinos con leyes e instituciones propias) en una monarquía más unitaria y eficiente, siguiendo el modelo castellano.
  • Exterior: Una política ofensiva en Europa, reanudando hostilidades con las Provincias Unidas (Países Bajos) y participando activamente en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) para mantener la hegemonía de los Habsburgo.

Principales Reformas

Reformas Económicas y Fiscales:

Olivares acometió varias reformas encaminadas a mejorar y centralizar los ingresos de la Corona:

  • Implantó medidas de corte mercantilista para proteger la producción interna.
  • Intentó controlar la inflación limitando las acuñaciones masivas de moneda de vellón.
  • Recurrió a la venta de cargos públicos y títulos nobiliarios.
  • Proyectó la creación de una red nacional de erarios (una especie de banca pública) para financiar los gastos de la Monarquía sin depender de banqueros extranjeros, aunque este proyecto no llegó a consolidarse plenamente.

Reformas Militares: La Unión de Armas

En el plano militar, su proyecto estrella fue la Unión de Armas (1626). Consistía en la creación de un ejército permanente y conjunto para toda la Monarquía, sostenido por todos los reinos (no solo Castilla). Cada territorio debía aportar dinero y hombres en proporción a su población y riqueza. Este proyecto generó fuertes resistencias en los reinos de la Corona de Aragón (especialmente Cataluña) y Portugal, celosos de sus fueros y autonomía fiscal y militar.

La Crisis de 1640 y la Caída de Olivares

El enorme esfuerzo bélico de la Guerra de los Treinta Años y las resistencias a las reformas centralistas desembocaron en la grave crisis de 1640:

  • Revuelta en Cataluña: En el contexto de la guerra contra Francia, Olivares exigió esfuerzos militares y alojamientos de tropas castellanas en Cataluña. Esto provocó una violenta revuelta popular en Barcelona (el Corpus de Sangre), que derivó en una guerra de separación, la Guerra dels Segadors. Cataluña se puso bajo protección francesa y la guerra duró hasta 1652, cuando las tropas de Felipe IV recuperaron Barcelona, aunque se mantuvieron los fueros catalanes.
  • Revuelta en Portugal: Aprovechando la crisis catalana, la nobleza portuguesa, descontenta con la Unión de Armas y la política de Olivares, se sublevó y proclamó rey al Duque de Braganza (Juan IV). La guerra de restauración portuguesa culminó con el reconocimiento de la independencia de Portugal por parte de España en 1668, ya bajo el reinado de Carlos II.

El fracaso de sus principales reformas, especialmente la Unión de Armas, y las graves revueltas de 1640 conllevaron la destitución de Olivares en 1643. Su proyecto puso de manifiesto el profundo enfrentamiento entre las tendencias centralistas de la monarquía y el foralismo de los distintos reinos, un problema recurrente en la historia de España.